La figura de San Pablo es ciertamente histórica

De este texto, escrito probablemente algunos años después de la muerte de Pablo, se desprende que, a finales del siglo I ya existía un «corpus»...

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La figura de San Pablo es ciertamente histórica. Acerca de él poseemos dos tipos de testimonios externos: bíblicos y extrabíblicos. Sin embargo, el testimonio más importante son sus cartas, que refleja una personalidad bien definida.

Entre los testimonios bíblicos, a parte del libro de los Hechos de los Apóstoles, que trabajaremos más adelante, se destaca una breve frase de la segunda carta de Pedro: Tengan en cuenta que la paciencia del Señor es para nuestra salvación, como les ha escrito nuestro hermano Pablo, conforme a la sabiduría que le ha sido dada, 16 y lo repite en todas las cartas donde trata este tema. En ellas hay pasajes difíciles de entender, que algunas personas ignorantes e inestables interpretan torcidamente como, por otra parte, lo hacen con el resto de la Escritura- para su propia perdición.

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De este texto, escrito probablemente algunos años después de la muerte de Pablo, se desprende que, a finales del siglo I ya existía un «corpus» de cartas atribuidas al apóstol de los paganos.

Fuera del NT encontramos estas fuentes Clemente Romano (+101); según él Pablo escribe a los corintios sobre la unidad de la Iglesia bajo la inspiración del Espíritu Santo.

(1 Clem 5,7) habla de un viaje de San Pablo hasta los confines extremos de Occidente. También comenta que el Apóstol estuvo siete veces cargado de cadenas (1 Clem 5,6) y recuerda que tanto él como San Pedro dieron el supremo testimonio por Cristo.

Policarpo de Esmirna (+156); escribiendo a los filipenses recuerda que Pablo escribió cartas a la comunidad de Filipo. Esto es un dato muy interesante ya que desde esta fuente se fortalece la idea de que Pablo redactó más de una carta a la comunidad. Ni yo ni nadie de mi nivel puede acercarse a la sabiduría del bienaventurado y glorioso Pablo, quien estuvo entre vosotros y enseñó personalmente, de forma exacta y firme, la palabra en torno a la verdad a la gente de su tiempo y también, estando ausente, os escribió cartas (III 2)

Muchos datos vienen de una floreciente literatura apócrifa acerca de Pablo. Estas obras merecen poca credibilidad, sin embargo pueden tener algún núcleo de verdad histórica. A ella de todos modos debemos las noticias tradicionales acerca del martirio del Apóstol. Para dar una idea del interés que despertó la figura de Pablo es suficiente enumerar algunos títulos: la obra más interesante es la conocida por Hechos de San Pablo que especialmente en la sección «Hechos de Pablo y Tecla» pueden tener algún interés histórico. También se pueden citar Pasión de Pablo del pseudoLino, Pasión de Pablo del pseudo-Abdías.

Hay una numerosa correspondencia apócrifa: Epístolas de San Pablo a los Corintios, Carta de San Pablo a los de Laodicea, Carta de San Pablo a los Alejandrinos y la Correspondencia entre Pablo y Séneca.

Por lo que se refiere al viaje de Pablo a España, tenemos, además de las noticias, algo imprecisas, de San Clemente Romano y del Fragmento Muratori, una tradición local de Tarragona que afirma la presencia en esta tierra del Apóstol.

En conjunto, todos estos datos sirven para completar el armazón biográfico que ofrecen las dos fuentes principales: la narración de los Hechos de los Apóstoles y los datos del corpus paulino.

Los Hechos de los Apóstoles Las Cartas Paulinas

Sin ninguna duda, una de las fuentes más importante para reconstruir la vida de Pablo es el libro de los Hechos de los Apóstoles, escrito por Lucas, autor también del tercer Evangelio (Hch 1,1; Lc 1,3). Pablo aparece como el protagonista de toda la segunda parte del libro, a partir del capítulo doce hasta el final. Esta parte corresponde al ministerio de Pablo en Antioquía, en compañía de Bernabé, y a la misión de Pablo entre los gentiles hasta su primera cautividad en Roma.

