Margarita León Vega Universidad Nacional Autónoma de México LA EXPERIENCIA DEL TIEMPO Y DEL ESPACIO EN LA NOVELÍSTICA DE ELENA GARRO
En las novelas de Elena Garro, desde Los recuerdos del porvenir hasta Y Matarazo no llamó.., la noción del tiempo es diversa, no sólo porque en sus discursos alternan el pasado, el presente y el futuro, sino porque hay concepciones distintas de él. En primer lugar, podemos hablar de que hay un fuerte tono de predeterminismo, de fatalidad, debido a la recurrencia casi obsesiva del tiempo cíclico, mítico. Esto es, las acciones de los personajes y sus palabras, el discurso del narrador, aluden al hecho de que los individuos están atrapados por su circunstancia, como si tuvieran un destino prefijado, una naturaleza original que se mantiene intacta, un papel asignado en el drama que no puede ser cambiado ni es tampoco intercambiable. Los personajes actúan como el hombre de las culturas arcaicas que soporta con dificultad la historia y se esfuerza por anularla periódicamente.1 Se debaten entre lo que ya vivieron y lo que vivirán en el futuro, entre el pasado y el advenir , esto es, entre un tiempo clausurado y uno "auténtico," originario y propio de la existencia que es posibilidad y proyección , que es futuro.2 Esta concepción del tiempo como un círculo, está íntimamente ligada a las acciones que los personajes realizan y que los ubican en el tiempo y en el espacio, en un campo social y cultural específicos, aunque tiene que ver también con su propia naturaleza, con su esencia humana. En todas las novelas de Elena Garro, los personajes responden a un tipo más o menos definido, se trata de héroes románticos, de "antihéroes" que se entregan a la ensoñación más que a la acción. Son individuos marginales, que no tienen lugar, centro que los integre. Sienten que están de más porque nada de lo que digan o hagan transformará el estado de cosas existente. Para ellos nada se mueve, nada cambia, no hay innovación verdadera. Viven y ven desde dentro y desde abajo los acontecimientos exteriores, la llamada realidad histórica, 'objetiva' que se les impone a cada paso. Estos "antihéroes," estos seres marginales, viven con intensidad el estrecho espacio que les tocó en suerte ocupar. Ellos, más que Ser, están AIH. Actas XI (1992). La experiencia del tiempo y del espacio en la novelística ... MARGARITA LEÓN VEGA.
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en ese espacio. Es a través de la experiencia espacial como tratan de ubicarse temporalmente en el mundo. El tiempo exterior les es ajeno, por lo tanto no es habitable, es sólo una vaga referencia, pero no porque ignoren que existe -de hecho viven obsesionados por él- sino, porque en su situación concreta, el tiempo es irreal, pues ese tiempo que construyen los actos protagónicos de otros, ese tiempo que se les impone desde afuera los ha arrinconado, los ha dejado fuera del juego. Pongamos dos ejemplos, en Los recuerdos del porvenir, la primera novela de Garro, los hechos y los caudillos de la Revolución Mexicana y de la Guerra Cristera a los que aluden los recuerdos de los personajes y el relato del narrador —período que va más allá de los diez años, de 1907 a 1927, en la vida de Isabel Moneada— son, en general, observados desde lejos y desde la perspectiva de quienes forman parte de una microhistoria, esto es, desde la crónica de lo local, lo pequeño e irrelevante y desde la perspectiva personal y parcial de sujetos determinados.3 Así, los personajes intentan todo el tiempo que su visión personal aflore y se mantenga independiente de la voz que todo lo interpreta porque todo lo sabe de antemano, 4 aunque, es evidente que dicho esfuerzo se ve obstaculizado continuamente por la visión colectiva —con toda su carga simbólica, estereotipada, mítica—, pues en Ixtepec hay una experiencia común de aislamiento y de marginalidad, una coincidencia de principio en cuanto a una serie de verdades sustanciales, por ejemplo, la verdad cruda de la inutilidad de la lucha revolucionaria y de la inmovilidad del tiempo. En una novela muy posterior, Y Matarazo no llamó..., sucede más o menos lo mismo. Eugenio Yáñez, es un burócrata segundón, un hombre gris y mediocre, con una vida absolutamente rutinaria. Se ve envuelto de repente en un movimiento de huelga que es reprimido violentamente por la policía. Respecto a la huelga como a la represión abierta y pública, su posición es la de un elemento oportunista, marginal, aunque sinceramente solidario. Los hechos históricos aludidos (el Movimiento Ferrocarrilero de finales de los 50 en México), pasan a través de la mediación de una experiencia y de un conocimiento políticos que apenas ha hecho conscientes, gracias a la influencia de las ideas revolucionarias de los huelguistas con las que tiene contacto, a través de un discurso ajeno que se entrecruza con el suyo propio. Como en el caso de los ixtepecanos de Los recuerdos del porvenir, el Eugenio Yáñez de Y Matarazo no llamó..., es un "pobre diablo," un "Don AIH. Actas XI (1992). La experiencia del tiempo y del espacio en la novelística ... MARGARITA LEÓN VEGA.
