La Biblia, su división, sus libros, lenguas Autor: Antonio Gracia | Fuente: www.es.catholic.net Adaptado por Matilde Montealegre y Freddy Escobar para preparación 1ª Escuela de Formación 2010. Equipos de Nuestra Señora. Existen miles de libros que los hombres han escrito acerca de Dios a lo largo de la historia. Cuando murió Jesucristo, sus seguidores escribieron cientos de libros acerca de su vida. Estos libros los conocemos como los evangelios apócrifos. La Iglesia, con el poder que ha recibido por la Tradición apostólica, recopiló todos estos libros, los analizó y, con la luz del Espíritu Santo, seleccionó y aprobó solamente 73 de ellos como la misma Palabra de Dios. Estos 73 libros se reunieron posteriormente en uno solo, llamado Biblia o Canon de las Escrituras. La Biblia es la Palabra de Dios, escrita por el mismo Dios a través de la pluma de los hagiógrafos. Por ser el Espíritu Santo el que iluminó a la Iglesia al hacer la selección, podemos estar seguros de que en este conjunto de libros está escrita la Verdad de manera fiel y sin error. Encontramos en las librerías decenas de títulos distintos: La Biblia de los mormones, La Biblia del pueblo, La Biblia de los gedeones, La Biblia latinoamericana, La Biblia de los Testigos de Jehová, La Biblia de Jerusalén y muchas más. Esto se debe a dos motivos: • Personas de buena voluntad, que acordes con lo dictado por la Iglesia, han hecho traducciones y adaptaciones a los diferentes lenguajes, para hacer más accesible la Palabra de Dios a todos los hombres. • Sectas y religiones que han suprimido o retocado lo que no les gustaba, o que han adulterado el mensaje de Dios, al modificar las palabras originalmente escritas por los hagiógrafos. Por todo lo anterior, al comprar una Biblia, es importante revisar que sea la original. ¿Cómo? 1. Verificando que incluya los 73 libros que aparecen en la siguiente tabla: 46 del Antiguo Testamento y 27 del Nuevo Testamento. 2. Verificando en la contraportada que la Biblia esté aprobada por alguna autoridad de la Iglesia Católica. Esta aprobación aparece con las palabras en latín imprimatur” y “nihil obstat”, que significan: “se puede imprimir” y “nada obstaculiza su impresión”. 3. Asesorándote con algún sacerdote de confianza. La Biblia se divide, ante todo, en dos grandes partes: • Antiguo Testamento • Nuevo Testamento, ambos relacionados entre sí.
La palabra latina testamentum -de donde viene la palabra española testamento- fue empleada al principio de la era cristiana, para traducir la voz griega: diatheké, que literalmente significaba disposición, contrato. A su vez, los traductores griegos, llamados los Setenta, la usaron para traducir la expresión hebrea berit = pacto de soberanía, por medio de la cual designaban los hebreos la Alianza del Sinaí. Lo importante es que el término Testamento ha quedado para designar, hasta nuestros días, la división de las Escrituras. Dos grandes religiones se rigen por las enseñanzas de la Biblia: la judía y la cristiana, la cual está integrada por católicos, ortodoxos y diferentes denominaciones. Los judíos sólo aceptan, como es claro, lo que nosotros llamamos Antiguo Testamento y lo dividen en tres grandes partes: "La Ley, los Profetas y otros escritos sagrados". Está compuesta por 39 libros. Para los católicos, la Biblia -Antiguo y Nuevo Testamento- está formada por 73 libros: 46 del Antiguo Testamento y 27 del Nuevo Testamento. Los protestantes de las principales denominaciones, sólo aceptan una lista bíblica de 66 libros: 39 del Antiguo Testamento y 27 del Nuevo. Como se ve, la diferencia entre católicos y protestantes se encuentra, no en el canon o lista de los libros del Nuevo Testamento, sino del Antiguo. La Iglesia católica, lo mismo que la ortodoxa, a partir del Concilio de Hipona en el año 383 después de Cristo, admitió como inspirados no sólo los protocanónicos (o aceptados primero, por eso se llaman de la primera ley) sino los deuterocanónicos (o de la segunda ley), lista que fue confirmada solemnemente por el Concilio de Trento, en 1546. Hemos de mencionar, como argumento irrefutable para afirmar que la Biblia consta de 73 libros y no de 66, lo siguiente: • La primera comunidad cristiana (Comunidad de los Apóstoles y discípulos del Señor) usó esta traducción de la Biblia griega de los Setenta, es decir el Antiguo Testamento con 46 libros. • Jesucristo, al señalarle a san Pedro: "Te daré las llaves del Reino de Dios; así, lo que ates en la tierra quedará atado en el cielo, y lo que desates en la tierra quedará desatado en el cielo" (Mt 16, 19), nos obliga a hacer y a aceptar lo que los primeros cristianos creían, hacían o usaban (sea de palabra o de viva voz). • Los argumentos que los judíos usaron para no aceptar los libros deuterocanónicos como parte del canon del Antiguo Testamento aceptado por ellos, no gozan de la autoridad divina, en virtud, de que en ese momento (año 100 después de Cristo), la Comunidad cristiana ya existía y gozaba de plena autoridad en la materia. Como vemos, la Iglesia tiene la razón al afirmar que la Biblia consta de 73 libros y no de 66 como dicen las sectas.
