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INFORME ECONÓMICO ESADE Lecturas

Jacques Attali Breve Historia del Futuro Editorial Paidós, 2007, 248 págs.

Las personas, sean economistas o no, han tenido pasión por conocer su futuro desde tiempos inmemoriales. Conspicuos personajes de la Historia, y algún que otro sinvergüenza, han dedicado toda su vida a la predicción del futuro, con más o menos acierto. Dicha pasión ha constituido la piedra filosofal para muchos economistas durante un largo periodo de tiempo. Sin embargo, de un tiempo a esta parte, han tenido que claudicar cabizbajos ante la falta de resultados siendo objeto de numerosas chanzas y algún que otro chascarrillo. Por ejemplo, ¿saben aquél que dice que “un economista te explicará mañana, por qué lo que predijo ayer no se ha producido hoy”? o aquel otro que cuenta que “Dios creó a los economistas para no dejar en tan mal lugar a los hombres del tiempo”. Bromas aparte, parece que, gracias a Dios, han pasado los tiempos en que las riendas económicas de un país eran llevadas en base al vuelo de ciertos pájaros, los movimientos de determinadas piedras pintadas o, incluso, en las entrañas de algún animal muerto (y no siempre fresco según dicen ciertas fuentes galas). Actualmente, la dirección la marca un gran gurú, o sea, un vidente o mago…

Las personas han tenido, desde que el mundo es mundo, auténtica pasión por el futuro En esta línea es donde se inscribe el libro de Jacques Attali, doctor en Ciencias Económicas y asesor del presidente francés François Mitterrand. Las primeras frases son muy representativas de lo que pretende el texto cuando escribe que “es hoy cuando se decide el mundo que tendremos en 2050 y cuando se sientan las bases del 2100. En nuestras manos está que nuestros hijos y nietos puedan vivir en un mundo habitable o tengan que soportar el infierno, odiándonos por ello. Para legarles un planeta en el que se pueda vivir, debemos esforzarnos en pensar el futuro, en comprender de dónde viene y cómo actuar sobre él. Y hacerlo es posible: la Historia se rige por leyes que nos permiten predecirla y orientarla”. Y es que ya nos lo contaba el hermano lasaliano Francesc Clausells, “la Historia no se repite, pero sí sus constantes”.

118 [06] DICIEMBRE 2007

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Attali define nuevos conceptos para esa nueva realidad: hiperimperio, hiperconflicto e hiperdemocracia. No obstante, y como nos ha indicado en el primer párrafo, se zambulle en la historia para descubrir esas “constantes” y es que “para comprender las extraordinarias sorpresas que podría depararnos el futuro, es conveniente conocer las del pasado”. Así, durante medio libro realiza un análisis enormemente interesante de temas complejos como el capitalismo, la emigración o los problemas ecológicos, por poner unos ejemplos. Una vez repasado el pasado, se lanza hacia el futuro. Así, su historia empieza hacia el año 2035, cuando tras una larga batalla, y en el seno de una profunda crisis ecológica, los Estados Unidos serán derrotados por la globalización de los mercados (especialmente financieros, añade) y por el poder de las empresas (especialmente de las compañías de seguros, según el autor). A continuación, llegarán, una tras otra, tres olas: el hiperimperio, el hiperconflicto y la hiperdemocracia. Estados Unidos no será reemplazado por ningún otro imperio, sino que nos encontraremos en un mundo policéntrico, manejado por una decena escasa de potencias regionales. En ese momento será cuando el mercado vencerá a la democracia, puesto que carece de circunscripción territorial y tendrá lugar el hiperimperio.

Attali define conceptos para explicar esa realidad futura: nuevas instituciones, como el hiperimperio, el hiperconflicto o la hiperdemocracia; nuevas organizaciones como las empresas relacionales; y nuevos agentes, como los hipernómadas o los transhumanos Antes de la desaparición del imperio estadounidense, habrá poblaciones que se disputarán territorios y habrá numerosas contiendas. Según el autor, incluso es posible que “estalle una

guerra más mortífera que las demás, un conflicto en el que cristalizarán todos los demás, un hiperconflicto que aniquilará a la humanidad”. Finalmente, hacia el 2060, ni el hiperimperio, ni el hiperconflicto serán tolerables y observaremos la asunción del poder por parte de fuerzas altruistas y universalistas que implementarán la hiperdemocracia. Dichas fuerzas serán lideradas por los transhumantes, que serán “altruistas, conscientes de la historia del futuro, preocupados por la suerte de sus contemporáneos y de sus descendientes, impacientes por ayudar, por comprender, por dejar tras ellos un mundo mejor (…)”, puesto que la “vieja” clase media no habrá podido soportar tales acontecimientos y habrá perecido junto con el “viejo” mundo.

Attali construye a lo largo del libro un discurso en el que aparece el rincón más negro del alma humana, así como la parte más rosa de las ninfas Attali pasa del más negro pesimismo al más rosa optimismo sin solución de continuidad ni puntos de inflexión. Tanto estamos todos muertos y nos hemos aniquilado de la forma más vil y rastrera como “la belleza habrá sabido albergar y proteger las últimas chispas de la humanidad (…), se habrá amado (…) y se seguirá amando.” Probablemente desea y anhela estas últimas predicciones, pero es consciente de que “el ser humano nunca ha construido nada incitado por buenas noticias” y quizá por ello module y matice la exposición hasta escribir un relato digno de los mejores títulos de novela negra de Edgar Allan Poe o de películas como Apocalypse now, de Francis Ford Coppola. La verdad es que sus predicciones deberían preocuparnos más bien poco, pues sólo son eso predicciones; y menos si se tiene en cuenta que el mundo se acabará el 2012 (Mayas dixit). JMS

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