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Nadie" que está en una situación de opresión sicológica y moral. Vive en el umbral, entre lo que ha sido y lo que quisiera ser, entre el pasado y el futuro, en un presente continuo cuyo desenlace es otro presente continuo. En Ixtepec, por su parte, seguirá el cerco que tiende el atraso social, la pasividad y el confinamiento personales; seguirá reinando la violencia, y ad infinitum, las traiciones. Vendrán a futuro otros Eugenios Yáñez que por un sentimiento de piedad y de soledad personal, de inutilidad, serán inmolados: una muerte clandestina para una vida gris. La utopía de un mundo esperanzado se diluye ante el reino del mundo exterior y objetivo. En la primera novela de Garro ciertos actos paradigmáticos como los días exaltados durante las excursiones zapatistas, la presencia enigmática de la bella Julia Andrade, además del continuo "viaje" a la semilla, a la niñez, que realizan la memoria individual y colectiva de Ixtepec aluden al restablecimiento de un mundo edénico, siempre latente, aunque inalcanzable en su totalidad. En Y Matarazo no llamó..., el protagonista ve una alternativa en la utopía social figurada en la lucha de los'obreros' que, además de la crítica a un estado de cosas —crítica que es un tipo de participación—, implica el acceso a un ámbito donde su vida tenga un sentido, donde él pueda recuperar su status de sujeto de la historia.5 No obstante recibe el efecto de las acciones protagónicas de los otros, el espacio interior o subjetivo como espacio natural del antihéroe,6 es poblado por él sin cortapisas. Es donde se reserva el derecho a la libertad de construir un mundo imaginario donde él es el verdadero protagonista , el que a través de su conciencia y su voluntad es capaz de crear un mundo alternativo. En contraste, su presencia en el mundo exterior, material, es insignificante, meramente circunstancial. El tiempo subjetivo, interior, de los personajes alterna con el tiempo objetivo, exterior. La novelas de Elena Garro son de hecho un viaje constante de adentro hacia afuera, de lo cerrado a lo abierto, de lo privado a lo público. Se puede ir de los espacios cerrados de una casa, de una memoria, de los sueños, donde sienta sus reales la subjetividad, a los espacios abiertos, a las calles desiertas, a las plazas, a la ensangrentada arena política, al discurso en voz alta. Es posible trasladarse, en un instante, de los espacios construidos con piedra y cemento, edificados con las palabras ajenas, al discreto rincón de un cuarto, donde cada objeto en apariencia insignificante y cotidiano, se convierte en espejo del sujeto, en testimonio de su estar en un espacio hecho a la medida de sus AIH. Actas XI (1992). La experiencia del tiempo y del espacio en la novelística ... MARGARITA LEÓN VEGA.
