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1 Abr 2017 ... Premio a la Mejor Dramaturgia 2016 del Consejo Nacional de la Cultura y las Artes. “Donde viven los bárbaros” narra .... el Reino Unido...

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Nº5, abril 2017

Elena Poniatowska:“El gran problema de América Latina es que sus países no se han unido” Julio Pinto: “No se va a resolver la crisis si no se hacen transformaciones profundas”

VICERRECTORÍA DE EXTENSIÓN Y COMUNICACIONES / UNIVERSIDAD DE CHILE

CHILE Y DESASTRES SOCIONATURALES:

MIRADAS PARA ENFRENTAR LA VULNERABILIDAD CLAUDIO HETZ:“Lo que nos ha hecho exitosos mundialmente es que hacemos cosas diferentes” EN ESTA EDICIÓN ESCRIBEN: Sonia Pérez, Jaime Campos, Raúl Rodríguez, Juan Carlos de la Llera,

Leonardo Moreno, Verónica Yuretic, Nelly Richard, Patricia Espinosa, Ernesto Águila, Sofía Correa.

PANORAMAS CULTURALES COLECCIÓN MAC: POST 90 Colección MAC: POST 90 tiene como objetivo abrir una ventana a las manifestaciones artísticas que han configurado el presente del país, a través de una selección de las más de 400 obras que han llegado al acervo del Museo a partir de 1990. La exhibición se enmarca en el programa de aniversario de los 70 años del MAC y su curatoría estuvo a cargo de Francisco Brugnoli, Director del MAC. La muestra busca generar un relato de la historia del arte local explicitando su transversalidad, tanto en lo creativo como en su soporte, evitando la segmentación por vanguardias o generaciones pictóricas. Cuándo: Del 31 de marzo al 2 de julio (Parque Forestal) / 1 de abril al 28 de mayo (Quinta Normal). Dónde: MAC Parque Forestal y MAC Quinta Normal. Horario en el MAC: Ma a Sá 11:00 a 19:00 h y Do 11:00 a 18:00 h / Entrada liberada

TEATRO: “DONDE VIVEN LOS BÁRBAROS” Mejor Dramaturgia 2015, Círculo de Críticos de Artes. Premio a la Mejor Dramaturgia 2015 de la Municipalidad de Santiago. Premio a la Mejor Dramaturgia 2016 del Consejo Nacional de la Cultura y las Artes. “Donde viven los bárbaros” narra la historia de tres primos que, luego de muchos años sin verse, deciden reunirse en Chile. Roberto, el anfitrión, se ve involucrado en el extraño homicidio de una joven. Este hecho desencadena la violencia entre los invitados. La situación no mejora con la irrupción inesperada de ciertos personajes que pondrán tensión a los conflictos e ideas que cada uno ha construido sobre el otro, sobre el enemigo. Cuándo: Del 11 al 27 de mayo del 2017 Dónde: Teatro Nacional Chileno. Sala Antonio Varas, Morandé 25. Horario: 20:00 h / Entrada general $ 7.000 y $ 5.000; estudiantes y tercera edad $ 3.000

EL JUGUETE EN EL ARTE POPULAR Exposición del Museo de Arte Popular Americano Tomás Lago (MAPA) de la Universidad de Chile. La muestra reúne piezas de países latinoamericanos como Bolivia, Brasil, Colombia, Ecuador, México y Chile. Además de juguetes pertenecientes al acervo histórico del MAPA, destacan otros elaborados recientemente por jugueteros que hasta el día de hoy continúan en el oficio. Entre la gran diversidad de la colección destacan muñecas, volantines, juguetes de engranaje, juguetes sonoros y rodados. Cuándo: Del 12 de abril al 6 de agosto del 2017 Dónde: Sala de Arte Popular Americano del Centro Cultural GAM. Alameda 227 Edificio B nivel-1. Horario: Ma a Vi - 10:00 a 20:00 h / Sá y Do - 11:00 a 20:00 h / Entrada Liberada

HOMENAJE AL COMPOSITOR MIGUEL LETELIER La comunidad del Departamento de Música de la Facultad de Artes de la Universidad de Chile homenajeará al destacado compositor, organista y académico Miguel Letelier, fallecido en el pasado mes de diciembre. Para destacar su trayectoria y obra, estarán en escena el Ensemble Bartok Chile, el guitarrista Luis Orlandini, la pianista Patricia Castro y la cantante Ana Navarro y la Banda Sinfónica Estudiantil, bajo la dirección del profesor Eduardo Browne. Cuándo: 31 de mayo del 2017 Dónde: Sala Isidora Zegers. Calle Compañía 1264, Santiago. Horario: 19:30 h / Entrada liberada

Más actividades en: www.uchile.cl/agenda

LA CHILE EN LA HISTORIA DE CHILE Eugenio González Rojas (1903-1976) un estilo de veracidad y rectitud, de ética ejemplar”.

Hubo pocos ámbitos en los que Eugenio González Rojas no incursionara y con excelencia. Cuando recién cumplía los 16 años fue electo presidente de la Federación de Estudiantes Secundarios de Chile y en 1922 asumió como Presidente de la Federación de Estudiantes de la Universidad de Chile, pero ese fue sólo el comienzo. Con los años llegaría a ser Ministro de Educación, Secretario General del Partido Socialista, Senador de la República, director del Instituto Pedagógico, decano de la Facultad de Filosofía y Educación, Rector de la Universidad de Chile e incluso gerente general de Televisión Nacional de Chile.

Eugenio González dedicó una parte importante de su vida a la educación, en especial a su Alma Mater, la Universidad de Chile, donde ostentó los más altos cargos. En todos ellos dejó su impronta de hombre comprometido con la justicia social, la calidad educacional y la libertad de pensamiento, como se traduce en este fragmento del discurso con el que asumió la Rectoría de la Casa de Bello en 1963:

Considerado uno de los fundadores del Partido Socialista de Chile, Eugenio González manifestó a lo largo de su vida un pensamiento político e intelectual que lo distinguió entre sus pares por la profundidad de sus argumentos y la altura de miras para enfrentar los temas de interés nacional. Su vocación de servicio público queda de manifiesto particularmente en la intervención con la que concluyó su vida parlamentaria, en la sesión del 14 de mayo de 1957, cuando pronunciaba palabras que tienen plena vigencia: “No concebimos la política como medio de encumbramientos personales. Tampoco como ocasión de popularidad y vanagloria. Menos aún como empresa de utilización partidista del poder del Estado. La concebimos como actividad de servicio, como severa vocación patriótica. Corresponde a los partidos de avanzada social, a los partidos que tienen la responsabilidad del porvenir, imponer un nuevo estilo en la vida pública, por encima de cualquier subalterno y transitorio cálculo electoral,

“Desde su nacimiento nuestra Universidad ha sido un centro de fecunda actividad intelectual donde se han expuesto y discutido, sin otras limitaciones que las impuestas por el decoro de la inteligencia, las más diversas y contradictorias doctrinas. Ha sido un foro permanentemente abierto a la confrontación crítica de todas las ideas. Más aún: ella estuvo siempre en la avanzada del movimiento social, anticipándose, en el plano de las renovaciones ideológicas, a los cambios institucionales. Tiene que seguir fiel a esta noble tradición democrática, resguardando, con indeclinable firmeza, su autonomía académica, dando los mejores ejemplos de alta tolerancia; defendiendo, por encima de ocasionales banderías, los fueros de la conciencia libre. La Universidad sin libertad no es Universidad”. Fuente: Eugenio González Rojas. Socialista, humanista y demócrata. Biblioteca del Congreso Nacional.

Colección Archivo Fotográfico, Archivo Central Andrés Bello, Universidad de Chile Iluminación Digital: Andrea Durán

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Editorial RESPONSABILIDAD POLÍTICA Y UNIVERSIDADES PÚBLICAS: IDENTIDAD, INTEGRACIÓN E INNOVACIÓN PARA LA IGUALDAD POR ENNIO VIVALDI Rector de la Universidad de Chile

El lema que convocó a la reciente asamblea de MACRO, el organismo que agrupa a las principales universidades públicas de América Latina, en la Casa Central de la Universidad de Chile, fue “Responsabilidad política y universidades públicas: Identidad, Integración e Innovación para la Igualdad”. Esos cuatro puntos sobre esas cuatro íes sintetizan tres valores que inspiran y un gran objetivo que anhelamos los rectores de las principales universidades del continente. Esta Asamblea, en cuyo desarrollo también participaron académicos de CEPAL, quería convocar, invitar a comprometerse, a las autoridades políticas de la región, conscientes de que en todo el continente están ocurriendo importantes debates que han de afectar a la Educación Superior en cada uno de nuestros países. Resulta significativa la elección de nuestra Universidad como sede de esta Asamblea. En el debate que, por fin, hoy se abre en Chile, parecen estar en juego argumentaciones acerca de conceptos importantes para las discusiones sobre Educación Superior en toda América Latina. Cuando las visitas preguntaban cuáles eran los cambios más trascendentes que se propondrían en la nueva legislación, nos dábamos cuenta de que si respondíamos la verdad, probablemente no creerían. Nadie podría tomar en serio que un eventual cambio fuera “que el Estado efectivamente se responsabilice de las universidades públicas”. Lo que se podía responder era más bien que lo llamativo no es el cambio que se quiere hacer, sino la realidad que se quiere cambiar. Cuando se habla de “modelo chileno” (un adjetivo discutible atendida su autoría) se piensa en la versión más radicalizada y dogmática de un conjunto de conceptos nunca antes aplicados tan literalmente, tan al pie de la letra, a las universidades. Entre las rupturas de este modelo con el pensamiento tradicional acerca de las universidades, destacan la exaltación del individualismo por sobre el bien común o interés colectivo; la exacerbación de la competencia como gran motor de progreso para las instituciones e individuos del ámbito académico, por sobre la colaboración y la complementariedad; el encumbramiento de la fe en que el financiamiento y las transacciones pecuniarias permiten evaluar y jerarquizar el quehacer universitario, por sobre el pensamiento crítico, la originalidad de pensamiento y la producción de nuevos conocimientos.

Era hoy en Chile, entonces, donde parecía más pertinente y oportuno hablar de Identidad, Integración, Innovación e Igualdad. La Identidad busca reconocer las características de nuestras universidades como insertas en nuestra historia. Se trata del modelo de universidad latinoamericana, fundada o refundada en la primera mitad del siglo XIX para contribuir a la construcción una nueva nación. Prontos a cumplir cien años de la Reforma de Córdoba, hemos de recordar la dualidad de compromiso social y autonomía a la que ésta aspiraba. La universidad latinoamericana está latente en la sociedad y busca generar modelos propios de desarrollo. La Integración ha de buscarse desde el reconocimiento de lo que tenemos en común, económica, social y culturalmente. Busca actuar coordinadamente en esos planos. Especial mención merece la movilidad estudiantil: que los gobiernos faciliten y financien el intercambio de estudiantes entre los países. Muchas experiencias en el mundo demuestran que estos programas, en que los integrantes de las futuras elites políticas y sectoriales se impregnan de la cultura de los países vecinos, están entre los mecanismos más valiosos para facilitar el entendimiento y la paz entre los estados. La Innovación, por su parte, busca situar a nuestras universidades en la ciencia, humanidades, cultura y tecnología de nivel mundial, a la vez que proponer nuevas matrices productivas para nuestros países. Estas tres vocaciones cobran sentido en cuanto afluentes de una cuarta, la Igualdad, que busca una disminución de la segregación e inequidad y el fortalecimiento de la inclusión y la cohesión social en el continente. De ahí la invocación a todos quienes representan al pueblo desde el gobierno y el parlamento. Al hablar de responsabilidad política y universidades públicas se está llamando tanto a quienes tienen en sus manos la política a que se comprometan con las tareas de formación profesional e investigación de la educación superior, como a las universidades a que contribuyan críticamente a enfrentar los grandes problemas que afectan a sus naciones.

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ÍNDICE

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P.4 ELENA PONIATOWSKA: “EL GRAN PROBLEMA DE AMÉRICA LATINA ES QUE SUS PAÍSES NO SE HAN UNIDO”

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P.10 CLAUDIO HETZ: “LO QUE NOS HA HECHO EXITOSOS MUNDIALMENTE ES QUE HACEMOS COSAS DIFERENTES” P.13 COLUMNA DE ERNESTO ÁGUILA: LEY DE EDUCACIÓN SUPERIOR: RIESGOS Y OPORTUNIDADES EN EL NUEVO ESCENARIO P.15 JULIO PINTO: “NO SE VA A RESOLVER LA CRISIS SI NO SE HACEN TRANSFORMACIONES PROFUNDAS”

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P.21 COLUMNA DE SOFÍA CORREA: SIN BRÚJULA P.23 PROYECTO PAÍS OBESIDAD: LA CURVA QUE CHILE NO HA LOGRADO BAJAR P.27 CRÍTICA DE LIBROS POR PATRICIA ESPINOSA P.29 CRÍTICA DE LIBROS POR NELLY RICHARD P.32 RODRIGO MÁRQUEZ: “A LAS COMUNIDADES TERRITORIALES LES FALTA PASAR DE LA RESISTENCIA A LOS PROYECTOS” P.37 GALERÍA ESTUDIANTES REFORESTAN EN MAULE P.40 DOSSIER

32 REVISTA PALABRA PÚBLICA / N°5 / MARZO-ABRIL 2017 Director General: Rector Ennio Vivaldi / Directora Editorial: Faride Zeran / Editora General:Ana Rodríguez / Editora Periodística: Ximena Póo / Editora Dossier: Jennifer Abate / Coordinadora de Redacción: María Jesús Ibáñez / Directora de Comunicaciones: Mariela Ravanal / Jefe de Prensa: Simón Boric. Equipo Periodístico: Sofía Brinck / Francisca Palma / Felipe Ramírez / Natalia Sánchez / Francisca Siebert / Manuel Toledo-Campos Colaboradores: Azun Candina / Daniel Hopenhayn Diseño: Ximena González y Gonzalo Catriao. Fotografía: Felipe PoGa y Alejandra Fuenzalida. Foto portada: Autor: Mario Guillard, Terremoto de Valdivia , Puerto Montt, 1960. Subcolección, Siglo XX, Serie Terremotos Colección Archivo Fotográfico, Archivo Central Andrés Bello, Universidad de Chile. Consejo Editorial: Roberto Aceituno / Fernando Atria / Rodrigo Baño / Pilar Barba / Sergio Campos / Jonás Chnaiderman / Rosa Devés / Daniel Hojman / María Eugenia Horvitz / Jorge Martínez / María Olivia Mönckeberg / Roberto Neira / Irma Palma / Sonia Pérez / José Miguel Piquer / Flavio Salazar.

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Opinión

POSVERDAD: NORMALIZANDO LA MENTIRA POR FARIDE ZERAN Vicerrectora de Extensión y Comunicaciones de la Universidad de Chile

Desde que el diccionario Oxford definiera “posverdad” como la palabra del año 2016, mucho se ha especulado sobre el sentido y los alcances de este término que se instaló con fuerza a partir de tres hitos que sorprendieron a la opinión pública internacional: el triunfo del Brexit en el Reino Unido, el de Trump en las elecciones estadounidenses, y el del NO en el plebiscito realizado en Colombia para validar el proceso de paz con las FARC. La posverdad ha sido definida como el espacio donde la información objetiva y los datos duros -dos elementos claves en el ejercicio del periodismo- influyen menos que las emociones y las creencias personales, cuestión que en las redes sociales y en un cierto periodismo de bajos estándares profesionales tendrían uno de sus nichos privilegiados. En la era de la sospecha, la explicación de este fenómeno estaría en la creciente desconfianza de las personas no solo en las instituciones y elites de poder, sino en las fuentes tradicionales de información, lo que conduciría a buscar en las redes aquellas verdades que les estarían siendo vedadas y que conducen, por ejemplo, a enterarse de falacias como que la diputada Camila Vallejo poseía un Audi de 50 millones de pesos; que la Presidenta de la República iba a anunciar su renuncia; que los mapuche y miembros de las FARC estaban incendiando el sur de Chile, etcétera. El más reciente ejemplo que nos conduce también a los entramados de la información “seria” tiene alcances internacionales y se relaciona con el ataque químico contra civiles sirios en la provincia de Idlib. Las noticias apuntaron al régimen de Bashar Al Assad y su ejército como responsables de este crimen, pese a que a comienzos del 2016 la Organización para la Prohibición de las Armas Químicas (OPAQ) había anunciado la destrucción total de esas armas por parte del régimen sirio.

Sin embargo, el 21 de abril último la Comisión Investigadora del Consejo de Derechos Humanos de Naciones Unidas para Siria emitió un comunicado señalando que no había evidencias que demostraran el uso de armas químicas por parte de Damasco contra la población, cuestión que no fue tan ampliamente difundida como aquella que responsabilizaba a Al Assad, instalándose esta última como una verdad irrefutable. Algo similar ocurrió hace una década cuando con la misma excusa tropas comandadas por EEUU invadieron Irak y asesinaron a Saddam Hussein, pero nunca pudieron encontrar ni una sola arma química. Cuando hablamos de posverdad nos referimos a noticias falsas, verdades a medias, ausencia de fuentes confiables; en definitiva, al mal periodismo. Se trata de un viejo tema con nombre nuevo. Porque confirmar la información, chequear las fuentes, ampliarlas, confrontarlas y contextualizar los hechos son parte de un periodismo cuya dimensión ética es intrínseca a su quehacer. Ocultar viejas prácticas bajo nuevos nombres no mitiga el impacto ni la gravedad de la falta. El 12 de septiembre de 1976, en el sector de Los Molles, apareció el cuerpo de una mujer. Su cadáver había sido lanzado al mar desde una aereonave luego de ser detenida y confinada en Villa Grimaldi, donde murió a consecuencia de las torturas. Los diarios El Mercurio y La Segunda la describieron como una bella joven víctima de un crimen pasional, aunque al poco tiempo el odontólogo y académico de esta Universidad, Luis Ciocca Gómez, identificó el cadáver como el de Marta Ugarte, profesora y militante del PC de 42 años. En esa línea, y a propósito de la muerte de Agustín Edwards y del rol de El Mercurio en el ocultamiento de crímenes de lesa humanidad, el caso de Marta Ugarte resulta otro ejemplo de muchos, de cómo la posverdad es la naturalización de la mentira disfrazada de posmodernidad.

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Elena Poniatowska Amor, escritora mexicana:

“EL GRAN PROBLEMA DE AMÉRICA LATINA ES QUE SUS PAÍSES NO SE HAN UNIDO” Conversar con una de las escritoras y periodistas más destacadas del continente es siempre un lujo; la oportunidad de indagar a través de su lúcida y crítica mirada los temas que han marcado y siguen determinando la convivencia entre los países del Cono Sur: la educación, la inmigración, las mujeres, la relación con nuestro vecino del norte. “El ideal de Simón Bolívar jamás se cumplió porque gente de todos los países, incluso los centroamericanos y los sudamericanos, llegando hasta Argentina, prefería ir hasta Estados Unidos”, asegura Poniatowska. POR XIMENA PÓO F. FOTOS FELIPE HARO / LEÓN MUÑOZ

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“Todos los testimonios coinciden en que la repentina aparición de luces de bengala en el cielo de la Plaza de las Tres Culturas de la Unidad Habitacional Nonoalco-Tlatelolco desencadenó la balacera que convirtió el mitin estudiantil del 2 de octubre en la tragedia de Tlatelolco. A las cinco y media del miércoles 2 de octubre de 1968, aproximadamente diez mil personas se congregaron en la explanada de la Plaza de las Tres Culturas para escuchar a los oradores estudiantiles del Consejo Nacional de Huelga, los que desde el balcón del tercer piso del edificio Chihuahua se dirigían a la multitud compuesta en su gran mayoría por estudiantes, hombres y mujeres, niños y ancianos sentados en el suelo, vendedores ambulantes, amas de casa con niños en brazos, habitantes de la Unidad, transeúntes que se detuvieron a curiosear, los habituales mirones y muchas personas que vinieron a darse una “asomadita”. El ambiente era tranquilo a pesar de que la policía, el ejército y los granaderos habían hecho un gran despliegue de fuerza. Muchachos y muchachas estudiantes repartían volantes, hacían colectas en botes con las siglas CNH, vendían periódicos y carteles, y, en el tercer piso del edificio, además de los periodistas que cubren las fuentes nacionales había corresponsales y fotógrafos extranjeros enviados para informar sobre los Juegos Olímpicos que habrían de iniciarse diez días más tarde…”. Era 1968 y Elena Poniatowska –decana de las letras mexicanas, Premio Cervantes 2013 y Gabriela Mistral 2006- retrataba así, en “La Noche de Tlatelolco” (1971), el ambiente y luego las horas trágicas que marcaron al movimiento estudiantil que sacudió a México y a toda América Latina en defensa de la educación pública y en contra de la militarización de los estados. Un clásico que hasta hoy se lee en algunas escuelas de Periodismo y que da cuenta de una voz certera, valiente, entregada, que actualmente, a sus 85 años, no deja de viajar llevando sus letras al mundo. Así lo hace con “Las Indómitas”, su más reciente novela por la que transitan revolucionarias, intelectuales, obreras, mujeres notables. Son las voces de Josefina Bórquez, Nellie Campobello,

Josefina Vicens, Rosario Castellanos, Alaíde Foppa y Rosario Ibarra de Piedra, entre tantas otras que abrazaron causas cotidianas y gestas heroicas por los derechos humanos. Nunca piensa en legado, reconoce hoy la “Princesa roja”, pero sí en retroceder a sus raíces al reconstruir la historia de la familia de su padre, Jean Evremont Poniatowski Sperry, francés descendiente del último rey de Polonia, Estanislao Poniatowski, “lo que me ha costado mucho trabajo”. Criada hasta los 10 años en París, Elena comenzó su vida en México (aunque cursó la escuela primaria en Filadelfia) junto con su madre, la mexicana Paula Amor, y su hermana Kitzia, huyendo de la Segunda Guerra Mundial. A lo largo de su vida entrevistó a Luis Buñuel, Octavio Paz, Diego Rivera, Juan Rulfo, Rosario Castellanos, y así fue tomándole el pulso la historia del siglo XX. Desde su casa en Ciudad de México, a pocos días de “cruzar el charco” hasta Madrid para presidir la 20° edición del Premio Alfaguara de Novela, y recordando a “Tinísima” (una novela formidable sobre la fotógrafa Tina Modotti) reconoce que “toda la vida he escrito sobre mujeres, desde hace muchísimos años, porque son siempre las grandes olvidadas. Se habla poco de ellas. Sobresaturada está la figura de Frida Kahlo. Ya no saben ni qué inventar sobre ella; es como la Virgen de Guadalupe mexicana”. Para ella ha sido “ importante rescatar la obra de mujeres que muchas veces fueron criticadas por hombres que les eran harto inferiores a ellas y que, sin embargo, se daban el lujo de criticarlas, como sucedió en el caso de Rosario Castellanos, que es una gran poeta, novelista y posiblemente la más completa de las escritoras mexicanas. Ahora, hay que recordar que, según Octavio Paz lo afirmó, la mayor poeta de toda América Latina es una mujer: Sor Juana Inés de la Cruz. Pero, en general, a las mujeres se les hace un lado y se les margina solo por su condición de ser mujeres, pero hay algunas notables como Elena Garro y muchas más que van a venir”.