Anteriormente (Hch 9) Lucas había narrado la conversión de Saulo y su primera actividad apostólica en Damasco y en Jerusalén. De este modo, el autor del tercer Evangelio cubre un período de tiempo que va desde el año 34 d.C. hasta el 60 d.C.; es decir, desde la juventud de Pablo hasta casi sus sesenta años.

La primera parte de Hch (1-12) se centra en la comunidad de Jerusalén y tiene como figura principal a Pedro.

Es probable que el evangelista utilizara la catequesis apostólica en Jerusalén y las tradiciones orales de aquella iglesia local, reelaborándolas, sin embargo, para poner de relieve que el Evangelio se fue difundiendo progresivamente desde la Ciudad Santa a Samaría, y luego al resto de Palestina; finalmente a Antioquía.

Una fuente particular sería la relativa a la pasión de Esteban, que Lucas usaría para fijar el punto de partida tanto de la difusión del cristianismo fuera de Jerusalén como de la conversión de Saulo. En conjunto, Lucas iría entretejiendo por lo menos tres fuentes distintas: los Hechos de San Pedro, la historia de la comunidad de Jerusalén y los Hechos de San Esteban.

La segunda parte (Hch 13-28), que es la descripción de la difusión de la Iglesia fuera del ámbito judío, tiene como protagonista a Saulo-Pablo. La figura de Pedro desaparece prácticamente de la escena del relato, si se exceptúa una breve intervención en el llamado Concilio de Jerusalén (Hch 15). Pablo es el responsable de la evangelización de Asia Menor y del continente europeo. Su labor, movida por el Espíritu Santo, es decisiva. Sin embargo, Lucas se preocupa varias veces de señalar que Pablo se mantuvo siempre en estrecha unión con la Iglesia-madre de Jerusalén y con los demás Apóstoles.

¿Por qué es importante los Hechos de los Apóstoles como fuente de la Vida y Obra de Pablo? Porque hay cuestiones sobre las que las cartas no dicen nada (por ejemplo: no dicen que Pablo naciera en Tarso). Los datos de Lucas, en buen número de casos, resisten a la crítica más feroz: presentan una masa de detalles (nombres de persona, de lugar, acontecimientos, circunstancias) imposibles de inventar, y que encajan perfectamente con los datos que se pueden extraer de las cartas paulinas.

A pesar de este aporte, la cuestión continúa abierta sobre la importancia o no de los Hechos como fuente. Uno puede preguntarse si se han tenido suficientemente en cuenta los muchos aciertos de Lucas y si no se le debería conceder en más casos por lo menos el beneficio de la duda. Ciertamente las diferencias entre ambos textos, los Hechos y las Cartas, son evidentes: la distancia temporal, el género literario, la intensión de la obra lucana junto con el desconocimiento de la obra paulina.

Más allá debemos afirma que el libro de los Hechos es una buena fuente histórica para reconstruir la vida de Pablo.

De las 13 cartas podemos proponer la siguiente distinción, solamente en orden a concebirlas en este momento como fuentes para el estudio de la vida y obra de Pablo de Tarso:

Cartas Auténticas CARTA

FECHA

LUGAR

I Tesalonicenses I Corintio Gálatas Filipenses II Corintio Romanos Filemón

50-51 53-55 54-56 55 56-57 58 61-63

Corinto Éfeso Éfeso Éfeso Macedonia Corinto Roma

CARTAS DISCUTIDAS CARTA

FECHA

LUGAR

II Tesalonicenses

¿50-51 o 8090? ¿62-63 o 80?

Corinto o varias hipótesis Roma o varias hipótesis Roma o varias hipótesis

Colosenses Efesios

¿60-63 o 8090? CARTAS NO PAULINAS

CARTA

FECHA

LUGAR

Pastorales

¿80-90?

Roma o varias hipótesis

Una de las características más significativas de estos textos es que son documentos de primera mano, escritas por Pablo o un contemporáneo suyo y tienen el valor de ser una fuente principal de su vida integrándola con el texto de los Hechos de los Apóstoles.