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deseos y sus palabras, de su imaginación. Se puede ir de un plano real y ordinario a uno irreal y extraordinario, como el de los grandes eventos. Es en esta experiencia simultánea y diversificada donde radica el diálogo. Ahora bien, si son los Héroes, los Caudillos, los "Inmortales," "los Patricios," quienes definen el tiempo social, quienes protagonizan los hechos transcendentes, los que han decidido el destino de los ixtepecanos o de un Eugenio Yáñez, y en el ámbito de lo histórico el destino de un grupo, de un pueblo o país, también es cierto que no son los únicos ni están solos en la empresa. El hombre con minúscula, el hombre privado, interior, es también imprescindible, por lo menos si se quiere tener una versión más completa, más integral de los acontecimientos, pues sin ese pequeño hombre la Historia es un discurso muerto, una entelequia. El tiempo y el espacio interior, subjetivo, de esos seres que en la obra de Elena Garro viven su circunstancia como una fatalidad, como una línea inalterable, parecen ser el mismo tiempo y el mismo espacio instaurados por la duración de la conciencia, vista como una corriente general, fluida, en la cual es imposible distinguir etapas, lugares y estados, pues se pasa de un tiempo a otro, de un sitio a otro con una continuidad ininterrumpida "...como sucede con los colores del arcoíris."7 El discurso de estas novelas nos va llevando del presente al pasado, del pasado al futuro, de un estado de conciencia a otro sin rupturas. Este discurrir sin fronteras ni límites, tanto de los personajes como del narrador hace —paradójicamente— que el campo de la experiencia temporal y espacial se amplíe, que se convierta en un territorio construido en la marcha, a través de la memoria, del ensueño, de la intuición desplegada, los cuales, no obstante su parcialidad, pretenden ser una visión integral de la vida. Se trata de crear un tiempo y un espacio donde cada instante sea inédito, a pesar de su supuesta linealidad e historicidad. Y es que, "La línea ya está hecha, mientras que el tiempo es lo que se hace, más bien, es aquello por lo cual se hace todo."8 Efectivamente, la destrucción o la salvación de un pueblo, o el viaje constante a la niñez , o el encontrar fuera de sí mismo un sentido a la propia vida como pasa con Yáñez, pertenecen a una corriente de vivencias infinita, a una corriente de la experiencia que conserva lo esencial, por lo cual se instaura como un horizonte sobre el que suceden las vivencias particulares. Pero, por el contrario, la destrucción de mi AIH. Actas XI (1992). La experiencia del tiempo y del espacio en la novelística ... MARGARITA LEÓN VEGA.
209 pueblo (Ixtepec), de mi familia (los Moneada), el recuerdo de mi infancia (de Martín Moneada), el descubrimiento de mi destino —el de Yáñez— en esos obreros en huelga, todo ello como vivencias individuales, aisladas, tienen límite, empiezan y terminan, tienen su propia dinámica, su tiempo y su espacio específicos, constituyen una línea vertical, un paradigma que corta, intercepta la continuidad lineal. Es un punto de convergencias, un instante que no tiene antecedente ni puede repetirse tal cual en el futuro, es un instante único.9 Y aún más, en el vértice donde se entrecruzan el tiempo general-exterior y el particular-interior, es donde se hace posible la existencia como creación, ese "[...] instante geométrico [que] se une al momento de esta piedra y de la superposición de espacios que forman el mundo imaginario."10 Isabel y Martín Moneada, el loco Juan Cariño, el propio Francisco Rosas en Los recuerdos del porvenir, el Eugenio Yáñez en Y Matarazo no
llamó..., viven la experiencia de su naturaleza fronteriza como única, como un estado de privilegio que les permite vivir lo real y lo irreal paralelamente, lo eterno y lo perecedero, que les hace ver a sus propios actos como afluentes del gran río del tiempo y del espacio humanos, y también, como un punto que rompe el cerco de la realidad exterior, agresiva y limitante, y les permite acceder a un campo abierto donde los deseos y los sueños pueden convertirse en realidad. Ese paradigma de la experiencia individual que corta la línea continua de la experiencia colectiva e histórica es la que aparece en un primer plano en las novelas de Garro. Emula de alguna manera a la naturaleza de la existencia humana, y a la del discurso, del texto mismo de la novela, que oscila entre lo fijo y lo móvil, entre lo permanente y lo instantáneo, y cuyas verdades se ubican entre lo que se dice y lo que se calla. Y es que la novela como discurso es como una ventana que a un tiempo que se deja ver , deja ver por medio de sí mismo lo que no es él mismo.