“Frente a Estados Unidos hay que pensar que México tiene una cultura mucho más antigua que la que encontraron en Estados Unidos los primeros peregrinos”

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Y así, hablando “de algo que nos importa tanto a las dos”, Elena dibuja el puente entre las mujeres y los jóvenes para referirse a la esperanza y a las deudas de esta América Latina que cada vez más siente el peso de un norte estadounidense que, en la era Trump, complejiza el escenario del poder y nos sitúa en un lugar donde es urgente que intelectuales, académicos y académicas no se replieguen más. Pensando en México, vuelca sus anhelos: “la universidad, sobre todo la mexicana, que es una de las más antiguas de América Latina, así como fue México sede de la imprenta, debe ser y seguir siendo una gran central de energía que produzca el mayor pensamiento de México en el sentido de la moral del país, tiene que ser la espina dorsal de un país enorme, que ya tiene unas ciudades monstruosas como es Ciudad de México, y ojalá que todos los que aspiran a ello pudieran entrar a la universidad. Desde luego, muchos son rechazados, y muchos pasan por la universidad, como decimos aquí en México, de noche, porque no tienen la oportunidad de entrar. Yo creo que la educación, la creatividad, es lo que México le puede dar al mundo y sobre todo frente a Estados Unidos. Hay que pensar que México tiene una cultura mucho más antigua que la que encontraron en Estados Unidos los primeros peregrinos”.

Crónica de los despojados Mientras en Chile se vivía la Reforma del ‘68, el movimiento mexicano de ese año sigue inspirando a muchos otros porque retrocede la mirada hacia el

papel del Estado como responsable de lograr que lo mejor de cada estudiante sea para aportar a la construcción social, sin represión. “Fue un movimiento de rebelión contra el Estado y muchos líderes fueron encarcelados, pero no había peticiones académicas en el pliego petitorio de los estudiantes. Había sobre todo peticiones en contra de la policía y en contra del Ejército”, dice Elena, consciente de que aún hay deudas, partiendo por las brechas económicas, la centralización y la violencia que cabalgan juntas a través del territorio mexicano. “En muchos casos ha sido un privilegio acceder a la educación, porque hay que pensar que la población mexicana, sobre todo en los estados, es muy pobre y no tiene acceso a muchísimos bienes. Y tiene muchas dificultades de sobrevivencia. Por eso ha sido tan importante que muchos estudiantes puedan acceder a la universidad. Aunque la universidad es gratuita, conlleva muchísimos gastos de otro tipo como transporte y libros”. Se reconoce cercana a los estudiantes de este siglo y ha solidarizado con ellos sin dudarlo; se la ha visto exigiendo justicia para los desaparecidos de Ayotzinapa y manifestándose contra el muro de Trump, que la indigna porque “incluso se han ofrecido empresarios mexicanos a ayudar a construirlo; lo han hecho traicionando a su país. El muro es ya un hecho, lo que no es un hecho es que lo vayan a pagar los mexicanos. Lo que no acepta Estados Unidos es dejar entrar la pobreza mexicana porque los que se van lo hacen porque su país no puede alimentarlos ni darles casi absolutamente nada. Por eso creen que tendrán una mejor vida en Estados Unidos, y lo que no quieren jamás es regresar a su país porque han sido rechazados”.

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“Así como hay braceros, es decir, migrantes por pobreza, también hay migrantes intelectuales porque ganan en un mes lo que no logran ganar en un año en su país”

Las imágenes que nos llegan de La Bestia, el tren que carga en sus entrañas la miseria de quienes persiguen un sueño que no tarda en convertirse en pesadilla, se podrían evitar con una América Latina más unida. Pero Elena es algo escéptica: “El ideal de Simón Bolívar jamás se cumplió y no se cumplió porque gente de todos los países, incluso los centroamericanos y los sudamericanos, llegando hasta Argentina, prefería ir hasta Estados Unidos; profesores, intelectuales prefieren enseñar donde les pagan más y por eso eligen ese destino. Así como hay braceros, es decir, migrantes por pobreza, también hay migrantes intelectuales porque ganan en un mes lo que no logran ganar en un año en su país. Hay que ver las cosas con mucho realismo. Todo gira a veces en torno a las razones económicas”. O en torno a un ideal que precisamente los jóvenes se empeñan en reactualizar, tal como en los últimos años ciertas figuras reivindican lo gravitante que pueden ser las redes culturales para trazar nuevas escalas para los mapas de esta región. Tal es el caso de Gabriela Mistral, quien, como recuerda Elena, “vino a México invitada por José Vasconcellos, que era entonces Secretario de Educación, y su título era el de Maestra (así, con mayúsculas). Ella fue una Maestra extraordinaria en México. Incluso visitó escuelas, recorrió caminos y se entregó por completo a la educación en México, a su vocación y al de ser escritora. Ella es un ejemplo a seguir, una gran poeta y una Maestra con una capacidad de entrega poco común que se manifestó también en sus escritos, en su poesía”.

México y Chile, el mapa que falta Chile es, para la autora de “La piel del cielo” (2001) y “Leonora” (2011), “uno de los

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países más celebrados por su defensa de valores intelectuales”. Y por eso mira de cerca este 2017, año de elecciones y reformas ripiadas; año incierto. “Todos nosotros en México somos devotos de Salvador Allende y de Pablo Neruda, obviamente, quien pasó muchísimos años en México entre nosotros y escribió sobre muchos mexicanos, no solo sobre el paisaje. En su época hizo un poema bellísimo sobre Tina Modotti, quien murió aquí de un ataque al corazón a bordo de un taxi”. Elena se transporta brevemente desde su casa, a pasos de la Universidad Nacional Autónoma de México, hasta una Alameda que le describo mientras ella toma aliento para decir que “toda la intelectualidad chilena ha recibido de México muchísimo amor y respeto. Recuerdo que Carlos Fuentes decía que el mejor español que se habla en toda América Latina es el de Chile. Y aquí los científicos mexicanos se pelean por ir a Chile, al Tololo por ejemplo, y tener ahí una hora para observar las estrellas. Chile ha sido importantísimo para México”. Amiga de uno de los cronistas más provocadores que ha gestado México en las últimas décadas, Carlos Monsiváis (1938-2010), reclama que las deudas de lazos entre ambos países hoy también son simbólicas. Porque si en los ‘60 y hasta el ‘73 el circuito de los bienes culturales era intenso en América Latina y el Caribe, hoy es más bien superficial, comercial y mediatizado. “Aquí es muy difícil encontrar libros que provengan de Chile porque todos miran al norte pensando que ahí está el triunfo. Muchos escritores solo quieren que los traduzcan al inglés y no buscan para nada llegar a toda América Latina. No hemos hecho el esfuerzo. Es muy difícil encontrar libros latinoamericanos en México. Aquí tenemos un dicho que se refiere a Centroamérica y que es muy despectivo: ‘fuimos de Guatemala a Guatepeor’. Eso es muy revelador. El gran problema de América Latina es que sus países no se han unido; lo único que los une han sido los programas de televisión, pero no el ideal latinoamericanista. Y nos une la común condición de deudores de Estados Unidos”.

Elena Poniatowska Amor Nació en París en 1932. Primera mujer en recibir el Premio Nacional de Periodismo mexicano, entre sus obras se cuentan “La Noche de Tlatelolco”, al que se le otorgó el Premio Xavier Villaurrutia y que rechazó preguntando quién iba a premiar a los muertos. Sus novelas y cuentos son “La flor de lis”, “De noche vienes” y “Tlapalería”, “Paseo de la Reforma” “Hasta no verte Jesús mío”, la vida de una soldadera mexicana, “Querido Diego, te abraza Quiela”, “Tinísima” ganadora del Premio Mazatlán (1992), “La piel del cielo”, ganadora del Premio Alfaguara de novela 2001 y “El tren pasa primero”, sobre la vida de los ferrocarrileros mexicanos, Premio Internacional de Novela Rómulo Gallegos (2007). “Leonora” obtuvo el Premio Biblioteca Breve Seix Barral (2011). “El Universo o nada” (2013) es la biografía del astrofísico Guillermo Haro. Entre muchos otros libros destaca “Las Indómitas” (2016). Tras recibir doctorados Honoris Causa de la UNAM y de la UAM, le fueron otorgados los de la Universidad de Puebla, de la de Sonora y del Estado de México, de la de Guerrero, la de Chiapas y la de Puerto Rico. También el “Gabriela Mistral” de Chile y en 2006 el “Courage Award” de La International Women’s Media Foundation. El 19 de noviembre fue nombrada Premio de Literatura en Lengua Castellana Miguel de Cervantes 2013.

“Aquí es muy difícil encontrar libros que provengan de Chile porque todos miran al norte pensando que ahí está el triunfo”

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Claudio Hetz dice que la experimentación y creatividad son claves en su trabajo

“LO QUE NOS HA HECHO EXITOSOS MUNDIALMENTE ES QUE HACEMOS COSAS DIFERENTES” Recientemente fue noticia por haber obtenido un financiamiento de 400 mil dólares de la Fundación Michael J. Fox para investigar una posible cura para el Parkinson. Pero esa es sólo una de las contribuciones que Claudio Hetz espera hacer a la neurobiología. Sus investigaciones generan expectación global y su laboratorio incluso podría estar cerca de encontrar la cura para la Esclerosis Lateral Amiotrófica (ELA), que destruye el sistema motor de millones de personas en todo el mundo. POR JENNIFER ABATE C. FOTOS FELIPE POGA

Donde el ojo externo esperaría el retrato de un científico insigne, cuelga uno en blanco y negro de John Coltrane en una pose relajada y desde cuya esquina inferior asoma el saxofón del músico. Y donde podrían estar los modelos 3D de las células que estudia, se posiciona sólido, ahora silente, un tocadiscos. La oficina de Claudio Hetz parece rendir tributo a la música, pero en realidad el homenaje es a la ciencia. El neurocientífico y académico de la Universidad de Chile, hoy foco de la atención mundial en su campo tras obtener 400 mil dólares de la Fundación Michael J. Fox con el fin de investigar posibles curas al Parkinson, responsable de un laboratorio de un piso completo en el que trabajan más de 40 personas y que toma decisiones sobre 15 proyectos en curso, se relaja con la música y con su banda La Nave, pero por sobre todo aprende de ella.

“Creo que la música me ha ayudado un poco a nutrir la ciencia. Nosotros –con la banda- nos dedicamos mucho a la improvisación, a generar espacios de descubrimiento también, musicales, y es lo que uno hace científicamente”. Esa capacidad experimental es, a su juicio, la que ha puesto a su equipo en la mira global. “Lo que nos ha hecho exitosos mundialmente es que hacemos cosas diferentes, con menos recursos que un laboratorio en Harvard, pero competimos. Nosotros hacemos conexiones no evidentes porque somos creativos y eso es lo que nos ha destacado”. Tan reconocida ha sido la labor de su laboratorio, que recientemente su investigación, relativa al rol que juega el factor XBP-1 en la reparación de las células afectadas por Parkinson, ELA (Esclerosis Lateral Amiotrófica) o Alzheimer, se adjudicó

un millonario fondo incluso sin competir, una cuestión rarísima dentro del mundo científico. “Esto funciona así: la fundación hace un llamado para apoyar proyectos. Tú mandas una carta de intención y ellos la evalúan y después, si les interesa, te invitan a postular y luego tu proyecto se evalúa competitivamente. Así logramos financiamiento tres veces. Ahora enviamos este cuarto proyecto y después de haber mandado nuestra carta de intención nos llamaron por teléfono para decir que nos iban a apoyar, pues dado que ya hemos generado una relación de confianza y como consideran que somos líderes en el tema de homeostasis proteica y Parkinson, nos van a mover a una línea no competitiva. Eso significa que te financian sí o sí”. Lo que financiarán, en este caso, será una validación cruzada, es decir, la realización

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“La gracia para las fundaciones es que quieren respuesta, quieren que el trabajo se haga bien para saber si la pregunta que se está testeando es relevante o no y así influir en la toma decisiones. A ellos no le importan los paper, quieren curar el Parkinson” de un mismo protocolo científico en dos lugares distintos para medir su efectividad. “La gracia para las fundaciones es que quieren respuesta, quieren que el trabajo se haga bien para saber si la pregunta que se está testeando es relevante o no y así influir en la toma decisiones. A ellos no le importan los paper, quieren curar el Parkinson”. Y a ustedes, ¿qué les va a permitir, en concreto, este financiamiento? Todos nuestros proyectos de terapia génica los hemos desarrollado junto a Genzyme, en Estados Unidos, que es líder mundial en terapia génica. Genzyme está haciendo ensayos clínicos con terapia génica en Parkinson con pacientes, están inyectando en sus cerebros virus genéticamente modificados. Eso significa que tienen toda la infraestructura para producir biomoléculas para uso en humanos. Además, ya tienen toda la plataforma clínica, con los cirujanos, para llevar esto en forma correcta. Si este proyecto llega a ser exitoso en ambos lugares, probablemente Genzyme nos va a ayudar a acelerar esto hacia un ensayo clínico. El factor de transcripción XBP-1 sin duda ha marcado su investigación y podría llevarlo a realizar enormes hallazgos. ¿Cómo llegó a este descubrimiento

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y por qué decidió comenzar a investigar en torno a las propiedades e impacto de este factor de transcripción? La mayoría de las enfermedades neurodegenerativas como el Parkinson, el Alzheimer, el ELA, a pesar de que clínicamente se manifiestan de manera diferente a nivel del cerebro, tienen aspectos comunes, y eso tiene que ver con que la homeostasis de las proteínas falla y se comienzan a acumular proteínas en forma de amiloides agregados, que son altamente tóxicos y llevan a la disfunción sináptica o a la muerte neuronal. En el paciente con Alzheimer estas proteínas se acumulan en el hipocampo y no lo dejan recordar, porque en el hipocampo almacenamos las memorias. En el Parkinson afectan las neuronas que producen el neurotransmisor dopamina y no podemos controlar los movimientos. Sin embargo, si miras a ambos en el microscopio, presentan alteraciones similares. XBP-1 es un regulador maestro, un gen fundamental que orquesta el proceso de reparación en la homeostasis proteica. Si tú lo prendes artificialmente, que es lo que estamos haciendo con la terapia, robustece mecanismos que tiene la neurona para reparar el daño y resistir el estrés que generan estas proteínas alteradas. Además, el año pasado descubrimos que XBP-1 no sólo mejora la homeostasis de las proteínas -“limpia la basura” en las neuronas-, sino que también potencia las sinapsis (conexiones entre las neuronas). En el caso de la ELA han sido destacados y publicados sus descubrimientos sobre la sobreexpresión de la XBP-1. Incluso

se ha dicho que podría encontrar la cura para la enfermedad ¿En qué fase está esta investigación y cuándo podríamos conocer resultados concretos? Estamos en fase preclínica, que es lo que hacemos nosotros. Probablemente si un día pasamos a fases clínicas eso lo vamos a hacer en asociación con otras entidades, ya que nuestro rubro es la ciencia fundamental. De todas las enfermedades, mirando la literatura globalmente, probablemente en ELA es donde hay más chances de que esto funcione. ¿Por qué? Descubrimientos de múltiples laboratorios del mundo han mostrado que el estrés de la homeostasis proteica es lo primero que falla y es fundamental. Yo empecé a trabajar en esto cuando empecé mi doctorado, en el 2000, hace 17 años, y cuando partí me motivé por el primer paper que salió en el campo y ahora hay miles de paper. Hemos estado siempre muy adelantados. Con esta donación obtuvo 400 mil dólares que se suman a otros financiamientos conseguidos a través de fondos. ¿Existe un aporte estable de parte del Estado para estos proyectos fundamentales?

“De todas las enfermedades, mirando la literatura globalmente, probablemente en ELA es donde hay más chances de que esto funcione”

El apoyo importante en este momento es de la Iniciativa Científica Milenio. Soy director alterno del Instituto de Neurociencia Biomédica y eso es financiamiento a diez años, lo que nos da estabilidad. Otro apoyo importante es uno que partimos hace un año y medio, un Fondap a 10 años donde soy investigador asociado. Estos proyectos nos permiten explorar ideas un poco más locas, más a largo plazo, que van a ser las que tienen impacto. Lo malo es que los fondos, aunque suenan grandes, cuando se reparten no lo son. No tenemos grandes financiamientos. Uno ve Estados Unidos, donde los laboratorios importantes reciben uno o dos millones de dólares y hacen la diferencia. Nos tenemos que arreglar con lo que tenemos. En enero se firmó el proyecto de ley que oficializa la creación del Ministerio de Ciencia y Tecnología. ¿Cuáles son sus expectativas al respecto? Es una buena señal, pero ahora hay que ver los números, porque esto va a ser importante sólo si por lo menos se duplica el fondo de ciencia y tecnología y ojalá mucho más; lo ideal sería cuadriplicarlo. La mayoría de los fondos nuevos se van a ir en el aparataje administrativo de un ministerio, no en ciencia, entonces vamos a quedar casi igual. Si queremos hacer la diferencia, hay que invertir de verdad. Yo creo que lo importante es que el ministerio va a transformar la ciencia en un tema político, entonces va a haber políticos cuyo trabajo va a ser sacar iniciativas, fomentar sus indicadores internos, y eso nos va a beneficiar.

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Columna LEY DE EDUCACIÓN SUPERIOR: RIESGOS Y OPORTUNIDADES EN EL NUEVO ESCENARIO POR ERNESTO ÁGUILA Z. Académico del Departamento de Estudios Pedagógicos, Facultad de Filosofía y Humanidades FOTO ALEJANDRA FUENZALIDA

Luego de un rechazo inicial en la Comisión de Educación del proyecto de Ley de Educación Superior, éste se aprobó en general -y con ello la idea de legislar- el pasado 17 de abril en el plenario de la Cámara de Diputados. Se destrababa así un proceso legislativo que se encontraba paralizado por casi un año desde que el primer proyecto del Ejecutivo encontrara un rechazo casi unánime de los distintos actores institucionales, políticos y sociales vinculados al tema. En ese intervalo distintos sectores plantearon sus reparos a la propuesta original del gobierno y levantaron propuestas alternativas. Dentro de éstas cabe destacar el amplio y rico proceso de debate llevado adelante por la Universidad de Chile, de manera triestamental, y que se plasmó en el documento “La Chile piensa la Reforma. Construyamos juntos una educación pública para Chile”, en el cual se fijaron los horizontes estratégicos que debiera inspirar una reforma a la educación superior, así como un conjunto de propuestas específicas en materia de institucionalidad, financiamiento y reconstrucción y fortalecimiento del sistema de universidades públicas. Si uno logra descifrar los acuerdos a la base de este complejo proceso de tramitación del proyecto de educación superior, el escenario para lo que resta de este gobierno -que no es mucho y en año electoral- incluye tres proyectos: a) La ley de educación superior ya mencionada; b) el envío de un proyecto especial para las universidades del Estado (se separa en lo medular este capítulo del actual proyecto), y c) un proyecto específico que reemplaza el actual CAE por un sistema de créditos bajo administración estatal (compromiso adoptado por la Ministra de Educación en el marco de la aprobación de la idea de legislar el proyecto de educación superior). ¿Que se jugará en cada uno de estos proyectos? La ley de educación superior trae algunos avances -propuesta de institucionalidad para la gratuidad, penalización del lucro, restitución del Aporte Fiscal Directo (AFD), una mayor institucionalidad estatal expresada en una Superintendencia de Educación,

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institucionalización del CRUCH, obligatoriedad de la investigación dentro de la acreditación; pero en su fondo el proyecto sigue sin cambiar la centralidad del mercado en la definición de la fisonomía y financiamiento del sistema de educación superior. Se intenta regular mejor lo existente, pero no se lo transforma; o se colocan plazos de transición muy largos a ciertas reformas, con el riesgo de que algunas de éstas se pierdan en el camino. Cuando se intenta introducir cambios al modelo, el peligro siempre es que éste pueda terminar por consolidarse. El neoliberalismo se mueve siempre entre la extrema desregulación hacia fases de mayor regulación (y cuando puede vuelve a su desregulación extrema). Pero salir de él es otra historia.