Los libros que no aceptan las sectas y los Nuevos Movimientos pseudo-religiosos son los siguientes: Tobías, Judit, Sabiduría, Eclesiástico, Baruc y 1 - 2 de Macabeos. Teniendo en cuenta los distintos temas que nos ofrece la Biblia, podemos dividirlos en varios grupos: Antiguo Testamento El Antiguo Testamento comienza con un conjunto de cinco libros, a los cuales los traductores griegos dieron el nombre de Pentateuco (penta = cinco; teuco = instrumentos, de donde provino luego la expresión "estuches" para los rollos de papiro y finalmente "libros"). Los judíos llaman a estos cinco libros la Torah o la Ley y los cinco libros eran cada uno un "quinto" de la Ley. Estos cinco libros son : La Ley,pentateuco
• 14. Jueces
• 30. Jeremías*
• 1. Éxodo
• 15. Rut
• 31. Lamentaciones
• 2. Génesis
• 16. I Samuel
• 32. Baruc
• 3. Levítico
• 17. II Samuel
• 33. Ezequiel*
• 4. Números
• 18. I Reyes
• 34. Daniel*
• 5. Deuteronomio
• 19. II Reyes
• 35. Oseas
Libros sapienciales y poéticos
• 20. I Crónicas
• 36. Joel
• 21. II Crónicas
• 37. Amós
• 22. Esdras
• 38. Abdías
• 23. Nehemías
• 39. Jonás
• 24. Tobías
• 40. Miqueas
• 25. Judit
• 41. Nahúm
• 26. Ester
• 42. Habacuc
• 27. I Macabeos
• 43. Sofonías
• 28. II Macabeos
• 44. Ageo
Libros proféticos
• 45. Zacarías
• 29. Isaías*
• 46. Malaquías
• 6. Salmos • 7. Job • 8. Proverbios • 9. Qohélet (Eclesiastés) • 10. Cantar de los Cantares • 11. Sabiduría • 12.Sirácida (Eclesiástico) Libros históricos y narrativos • 13. Josué * Llamados Profetas Mayores. En algunas ediciones de la Biblia, los libros de Jeremías y Lamentaciones vienen unidos como un solo libro.
Nuevo Testamento Evangelios
• 9. Gálatas
• 19. Hebreos
• 1. Mateo
• 10. Efesios
Cartas Católicas
• 2. Marcos
• 11. Filipenses
• 20. Santiago
• 3. Lucas
• 12. Colosenses
• 21. I Pedro
• 4. Juan
• 13. I Tesalonicenses
• 22. II Pedro
5. Hechos de los apóstoles
• 14. II Tesalonicenses
• 23. I Juan
Cartas de San Pablo
• 15. I Timoteo
• 24. II Juan
• 6. Romanos
• 16. II Timoteo
• 25. III Juan
• 7. I Corintios
• 17. Tito
• 26. Judas
• 8. II Corintios
• 18. Filemón
• 27. Apocalipsis
El Antiguo y Nuevo Testamento se complementan mutuamente. Su interrelación es tan completa, que el primero explica el segundo y viceversa. Sólo a la luz del Antiguo Testamento se alcanza a comprender el primero; y sólo a la luz del Nuevo Testamento, nos damos cuenta de lo que el Antiguo quiso decir. Con razón, Cristo les decía a sus oyentes: "Investigad las Escrituras y así comprobarán que Moisés habla de mí" (Jn 5, 39-45). Y san Lucas, relatando el encuentro de Jesús con los discípulos de Emaús, dice que Jesús "empezando por Moisés y continuando por todos los profetas, les explicó todo lo que había sobre Él en las Escrituras" (Lc 24, 25-27). De igual manera, san Mateo en sus tres primeros capítulos. Las disposiciones o actitudes para la lectura y comprensión de la Biblia. La Biblia no es un libro como cualquier otro. No se puede leer así, de corrido, como una novela, o un periódico. La Biblia, siendo Palabra misma de Dios, deberá ser leída y meditada como un encuentro vivo con Dios, debemos leerla con el mismo espíritu con que fue escrito. Capta en la Biblia el mensaje de Dios para llevarlo a la vida. Esta debería ser la actitud más importante a la hora de acercarnos a la Biblia. No debemos olvidar que es un libro religioso. “Todo lo que en ellas se contiene ha sido escrito para nuestra enseñanza” (Rm 15,4). Y esta actitud requiere de profunda fe, de humildad sincera y de apertura total. Es Dios mismo quien nos habla, porque quiere entrar en comunión con nosotros y hacernos partícipes de su amor. Nos dice el documento del Concilio Vaticano II: “Los cristianos deben recibir los libros sagrados con devoción, porque expresan un vivo sentido de Dios, contienen enseñanzas sublimes sobre Dios y una sabiduría salvadora acerca del hombre, encierran tesoros de oración y esconden el misterio de nuestra salvación” (Dei Verbum, n. 15).