Notas Esta idea está contenida en el mito del "eterno retorno" que se sustenta en la abolición del tiempo profano y la proyección del hombre en el tiempo mítico o sagrado a través de la imitación de los arquetipos divinos, y por la repetición de las hazañas paradigmáticas de los hombres. Y es que, en la concepción ontológica de las culturas arcaicas, "[...]todo lo que no tiene un AIH. Actas XI (1992). La experiencia del tiempo y del espacio en la novelística ... MARGARITA LEÓN VEGA.
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modelo ejemplar está 'desprovisto de sentido', es decir, carece de realidad," así que es necesario repetir por periodos y estadios, acciones de cuando el hombre es "verdaderamente él mismo." Eliade 46-47) Es una idea que también proviene de la concepción del tiempo circular de Heidegger, según la cual, lo que se proyecta en el porvenir es lo que ya ha sido, y a su vez, lo que ya ha sido es lo que se proyecta en el porvenir. (Heidegger en Abbagnano 1139). Nos referimos al punto de vista subjetivo, esto es, que proviene del Yo, de su mundo interior; que es propio del sujeto, de su sentir respecto del objeto. Me estoy refiriendo a que en la novela hay de entrada un serio intento de "dialogar," de "dialogismo," lo cual implicaría que en su discurso habría un rango de interdiscursividad, es decir, habría un intercambio equitativo no solo de los personajes entre sí y del narrador, sino del autor con su tiempo. (Bajtín 101-106) Es decir, ser el protagonista del "acontecer," de "su acontecer": ser, vivir, decidir. Nos referimos al campo de la intersubjetividad en el cual "[...] entran en juego las fantasías de los protagonistas, a través de sus respectivos discursos," también se le llama "campo síquico" para distinguirlo de la realidad material. (Blanco/Zarco 62). Nos referimos aquí a la concepción del tiempo como duración, de Bergson, en sus dos características esenciales: primero, el de la novedad absoluta de cada instante, por lo cual es un proceso continuo de creación; segundo, el de la conservación infalible e integral de todo el pasado, por lo cual es una boule de neige que se agranda continuamente a medida que avanza hacia el futuro. (Bergson en Abbagnano 1138-1139). (Bergson, 1934, 9 en Abbagnano 1138) "Toda vivencia aislada puede, lo mismo que empezar también finalizar y con esto poner término a su duración, por ejemplo una vivencia de una alegría" (Bergson, 1934, 9 en Abbagnano 1138). Garro, 1963, 12.
Bibliografía Abbagnano, Nicola. Diccionario de Filosofía. México: Fondo de Cultura Económica, 1982. Bajtín, Mijail. Problemas de la poética de Dostoievski. Breviarios 417. México: Fondo de Cultura Económica, 1986. Blanco, Ricardo y Miguel Ángel Zarco. "Objetivación del impulso en el texto del discurso humano." Hermenéutica, Psicoanálisis y Literatura. Ed. Mauricio Beuchot y Ricardo Blanco. Cuadernos 19. México: Instituto de Investigaciones Filológicas, UNAM, 1990. AIH. Actas XI (1992). La experiencia del tiempo y del espacio en la novelística ... MARGARITA LEÓN VEGA.
211 Eliade, Mircea. El mito del eterno retorno. Buenos Aires: Emecé, 1952. Garro, Elena. Los recuerdos del porvenir. Lecturas Mexicanas. México: Joaquín Mortíz/Secretaría de Educación, 1985. —. Y Matarazo no llamó... México: Grijalbo, 1991.
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