“En su fondo el proyecto sigue sin cambiar la centralidad del mercado en la definición de la fisonomía y financiamiento del sistema de educación superior. Se intenta regular mejor lo existente, pero no se lo transforma”

El segundo escenario es el proyecto comprometido de eliminación del CAE. En rigor aquí se trata de traspasar este crédito de la banca privada a un ente estatal. Resta por ver si será un cambio real o más bien simbólico y la manera cómo este nuevo crédito dialoga y encaja con un sistema de gratuidad universal progresivo y con el actual sistema de becas. También puede ser el momento para debatir la situación de los endeudados, así como las estratosféricas transferencias estatales actuales a las universidades privadas y a la banca. Por último, el tercer escenario será el proyecto de universidades públicas o estatales. Poco se conoce de este proyecto, pero habría que esperar una definición clara de la responsabilidad del Estado con sus universidades (y centros de formación técnica), asumiendo que cuando una de éstas falla o no tiene los niveles de calidad exigidos es responsabilidad del propio Estado. Aquí hay un desafío de institucionalidad, financiamiento y de expansión de la matrícula. El principio rector debiera ser volver a hacer del sistema de universidades estatales la columna vertebral del sistema de educación superior y que dichas instituciones vuelvan a rearticular su misión y sentido con un proyecto de desarrollo nacional. A su vez, que las universidades públicas sean aquel lugar donde la sociedad fija los estándares más altos de excelencia, inclusión, participación y pluralismo para el conjunto del sistema de educación superior. No cabe duda que las movilizaciones abiertas en 2011, y la presencia de diferentes actores en el debate como es el caso de nuestra Universidad, han logrado ir moviendo los términos del debate en la educación superior e introduciendo paulatinamente una concepción de ésta como un derecho social y restituyendo el significado e importancia de la educación pública. Sin embargo, las lógicas mercantiles, privatizadoras y el concepto de subsidiaridad del Estado siguen siendo dominantes en nuestro sistema de educación escolar y superior. El nuevo escenario -que seguramente cruzará este gobierno y se proyectará en el próximo– abre siempre riesgos de autocorrección y consolidación del modelo, pero también oportunidades para ir encontrando ese “punto de quiebre” que signifique el inicio de su definitiva superación.

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Julio Pinto, Premio Nacional de Historia 2016:

“NO SE VA A RESOLVER LA CRISIS DE VERDAD SI NO SE HACEN TRANSFORMACIONES PROFUNDAS” La historiadora Azun Candina conversó con el Premio Nacional 2016 Julio Pinto para analizar el momento actual que atraviesa el país. La desconfianza en las instituciones y quienes las dirigen, los movimientos sociales, las nuevas generaciones, los viejos temores y las posibles salidas políticas que se vislumbran para el futuro, a la luz de escenarios similares que se dieron en nuestro pasado republicano. POR AZUN CANDINA FOTOS FELIPE POGA / SOFÍA BRINCK

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Desde la perspectiva de la historia contemporánea reciente, ¿crees que lo que estamos viviendo es un fenómeno de crisis a nivel institucional, partidario o de política social? Creo que si definimos una crisis como un estado en que el sistema deja de funcionar como debería -no quiero decir bien, porque a veces hay sistemas que están diseñados para funcionar malestamos en una crisis política. Hay una deslegitimación de las instituciones, de la clase política en general, en términos de su capacidad conductora, y una dificultad que hasta aquí se ha expresado como incapacidad para que surjan propuestas alternativas que aprovechen la crisis para realizar cambios más de fondo. Cuando tú hablas de crisis de legitimidad de la política, ¿a qué te refieres específicamente? Hay una noción de que para que un Estado pueda existir y seguir funcionando, debe contar por lo menos con el consentimiento de aquellos a quienes gobierna. Consentimiento no significa necesariamente entusiasmo, adhesión doctrinaria. Significa “confiamos en que las autoridades van a hacer lo que deben hacer, que es conducir la cosa pública de una forma aceptable”. Cuando la población o la sociedad deja de sentir que eso está ocurriendo, el Estado, el régimen político, pierde legitimidad. Y creo que es eso lo que estamos experimentando hoy en Chile. ¿En qué tipo de fenómenos tú dirías que esto se muestra o tiene una emergencia en lo público? A partir de la emergencia de los presidenciables, que parecen aumentar y aumentar, ¿tú dirías que allí hay una relación con la crisis de la política? Uno de los síntomas de la crisis de la política es un desconcierto generalizado respecto de para dón-

“El tema de las AFP es algo muy central porque no es algo que se vaya a resolver muy fácilmente. Porque en las AFP no solo está comprometido el tema de la previsión personal de cada uno de nosotros, sino que sobre ellas descansa en gran medida el modelo económico”

de va este país en términos de proyectos, de conducción, de nociones de futuro. En una parte de la sociedad hay un descontento que no es nuevo, que viene de bastante atrás, respecto de las características del modelo que nos rigió desde la dictadura hasta acá. Estoy pensando en el modelo en su fase económica, individualista, ultra mercantilizado, donde las vidas personales se rigen por el éxito material y donde cada cual tiene que defenderse con sus propios medios. Hay un descontento respecto de esa forma de concebir la convivencia social. Y se expresa en demandas como las del movimiento estudiantil, el sistema previsional, se expresa todavía un poco inorgánicamente también respecto del sistema de salud. No estoy tan seguro de que ese descontento se traduzca automáticamente en la búsqueda de un modelo radicalmente distinto; no creo que de este descontento vaya a emerger plenamente formado el socialismo. En muchos casos hay un descontento porque el sistema no les está dando todos los retornos que supuestamente les prometió. Yo creo que muchos de los que apoyan el movimiento NO + AFP, su problema es que sus propias pensiones van a ser muy bajas, no el principio que estructura el sistema, que es el de la capitalización individual. ¿Tú crees que esta crisis se parece a otras crisis del siglo XX, que significaron cambios de rumbos, cambios de modelos políticos, de modelos sociales? Estoy pensando en lo que pasó por ejemplo en los años ‘20, en lo que pasó en la década del ‘50 con la llegada de Ibáñez al poder, con un populismo que se cuela en medio de un sistema de partidos. Crisis económicas y políticas ha habido a lo largo de toda la historia de Chile y de la humanidad. Tú lo sabes bien como yo, la historia no es un continuo de armonía y menos de progreso ininterrumpido. Es una alternación entre momentos de auge, de cambio, momentos de estabilidad y crisis. Y en ese sentido los dos momentos que tú nombras, la crisis de fines de los años ‘20 y de principios de los ‘50, fue frontal crisis política, que tuvieron salidas distintas. En los años ‘20 lo que entró en crisis fue el sistema político y económico, que es lo que sustentaba lo que actualmente se llama la república oligárquica o salitrera y que se llamaba antes el Chile parlamentario. Ahí hubo una profunda crisis de ese sistema que en un momento permitió inclu-

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so entrever la alternativa revolucionaria como una salida posible. Por algo la izquierda de Chile nace en esa coyuntura, porque hay un momento en el cual hay personas dentro de Chile, las más castigadas, las más descontentas respecto a ese sistema, que vislumbran la posibilidad de un recambio más profundo, de la forma de convivencia social que hay. Esa no es la resolución que finalmente se impone. El sistema no se hunde, pero sí tiene que experimentar una cirugía profunda. El sistema político y económico que emerge de la crisis de los años ‘20 va a ser bien distinto al oligárquico parlamentario salitrero, aun cuando los que los conducen tal vez sigan siendo muchos de ellos los mismos. Pero el libreto al cual se ciñen es otro. A principio de los años ‘50 ese sistema tiene un momento de crisis, en que parece agotarse. Y se traduce un poco como ahora, en un escepticismo generalizado, una desconfianza respecto de las instituciones y los partidos políticos que habían conducido ese proceso. Y ese vacío permite que irrumpa una alternativa que era un poco extra sistémica, como es lo que tú llamas el populismo ibañista, aunque Ibáñez es el gestor de este modelo en alguna medida. Pero que se presenta como tal: “yo vengo de afuera”, la política de la escoba, yo no soy parte de este mundo. Pero a la larga el experimento ibañista no lleva a nada, no transforma radical ni siquiera medianamente el modelo que se venía desplegando desde principios de los ‘30. Y lo que viene después es una continuidad de ese sistema, donde se instala con mucha más fuerza un horizonte revolucionario. Parte de la izquierda de esos años dice: “la verdad es que ninguna crisis del sistema imperante en Chile se va a resolver del todo si no es mediante una revolución”. Y ahí se incuba la experiencia de la Unidad Popular, que es otro momento de crisis en el siglo XX.

decir, porque Alan Angell llega solamente hasta Pinochet, que la Concertación también hace esa promesa: “salimos de la dictadura, ahora sí vamos a superar la pobreza”. Y actualmente nos encontramos otra vez con el desencanto de esas promesas incumplidas. El diagnóstico que se haga de la Concertación tiene que partir del profundo trauma que viven los conductores de ese proyecto, justamente a propósito del desenlace que habían tenido estos experimentos sociales de los años ‘60. Si vemos a la Concertación como una alianza entre la Democracia Cristiana y sectores más “moderados” de la izquierda, creo que lo que ambos comparten, habiendo estado en trincheras distintas el año ‘73, es la noción de que con la política y la sociedad “no se juega” y que el intento de instalar grandes diseños sociales lleva a la catástrofe.

Hay un historiador que nos miró desde afuera. Alan Angell, en su libro “Chile, desde Alessandri a Pinochet, en busca de la utopía”, una de sus tesis centrales es que estos cambios de proyectos políticos desde los ‘50, pasando por Alessandri, luego el experimento de la Democracia Cristiana, la Unidad Popular, Pinochet; cada uno de ellos se explica porque promete ese cambio estructural profundo, ese salto al desarrollo. No lo logra y viene el modelo siguiente. Yo podría

Terminó en el horror y la muerte Exacto. Entonces creo que es imposible entender a la Concertación sin ese diagnóstico detrás. En función de ese diagnóstico y contrariamente a lo que había sido una crítica bastante fuerte de estos sectores al modelo que instala la dictadura, el modelo en sus rasgos esenciales se mantiene. El propósito es, “vamos a humanizar este modelo que hasta aquí ha funcionado de manera salvaje”. Entonces hay un poco más de sensibilidad hacia los grandes

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“Lo que me gusta a mí de estos nuevos grupos (políticos) es que no priorizan esa visión tecnocrática de la política, sino que aprovechan la crisis para profundizar en su crítica”

dramas sociales que se heredan de la dictadura, se le confiere al Estado una función un poco más protectora que antes. Mirado en términos globales, la propuesta de la Concertación no es de grandes cambios en la política. Apuestan a “nosotros redemocratizamos el país y valorizamos la democracia en sí misma, no como un instrumento en función de otra cosa. Y vamos a hacer lo que sea para que la democracia no vuelva a hundirse en Chile”. Lo cual, quienes vivimos la dictadura, sabemos que no es algo menor, no es indiferente que uno pueda salir a la calle a marchar y no terminar torturado en una mazmorra o muerto. No quiero minimizar ese componente de la política concertacionista. Pero no veo que haya una agenda de cambios más profundos en esa apuesta.

Conducciones visionarias Usaste un concepto clave, que es el de trauma, como este elemento incapacitante; un golpe

tan fuerte, que colapsa la capacidad de reacción y muchas veces provoca actitud defensiva y de miedo, de no dar ese paso siguiente. ¿Qué pasa con las nuevas generaciones, que superan este trauma y se integran de otra manera a la política? Estas generaciones nuevas no cargan con la mochila de cosas que no vivieron y de las cuales no fueron responsables, lo cual les da una postura más valiente, más desprejuiciada y más frontal para hacerse cargo de los problemas que a ellos les va a tocar resolver como generación. Hay una entrevista que diste el año pasado, donde te preguntaban para qué servía la historia como disciplina. Y tu respuesta fue: la historia, su gran utilidad, es que de alguna manera desnaturaliza aquello que se considera que es así. Y de hecho usaste el ejemplo del que va a la marcha contra las AFP. Alguien que sale a la calle a protestar en contra de un sistema que está instalado hace cuarenta años es alguien que cobra concien-

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cia de la historicidad, que actúa sabiendo que la historia existe y las cosas son de cierta manera, pero pueden ser cambiadas también. El tema de las AFP es algo muy central porque no es algo que se vaya a resolver muy fácilmente. Porque en las AFP no solo está comprometido el tema de la previsión personal de cada uno de nosotros, sino que sobre ellas descansa en gran medida el modelo económico. Entonces meterse con eso implica provocar reacciones muy fuertes de los más poderosos, que no van a desentenderse de esa estructura así, tan fácilmente. Claramente para lo que se creó ese sistema, discursivamente, que fue para mejorar nuestras pensiones, no está ocurriendo, más bien al contrario. Estas generaciones más jóvenes dicen, “bueno, si no está funcionando hay que cambiarlo”. Y se atreven a decirlo con mucha más fuerza y prestancia de lo que tal vez tendrían si cargaran con el peso del trauma de la dictadura. Las motivaciones son muy distintas. No es yo quiero arreglar mi propia situación previsional, sino que

“yo quiero arreglar el país”. Y eso tal vez implique meterle mano a engranajes mucho más serios que lo que se podría hacer a través de cambios cosméticos. Yo sé que los historiadores no estamos para hacer predicciones. Pero no tanto como predicción, sino como análisis: ¿cuáles podrían ser las posibles salidas para el momento en que estamos ahora? ¿Una salida populista, revolucionaria, o una reformulación de este sistema y estos grupos en el poder? Una de las características fundamentales de la historia es que uno nunca sabe lo que va a pasar mañana ni menos pasado mañana. Hay una anécdota maravillosa de Herbert Hoover, el presidente norteamericano en 1929, que el día antes de la quiebra de la bolsa de Nueva York decía: “el capitalismo está más fuerte que nunca y el futuro va a ser de miel sobre hojuelas hasta donde puede ver la predicción humana”. Y al día siguiente quiebra la bolsa y entra el capitalismo en una de sus crisis

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“Estas generaciones nuevas no cargan con la mochila de cosas que no vivieron y de las cuales no fueron responsables, lo cual les da una postura más valiente, más desprejuiciada y más frontal para hacerse cargo de los problemas que a ellos les va a tocar resolver como generación”

más prolongadas. Uno nunca sabe lo que va a pasar. Uno puede imaginarse escenarios en función de lo que ha pasado anteriormente, yo creo que todos esos son posibles, tal vez menos el revolucionario en este minuto. Hay un escenario, el más catastrófico, de caos total: que el sistema entre en una especie de empate catastrófico de largo plazo y caigamos en situación de desgobierno y desintegración político y social aguda. Que es un escenario posible y con el cual los sectores gobernantes asustan a la población. Está el escenario populista, que es muy peligroso porque uno no sabe en qué puede terminar. Por definición no tiene una propuesta programática clara.

la política chilena. Lo que veo como más remoto, y desde mi punto de vista es triste, es la salida revolucionaria. Porque en una revolución se tira toda la carne a la parrilla y eso implica que segmentos grandes de la sociedad estén dispuestos a emprender esa aventura. Si en Chile hubo una experiencia como la de la UP, que contó con apoyo social masivo, fue en parte porque muchas personas se creyeron el cuento y dijeron, “esto sí puede pasar y por lo tanto yo me la voy a jugar”. Y se sumó a eso que lo que Allende prometió fue que la revolución se iba a hacer sin grandes costos, se iba a hacer pacíficamente y por la vía institucional.

Y tiende a definirse por la negación. Vamos a terminar con la corrupción, pero ¿por qué la vamos a reemplazar? Y se asocia a figuras carismáticas que concentran mucho poder y es bien peligroso. Yo tirito todos los días cuando veo lo que está pasando en Estados Unidos. No hay cómo prever lo que puede hacer el gobierno de Trump. Está la salida más sistémica que es decir “vamos a parchar algunas de las cosas que están funcionando más mal, pero sin comprometer los pilares fundamentales del sistema”. Que es un poco lo que ocurrió en los ‘20 y los ‘30. Cuando uno usa la palabra parche puede sonar un poco peyorativa, pero esos fueron parches importantes y que funcionaron. Para asumir esa salida se requieren conducciones bastante más visionarias que las que estamos viendo actualmente en nuestro país. Finalmente lo que pasó en los ‘20 y los ‘30 fue que hubo grupos que fueron capaces de decir, “si queremos resolver esta crisis en serio, tenemos que exponernos a un cierto grado de pérdida y dolor. Y vamos a tener que enfrentar intereses creados muy poderosos que se van a defender”. Esas conducciones más visionarias yo no las veo en este minuto en

Para cerrar, ¿qué opinas de estos nuevos grupos políticos que tienen antecedentes de los años noventa, como la SurDA, pero que han venido a hacer relecturas del escenario político, que no se identifican con el duopolio y que están tratando de levantar alternativas de izquierda? ¿Crees que puedan tener un rol relevante en esa crisis? Yo me alegro que existan esos grupos y se esté debatiendo en serio en este país la refundación de la política, que es la única forma por la cual vamos a salir de la crisis. En una crisis hay que tomar el timón y moverlo hacia algún lado, si no vamos a seguir dándonos vuelta en lo mismo. Lo que me gusta a mí de estos nuevos grupos es que no priorizan esa visión tecnocrática de la política, sino que aprovechan la crisis para profundizar en su crítica. Es bueno que se empiece a plantear en serio que hay un modelo que tiene ciertas características que no son saludables para la convivencia social, por lo tanto no se va a resolver la crisis de verdad si no se hacen transformaciones profundas. Y que eso se empiece a debatir y a hablar en serio creo que es de las pocas cosas positivas que vemos en el momento político del país.