Pero no se puede uno adentrar en la Biblia sin un guía, pues se pierde. La Biblia no puede leerse ni entenderse provechosamente si no es explicada. Es esto lo que haremos a lo largo de estas explicaciones. •
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Antes de comenzar la lectura de la Biblia: Recógete con los ojos cerrados, por algunos momentos. Dios va a hablarte personalmente. Dile sencillamente: “Habla, Señor, que tu siervo escucha”. O también: “Señor, creo que en las Sagradas Escrituras que voy a leer se contiene tu santa Palabra. Haz que la escuche con todo respeto y amor. Ilumina mi mente para que por medio de ella yo conozca tu santa voluntad, y mueve mi corazón para que yo cumpla con fidelidad lo que Tú quieres de mí”. Pídele al Espíritu Santo que te ayude a entender y aceptar la Palabra del Señor: “Espíritu Santo, ilumina con tu luz mi cabeza y enciende mi corazón para que la Palabra de Dios pueda entrar y quedarse siempre en mí”. Durante la Lectura de la Sagrada Escritura. No debes leerla de corrido, sino despacio, procurando entender lo que Dios quiere decirte, meditando lo que lees; si no entiendes a la primera lectura, vuelve a leer el párrafo. Procura un ambiente de silencio, para que deje su fruto. No debes leer muchas páginas de la Biblia, todas de un “trago”.
Te propongo estos pasos para la lectura y comprensión de la Biblia: a)
Lee un pequeño texto.
b) Haz una síntesis de las ideas principales. Para esto es útil subrayar con un lápiz las frases que te parecen más significativas y que te hayan impactado. c) Saca una enseñanza: ¿Qué enseñanza quiere dar el Señor al hombre de hoy con esto que he leído? ¿Qué dice Dios a la sociedad de hoy con estas palabras? ¿Cómo responde a esta enseñanza la realidad que me rodea y el mundo? d) Saca una aplicación personal: ¿qué mensaje me da a mí el Señor con estas palabras? ¿Qué me quiere decir con esto el Señor a mí, hoy, en esta situación personal, familiar, espiritual en que me encuentro? e) Formula un compromiso o propósito: piensa delante del Señor cómo podrás cumplir hoy lo que Él te enseña en lo que has leído. f) Conversa con Dios y pídele la fuerza de ser fiel a lo que has prometido. Termina tu lectura agradeciendo al Señor, con una oración. ¿En qué orden conviene leer la Biblia? a) San Jerónimo: escribiendo a una madre llamada Lea para que aconseje a su nieta le dice: “Cerciórate de que cada día estudie algún pasaje de la Escritura...Deberás primero aprender el libro de los Salmos, que son fáciles para orar y reflexionar con Dios. Luego puede buscar una regla de vida en los Proverbios. El Eclesiastés le enseñará a despreciar los bienes de este mundo. Job le dará un modelo de fuerza y
paciencia. Pasará enseguida a los Evangelios, que deberá tener siempre entre sus manos. Luego leerá los Hechos y las Epístolas de Pablo y de los otros apóstoles. Después aprenderá los Profetas, el Pentateuco, y los libros históricos, acabando con el Apocalipsis y el Cantar de los Cantares”. b) Otros autores proponen este orden: Evangelios, por ser el centro y el corazón de la Biblia; los Hechos, que nos narran los primeros años de la Iglesia; algunas cartas de san Pablo, las más cortas y fáciles (primera y segunda corintios, efesios, filipenses, colosenses...); los libros históricos; los libros poéticos, especialmente los salmos, para intensificar nuestro espíritu de oración y gratitud; las otras cartas de san Pablo, como Romanos y Hebreos; los libros proféticos; y, por último, el apocalipsis. NOTAS En los salmos encontramos materia para la oración: a) Oración de adoración: 8, 33, 68, 92, 100, 104, 145, 147, 148, 150 b) Oración de acción de gracias: 9,30, 65, 103, 107, 118 c) Oración de arrepentimiento: 6, 32, 51, 143 d) Oración de petición y confianza: 3, 4, 5, 7, 42, 54, 70, 102 Encontramos además varias plegarias: La de Salomón (1 Re 8, 22-53; la de Ezequías (Is 38, 10-20); la de Jeremías (Lam 5, 1-22; la de los tres jóvenes hebreos (Dan 3, 52-90)