Las siete cartas auténticas representan la fuente primaria para su biografía, siendo los Hechos de los Apóstoles, una fuente subordinada a la primera.

Gal 1,11-2,16. El texto sin duda más importante es el de la carta a los Gálatas, que es también el que más controversias ha suscitado por su aparente discrepancia con el libro de los Hechos. De las cartas quedan perfilados dos viajes, a diferencia que los Hechos: uno que incluye Filipos, Tesalónica, Atenas y Corinto; y, otro, que parte de Efeso, pasa por Macedonia (Cfr 2 Cor 1,16), Corinto (Cfr Rom 16,1) y vuelta a Jerusalén. En este último viaje, además, Pablo promovió muy activamente una colecta en favor de los pobres de Jerusalén (Cfr Gal 6,6-10; 1 Cor 16,1-4; 2 Cor 8,1-6; 9,1-5; Rom 15,25-27).

La dificultad mayor, viene de la discrepancia de la narración de Hch, que habla de tres viajes a Jerusalén de San Pablo antes del Concilio, y Gal que, en cambio, sólo cita dos. Además el contexto de Gal parece suponer que la del Apóstol no fue tanto una conversión repentina, sino una llamada. Nosotros tomaremos más allá de las discrepancias, el aporte que cada fuente hace a la Vida y Obra de Pablo, intentando encontrar aquello que pueda ayudarnos a una complementariedad… porque Nada impide que una conversión radical se vea también como la realización de un plan previsto por Dios desde siempre.

Quiero que sepan, hermanos, que la Buena Noticia que les prediqué no es cosa de los hombres, porque 12 yo no la recibí ni aprendí de ningún hombre, sino por revelación de Jesucristo. 13 Seguramente ustedes oyeron hablar de mi conducta anterior en el Judaísmo: cómo perseguía con furor a la Iglesia de Dios y la arrasaba, 14 y cómo aventajaba en el Judaísmo a muchos compatriotas de mi edad, en mi exceso de celo por las tradiciones paternas. 15 Pero cuando Dios, que me eligió desde el seno de mi madre y me llamó por medio de su gracia, se complació 16 en revelarme a su Hijo, para que yo lo anunciara entre los paganos, de inmediato, sin consultar a ningún hombre 17 y sin subir a Jerusalén para ver a los que eran Apóstoles antes que yo, me fui a Arabia y después regresé a Damasco. 18 Tres años más tarde, fui desde allí a Jerusalén para visitar a Pedro, y estuve con él quince días. 19 No vi a ningún otro Apóstol, sino solamente a Santiago, el hermano del Señor. 20 En esto que les escribo, Dios es testigo de que no miento. 21 Después pasé a las regiones de Siria y Cilicia. 22 Las Iglesias de Judea y que creen en Cristo no me conocían personalmente, 23 sino sólo por lo que habían oído decir de mí: "El que en otro tiempo nos perseguía, ahora anuncia la fe que antes quería destruir". 24 Y glorificaban a Dios a causa de mí. 11

1 Saulo,

que todavía respiraba amenazas de muerte contra los discípulos del Señor, se presentó al Sumo Sacerdote 2 y le pidió cartas para las sinagogas de Damasco, a fin de traer encadenados a Jerusalén a los seguidores del Camino del Señor que encontrara, hombres o mujeres. 3 Y mientras iba caminando, al acercarse a Damasco, una luz que venía del cielo lo envolvió de improviso con su resplandor. 4 Y cayendo en tierra, oyó una voz que le decía: "Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues?". 5 El preguntó: "¿Quién eres tú Señor?". "Yo soy Jesús, a quien tú persigues, le respondió la voz. 6 Ahora levántate, y entra en la ciudad: allí te dirán qué debes hacer". 7 Los que lo acompañaban quedaron sin palabra, porque oían la voz, pero no veían a nadie. 8 Saulo se levantó del suelo y, aunque tenía los ojos abiertos, no veía nada. Lo tomaron de la mano y lo llevaron a Damasco.