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Columna SIN BRÚJULA POR SOFÍA CORREA SUTIL Historiadora, Facultad de Derecho Universidad de Chile

Posiblemente no ha habido época en la historia de Chile independiente en la que sus contemporáneos no sintieran con profunda angustia que estaban viviendo una crisis intensa en todo sentido. No es que esta constatación venga a relativizar la actual crisis que nos tiene atribulados, puesto que cada experiencia histórica es única e irrepetible. No obstante, quizás la radicalidad de la actual es que probablemente ella está dando cuenta del fin de una época histórica, e incluso del fin de una civilización, sin que sepamos qué la reemplazará. Pienso que vivimos el fin de una civilización, por muchos signos que se pueden observar. Por de pronto, no es nada novedoso constatar el enorme impacto que el desarrollo tecnológico ha tenido en los modos de relacionarnos y concebir la vida en el planeta. Las formas contemporáneas de comunicación digital no sólo han transformado la cotidianeidad, la convivencia social y familiar, las relaciones entre generaciones, la privacidad, sino también la manera en que nos situamos ante el tiempo y el espacio, al romper, con su instantaneidad, experiencias milenarias de la humanidad. La constatación de que todos los instrumentos que forman parte de la existencia contemporánea, que nos son imprescindibles para relacionarnos, están ya desde su inauguración en proceso vertiginoso de descarte por otros medios más avanzados tecnológicamente, constituye la base de la arraigada convicción de la inevitabilidad del deshecho, del abandono de lo que otrora fuese valioso, que también es una experiencia humana inédita. Más aún, si hasta ahora el misterio de la vida permanecía oculto y despertaba nuestro asombro, el desarrollo de la ciencia ha llegado al punto de la clonación de la vida, abriendo posibilidades que quisiéramos ni imaginar. Estos son sólo algunos ejemplos que nos hablan de un cambio de civilización, en la que estamos inmersos y que no sólo exige nuestros ma-

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yores esfuerzos para adaptarnos, sino también nos despierta temores, angustias y dudas profundas. Situándonos en una temporalidad más corta, podemos percibir un cambio de época que afecta las dimensiones políticas, sociales, culturales. Viene a ser reiterativo volver a tratar el gravísimo problema de la falta de confianza en las instituciones que sostienen el tejido democrático, por de pronto el Congreso Nacional, el poder judicial, la representación ciudadana, los partidos políticos. Quienes intentaron remontarla apostando por fórmulas de democracia directa, se toparon con el Brexit y con el rechazo a los acuerdos de paz en Colombia; el peligro del nacionalismo xenófobo en Europa se combinó con la elección de Trump de la mano de la nueva y perversa fórmula de la post-verdad. Ya no vale ser veraz, sólo importa tener impacto comunicacional, esa es la lección que ya tiene aprendices locales. ¿Y por qué mirar todo desde la vereda impoluta del observador lejano? Lo que pasa en las universidades es tal vez el peor escenario de esta crisis chilena que se desenvuelve en múltiples y diferenciados niveles. Así como algunas pertenecen a grandes consorcios internacionales dedicados al negocio de la educación, hay otras cuyas ganancias financiaron partidos políticos, y están las que han quebrado dejando a los alumnos en el limbo. Así como hay universidades privadas donde no es posible reprobar alumnos/clientes, hay universidades públicas que controlan el uso del tiempo de sus académicos. ¿Estamos viendo la paja en el ojo ajeno, ignorando la viga en el propio? Queda por llamar la atención hacia las tendencias totalitarias que se han apoderado de algunos núcleos de la Universidad de Chile, donde lo que no está en sintonía con sus criterios, es pulverizado. Fue por una profesora de una universidad privada como me enteré que Gabriel Salazar se había ido de la Facultad de Filosofía y Humanidades de la Chile. La historia es conocida, no su desenlace. Salazar salió en defensa de profesores de Historia acusados de acoso sexual, con quienes había compartido sufrimientos y persecuciones durante la dictadura. Si bien conozco a algunos de los acusados y éstos

“Lo que pasa en las universidades es tal vez el peor escenario de esta crisis chilena que se desenvuelve en múltiples y diferenciados niveles. Así como algunas pertenecen a grandes consorcios internacionales dedicados al negocio de la educación, hay otras cuyas ganancias financiaron partidos políticos, y están las que han quebrado dejando a los alumnos en el limbo”

me resultan detestables desde hace años, sus actuaciones, despreciables, y las acusaciones, nada sorprendentes, no me cabe duda que Salazar tiene el derecho de defenderlos. Pero no fue así. Quien fuera el maestro endiosado esta vez habló en disonancia con los espíritus totalitarios, y recibió una andanada de fusilería verbal. Pacientemente respondió explicando su posición, pero la condena había sido emitida y no hubo espacio cordial para las discrepancias. Ante la imposibilidad de compartir un espacio universitario común, de acuerdos y diferencias, respeto y consideraciones, Salazar se fue. En las universidades chilenas anida lo peor de la crisis actual, porque encarna la crisis de sentido, de convivencia, de racionalidad, y ya ha llegado a la Universidad de Chile, envenenando su presente e hipotecando su futuro.

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El 27 de junio se cumple un año de la implementación de la Ley de Etiquetado de Alimentos

OBESIDAD: LA CURVA QUE CHILE NO HA LOGRADO BAJAR A Chile le ha ido mal en la prevención del sobrepeso. De eso saben quienes han estudiado y seguido de cerca el proceso acelerado de lo que ha sido denominado como epidemia a nivel mundial y que tiene como población más vulnerable a la infancia. Ad portas de cumplirse un año de la implementación de la Ley de Etiquetado, la misma que ha puesto en jaque el potencial de innovación de la industria de alimentos, el Instituto de Nutrición y Tecnología de los Alimentos de la U. de Chile amplía el concepto de seguridad alimentaria para exigir frente a este escenario ya no derecho a la alimentación, sino derecho a una de calidad en términos de nutrientes y educación para acceder a ella. POR MARÍA JESÚS IBÁÑEZ / FOTOS INTA/PHOTODUNE.NET / ALEJANDRA FUENZALIDA

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Niños cada vez más grandes, así podría describirse la actual postal de la infancia en Chile, donde uno de cada cuatro niños entre cinco y siete años sufre de obesidad y un 26,4% tiene sobrepeso. Se trata del escenario del segundo país en la región que más alimentos ultraprocesados consume -con un promedio anual per cápita de 201,9 kilos-; o del país que de líder en la superación de la desnutrición infantil pasó al primer escaño en sobrepeso de América Latina. La franja larga y angosta al extremo sur de la región hoy tiene 11 millones de personas, el 63% de la población, con malnutrición por exceso de alimentos. De acuerdo a la última Encuesta de Consumo Alimentario, sólo el 5% de los chilenos come de manera saludable; la dieta del 95% restante se caracteriza por exceso de energía, de grasas saturadas, azúcares y sodio. Visto desde la nueva Ley de Etiquetado que rige en Chile desde junio del 2016, la canasta familiar nacional se compondría principalmente por alimentos marcados con octágonos negros y la palabra “Alto en”. Son diversos los factores socioeconómicos asociados al estilo de vida de los chilenos que dificultan la adherencia a las pautas nutricionales recomendadas para mantener una vida saludable, explican desde el Instituto de Nutrición y Tecnología de los Alimentos Doctor Fernando Monckeberg Barros (INTA). “Se han mecanizado los trabajos, ya casi no nos transportamos a pie y pasamos la mayor parte del día sentados. Hemos cambiado drásticamente el consumo de alimentos naturales por la comida procesada y ultraprocesada alta en energía”, explica Camila Corvalán, doctora en Nutrición e investigadora en el Centro de Prevención de Obesidad y Enfermedades Crónicas del INTA. A esto se suma el actual vacío de educación alimentaria en los colegios, la inferior disponibilidad de alimentos naturales en el diario vivir de la población, principalmente urbana, y el costo muchas veces más elevado de la comida saludable.

“Frente a estos escenarios hemos de reinstalar el concepto de ‘seguridad alimentaria’. Es decir, no es solo derecho a la alimentación, es derecho a una de calidad. No es superar el hambre, porque hoy día casi no tenemos el hambre en Chile, lo que tenemos es un problema de acceso a alimentación de calidad en términos de nutrientes”, dice Corvalán. Las actuales guías alimentarias indican que la mayor parte de lo que debe comer una persona son alimentos naturales (frutas, verduras, semillas, legumbres, etc.) y no más de un 10% de alimentos elaborados. Un número lejano a la realidad nacional, donde ya para el año 2000 los chilenos gastaban un 60% del presupuesto familiar mensual en alimentos procesados. Si ya esa cifra es preocupante, atender a la composición nutricional de estos productos líderes en las cocinas chilenas lo es más. “Aproximadamente el 80% de éstos no habría pasado la prueba de la nueva ley de Etiquetado de no ser porque parte de la industria optó por reformular su producción”, cuenta la investigadora. Todo alimento alto en azúcares, sodio, grasas saturadas y/o calorías hoy exhibe un octágono negro con la palabra “Alto en…” que a la fecha se ha hecho reconocible para la mayoría de los chilenos, dada su aparición en gran parte de los alimentos envasados. Éste es uno de los tres grandes ejes en los que trabaja la Ley 20.606, que comenzó a regir a partir del 27 de junio del 2016. Los otros dos apuntan a la restricción de marketing de estos productos en menores de 14 años y a la prohibición de su venta y publicidad en los establecimientos educacionales. A nueve meses de su implementación, los ojos están sobre esta legislación tanto nacional como internacionalmente, puesto que Chile es el primer país en implementar la estrategia de desincentivar el consumo de alimentos a través de

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Las actuales guías alimentarias indican que la mayor parte de lo que debe comer una persona son alimentos naturales (frutas, verduras, semillas, legumbres, etc.) y no más de un 10% de alimentos elaborados. Un número lejano a la realidad nacional, donde ya para el año 2000 los chilenos gastaban un 60% del presupuesto familiar mensual en alimentos procesados logos. “Lograr que se instalen acciones que regulan lo que ocurre sobre las industrias es súper difícil, y más aún en una estructura como la nuestra, donde existe una economía de libre mercado. La gran pelea de la implementación de la ley era entre economía y salud”, explica la investigadora.

Desarrollo (VID), en conjunto con las universidades Católica de Chile, Andrés Bello, de Talca y de la Frontera; y las fundaciones Chile y Fraunhofer, CeTA forma parte del Programa “Fortalecimiento y Creación de Capacidades Tecnológicas Habilitantes para la Innovación” de Corfo.

La industria es un terreno y un factor que está presente en el ambiente alimentario de la población y lo seguirá estando a raíz del estilo de vida de país desarrollado hacia donde avanza Chile. Ante ese escenario, la apuesta es a que la oferta de alimentos saludables no quede fuera de este sector que, desde la mirada interdisciplinaria de expertos, debe comprometerse con la innovación de sus productos. Y ahí una de las aristas claves del primer Centro Tecnológico para la Innovación en Alimentos (CeTA) en Chile, en el que trabaja la Casa de Bello.

El Centro Tecnológico busca trabajar en tres grandes ejes: mejorar los procesos industriales, los ingredientes de los alimentos y los empaques de estos, todo con el fin de garantizar el sello saludable. Esto a través de la implementación de plantas pilotos que permitirán que el sector productivo, principalmente Pequeñas y Medianas Empresas que no suelen contar con plantas, puedan acceder a la innovación y a la materialización de estas reformulaciones mediante el desarrollo y escalamiento comercial de nuevos ingredientes y alimentos saludables.

Plantas piloto para la innovación alimentaria

Edgardo Santibáñez, director de Innovación de la VID, destaca los beneficios en cuanto al desarrollo económico de Chile en el sector alimentario, que representa el 25% del PIB y es el segundo más importante en exportación después del cobre. “Nosotros exportamos materia prima con poca agregación de tecnología de mayor valor o mayor sofisticación, entonces la idea es avanzar en eso. Esto no es renunciar a exportar recursos naturales, ya que estos son una buena base para sostener el desarrollo económico. Sino que es desarrollar estas otras tecnologías con el fin de llegar a otros mercados, satisfacer otras necesidades y aumentar el valor generado por nuestra fuerza de trabajo y nuestros recursos”.

De acuerdo a un estudio encargado en 2007 por el Consejo Nacional de Innovación para la Competitividad, Chile carece de plantas piloto especializadas en el desarrollo de nuevos productos. Es decir, existe una falta de infraestructura y equipamiento tecnológico para la reformulación de alimentos que no se ajusta con las necesidades del país. Esto hasta el 2015, cuando la Corporación de Fomento de la Producción (Corfo) entregó 9.700 millones de pesos para crear el primer Centro Tecnológico para la Innovación en Alimentos (CeTA): un proyecto de alcance nacional que permitirá aumentar la disponibilidad de alimentos saludables junto con potenciar las exportaciones del sector agroindustrial. Ejecutado por la Universidad de Chile con la participación del INTA, las Facultades de Ciencias Agronómicas, Ciencias Veterinarias y Pecuarias, Ciencias Químicas y Farmacéuticas con la coordinación de la Vicerrectoría de Investigación y

La necesidad de una política estatal De acuerdo a la OMS, la obesidad ya es una epidemia. Una que trae consigo una serie de enfermedades crónicas no transmisibles y de origen nutricional que hoy generan particular preocupación dada la aparición temprana en la población. Enfermedades que surgían después de los 50 años hoy

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Según Edgardo Santibáñez, el objetivo de CeTA es “desarrollar estas otras tecnologías con el fin de llegar a otros mercados, satisfacer otras necesidades y aumentar el valor generado por nuestra fuerza de trabajo y nuestros recursos”

lo hacen en menores de 10: la diabetes mellitus tipo 2, asociada a la obesidad, y los factores de riesgos cardiovasculares como el colesterol alto y la hipertensión, entre otras. “No es exagerado decir que vamos a tener una población adulta joven enferma”, señala Verónica Cornejo, directora del INTA. “Hoy día los niños conocen los alimentos en los supermercados y no tienen idea de que existen plantaciones, cómo son, en qué regiones se producen, en qué condiciones, quiénes son los que trabajan para producirlos, en fin, todo un tema de educación que llega, por supuesto, a la salud humana, y que hoy no existe. Entonces pienso que es un asunto complejo, integral y continuo que hoy debe plantearse así. Y en esto el Campus Sur de la U. de Chile tiene las herramientas y estamos de acuerdo en ese enfoque transversal”, afirma el Decano de la Facultad de Ciencias Agronómicas, Roberto Neira.

Desde ahí el INTA también pone una mirada crítica sobre la ley 20.606 que radica en entender que ésta es sólo un primer paso al que le faltan asuntos claves como la educación alimentaria. “Es una muy buena iniciativa. Nosotros consideramos que había que hacerlo y había que apoyar. Sin embargo, también creemos que detrás de esto tiene que haber una implementación que permita conocer el porqué de estas acciones a la gente, por qué no elegir algo que dice ‘Alto en sodio’ y por qué comer saludable. Y eso es educación. Si no hay educación detrás no te sirve de nada”, afirma Cornejo. Nelly Bustos, nutricionista e investigadora del INTA, explica los alcances de la educación alimentaria, especialmente cuando la población más vulnerable está en la infancia. “Estamos generando políticas públicas, programas y normativas, pero seguimos sin tener una educación alimentaria obligatoria en los colegios que permita que niños y niñas generen estilos de vida saludables”. En ese sentido, la directora del Instituto explica que para lograr ocuparse de los distintos factores del ambiente alimentario de la población se requiere de una política de Estado capaz de desarrollar un trabajo articulado y colaborativo de los distintos ministerios que se necesitan: Agricultura, Salud, Educación, Desarrollo, Deporte, Hacienda y Relaciones Exteriores, entre otros. “El asunto se ve de forma bastante distinta a como se veía antes, de que cada quien trabajaba en su especialidad. Hoy estamos en un proceso en que la necesidad y la consciencia pública nos está empujando a un cambio de paradigma”, advierte Neira.

Nelly Bustos explica los alcances de la educación alimentaria, especialmente cuando la población más vulnerable está en la infancia. “Estamos generando políticas públicas, programas y normativas, pero seguimos sin tener una educación alimentaria obligatoria en los colegios que permita que niños y niñas generen estilos de vida saludables”

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CRÍTICA DE LIBROS

La escritura como práctica de resistencia en Brian, el nombre de mi país en llamas de Diego Ramírez poeta que narra y articula el volumen. Esta última figura, es asimilable a la de un sujeto testimoniante que asume la resistencia en su día a día y remarca la ausencia de utopía. En medio del torbellino neoliberal, Diego, el amante, el poeta, el narrador, la voz lírica, aún desea, entre otras cosas, que Brian tuviese una utopía.

El año 2008, la editorial Moda y Pueblo publicó por primera vez, en fotocopias y corcheteado al modo de un fanzine, la primera versión de Bryan, el nombre de mi país en llamas. Ocho años después, editorial Ceibo presenta una versión ampliada de este libro donde se reproduce el volumen original hasta la página 150. A partir de allí y hasta el final, se despliega la ampliación, lo nuevo de esta publicación titulada ahora, Brian, el nombre de mi país en llamas (Santiago, 2015, 256 páginas). Estamos ante un libro donde se asume “La rabia como campo de batalla” (Ramírez, 23). La diversificación de géneros es asumida, entonces, como parte de una politicidad que exige la convivencia de la crítica cultural con la poesía, la narrativa y subgéneros como el diario de vida, el correo electrónico, el chat, la nota periodística, el discurso político. A lo anterior, se suma la presencia de una diversidad de huellas estéticas, entre las que destacan las de Lemebel, Perlongher, Puig, Eltit, Ginzberg, Pasolini, Allende o la del chico o la chica que lucha en la calle contra las fuerzas represivas. Se trata de tal forma, de un texto híbrido, en diálogo rabioso con

POR PATRICIA ESPINOSA Académica y crítica literaria, Instituto de Estética, PUC.

el contexto literario y social chileno y fundamentalmente con la historia del país. Por esto, la escritura de Diego Ramírez se resiste a la normalización, ya sea del género, del olvido o de la indiferencia post utópica. Esto incide en la conformación de una escritura-archivo o poesía-documental que registra tanto la historia nacional como la historia de Brian y del

El hablante-poeta y testimoniante, que presenta esta escritura, constata un lugar pluralizado de resistencia, deslizándose desde la heroicidad épica a la heroicidad menor y la escritura fragmentaria. Por lo mismo, el poeta señala que escribirá un libro con Brian, figura que opera como una ausencia que el texto presencializa. Es así como surgen las voces de dos sujetos y dos resistencias, Brian y Diego, que también pueden constituirse como dos caras de una misma entidad. Sin embargo, es la voz del poeta Diego la que manifiesta la finalidad última de la escritura: exponer una historia amorosa, una historia de desamor, una genealogía del deseo y la enfermedad, pero también reescribir la historia del país, desde un registro personal e íntimo. La escritura, por tanto, será un dispositivo de visibilización de la disidencia o del desacuerdo

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La escritura de Diego Ramírez se resiste a la normalización, ya sea del género, del olvido o de la indiferencia post utópica. Esto incide en la conformación de una escritura-archivo o poesía-documental que registra tanto la historia nacional como la historia de Brian y del poeta que narra y articula el volumen

201). El poeta, en esta cita alude a Daniel Zamudio, joven asesinado por su diferencia, en Santiago de Chile, en marzo de 2012, por un grupo de neonazis, pero también se cita al colectivo de escritores, su colectivo en términos generacionales. Entonces dice: “Nadie me sorprende en este país, por eso dejé de leer, mi amor, los amigos, los enemigos, los poetas, todos escriben sin riesgo. Nadie quiere perder un poquito de fama cuando escribe. Nadie quiere temblar de miedo cuando escribe. No quiero leer más el desesperado exitismo existencial de los escritores” (Ramírez, 243). Esta feroz crítica al campo literario distingue la falta de riesgo, el predominio del exitismo, la voluntad de quedar bien con los poderes de turno, o en definitiva, la hegemonía retórica patriarcal.

entre la ideología de la voz enunciativa y su propuesta estética. Es posible, entonces, advertir en esta escritura una política de la resistencia. Así el texto señala: “y qué hacer con la rabia, / qué hacemos con nuestra hermosa rabia. / Entonces aparecen los gestos de romanticismo /como la forma necesaria de escribir /encima de este país larguito y tan carente como usted y sus dominaciones” (Ramírez, 34). Para luego agregar: “eres mi ciudad, mi nombre y mi deseo” (Ramírez, 51). Tres ejes, contexto (geográfico-país), sujeto y deseo, que permiten la relación entre estética de la política y política de la estética que, tal como señala Rancière, constituyen la manera en que las prácticas y las formas de visibilidad del arte intervienen en lo real, reconfigurándolo, recortando espacios y tiempos, sujetos y objetos, lo común y lo particular (Cf. Rancière, Jacques. El reparto de lo sensible. Santiago: LOM, 2009, 62 p.). Es, precisamente, el privilegio de la función política en la escritura de Ramírez la que permite la movilización constante de formatos escriturales, voces y discursos orientados a reconfigurar el paisaje poético, histórico, amoroso, a fin de cuentas, ideológico.

afirmación del yo: “Mi país es mi historia, / mi país es mi nombre, / mi país es el único responsable/ directo y radical/ de todo lo que hacemos/ cuando estamos juntos” (Ramírez, 105). De tal modo, el país es la historia del narrador-poeta, y el país es su nombre, el país es el responsable de lo vivido por Brian y el poeta, entonces, por extensión, el poeta mismo, en tanto país, es el responsable de su historia con Brian.

Elaborar un texto que constantemente se define y niega su definición resulta un ejercicio mayor; sin embargo, hay un foco inamovible: Brian, que opera como detonante de la memoria. Así el texto dice: “Brian, eres lo que estaba buscando, tú eres mi única forma de poder contar la historia de mi país” (Ramírez, 91). El narrador-poeta atribuye a su país la condición de: “único culpable en esta tragedia que le escribo/ y que le cuento con detalles/ y con borrones, es mi patria” (Ramírez, 105) para luego añadir al signo de origen la discursividad amorosa y de

Es necesario señalar, además, que Diego Ramírez también nos expone un manifiesto sobre la resistencia, el modo de hacer política, ejecutar la pequeña y gran revolución. La correlación de fuerzas implicará, entonces, un nuevo pacto, una adopción de la escritura desde la implicación del sujeto con su biografía y la hegemonía de control. Así nos dice: “Nuestra generación prefería escribir con las manos limpias /para no despertar con un poema nacional socialista/ dibujado con sangre en el pecho/ de un chico abandonado y caliente, / abandonado y feliz” (Ramírez,

Ramírez desestabiliza con violencia el lugar del poeta, la condición de poeta, la falta de heroísmo, la espectacularización de la intimidad. La ruina, entonces, se instala, de manera total. El hablante desbarata todo aquello que había construido, dejando solo en pie la ética de la denuncia y el deseo que sostiene la utopía de cambio: “Quizás, por eso somos todavía una esperanza a ese deseo. Pensarnos mucho más pobres y solos que las lógicas del mercado homosexual, porque siempre hay una lógica casi heroica que nos hace transitar hasta otra zona, una fuga, como el fluido, como el cariño” (Ramírez, 172). Brian, el nombre de mi país en llamas, perturba con el exceso y la sutileza, con su lirismo preciosista, pero también duro, rabioso, enfático y confuso en la exposición de la pequeña y gran batalla de la sobrevivencia, desde una ética personal, menor, la cual solo puede acontecer en la escritura, porque en el orden sistémico han sido y serán expulsados por su pobreza, su diferencia de género y sus formas de resistencia.

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CRÍTICA DE LIBROS

La luminosidad flúor y sus contrastes en blanco y negro

POR NELLY RICHARD Académica y Teórica del Arte

Al decir “el ego es un error” y al decirlo entre dos sin que sepamos quién es quién, Jorge Díaz y Johan Mijail violan el sello individualista y privatizador del sujeto que defiende la tradición humanista-burgués y la doctrina neoliberal. Lo tachan como una fatal errata del sistema de coordenadas que define el yo (lo propio) como algo inexpropiable. Jorge Díaz y Johan Mijail resuelven de partida orientar sus talentos creativos y su inteligencia crítica hacia el más que uno y, sobre todo, hacia el más que dos, es decir, hacia lo inabarcable de una suma de varios, de muchos, que empuja colectividades enteras hacia lo múltiple-excedentario. Así funciona el Colectivo Universitario de Disidencia Sexual, CUDS. Escribir entre dos es una primera zona de pasaje y travesías hacia un colectivo universitario, una tribu nómada, una asociación ilícita, una junta de vecinas, una organización comunal, una federación autónoma, una sociedad de socorros mutuos, una comunidad anarcobarroca. Jorge Díaz y Johan Mijail se pronuncian fervientemente contra la clausura binaria (hombre-mujer) y también “contra

la línea recta”. Apuestan a lo desviante -a las sinuosidades y oblicuidades del cuerpo y de la letra- para salvarse de la tiranía de lo mayoritario que nos aplasta con sus mezquinos promedios de conformidad y obediencia. Los textos de este libro entran en la categoría de lo promiscuo, nacidos de disímiles formatos editoriales: “poemas, fragmentos de ponencia o columnas en periódicos, partes de e-mails, estados de Facebook, críticas activistas, declaraciones de amor, pequeños ensayos contra-académicos”. Esta promiscuidad de registros sueltos transgrede la unidad de estilo como sagrada convención literaria. “Promiscuidad” es también en este libro, la mezcla de campos de saberes, artesanías, técnicas y militancias (la biología, la poesía, la performance, el feminismo, etc.) que se rebelan contra la jerarquía de algún dominio de conocimiento más legítimo u autorizado que otros. Uno de los capítulos del libro se llama “feminismos y disidencia sexual”. Me gusta –me importa- el sentido reconocimiento de Díaz y Mijail hacia “los feminismos” como saberes negados -aprendidos de

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otras y reinventados por ellos- que liberan a cuerpos y experiencias de los condicionamientos de lo masculino. El libro nunca abandona el cuestionamiento antipatriarcal de la sexualidad dominante, a diferencia de una cierta literatura queer* que se apresuró en considerarlo superfluo. Esta insistencia y persistencia de la CUDS y de este libro en defender la memoria feminista debe ser relevado localmente como un acto de resistencia crítica a las modas hemisféricas de lo queer: unas modas que han disuelto el referente político-conceptual del feminismo en la exagerada fluidez de sus corrientes “trans”. Este libro kuir -con la deformación ortográfica de un vocablo re-acentuado desde el Sur- no tiene pudor sino más FICHA: bien orgullo en reclamarse del feminis“Inflamadas de retórica: escrituras mo, a diferencia de lo que sucede con promiscuas para una tecno-decolonialidad” el movimiento gay o bien, en el campo Jorge Díaz y Johan Mijail. académico, con los programas de esEditorial Desbordes, tudios de género que lo omiten o desColección escrituras del desastre cartan por considerarlo extemporáneo. 2016 Aquí todo lo contrario: los feminismos son reivindicados por Jorge Díaz y Johan Mijail en la dimensión formativa y conectiva de sus enlaces de identidad: unos enlaces transcorporizados pero nunca deshistorizados. Yo comparto con am“Este libro sigue confiando en los artificios de bos autores –además de la reivindicación la creatividad barroca y anarca, para transfigurar feminista- su afiebrado gusto por el hambres y miserias escribiendo sus llagas y quiebre escritural, los estigmas con letras de neón” desmontajes performáticos, la fragmentación de los géneros, las disyunciones identitarias como salidas de libreto que atentan contra la norma, la normalidad y la normatividad de lo sexual y socialmente prescrito. Adhiero a su poética fronteriza de la desubicación y del atra-

*“Queer” alude en inglés a un insulto hacia homosexuales, lesbianas y trans. En los años ‘90 la academia norteamericana tomó esta palabra y comenzó una serie de

vesamiento. Pero celebro sobre todo el modo en cómo este libro intercala en el desfile queer de las poses de catálogo, la inquietud de sus existencias frágiles, la amargura de sus dramas cotidianos, la oscuridad de una pena negra, los residuos y cicatrices de daños y perjuicios en sus vidas de todos los días. En un hermoso fragmento del libro, Jorge Díaz y Johan Mijail hablan del flúor como de un “átomo electronegativo” cuya “nube electrónica no está completa”. Una nube, entonces, cuyo fulgor depende siempre de la interacción con otros tipos de energías para que resalte la artificialidad de su co-

seminarios académicos donde resultó la llamada “teoría queer”. Hoy es una disciplina más dentro de la institución académica, muchas veces alejada del activismo.

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“Jorge Díaz y Johan Mijail se pronuncian fervientemente contra la clausura binaria (hombre-mujer) y también “contra la línea recta”. Apuestan a lo desviante -a las sinuosidades y oblicuidades del cuerpo y de la letra- para salvarse de la tiranía de lo mayoritario que nos aplasta con sus mezquinos promedios de conformidad y obediencia”

lor. Esta bella metáfora de la fluorescencia como negatividad radical (la escritura, el feminismo, la teoría, el activismo) que se ornamenta dentro del libro adquiere todo su esplendor en el preciso contraste con el afuera de su portada: el monocromo del blanco y negro fotográfico con su señalética facial de la sospecha. La portada del libro de Jorge Díaz y Johan Mijail nos hace saber que sus autores saben que la visualidad de los cuerpos diarios –castigados, mortificados- no está hecha de pura luminiscencia o fosforescencia. La artificialidad de un color-metáfora (el flúor) se exacerba aquí gracias a la severidad contrastante del blanco y negro que actúa, desde la portada, como suplemento de conciencia crítica y social hecho para corregir las evasivas de un cierto desquiciamiento queer que prescinde de cual-

quier dato de realidad para engañarse con la mistificación de puros cuerpos fingidos. Entre frases y frases, este libro desliza las siguientes palabras: “lo queremos todo pero el cuerpo no alcanza para todo”. Esta frase –de la que renegaría la exageración queer- delata una convicción periférica, subalterna, respecto de las condiciones de precariedad y despojo que asedian a los sujetos de la carencia. Pero la gracia - el virtuosismo- del libro consiste en que esta convicción periférica de la precariedad y el despojo no inhibe el recurso lujoso -suntuario- de la acumulación y saturación hiperretóricas que superponen y multiplican vocablos en torno a la falla. Este libro sigue confiando en los artificios de la creatividad barroca y anarca, para transfigurar hambres y miserias escribiendo sus llagas y estigmas con letras de neón. Es

esta puesta en tensión entre, por un lado, la vibración cromática de lo flúor y, por otro, la ética del blanco y negro sujeta al rigor y la escasez la que hace que este libro propague la irradiante electronegatividad de un átomo singular cuyas ondas se transmiten desde la conciencia aguda de lo plural-contradictorio. Un átomo tan singular que opaca el reflejo queer de la academia internacional dejándola sumergida (con todas sus comodidades y desprecios) en la neutralidad de lo grisáceo, sin las vibraciones intensivas que nacen de la contradicción plural entre, por un lado, el mundo fantaseado por los disfraces queer como un mundo enteramente disponible para cualquier extravagancia y, por otro, el mundo hostil de una suma de adversidades (injustica social, explotación y segregación) con el que batallan a diario las vidas precarias.

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Rodrigo Márquez, sociólogo del PNUD:

“A LAS COMUNIDADES TERRITORIALES LES FALTA PASAR DE LA RESISTENCIA A LOS PROYECTOS” Mientras los sucesivos alzamientos territoriales les complican la vida a las industrias emblemáticas del Chile exportador, obligando a un debate sobre los costos sociales y ambientales del modelo, Rodrigo Márquez, coordinador del Informe de Desarrollo Humano del Programa de las Naciones Unidades para el Desarrollo (PNUD), prepara junto a su equipo un nuevo informe que se pregunta por el potencial político de este fenómeno. Un exhaustivo trabajo de campo, apoyado por una amplia red de instituciones regionales, les está permitiendo identificar las limitaciones que enfrenta el “despertar de los territorios” para traducir su rebeldía en fuerza de cambio. Sin una explotación más intensiva de la imaginación y del diálogo, dice Márquez, será difícil destrabar la deteriorada relación entre la sociedad chilena y su modelo de desarrollo. Aquí adelanta algunas claves. POR DANIEL HOPENHAYN FOTOS FELIPE POGA

Los conflictos territoriales y los desastres ambientales han puesto al Estado y a la industria en serios aprietos. ¿Dirías que estamos ante las paradojas del desarrollo o ante una crisis del modelo? –Creo que esas grandes definiciones, si uno se las compra, condicionan la conversación antes de tiempo. Yo diría que estamos ante la necesidad de discutir a fondo sobre el modelo de desarrollo chileno. Discutirlo no implica cambiarlo, podemos dejarlo igual. Algunos dicen “para qué cambiar el modelo si somos el país con mayor desarrollo humano en América Latina”, según datos que se publicaron en marzo. Pero creo que, hasta acá, la discusión sobre el “modelo” se ha circunscrito a los derechos sociales –educación, pensiones, salud– y esa no es toda la conversación. ¿Qué falta? –Preguntarnos cómo estamos produciendo la riqueza. Eso es clave no sólo porque la productividad del país se está estancando, sino porque discutir el modelo por partes no nos da la visión suficiente para imaginar nuevos caminos. Estamos quedando cojos en ese debate. Y al mismo tiempo, si vamos a hablar de las industrias extractivas instaladas en territorios, no hablemos sólo de los conflictos: pensemos cómo lo hacemos virtuoso para generar riqueza, beneficiar a las comunidades y asegurar la sustentabilidad ambiental. Pero los conflictos son la evidencia de que este modelo de producción, desde el punto de vista socioambiental, ha operado con lógicas que ya no sirven. –Pero entonces, ¿por qué lo reemplazamos? Hoy día, el mundo más asociado a los organismos multilaterales está embarcado en la Agenda 2030, con objetivos muy ambiciosos de desarrollo sustentable –que ya no es un tema “adicional”, sino central– y un enfoque potente en los derechos humanos. Y nosotros vamos a publicar este año un Informe de Desarrollo Humano que aspira a entender cómo la politización de

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la sociedad, que ya observamos en el Informe de 2015, se potencia en los territorios y genera cuestionamientos más profundos. Hay actores económicos que se están encontrando con un problema: el territorio ya no es un plano sobre el que pueden llegar y dibujar sus proyectos, ahora hay otros actores capaces de resistirse. El gerente de una gran empresa generadora de electricidad nos dijo: “Hace diez años mi empresa tenía cinco gerencias, cuatro técnicas y sólo una de comunicaciones. Ahora tenemos tres gerencias, de las cuales dos están totalmente dedicadas a las relaciones con la comunidad, y yo dedico el 90% de mi tiempo a eso”. Eso te revela que ahí, en los territorios mismos, se ha empezado a generar una suerte de bloqueo que podría tensionar un alto porcentaje del PIB. Y sabemos muy poco sobre cómo avanzar a una relación virtuosa. Los actores con poder terminan resolviendo sus problemas, pero con costos muy altos para lado y lado. Suena bien decir que el país debe repensar su matriz productiva, pero llevamos un buen rato en eso y nunca damos el paso. –Bueno, es un hecho que nos falta capacidad de pensar para el largo plazo. Las medidas que realmente pueden aportar a ese cambio van a requerir tiempo, y tiempo es lo que menos hemos tenido en la discusión pública reciente. Las promesas te las cobran mañana. Y construir tiempo implica mostrar también los costos de los procesos. Nadie quiere hacerse cargo de esos costos. Porque invertir en ese desarrollo futuro implica resignar un poco de crecimiento para hoy. –Por supuesto, es natural que así sea. Pero si tú me dices “los beneficios los vas a ver en diez años, confía”, es muy distinto si yo confío y te dejo actuar, ajustando mis planes a esa expectativa, que si no creo que ese beneficio vaya a llegar y no te doy respiro. Pero para confiar, primero necesitas sentir que yo estoy pensando en un futuro para todos y no sólo para mí. –Ese es el gran punto. Hemos visto que en el sentido común de las personas hay una diferencia entre el “futuro” como algo que yo construyo y el “cambio” como algo que pasa. No todo cambio es futuro. Le preguntábamos a la gente: “¿Usted cree que las cosas van a cambiar?”. “Obvio que van a cambiar, siempre me las están cambiando”. “Me las están cambiando” es un giro lingüístico que

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“Hay actores económicos que se están encontrando con un problema: el territorio ya no es un plano sobre el que pueden llegar y dibujar sus proyectos, ahora hay otros actores capaces de resistirse”

la gente no usa en vano, “me cambiaron el transporte público y me tuve que adaptar, me cambiaron el sistema de pensiones, el de salud, me cambian todos los días las cosas”. Cuando se producen esos conflictos en los territorios, las comunidades alegan que alguien vino y transformó las cosas sin preguntarle a nadie. Bueno, ¿cómo hacemos para construir decisiones más colectivas que sean sentidas como propias, que construyan “futuro” y no solo “cambio”? ¿Cómo hacemos? –No parece haber otro camino que imaginar nuevos espacios de deliberación política. Y claro, ahí te vas a topar con muchas cortapisas: concentración del poder, regulaciones institucionales, falta de tiempo, imaginarios en conflicto. Hoy la concentración del poder afecta incluso a la innovación privada. Tenemos mercados muy concentrados y aquellos que deciden emprender se ven obstruidos por grandes grupos que no tienen ningún interés en que eso cambie. Hay mucha energía de transformación productiva en actores de menor tamaño que está taponeada por los de mayor poder. Y además de desconcentrar poder, ¿crees que necesitamos volver a tener una política industrial? –Bueno, muchos están planteando eso, y otros se oponen porque sería meterle mano al mercado. Yo no creo en las recetas únicas, a distintos países les han funcionado distintas recetas. Pero ni los países más capitalistas del mundo han hecho sus apuestas de desarrollo sin algún tipo de política industrial, y eso hay que tenerlo claro: el mercado no se va a autorregular en esa dirección. O lo hará en muchos años, con ya mucho perjuicio ambiental y social. No quiero ser tremendista porque los fenómenos sociales suelen radicalizarse menos de lo que uno supone, pero si queremos, por último, velar por la sustentabilidad ambiental, entendamos que esto no va a cambiar solo. Los incendios forestales reinstalaron con fuerza este debate. –Es que el territorio es como el agua para los peces: lo vemos cuando alguna disrupción nos recuerda que estamos en un lugar, que somos distintos actores compartiendo un territorio y lo que uno hace repercute en el otro. Por lo mismo, gestionar la recuperación después de la emergencia es una buena oportunidad para pensar el desarrollo y quizás construir algo diferente, con una orientación compartida al menos por la mayoría.

Vuelven a aparecer las personas en el mapa. –¡Claro, si esto les tiene que servir a las personas! El enfoque de desarrollo humano no es contra el crecimiento económico, al contrario, pero intenta vincularlo a que las comunidades tengan mejores opciones de vida y, sobre todo, sean más constructoras de su propio futuro. De los datos que hemos recogido se desprende, exagerando un poco la interpretación, que hoy la gente diría: “Chile país desarrollado, ¿y a mí qué me importa? Yo no voy a conseguir algo mejor de ese desarrollo”. Por eso es tan relevante, justamente para resignificar la política institucional, generar estos espacios de discusión más amplios que el institucional. Para revertir esa desafección por lo público. –Hoy tenemos un problema serio: la gente ya no ve a la sociedad sino para lo malo. Ve un tremendo progreso en sus vidas personales, pero le preguntas por el país y todo es queja, todo está pésimo. Y eso ocurre porque la gente siente que ha construido su proyecto personal y familiar –que en Chile son la misma cosa– rascándose con sus propias uñas, asumiendo una serie de costos y dolores de los cuales culpan a los poderosos. No les falta razón, porque los abusos de poder han quedado a la vista y la desigualdad es una materia pendiente del desarrollo chileno. Pero al preguntarles “¿quién te ha ayudado?”, la respuesta es “nadie”. Hay una frase muy potente que salió en los grupos de discusión. Una persona dijo: “Oye, aquí todo lo que yo tengo lo he logrado por mí mismo, yo solito me conseguí el subsidio”. ¡El subsidio es la sociedad que decidió apoyar a cierta gente! A ese acople entre lo individual y lo colectivo falta darle sentido, entender que esas dos dimensiones no pueden sino ir juntas. Y eso pasa porque las decisiones vuelvan a tener legitimidad, ¿no? –Yo creo que el mayor desafío está ahí. En crear las condiciones para esa conversación y que ojalá sea propositiva, no sólo de resistencia. Hemos observado que las comunidades tienen mucha más capacidad para oponerse, pero todavía les falta pasar de la resistencia al proyecto, a la visión de futuro. Con el destape de los abusos, el malestar en Chile mutó desde un carácter más retraído –“me endeudé por comprar puras leseras”– a uno más activo: “oye, esto es un sistema diseñado por esos villanos para endeudarnos”. Agrégale redes sociales, ¿no? Gente de las mineras nos decía: “Ahora con que alguien publique desde su teléfono algún conflicto que hay arriba

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“El territorio es como el agua para los peces: lo vemos cuando alguna disrupción nos recuerda que estamos en un lugar, que somos distintos actores compartiendo un territorio y lo que uno hace repercute en el otro”

en la mina, pueden paralizar todo”. Pero de plantar cara a decir “ok, discutamos esto como comunidad y tomemos decisiones”, queda una brecha importante. Lo que estamos encontrando, dicho muy por encima, es que ese entusiasmo inicial de que lo territorial iba a fundar un nuevo sujeto político comprometido, o una deliberación colectiva más profunda... no es tan evidente que así suceda.

Territorio como oportunidad Aún a falta de ese paso, ¿podemos decir que los movimientos territoriales han puesto sobre la mesa prioridades distintas para el desarrollo? –Por lo menos como aspiración, sí. Y si distintos territorios en distintos conflictos llegan a eso, es porque acá hay una demanda. Pero esa demanda no se especifica mucho más y, en la práctica, los conflictos han tendido a disolverse con medidas de redistribución que no alteraron en nada el modelo de desarrollo. Aysén 2012 fue muy potente, salió mucho eslogan, grandes ideas, y no sé cuánto

se ha tocado del modelo de desarrollo, porque luego pasaron otras cosas y reaparecieron las asimetrías. Y porque las mismas comunidades se dividen ante la decisión de sacrificar rentabilidad inmediata. Lo vimos en Freirina, en Caimanes... –¿Y cómo dirimes eso? ¿Quiénes tienen derecho a deliberar? ¿Sólo los que viven ahí? ¿Y los que no viven ahí pero les importa lo que ahí pasa? No es tan simple. Que las comunidades se hagan cargo de sus desafíos implica que logren deliberar entre actores diversos. Cuando digo “comunidades” hablo de las organizaciones sociales pero también de los empresarios, los servicios públicos, las comunidades indígenas, las iglesias. El territorio es una oportunidad, justamente, porque te obliga a mirar todo lo que hay ahí, a no ignorar al otro. Al menos ha surgido un cierto orgullo identitario. Hay provincias que se quieren separar de la región.

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“Con el destape de los abusos, el malestar en Chile mutó desde un carácter más retraído –“me endeudé por comprar puras leseras”- a uno más activo: “oye, esto es un sistema diseñado por esos villanos para endeudarnos”. Agrégale redes sociales, ¿no?”

–¿Te has fijado que nadie pide agregarse, integrarse? Hay movimientos por generar nuevas comunas, nuevas regiones, pero nadie dice “queremos hacer de estas dos comunas una sola”. Eso también dice algo. Y es fundamental distinguir que las escalas para cada demanda son muy variables, en algunos casos es estrictamente comunal y en otros puede ser hasta provincial. Ahora, de nuevo, ¿cuánto rinde ese orgullo de pertenencia como disposición a la acción? ¿O será que a veces se limita a la chapita en el refrigerador o al sticker en el auto? “Yo soy de allá… pero lo siento, gano mejor acá”. Yo no desestimo ese orgullo, estás hablando con un porteño. El punto es si activa más que sentimientos individuales. ¿Crees que eso está limitando la capacidad de imaginarse el territorio de otra manera? –Me estás obligando a decir cosas del informe que está estamos haciendo… Pero sí, en muchos casos hemos detectado la falta de un “nosotros” que genere la necesidad de conversar y aunar visiones. En Antofagasta, por ejemplo, muchos te dicen “aquí no somos todos mineros, y los que son, no son de acá”. Tengo una frase, pero me la vas a matar para el informe... No la pongo destacada, va a pasar piola. –Ya, no importa... En Antofagasta le preguntamos a un grupo: “Si yo digo ‘nosotros los antofagastinos’, ¿en qué piensan ustedes?”. Y un cabro joven dice: “No sé, es primera vez que escucho esa expresión”. O sea, no existe un nosotros, por lo tanto las conversaciones no se conectan. Y otro factor de inhibición es que existe una autoimagen como de poca potencia. Uno va a los territorios y les pregunta a ciertos líderes cómo está la región. Y siempre aflora el discurso de todo lo que está mal y lo que falta por hacer. Pero si escarbas un poco más, empiezan a aparecer las cosas potentes, innovadoras, de nivel mundial. Pero eso no sale altiro, lo que predomina es esa impotencia, el “no poder hacer”. Me va a matar el equipo por contarte esto, pero también en Antofagasta un cabro muy joven, con ese ímpetu de cualquier dirigente estudiantil, partió diciendo: “Acá lo que hay que hacer es la revolución y por eso yo creo que ta, ta, ta…”. Pero de a poco se empieza a desinflar, a desinflar, y diez minutos después termina diciendo: “Y por eso es que no se puede hacer nada”. ¿Te das cuenta? ¡Cómo tanto! Se reconoce la necesidad de una conversación intensa, pero con una sensación de “no va a resultar”. ¿Y quiénes siguen decidiendo por los territorios? Otros que quizás ni conocen los efectos que generan ahí.

“Hoy tenemos un problema serio: la gente ya no ve a la sociedad sino para lo malo. Ve un tremendo progreso en sus vidas personales, pero le preguntas por el país y todo es queja, todo está pésimo”

Y por el otro lado, a veces las comunidades toman decisiones muy decepcionantes para los amantes de la autonomía local. Ocurrió con el plebiscito sobre el mall de Castro. –Así es. Y con qué derecho te vas a oponer a esa decisión de los chilotes. Si hay una conclusión que adelantar, es que esto es mucho más complejo que “Santiago versus el resto”. Todo el tiempo aparecen paradojas, “yo pensé que queríamos lo mismo, pero resulta que no queremos lo mismo”. Y con este informe, nosotros quisiéramos interpelar a los actores a reconocerse entre sí y tener estas conversaciones. Creo que pueden hacer mucho más con lo mismo, pero desde un impulso propio, no sólo reactivo. Ahora, otra gran pregunta es si existen los medios de comunicación locales o regionales que sirvan de caja de resonancia para ese diálogo. Pero ya que me hiciste tantas preguntas, esa te la dejo a ti como representante del gremio.

Estudiantes reforestan en Maule

En terreno. Así inician tradicionalmente sus actividades académicas los estudiantes de primer año de Ingeniería Forestal de la U. de Chile, en una práctica introductoria en la Estación Experimental Pantanillos, ubicada a 23 kilómetros de Constitución y a 1 kilómetro de Santa Olga, como una forma de “que los jóvenes, en terreno, puedan entender cuáles son los lineamientos fundamentales de su profesión”, explica el académico de la Facultad de Ciencias Forestales y de la Conservación de la Naturaleza, Roberto Garfias. Este año la actividad en Pantanillos fue diferente. Al igual que grandes extensiones de la zona centro sur de Chile, el sector fue afectado en su totalidad por los incendios forestales. Se perdió todo el patrimonio, los ensayos y el bosque nativo de la estación. Sólo se salvaron las instalaciones construidas, gracias al trabajo de CONAF. El pueblo vecino, Santa Olga, fue completamente arrasado por las llamas. Así, las consecuencias de este desastre ecológico marcaron esta primera aproximación de los 92 estudiantes que asistieron al terreno, donde además del trabajo habitual de conocer el desarrollo profesional en el ámbito productivo, ambiental, urbano y social de su carrera, tuvieron que salir de los terrenos universitarios en busca de plantaciones de pino y de bosque nativo para interiorizarse en cómo funcionan los ecosistemas. “Realizamos el terreno y los llevamos igual porque no podemos ocultar las cosas. Estos incendios van a continuar si no se toman las medidas correspondientes”, plantea Garfias respecto este proceso. Para el académico, son los futuros ingenieros forestales quienes tendrán “el desafío de cambiar el modelo actual de la disciplina en el contexto del cambio climático y del incremento de incendios forestales”.

POR FRANCISCA PALMA A. FOTOS FELIPE POGA

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Sonia Pérez, investigadora CITRID Por qué no hemos avanzado: Diez saberes para tres peligros Jaime Campos, director CITRID Balances, voces, convergencias y desafíos: academia, Estado y sociedad civil Raúl Rodríguez, Director Escuela de Periodismo U. de Chile Para ser un país “resistente”. La contribución de los periodistas al manejo de desastres Juan Carlos de la Llera, Presidente Comisión Nacional para la Resiliencia frente a Desastres de Origen Natural Ciencia, tecnología e innovación para la resiliencia frente a desastres de origen natural Leonardo Moreno, Director Ejecutivo Fundación Superación de la Pobreza Vulnerabilidad, multidimensionalidad y pobreza: oportunidades para mejorar la política social en un país en reconstrucción permanente Verónica Yuretic, consultora de Reducción del Riesgo de Desastres (RDD) y Género Perspectiva de género para enfrentar los desastres: una oportunidad para cambiar las relaciones de poder

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Desentramar los desastres socionaturales

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DESENTRAMAR LOS DESASTRES SOCIONATURALES

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l verano pasado nos hizo recordar el poderío de la naturaleza. Los incendios que afectaron a diferentes regiones, sumados al aluvión que costó siete vidas en el Cajón del Maipo y que dejó sin agua por dos días a la Región Metropolitana, revivieron la sensación de calamidad y desamparo que se produce tras los terremotos que de manera reiterativa asolan nuestro país. Nos recordaron, además, que nos falta mucho para estar suficientemente preparados para enfrentar los desastres socionaturales. Esta distinción –la de socionaturales y no únicamente naturales- es relevante, pues el dramatismo de este tipo de eventos no está radicado solo en su ocurrencia, sino también en la capacidad de reacción de las comunidades y los organismos especializados. Las amenazas son naturales y los desastres son sociales, y es finalmente a través de las herramientas que provee la cultura, la sociedad y su organización que se puede reducir el impacto de dichas amenazas. Es por esto que incontables dimensiones deben ser consideradas a la hora de planificar una respuesta apropiada que aminore la vulnerabilidad de la población. El tipo de desastre importa, pero también el género de los o las afectadas, la organización de la comunidad, la cantidad de disciplinas involucradas, la situación de pobreza y mucho más. Los artículos que integran este dossier buscan dar cuenta de esa complejidad y abordan la relación entre un modelo de desarrollo que distribuye desigualmente los beneficios y el impacto de los desastres socionaturales; el necesario enfoque transdisciplinario que debe tener este tipo de eventos; la importancia de que los medios de comunicación avancen en protocolos para regular los tratamientos informativos en situación de calamidad; la necesidad de promover un conocimiento institucionalizado que permita minimizar el impacto de los desastres y el enfoque de género que debería primar en la forma de afrontar cómo los desastres afectan a hombres y mujeres de manera desigual.

Referencia fotográfica Autor: Mario Guillard, Terremoto de Valdivia, Puerto Varas, 1960. Subcolección, Siglo XX, Serie Terremotos Colección Archivo Fotográfico, Archivo Central Andrés Bello, Universidad de Chile.

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POR QUÉ NO HEMOS AVANZADO: DIEZ SABERES PARA TRES PELIGROS POR SONIA PÉREZ Doctora en Psicología Social y del Desarrollo Académica del Departamento de Psicología de la Facultad de Ciencias Sociales e investigadora del Programa de Reducción de Riesgo y Desastres CITRID FOTOS ARCHIVO FOTOGRÁFICO DEL CENTRO DE INVESTIGACIÓN EN VULNERABILIDADES Y DESASTRES SOCIONATURALES, NÚCLEO MILENIO EN CIENCIAS SOCIALES, NS 100022

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o que hoy convierte a los desastres naturales en un tema de actualidad y vigencia no ha sido solamente el aumento de su frecuencia y magnitud en nuestro país, sino en gran medida se debe a la amplia difusión en medios de comunicación con un gran impacto en la opinión pública y –lamentablemente– en el sentimiento de vulnerabilidad de las personas. Esta sensación de constante emergencia poco ha contribuido a un debate profundo sobre las condiciones estructurales, sociales e institucionales que tienen a Chile en una situación crítica respecto a sus formas de actuar frente a las amenazas naturales. La insuficiencia de este debate, además de propiciar un vacío de conocimientos, construye activamente una semántica y un discurso que tiene efectos subjetivantes para los afectados por los desastres naturales. Ello, porque la forma como nos expliquemos o silenciemos las razones de lo sucedido condiciona la experiencia de transformación que podamos hacer de los desastres. Uno de los silencios importantes en los debates y documentos que trabajan sobre este problema en Chile se refiere a la inseparable relación en-

tre desastres y desarrollo. Los verdaderos peligros de los desastres aparecen cuando se menosprecia su relación con el modelo de desarrollo y con las posibilidades de transformación del país. El primero de ellos es creer que la solución a estos problemas pasa principalmente por una mayor inversión económica. Suele verse a los desastres como una interrupción del crecimiento y como un obstáculo del modelo económico, sin embargo, su relación con el desarrollo está dada por la influencia del tipo de modelo adoptado –esto es, de sus objetivos, procesos e instrumentos de planificación – en las capacidades de resiliencia de los territorios y localidades. Un modelo que distribuye desigualmente sus beneficios y recursos incrementa los riesgos de quienes han sido históricamente excluidos, tal como lo advirtiera hace algunos años la Global Network of Civil Society Organisations for Disaster Reduction (GNDR). Que el desencadenamiento de una amenaza natural se convierta en un desastre es, finalmente, la muestra de una política insuficiente de sostenibilidad ambiental y de la ineficacia en la transformación sustentable de las sociedades.

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Cuando un desastre ocurre, se pueden pasar a llevar derechos fundamentales -tanto humanos como ambientales- en nombre del desarrollo. A la vez, la oportunidad que ofrecen los desastres para transformar positivamente los territorios puede resultar en el incremento de actividades industriales que generen nuevos riesgos e incluso daños a la biodiversidad.

mercado y la conectividad necesaria para la industria compiten con la protección de espacios públicos, del patrimonio histórico y de la salud mental de las comunidades. Una gestión prospectiva de los riesgos permitiría planificar anticipadamente el manejo de los que se consideran menos asumibles por nuestra sociedad en lugar de responder desorganizadamente ante la emergencia.

Tal es la complejidad de la relación desastres/desarrollo que para su debate se requieren no solo constructos políticos ni solo conocimientos científicos, sino saberes de distinto orden que ayuden a vislumbrar cuál es el modelo de país que queremos hacer sobrevivir, hacia dónde queremos reconstruir y con qué sujetos sociales tomaremos las decisiones para prevenir.

2. Saber ser creativos en los modelos de gestión del riesgo. En los casos de desastres se siguen usando los mismos instrumentos de planificación y distribución de beneficios públicos ya existentes, con énfasis en la competencia entre los individuos y sin una consideración de la superposición existente entre distintas amenazas y distintas vulnerabilidades. Es necesario crear planificaciones e instrumentos intersectoriales que den sinergia a las soluciones en salud, educación, trabajo, vivienda, cultura y participación social, con una visión territorial que supere la actual descoordinación y superposición de respuestas aisladas.

Diez saberes pueden ayudar al respecto y aportar al análisis de por qué no hemos avanzado como podríamos; diez saberes necesarios para un conocimiento que haga dialogar las distintas ciencias con la política y la sociedad. 1. Saber qué priorizar. Desde el momento de la prevención al de reconstrucción, los esfuerzos del país se disgregan en la atención a problemas aparentemente específicos. La resiliencia de la infraestructura y las obras públicas para sostener las viviendas, instituciones públicas, inmuebles del

3. Saber integrar las culturas locales. Las comunidades han sabido habitar sus territorios, relacionarse con su entorno y sus problemas, por lo que la memoria social, las identidades territoriales, las prácticas ambientales, las redes de solidaridad y las culturas de participación comunitarias se vuelven capacidades valiosísimas ante las experiencias de

“Uno de los silencios importantes en los debates y documentos que desarrollan este problema en Chile se refiere a la inseparable relación entre desastres y desarrollo. Los verdaderos peligros de los desastres aparecen cuando se menosprecia su relación con el modelo de desarrollo y con las posibilidades de transformación del país”

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“Un modelo que distribuye desigualmente sus beneficios y recursos incrementa los riesgos de quienes han sido históricamente excluidos”

desastres. Ninguna de ellas es integrada a las políticas de prevención, emergencia y reconstrucción hoy en día. 4. Saber trascender las disciplinas científicas. Los aportes que entregan las ciencias naturales y sociales, a través de modelos comprensivos o de tecnología, son tuertos en comprender los territorios expuestos a amenazas naturales si no logran dialogar en sus lenguajes disciplinares o construir en conjunto objetos y claves de análisis más correspondientes a su dinámica y complejidad. En este sentido, es clave que la investigación en la reducción de riesgos a desastres sea incentivada y sostenida por una institucionalidad que genere conocimiento transdisciplinar a largo plazo. 5. Saber legislar con plataformas participativas. Hoy en Chile no se cuenta con una ley específica que regule la gestión del riesgo de desastres, sino con una iniciativa de Política Nacional para la Gestión de Riesgo de Desastres, que orienta acciones para la reducción de efectos adversos. Esta guía para los distintos organismos del Estado no tiene aún una institucionalidad que la sostenga y no habrá gobernanza que la avale si no generamos espacios permanentes de diálogo con los distintos sujetos sociales que bien saben crear (más que producir) formas de vida colectiva. 6. Saber comunicar socialmente con principios éticos. La tentación de los medios de comunicación por hacer de las emergencias un peak de teleaudiencia atenta contra el derecho de las comunidades de informarse con datos verídicos. Es indispensable regular la validez de la información

social y promover la confianza pública para sus decisiones informadas. 7. Saber reconocer las capacidades. Los grupos que se consideran prioritarios en la reconstrucción son definidos hoy por sus situaciones de vulnerabilidad como condición de carencia en lugar de reconocer sus capacidades locales. La integración del enfoque de género a los programas de reducción del riesgo (por tomar un ejemplo) puede significar mucho más que una asistencia a la debilidad y considerarse una atención específica a sus prioridades, como actores claves para la construcción de territorios, con sus múltiples intereses y formas de producirlos. 8. Saber implementar y hacer seguimiento a los acuerdos. El Marco de Sendai para la Reducción del Riesgo de Desastres 2015-2030 pone a Chile en el desafío de reducir el riesgo, protegiendo los derechos humanos, con enfoque de participación social y con garantía de inclusión a grupos históricamente excluidos. Replantea las responsabilidades institucionales promoviendo una gobernanza con comunidades y organizaciones no gubernamentales como agentes activos, y con el Estado como responsable de vincular la colaboración entre los diversos actores. Nada de ello será aprovechado como una oportunidad de crecimiento en la dignidad del país si no existe la instancia ni los instrumentos que así lo garanticen. 9. Saber educar. Si bien es acuerdo mundial que el papel de la educación es fundamental para la prevención, hemos malentendido que ésta se concentra en la integración de contenidos en el currículum. La educación es también aprendizaje so-

cial dentro y fuera de la escuela, y las instituciones educativas, incluyendo la terciaria, pueden hacer mucho más para planificar una adecuación de los contenidos a la comprensión multidimensional de los fenómenos de desastres. 10. Saber tomar decisiones. La descoordinación y superposición de flujos de decisión han sido una constante en las instituciones públicas, como también lo ha sido la abismante distancia entre las autoridades de gobierno (en sus distintos niveles)

y las comunidades locales. Es necesario avanzar en plataformas participativas permanentes, con diálogo de distintos intereses sociales. Reducir los riesgos de desastre implica tomar acuerdos como sociedad, entre sus diferentes sectores, para comprender las condiciones que generan tales riesgos. No considerar estos saberes nos hace correr fuerte peligro de estancarnos en el camino o de perder el rumbo. Es también un peligro olvidar que los desastres son sociales y las amenazas son naturales, pues el riesgo de sufrir impactos en las distintas

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áreas de la vida social puede ser reducido con herramientas propias de la sociedad, de su organización y cultura, logrando convivir con las condiciones geográficas y climáticas que nos acompañan. Ya se ha estudiado que el mayor desastre lo constituye la pérdida de confianza en la información y en el Estado, lo que vuelve a cada evento catastrófico en un golpe bajo hacia la cohesión social y la gobernabilidad de nuestra sociedad. Un tercer peligro es pensar que el riesgo ante desastres es uno solo. Se trata más bien de un sistema de riesgos concatenados en una situación de vulnerabilidad social que está a la base de nuestra sociedad. Según la Organización de las Naciones Unidas, la vulnerabilidad de las comunidades genera nuevos riesgos e incrementa de manera constante los impactos de los desastres en los ámbitos económico, social, sanitario, cultural y ambiental, a corto, mediano y largo plazo. Ello tiene una traducción clara en la realidad de nuestro país: la vulnerabilidad no es un conjunto de propiedades de la población ni funciona con variables independientes. No es más vulnerable el pobre, la mujer, el inmigrante o el anciano solo por serlo, tal como se ha instalado en el discurso de las políticas públicas a través del concepto de “grupos vulnerables” para dar prioridad a la focalización de recursos. Más bien somos un país más vulnerable a los desastres a causa de nuestra desigualdad social y, más aún, de la dificultad que hemos tenido en terminar con ese problema. Somos vulnerables porque hemos postergado en demasía un acuerdo sobre el país que queremos. Cada uno/a de nosotros/as está expuesto entonces a resultar con riesgos mayores o distintos a los que tenía antes de un desastre si, por ejemplo:

las ciudades que se reconstruyen son segregadas espacialmente; si las actividades productivas que se reconfiguran siguen focalizando la distribución de ingresos en un sector de la población; si la atención en salud se demora más de lo que el estrés post traumático puede esperar; si después de un incendio se reforesta con especies que consumen el agua que se necesita para vivir; si no hay normativas o sistemas de protección ante nuevas contaminaciones ambientales; si no hay evaluaciones que determinen los riesgos a otras amenazas que puedan estar presentes en los lugares a los que se desplazan los damnificados; si las nuevas formas de vida no responden a los proyectos comunitarios ni hacen sentido a la cultura local; si las localidades rurales siguen recibiendo apoyos descontextualizados por estrategias centralistas y urbanas; si los abuelos/as, niños/as y pueblos originarios no son comprendidos en sus necesidades específicas; si la confianza con las intervenciones del Estado disminuye tanto (o como ha sucedido con los desastres, aumenta tanto la rabia) como para no querer participar nuevamente de las decisiones ciudadanas. En síntesis, la vulnerabilidad ante los desastres debe ser atendida en el conjunto de riesgos sociales, económicos, culturales y políticos que disminuyen la posibilidad de que todos y todas podamos con-vivir (y no sobre-vivir) con las amenazas naturales, de manera que realicemos nuestras capacidades de ser, estar, tener y hacer una vida digna, antes, durante y después de las situaciones de crisis.

“Es también un peligro olvidar que los desastres son sociales y las amenazas son naturales, pues el riesgo de sufrir impactos en las distintas áreas de la vida social puede ser reducido con herramientas propias de la sociedad, de su organización y cultura”

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CITRID DE LA UNIVERSIDAD DE CHILE

BALANCES, VOCES, CONVERGENCIAS Y DESAFÍOS: ACADEMIA, ESTADO Y SOCIEDAD CIVIL POR JAIME CAMPOS Profesor asociado del Departamento de Geofísica de la U. de Chile Director del Programa de Reducción de Riesgos y Desastres, CITRIO, de la Universidad de Chile FOTO FELIPE POGA

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i hacemos un recuento y si consideramos todos los esfuerzos realizados en nuestro país -desde el año 2010 en adelante- para abordar los desastres socionaturales, hay dos elementos de análisis que destacan.

Lo primero es que posterior al mega terremoto del 27/F emergió con fuerza un nuevo discurso o, si se prefiere, un “nuevo paradigma” respecto a los desastres socionaturales. Empezamos a hablar en claves tales como el riesgo y la gestión y/o reducción de éste, amenazas, vulnerabilidades, resiliencia, etc. Lo segundo es que se produjo un aprendizaje y una internalización de lecciones no solo para el Estado -y sus órganos abocados directamente a la emergencia-, sino también para la academia y la sociedad civil. Por ejemplo, los sistemas de alerta temprana mejoraron sustancialmente, se eliminaron ciertas “trabas administrativas” que ralentizaban la acción del Estado y surgieron, tanto en el mundo público como privado, iniciativas orientadas a la prevención, preparación, mitigación del riesgo, así como a la reacción frente a la emergencia y reconstrucción post desastre; es decir, a la comprensión del riesgo como un ciclo. Si bien el saldo es positivo por cuanto existen avances, persisten problemas. Tanto el riesgo como la amenaza y los desastres socionaturales, per se, son pluridimensionales, por

lo que requieren de un abordaje integral para el corto, mediano y largo plazo, incluyendo la exposición y la vulnerabilidad, características propias del desastre, así como su gobernanza. Lamentablemente, pese a los aprendizajes las actuales iniciativas legales en discusión respecto a estas materias carecen de coherencia entre sí, adolecen de una visión sistémica y están más bien enfocadas sólo a la respuesta ante la emergencia. A modo de mea culpa, de un tiempo a esta parte desde la academia hemos cedido el protagonismo en ciertos “temas país”, lo que ha contribuído sin duda a reducir el nivel de discusión que este debate nacional requiere y que Chile merece.

A mayor abundamiento, analicemos un caso concreto Hace 10 años, entre enero y julio del 2007, una serie de temblores (casi mil) se sintieron en las cercanías de Puerto Aysén, desatando en la población una gran preocupación y una fuerte demanda hacia las autoridades locales y nacionales, en términos de gestión del riesgo de desastres socionaturales. El evento más crítico se registró el 21 de abril de ese año, con un sismo de magnitud Richter de M6.2, de epicentro situado en la proximidad de Puerto Aysén, que generó un deslizamiento de masa que al ingresar al fiordo produjo un “tsunami de fiordo”, o sea, una serie de olas y marejadas en la zona costera vecina, provocando

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cuatro muertos, seis desaparecidos y daños materiales que sumaron cien millones de dólares. En este caso, un elemento importante -además del desastre natural- fue la crisis institucional, de legitimidad y política que se desató por la falta de coordinación entre las autoridades locales y nacionales para hacer frente a la emergencia, la cual fue agudizada por la incapacidad de los entes técnicos encargados de generar el conocimiento pertinente y oportuno. En este contexto, la falta de directrices claras y coherentes por parte de las instituciones locales y nacionales fue progresivamente acentuando la tensión social y política en Aysén. Mientras diferentes autoridades emitían explicaciones opuestas del fenómeno, generando desconfianza en la información oficial, los medios de comunicación –fundamentalmente los nacionales- disminuyeron el impacto de lo sucedido para los habitantes, contribuyendo al malestar social, la indiferencia y el desamparo, lo que no tardó en derivar en violentas protestas en contra de la visita de las autoridades, a solo horas del sismo crítico del 21 de abril. ¿Qué ocurrió en Aysén en 2007? ¿Qué faltó por hacer? ¿Cuál es el sistema que permitiría reducir eficazmente el riesgo frente a desastres socionaturales? Esas son las preguntas a las que se orienta el Programa de Reducción de Riesgos y Desastres, CITRID, de la Universidad de Chile. Un espacio transversal donde, desde diversas disciplinas, se promueve la coordinación, integración, desarrollo y divulgación de saberes y prácticas –no solamente de carácter puramente científicos y tecnológicosque sean capaces de atender eficazmente los requerimientos del Estado y de la sociedad en torno a la gestión de los desastres socionaturales.

El origen de CITRID se remonta a fines de 2013, cuando un grupo de académicos de distintas facultades participó en la organización del X Simposio Internacional sobre Multi-riesgo de la Asociación de Universidades de la Cuenca del Pacífico (APRU), que se efectuaría al año siguiente. Este equipo siguió trabajando y en 2016 se convirtió en el programa CITRID de la Universidad de Chile, integrado por académicos con reconocida experiencia y conocimiento en materias de gestión de riesgos de desastres socionaturales. Cada uno de ellos aporta desde diversas disciplinas como psicología, economía, ingenierías, sismología, geología, meteorología, climatología, ciencias de la computación, medicina, derecho, geografía, antropología y arquitectura, entre otras. El programa promueve fuertemente la docencia y la divulgación de los saberes y prácticas para la reducción de los riesgos socionaturales, participando en foros abiertos de reflexión hacia la comunidad y con organismos del Estado. En este tiempo CITRID ha llevado adelante iniciativas que generan espacios de diálogo y tienden puentes entre la academia, el Estado y la ciudadanía. Hoy CITRID está trabajando en convenios de colaboración con instituciones públicas, estamos organizando encuentros periódicos con ministerios y servicios, y estamos participando en instancias a nivel regional, como el Consejo Público Privado de las “100 Ciudades Resilientes”, donde fuimos convocados por la Intendencia de la Región Metropolitana. Hemos desarrollado numerosos seminarios de reducción y gestión de riesgos y hemos estado en interlocución constante con parlamentarios y con la Comisión Futuro del Senado. Una iniciativa que nos tiene muy satisfechos es la organización de un Curso de Formación General

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“Tanto el riesgo como la amenaza y los desastres socionaturales, per se, son pluridimensionales, por lo que requieren de un abordaje integral para el corto, mediano y largo plazo, incluyendo la exposición y la vulnerabilidad, características propias del desastre, así como su gobernanza”

Referencia fotográfica Autor: Mario Guillard, Terremoto de Valdivia, Valdivia, 1960. Subcolección, Siglo XX, Serie Terremotos Colección Archivo Fotográfico, Archivo Central Andrés Bello, Universidad de Chile.

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para alumnos de diferentes facultades de nuestra Universidad, llamado “Gestión del Riesgo de Desastres Socio-Naturales: una Introducción Crítica e Integral a la Situación Chilena”, cuya tercera versión realizaremos este año.

Un enfoque transdisciplinario para un país vulnerable En su trabajo, CITRID asume un enfoque transdisciplinar en el que se integran los diversos saberes provenientes de las disciplinas que atienden los temas de la reducción de los riesgos socionaturales en sus distintas fases: caracterización de amenazas,

“En el caso del sismo de Aysén en abril de 2007, un elemento importante -además del desastre natural- fue la crisis institucional, de legitimidad y política que se desató por la falta de coordinación entre las autoridades locales y nacionales para hacer frente a la emergencia, la cual fue agudizada por la incapacidad de los entes técnicos encargados de generar el conocimiento pertinente y oportuno”

prevención, mitigación, respuesta, recuperación y reconstrucción. Por eso se habla de un enfoque integrador, holístico y transversal. Este enfoque es fundamental en un país como Chile, altamente vulnerable frente a las amenazas de desastres naturales, que debe estar preparado para todo tipo de circunstancias. Por sus características geológicas es un territorio en el que constantemente ocurren y seguirán ocurriendo desastres naturales. Terremotos, tsunamis, inundaciones, sequías, incendios forestales, remociones en masa en sus diversas categorías, marejadas y erupciones volcánicas son parte de nuestra historia. Y volviendo al caso de Aysén, un enfoque transdisciplinario habría permitido abordar la situación a tiempo, considerando todas las fases de la reducción de los riesgos y todas las dimensiones del conocimiento que se requieren. La transdisciplina mira el mundo en su unidad diversa, no separa aunque distinga diferencias. La transdisciplina representa la aspiración a un conocimiento lo más completo posible, que sea capaz de dialogar con la diversidad de los saberes humanos. Por eso el diálogo de saberes y la complejidad son inherentes a la actitud transdisciplinaria, que se plantea el mundo como pregunta y como aspiración. Así, la resiliencia que aspiramos construir en nuestro país ante los desastres naturales termina siendo una “propiedad” del sistema social, que emerge solo cuando tomamos conciencia colectivamente de este nuevo paradigma sobre el ciclo del riesgo y de los aspectos que lo determinan como un constructo social. Ese es el enfoque que estamos trabajando desde CITRID y con el que pretendemos aportar a las políticas públicas del país.

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PARA SER UN PAÍS “RESISTENTE” LA CONTRIBUCIÓN DE LOS PERIODISTAS AL MANEJO DE DESASTRES

POR RAÚL RODRÍGUEZ Director de la Escuela de Periodismo de la Universidad de Chile Magíster en Comunicación Política y, entre 2012 y 2017, Representante Nacional de la Asociación Mundial de Radios Comunitarias (AMARC) FOTOS FELIPE POGA

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a ofensiva estadounidense en Siria marca un antes y un después en Medio Oriente y en las relaciones internacionales. No solo es un asunto de “balances” de poder con Rusia en la zona del conflicto o una nueva estrategia de la geopolítica norteamericana, sino también un asunto humanitario, toda vez que se incrementa el riesgo de desastre en la región. Según la Agencia de la ONU para los refugiados (ACNUR), Siria enfrenta la mayor crisis de desplazamiento interno del mundo con 7,6 millones de personas y casi cuatro millones de refugiados en los países vecinos. Estima, el organismo internacional, que 4,8 millones de personas necesitan asistencia humanitaria en zonas de difícil acceso y lugares asediados por tropas de uno u otro bando. Los desastres a distintas escalas interpelan más que nunca a los medios de comunicación y líderes de opinión en el uso de redes de información para que circulen mensajes y datos veraces, considerando el estado emocional de las víctimas, desde el proceso de emergencia hasta la reconstrucción.

Así, la comunicación y el periodismo en tiempos de crisis toman otro color. Se ponen a prueba las líneas editoriales, la producción de la información y los tratamientos periodísticos expresados en las coberturas dedicadas a estos hechos extraordinarios. En Chile, recordábamos en marzo pasado los dos años desde los aluviones en Atacama y el desigual proceso de reconstrucción que ha vivido la población en la zona. Más reciente están en nuestra memoria los incendios forestales, el peor desastre de esta índole en la historia del país. En medio de la tragedia que afectó a la zona centro y sur, el Consejo Nacional de Televisión (CNTV) solicitó a los canales de la TV abierta respetar el estado emocional de las víctimas de los incendios durante sus transmisiones. “Es fundamental la cobertura informativa que realizan los canales de televisión para conocer las necesidades y las acciones de las instituciones que dan respuesta a las emergencias. Sin embargo, son

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(sic) en estas circunstancias cuando se valoran los protocolos y herramientas que aseguren una entrega responsable de la información”, expresaba el oficio enviado a los canales. Los actores relevantes se multiplican y la magnitud de los hechos amerita aplicar el mayor rigor en las rutinas de producción, con un tratamiento éticamente responsable. Sin embargo, la espectacularización de la noticia, la escasa participación ciudadana en estos procesos y la falta de respuestas colectivas a la tragedia hacen que el proceso de gestión de la información en medio de un desastre no sea el más adecuado.

Pautas conceptuales para “manejar” el desastre Un desastre se produce por origen natural (terremoto), biológico (epidemias) o inducido por el ser humano (como incendios o guerras), mientras el riesgo es la sumatoria de las eventuales pérdidas en vida, ausencia de condiciones de salud, falta de medios para el sustento y dificultad para acceder a bienes y servicios, según clasifica la Oficina para la Reducción del Riesgo de Desastres de la ONU. A su vez, el riesgo provocado por un posible desastre está en función tanto de la amenaza o peligro como de la vulnerabilidad de una comunidad. Por tanto, el riesgo puede aumentar o disminuir proporcionalmente en la medida que alguno o ambos factores varíen en el tiempo.

Frente a esto, la pregunta es cómo gestionar el riesgo de un desastre, cuyo proceso social incluye la estimación del riesgo; prevención y reducción del mismo; preparación, respuesta y rehabilitación; y reconstrucción. La Tercera Conferencia Mundial de Naciones Unidas celebrada en Japón en 2015 aprobó un Nuevo Marco para la Reducción de Riesgos de Desastres 2015-2030 definiendo dos propósitos centrales: mejorar la gobernanza en la gestión de desastres y fomentar la coordinación de todos los sectores. En Chile aún existe una deuda en esta materia para el adecuado manejo de desastres, ya que a seis años de ingresar al Congreso, el 22 de marzo de 2011, el proyecto de ley que crea el Sistema Nacional de Emergencia y Protección Civil y la Agencia Nacional de Protección Civil, todavía está en su segundo trámite constitucional en el Senado. Pese a la suma urgencia dada este año, a propósito de los incendios forestales en el verano, el Estado y sus instituciones van mucho más lento que lo que apremia la “realidad” socio natural del país. Esta actitud reactiva sólo aumenta el riesgo de nuevos eventos, a contrapelo de la necesidad de políticas públicas y del desarrollo sostenible en materias económica, ambiental, seguridad y territorial. Los medios de comunicación, en este sentido, pueden jugar un papel importante respecto a estos

“Los desastres a distintas escalas interpelan más que nunca a los medios de comunicación y líderes de opinión en el uso de redes de información para que circulen mensajes y datos veraces, considerando el estado emocional de las víctimas”

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desafíos para cambiar la improvisación por tareas permanentes. “Los desastres pueden reducirse considerablemente si la gente se mantiene informada sobre las medidas que puede tomar para reducir su vulnerabilidad y si se mantiene motivada para actuar”, señala el Marco de Acción de Hyogo de las Naciones Unidas, 2005, suscrito por Chile.

Pautas para la acción: el periodista activo

las “amenazas” y prevenir de mejor forma los “desastres”. Desde usar el lenguaje apropiado hasta manejar una cultura de la prevención, que sea referencia para la comunidad y la ciudadanía, son elementos centrales para que los medios, sobre todo aquellos de mayor impacto, puedan prestar un servicio oportuno y veraz, pero también puedan cumplir su rol de comunicadores con sentido ético y de responsabilidad social.

La abundancia de memes se ha hecho habitual cuando vemos a periodistas “todo terreno”, mojados hasta el “cogote” para demostrar los estragos del temporal; o a los reporteros “sensibles” de algunos matinales que lloran con los afectados por los incendios. Esto confirma la necesidad de avanzar en protocolos para regular los tratamientos informativos en situación de calamidad.

El CNTV (2015) ya advirtió en un documento para la “Identificación de buenas prácticas para la cobertura televisiva de tragedias, desastres y delitos” que si bien los canales de televisión se han dado normas de autorregulación, no tienen normas específicas o prácticas que validen su implementación dentro de su ejercicio diario, en sintonía con sus definiciones programáticas y editoriales.

La Oficina para la Reducción del Riesgo de Desastres de la ONU entregó recomendaciones a los estados y medios de comunicación para enfrentar

En el Manual de Gestión de Riesgos de Desastres para Comunicadores Sociales, elaborado por la UNESCO en 2011, se proponen acciones sobre la

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base de la Estrategia Internacional para la Reducción de Desastres de las Naciones Unidas, como difundir conocimientos científicos y tecnológicos sobre los riesgos y las amenazas; promover la incorporación y participación activa en el proceso de gestión de riesgo de los medios masivos y alternativos, instituciones académicas y gremiales de la comunicación; y evitar la desinformación y el abuso en la función informativa y comunicacional promoviendo códigos de comportamiento ético para los comunicadores en momentos de emergencia o desastre. Lucy Calderón, periodista guatemalteca, especialista en comunicación en gestión del desastre y expresidenta de la Federación Mundial de Periodistas Científicos, plantea a Palabra Pública tres tareas esenciales: “ante todo se debe dar un toque humano a las notas que se publiquen, pero sin causar más victimización en las personas, tratando de dar respuestas a las preguntas que más le estén acongojando a la población afectada. Segundo, dentro de las redacciones debe formarse un grupo ad hoc para responder informativamente a la catástrofe, por eso la capacitación debe ser constante para los periodistas. Y tercero, además del recuento de daños, el periodista debiese informar sobre prevención. Cómo la comunidad afectada puede evitar que le vuelva a pasar algo similar. Debe ofrecer información que le ayude a ser resiliente y evitar mayores daños en un futuro”. Si bien los medios locales y comunitarios, y los medios digitales y centros de investigación periodística, han contribuido a diversificar la oferta y proponer nuevos enfoques a los conflictos que atravesamos, los medios en su conjunto deben ofrecer un debate más informado sobre los efectos y consecuencias de estas catástrofes, para fomentar una cultura de la prevención y no una mera cultura de la reacción.

“La abundancia de memes se ha hecho habitual cuando vemos a periodistas ‘todo terreno’, mojados hasta el ‘cogote’ para demostrar los estragos del temporal; o a los reporteros ‘sensibles’ de algunos matinales que lloran con los afectados por los incendios. Esto confirma la necesidad de avanzar en protocolos para regular los tratamientos informativos en situación de calamidad”

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CIENCIA, TECNOLOGÍA E INNOVACIÓN PARA LA RESILIENCIA FRENTE A DESASTRES DE ORIGEN NATURAL POR JUAN CARLOS DE LA LLERA Decano de Ingeniería de la PUC, investigador del Centro Nacional de Investigación para la Gestión Integrada de Desastres Naturales Presidente de la Comisión Nacional para la Resiliencia frente a Desastres de Origen Natural FOTO ALALUF & DUQUE FOTÓGRAFOS

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os recientes incendios forestales que afectaron la zona central de Chile durante el verano de 2017 trajeron al presente sentimientos similares a los experimentados luego del terremoto del 27 de febrero de 2010. Al parecer, una y otra vez nuestro país se ve sometido a estos eventos increíblemente poderosos. Además, en las últimas décadas la frecuencia en que sufrimos desastres de origen natural ha aumentado según los registros del Marco de Sendai para la Reducción del Riesgo de Desastres 2015-2030. De los países de la OECD, Chile es el más proclive a este tipo de desastres, con un 54% de su población y un 12,9% de su territorio expuesto a tres o más tipos de amenazas. Del mismo modo, los desastres causados por amenazas naturales han sido una constante compañía en la historia de Chile. En sus poco más de 200 años de existencia, al menos 97 terremotos de magnitud 7 o más han azotado nuestro territorio, 18 de ellos considerados altamente destructivos según los estándares del Centro Sismológico Nacional. Además, los datos de

la International Emergency Disasters Database (EM-DAT) muestran que el país ha sido afectado al menos por 19 inundaciones, diez incendios mayores, once erupciones volcánicas, cuatro grandes remociones en masa de tierra y dos sequías de gran magnitud. En promedio, las pérdidas anuales asociadas a desastres de origen natural entre 1981 y 2011 han sido estimadas en cerca de un 1,2% del PIB del país (UNISDR, 2015). A pesar de esta permanente convivencia con eventos de esta naturaleza, Chile no solo ha mostrado una notable resiliencia, sino que ha generado nuevas capacidades como respuesta a estas catástrofes, lo que ha permitido mejorar la institucionalidad de manera constante. Claro ejemplo de esto es la creación del Servicio Sismológico Nacional luego del terremoto de 1906, el desarrollo de la Corfo como respuesta al terremoto de Chillán en 1939, la Onemi luego del gran terremoto de 1960, y la creación del Observatorio Volcanológico de los Andes del SUR (OV-

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“A pesar de esta permanente convivencia con eventos de esta naturaleza, Chile no solo ha mostrado una notable resiliencia, sino que ha generado nuevas capacidades como respuesta a estas catástrofes, lo que ha permitido mejorar la institucionalidad de manera constante”

DAS) post erupción del volcán Chaitén en 2008. Si bien es claro que aún queda mucho por hacer en términos tanto de prevención, manejo de estas emergencias y de recuperación de los sistemas, es importante, como muestran los ejemplos anteriores, reconocer que hemos sido capaces de fortalecer al Estado a través del tiempo con cada gran prueba de la naturaleza. En este contexto, y altamente influenciado por el impacto físico y social del terremoto y tsunami de 2010, el gobierno creó en 2016, a través del Consejo Nacional de Innovación para el Desarrollo, la Comisión Nacional de Investigación, Desarrollo e Innovación (I+D+i) para la Resiliencia frente a Desastres de Origen Natural, CREDEN. Quizás la componente más novedosa es que el mandato presidencial para esta comisión se origina en la convicción de que el desarrollo de una estrategia de I+D+i debe ser considerada como un elemento clave en el ciclo del manejo del riesgo, al mismo tiempo de proveer una oportunidad para el crecimiento sostenible y desarrollo científico-tecnológico de nuestro país. El documento final producido por CREDEN, llamado Hacia un Chile resiliente frente a desastres: una oportunidad – Estrategia Nacional de Investigación, Desarrollo e Innovación para un Chile Resiliente frente a Desastres de Origen Natural, fue entregado a la Presidenta el 20 de diciembre de

2016. La estrategia contiene las principales conclusiones del trabajo de CREDEN y se estructura como un grupo integrado de 14 tareas que buscan generar y utilizar conocimiento básico, aplicado, asociativo e interdisciplinario en torno a la resiliencia frente a desastres de origen natural. Las tareas identifican un conjunto de actividades concretas que permitirán acortar las brechas de conocimiento y capacidades en el corto (tres años) y largo plazo (20 años), y abordan la dimensión social de la resiliencia, la dimensión de proyección del I+D+i para el desarrollo del país, la dimensión de simulación y gestión del riesgo, y la dimensión física de las amenazas naturales y la exposición de las comunidades. Adicionalmente, la estrategia reconoce cinco condiciones habilitantes transversales que consituyen elementos fundamentales para generar una dinámica consistente capaz de implementar y mantener esta estrategia en el tiempo. Estas macro-iniciativas abordan las principales debilidades estructurales para el I+D+i en resiliencia del país y fomentan la asociación colaborativa entre el Estado, las ciencias, la tecnología y la sociedad. Las condiciones habilitantes consideran: (i) la creación de una institucionalidad de I+D+i para la resiliencia frente a desastres de origen natural; (ii) la integración y consolidación de datos e información en una nueva infraestructura de datos pública para el I+D+i y la transferencia; (iii) la

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creación de programas de formación de capital humano avanzado específico en resiliencia en las distintas ciencias en conjunto con las mejores universidades y centros tecnológicos del mundo; (iv) el desarrollo de una infraestructura mayor sofisticada para el descubrimiento y la innovación en temas de resiliencia en la modalidad de grandes laboratorios nacionales; y (v) la implementación de un programa nacional de outreach y diseminación científica que permita llevar oportunamente la investigación desarrollada a las comunidades. Finalmente, la comisión trabajó para dimensionar cuánto debería invertir el Estado para completar la implementación de la estrategia. De esta manera se estimó que la iniciativa significaría una inversión aproximada de US $45,7 millones por año, para un total de US $914,2 millones en 20 años. Junto con el presupuesto, la comisión determinó que en base a experiencias y estudios internacionales similares, la estrategia tendría una rentabilidad esperada de 2,32 veces, con lo que se espera que la propuesta, en promedio, represente al país un ahorro anual cercano a los US$ 106 millones correspondientes a menores pérdidas ocasionadas por los desastres de origen natural. El trabajo de CREDEN no solo resultó en la estrategia de I+D+i, sino que también permitió generar un mecanismo de continuidad al trabajo de esta comisión multisectorial y multidisciplinaria. De este modo, un financiamiento proveniente de Corfo permitirá durante 2017 producir el diseño detallado del nuevo Instituto Tecnológico Público de I+D+i para la Resiliencia frente a Desastres de Origen Natural, ITREND. Este proyecto está siendo ejecutado por un grupo de la Escuela de Ingeniería de la Pontificia Universidad Católica de Chile en conjunto con el Centro de Modelamiento Matemático de la Universidad de Chile. Se espera que como resultado de esta iniciativa, ITREND se constituya como una meta-institu-

ción que provea una visión de largo plazo para el I+D+i en resiliencia frente a desastres para el país, genere un ecosistema colaborativo adecuado para implementar la estrategia de CREDEN, coordine las capacidades de I+D+i existentes en el país hacia las metas y objetivos descritos en la estrategia, y promueva la generación de una cultura de resiliencia en la población chilena. El trabajo de la comisión fue un primer paso en saldar la enorme deuda que el país aún tiene con el I+D+i aplicada asociada a resiliencia y desastres de origen natural. La estrategia de CREDEN no solo busca avanzar el conocimento para minimizar los impactos que nuestra geografía impone a nuestra población, sino que también entiende esta condición única de nuestro país como una oportunidad para el desarrollo sostenible de Chile, desde donde podemos mostrar al mundo las capacidades de resiliencia y tecnologías que hemos sido capaces de construir a lo largo de nuestra historia para que otros países puedan aprovechar también nuestra experiencia.

“La estrategia de CREDEN no solo busca avanzar el conocimento para minimizar los impactos que nuestra geografía impone a nuestra población, sino que también entiende esta condición única de nuestro país como una oportunidad para el desarrollo sostenible de Chile, desde donde podemos mostrar al mundo las capacidades de resiliencia y tecnologías que hemos sido capaces de construir”

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VULNERABILIDAD, MULTIDIMENSIONALIDAD Y POBREZA: OPORTUNIDADES PARA MEJORAR LA POLÍTICA SOCIAL EN UN PAÍS EN RECONSTRUCCIÓN PERMANENTE Si bien los desastres socionaturales afectan a todas las comunidades, sus efectos más dramáticos se producen sobre aquellas que viven en situación de pobreza y vulnerabilidad. La academia tiene la obligación de proveer conocimiento que permita trabajar de manera urgente con poblaciones como las que fueron más afectadas por los megaincendios del pasado verano en Chile.

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odo intento de medición objetiva de un fenómeno tan complejo como la pobreza que afecta a nuestras sociedades siempre será solo eso, apenas un intento por reflejar a través de una potencial capacidad de consumo una realidad que difícilmente encaja en una medición limitada. Por ello, al incorporar Chile la medida de pobreza multidimensional (MPM), los avances en indicadores más comprensivos de la realidad son auspiciosos. La entrega de los resultados de la Encuesta Casen 2015 contó por segunda vez con esta medición complementaria a la medición por ingresos, y aun cuando sigue siendo un dato sintético que se propone capturar una realidad compleja, la MPM permite profundizar en las diversas áreas que afectan el bienestar de las personas, auscultar lo heterogéneo que es el fenómeno de la pobreza, como lo hemos comprobado empíricamente a través de nuestro estudio “Voces de la pobreza. Significados, representaciones y sentir de personas en situación de pobreza a lo largo de Chile”, de 2010, y asimismo rescatar una visión más comprensiva e integral de nuestro país. La MPM sumó a las cuatro dimensiones ya existentes en la entrega de 2013 (empleo, salud, trabajo y vivienda), las dimensiones de “vivienda y entorno” y “redes y cohesión social”, aspectos fundamentales para entender situaciones como la discriminación o la sen-

POR LEONARDO MORENO Director Ejecutivo Fundación Superación de la Pobreza FOTO ALEJANDRA FUENZALIDA / FELIPE POGA

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sación de inseguridad, y cómo inciden en la vida de quienes experimentan la pobreza. Esta nueva medición ha puesto “en jaque” ciertas características negativas de las políticas sociales chilenas como su estandarización (homogeneidad en un territorio geográfica y culturalmente diverso), su sistema de focalización (que ha evolucionado hacia el Registro Social de Hogares, pero que aún sigue con foco en los “teneres” por sobre otras necesidades humanas), su falta de participación ciudadana (nula injerencia en todos los ciclos de la política) y su centralismo (escasa autonomía política y presupuestaria de gobiernos locales y regionales), entre otros aspectos. El perfeccionamiento de una mirada multidimensional la vuelve humanista y nos permite ver los rezagos de políticas centradas en el gasto focalizado para aliviar carencias en los ingresos de las familias, fuera del mercado del trabajo. Desde esta lógica, la MPM es una oportunidad para que nuestras políticas se pongan a la altura del perfeccionamiento de los indicadores que son utilizados por ellas mismas para los análisis y toma de decisiones. Así, algunos pasos en dirección a conseguir coherencia entre las políticas sociales y la MPM son la coordinación intersectorial; la pertinencia y por tanto, la incorporación de un enfoque territorial; el cambio de mirada desde los que “tienen menos” hacia los que

requieren “hacer más” y “ser más” en el contexto social; y una real y efectiva participación social, que comienza en la acción de escuchar a las comunidades afectadas por los problemas. Detrás de esta mirada coexisten dos enfoques complementarios: el de capacidades, desarrollado por el premio Nobel Amartya Sen, quien nos propone que la pobreza es el resultado de un débil desarrollo de las capacidades del ser humano por falta de oportunidades para desplegarlas, lo que lleva a que muchas personas no puedan elegir el rumbo de sus propias vidas. Por otra parte, la teoría de la vulnerabilidad se pregunta por el nivel de capacidad que los hogares y comunidades tienen para enfrentar shocks o siniestros tanto internos (una enfermedad) como externos: pérdida de empleo, desastres socionaturales, etc. Estos últimos muestran el nivel de desarrollo de las comunidades dependiendo de las herramientas para hacerles frente. Así, un terremoto como el de Haití del año 2010, de intensidad 7.3 (Richter) y en el que murieron 316.000 personas, muestra su fragilidad como sociedad al compararse con el terremoto de ese mismo año en Chile, de intensidad 8.8 (Richter) y en el que fallecieron 525 personas. Los desastres naturales dejan en evidencia, cada vez que se presentan, la existencia de comunidades extre-

“Los desastres naturales dejan en evidencia, cada vez que se presentan, la existencia de comunidades extremadamente frágiles que carecen de políticas de protección que reduzcan el riesgo al que constantemente se enfrentan. Es el caso de la población devastada por los megaincendios de este verano en Chile”

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madamente frágiles que carecen de políticas de protección que reduzcan el riesgo al que constantemente se enfrentan. Es el caso de la población devastada por los megaincendios de este verano en Chile. El desafío que tenemos como país y particularmente el Estado y sus políticas públicas es reducir los riesgos que enfrentan los hogares. Aquí entra en juego la denominada “Estructura de Oportunidades”

(EO) (como consta en Estructura de Oportunidades y vulnerabilidades sociales, aproximaciones conceptuales recientes, de Carlos H. Filgueira). La EO de una sociedad está conformada por aquellas oportunidades que brindan el Estado, el mercado y la sociedad civil, que en conjunto permiten que los hogares utilicen recursos propios, los transformen en activos; o bien, se provean de nuevos recursos. Todo hogar posee recursos (bienes tangibles e intangibles), acti-

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vos (recursos que se movilizan para aprovechar la estructura) y pasivos (barreras para utilizar ciertos recursos, por ejemplo, el machismo).

Desastres y vulnerabilidades Resulta claro que Chile no puede seguir enfrentando siniestros socionaturales de gran envergadura, que son cada vez más frecuentes por diversas razones, entre ellas, el cambio climático, con el mismo enfoque de política social, la misma institucionalidad y el mismo tipo de gestión que ha implementado hasta hoy. Los resultados muestran falta de prevención sistémica, planificación y respuesta adecuada y pertinente. La gestión del riesgo, en este sentido, debe ser un eje transversal a todos los sectores. Así, no se tratará solo de que la política de vivienda esté enfocada en disminuir el déficit habitacional. Deberá también revertir la segregación, asegurar la construcción de barrios con una distribución geográfica segura, buenos servicios de transporte, educación, salud, emergencias. De esta manera, una mirada multidimensional permitirá reducir los riesgos. La región de Valparaíso, por ejemplo, es un escenario emblemático donde se han presentado siniestros socionaturales diversos, en sus causas y manifestaciones: escasez hídrica, contaminación ambiental, incendios forestales y estructurales. Ejemplos como los de Valparaíso ponen en jaque las capacidades institucionales, normativas y programáticas locales y nacionales. En este marco, nuestro estudio cualitativo “Jugando entre riesgos”, desarrollado con el Civdes de la Universidad de Chile y realizado en dicha región, evidenció cómo los desastres socionaturales tienen efectos profundos en la vida de niños y niñas que se encuentran en contextos de pobreza y exclusión social. Las comunidades en pobreza son siempre los más afectados tanto por las catástrofes como por las externalidades negativas de nuestro modelo de desarrollo. La academia, en este sentido, debe aportar más evidencia al respecto. Conocemos las características de la pobreza o de las brechas sociales en determinada población, tenemos certeza de que vivimos con altos niveles de vulnerabilidad, pero nos falta mucho por recorrer en cuanto a la evidencia que nos permita profundizar en la vivencia de los efectos de determinados desastres, que pueden marcar la vida de generaciones completas de una comunidad y que pueden afectar el bienestar de nuestros niños y niñas.

“Resulta claro que Chile no puede seguir enfrentando siniestros socionaturales de gran envergadura, que son cada vez más frecuentes por diversas razones, entre ellas, el cambio climático, con el mismo enfoque de política social, la misma institucionalidad y el mismo tipo de gestión que ha implementado hasta hoy”

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PERSPECTIVA DE GÉNERO PARA ENFRENTAR LOS DESASTRES: UNA OPORTUNIDAD PARA CAMBIAR LAS RELACIONES DE PODER POR VERÓNICA YURETIC Consultora de Reducción del Riesgo de Desastres (RDD) y Género. FOTO VERÓNICA YURETIC

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s obvio decir que cuando ocurren desastres socioambientales -sean de origen natural o antrópico- hay personas que sufren sus consecuencias y en la mayoría de los casos significa un cambio en sus vidas. No obstante, el efecto de los desastres sobre hombres y mujeres presenta diferencias que es necesario considerar al momento de tomar decisiones en las etapas de recuperación de estos eventos, con el fin de que puedan transformarse en una oportunidad de aprender de lo ocurrido y mejorar lo que se hacía previamente en materia cultural, social y política. La literatura sobre género hace aportes fundamentales para comprender en qué dimensiones las mujeres pueden sufrir más daño y efectos negativos en sus vidas en relación a los hombres. Esto, por supuesto, entendiendo que existen “intereses de género” (preocupaciones prioritarias que las mujeres -o los hombres- pueden desarrollar en virtud de la posición social que adoptan de acuerdo a sus atributos de género) distintos y que estos derivan de las relaciones de poder que se dan al interior de las sociedades organizadas patriarcalmente desde la distribución del trabajo. Es decir, intereses que varían dependiendo de los estereotipos dominantes en tanto cristalizaciones de la cultura: los hombres en su rol de proveedores y las mujeres a cargo de la casa, el cuidado y la crianza. Los análisis feministas pro-

fundizan en estas temáticas, identificando intereses estratégicos y prácticos de género, o necesidades prácticas de género. Analizando los intereses estratégicos desde un enfoque de reducción del riesgo de desastres (RRD), cabría preguntarse cuál era la condición de la mujer o de las mujeres de manera previa al evento disruptivo. Nos referimos a su autonomía económica, a su educación y formación, a su rol de cuidadora, si tenía amigas y amigos, si le gustaba su trabajo, si tenía un empleo decente, si tenía el suficiente tiempo para descansar y no sentirse desbordada, o si era feliz o no en este escenario social que la cultura le proveía naturalizadamente, puesto que los intereses estratégicos responden a la experiencia subjetiva de vida en tanto hombres y mujeres. Si bien resulta complejo medir y cuantificar estas dimensiones, de todas maneras deben ser consideradas por quienes toman decisiones en materia de RRD. El desafío, sin duda, está en generar una evaluación previa y posterior al desastre que permita pensar en oportunidades de generar desarrollo social sustentable, ya que después de la pérdida no queda otra opción que re-construir y re-construirse. La Teoría de la Recuperación Temprana se define como el proceso multidimensional, guiado por principios de desarrollo, que comienza en un ambiente

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“El efecto de los desastres sobre hombres y mujeres presenta diferencias que es necesario considerar al momento de tomar decisiones en las etapas de recuperación de estos eventos, con el fin de que puedan transformarse en humanitario dando respuestas a las necesidades básicas (abrigo, alimentación, cuidados), pero también iniciando una vinculación entre este proceso y el siguiente, que debería ser un catalizador de recursos y oportunidades ya no sólo en medio de la crisis, sino en el largo plazo. Es aquí donde emerge la oportunidad de incorporar la necesaria mirada sobre los intereses de mujeres y hombres asociados a los aspectos más estratégicos de sus vidas, que por cierto deberían emerger autónomamente de cada persona, quienes luego deberían tener la oportunidad de perseguir dichos intereses en cada uno de sus contextos. Por su parte, las necesidades prácticas de género son las condiciones materiales concretas en que viven las mujeres como consecuencia de su ubicación dentro de la división del trabajo y, a diferencia de los intereses estratégicos, son directamente formuladas por las propias mujeres que viven una determinada situación sin requerir intervención externa para precisarlos. Éstas refieren principalmente a las necesidades básicas que presenta el grupo familiar. Desde este análisis es posible identificar que debido a los impactos de un desastre, la cotidianeidad de las mujeres se ve afectada producto del daño que sufre su contexto habitacional y/o el ambiental. Por ejemplo, en el aluvión de Atacama el año 2015, las consecuencias de los deslizamientos en

una oportunidad de aprender de lo ocurrido y mejorar lo que se hacía previamente”

“En el aluvión de Atacama el año 2015, las consecuencias de los deslizamientos en masa de relaves mineros obligaron a las mujeres a desplazarse con sus hijos e hijas a otras regiones en forma permanente o transitoria para resguardar la salud de sus familias”

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masa de relaves mineros que produjeron niveles importantes de contaminación del aire, agua y suelo, las obligaron a desplazarse con sus hijos e hijas a otras regiones en forma permanente o transitoria para resguardar la salud de sus familias. Esto trajo consecuencias para las desplazadas, como la pérdida del trabajo, estrés, incertidumbre de todo tipo y por ende mayores niveles de vulnerabilidad. Cabe mencionar que esta decisión se tomó desde el sentido común de la población, porque el Estado no declaró como peligrosos los niveles de contaminación. En el país se han sucedido constantemente eventos de desastres que han sido percibidos por la sociedad en su conjunto, pero principalmente por las mujeres de zonas rur-urbanas, quienes desde el trabajo productivo/reproductivo tienen como tareas cotidianas el cuidado de la familia (aseo, higiene, alimentación), el fortalecimiento de la economía familiar a través de la crianza de animales, la huerta y la siembra para consumo doméstico. En muchas comunidades, a lo anterior se ha sumado el efecto de la mega sequía, que las ha dejado sin el elemento vital para el desarrollo natural de sus vidas, el agua. No resulta muy difícil concluir que el impacto es distinto dependiendo de los roles genéricos, pero esto también ofrece una oportunidad para abordar

estos temas precisamente desde una perspectiva de género. Cabría pensar entonces, por ejemplo, qué proyectos innovadores orientados a la captación y almacenamiento de aguas debieran ser dialogados en conjunto con las mujeres, buscando mecanismos que potencien sus capacidades y las del territorio, ya que son mayoritariamente mujeres las que habitan las zonas rurales. En Colombia, por ejemplo, las denominadas “guardianas de las laderas” de la ciudad de Manizales confirman que es posible aprovechar una crisis para impulsar un desarrollo no sólo económico, sino social de quienes padecieron en algún minuto. Es el caso de estas mujeres jefas de hogar capacitadas en manejo de máquinas y mantención de laderas, que se responsabilizan de mantener estos terrenos despejados de malezas y basuras, además de limpiar los canales para impedir el desborde por acumulación de escombros. Esto, en el contexto donde habitan con sus familias, previniendo incendios y deslizamientos en masa. En definitiva, incorporar los intereses estratégicos y las necesidades prácticas de género en los procesos de recuperación en la RRD significa modificar las relaciones de poder en los territorios, lo que por cierto debiera impactar en el modelo extractivo y depredador que rige la economía de este país.

Referencia fotográfica Autor: Mario Guillard, Terremoto de Valdivia, Valdivia, 1960. Subcolección, Siglo XX, Serie Terremotos Colección Archivo Fotográfico, Archivo Central Andrés Bello, Universidad de Chile.

PANORAMAS CULTURALES COLECCIÓN MAC: POST 90 Colección MAC: POST 90 tiene como objetivo abrir una ventana a las manifestaciones artísticas que han configurado el presente del país, a través de una selección de las más de 400 obras que han llegado al acervo del Museo a partir de 1990. La exhibición se enmarca en el programa de aniversario de los 70 años del MAC y su curatoría estuvo a cargo de Francisco Brugnoli, Director del MAC. La muestra busca generar un relato de la historia del arte local explicitando su transversalidad, tanto en lo creativo como en su soporte, evitando la segmentación por vanguardias o generaciones pictóricas. Cuándo: Del 31 de marzo al 2 de julio (Parque Forestal) / 1 de abril al 28 de mayo (Quinta Normal). Dónde: MAC Parque Forestal y MAC Quinta Normal. Horario en el MAC: Ma a Sá 11:00 a 19:00 h y Do 11:00 a 18:00 h / Entrada liberada

TEATRO: “DONDE VIVEN LOS BÁRBAROS” Mejor Dramaturgia 2015, Círculo de Críticos de Artes. Premio a la Mejor Dramaturgia 2015 de la Municipalidad de Santiago. Premio a la Mejor Dramaturgia 2016 del Consejo Nacional de la Cultura y las Artes. “Donde viven los bárbaros” narra la historia de tres primos que, luego de muchos años sin verse, deciden reunirse en Chile. Roberto, el anfitrión, se ve involucrado en el extraño homicidio de una joven. Este hecho desencadena la violencia entre los invitados. La situación no mejora con la irrupción inesperada de ciertos personajes que pondrán tensión a los conflictos e ideas que cada uno ha construido sobre el otro, sobre el enemigo. Cuándo: Del 11 al 27 de mayo del 2017 Dónde: Teatro Nacional Chileno. Sala Antonio Varas, Morandé 25. Horario: 20:00 h / Entrada general $ 7.000 y $ 5.000; estudiantes y tercera edad $ 3.000

EL JUGUETE EN EL ARTE POPULAR Exposición del Museo de Arte Popular Americano Tomás Lago (MAPA) de la Universidad de Chile. La muestra reúne piezas de países latinoamericanos como Bolivia, Brasil, Colombia, Ecuador, México y Chile. Además de juguetes pertenecientes al acervo histórico del MAPA, destacan otros elaborados recientemente por jugueteros que hasta el día de hoy continúan en el oficio. Entre la gran diversidad de la colección destacan muñecas, volantines, juguetes de engranaje, juguetes sonoros y rodados. Cuándo: Del 12 de abril al 6 de agosto del 2017 Dónde: Sala de Arte Popular Americano del Centro Cultural GAM. Alameda 227 Edificio B nivel-1. Horario: Ma a Vi - 10:00 a 20:00 h / Sá y Do - 11:00 a 20:00 h / Entrada Liberada

HOMENAJE AL COMPOSITOR MIGUEL LETELIER La comunidad del Departamento de Música de la Facultad de Artes de la Universidad de Chile homenajeará al destacado compositor, organista y académico Miguel Letelier, fallecido en el pasado mes de diciembre. Para destacar su trayectoria y obra, estarán en escena el Ensemble Bartok Chile, el guitarrista Luis Orlandini, la pianista Patricia Castro y la cantante Ana Navarro y la Banda Sinfónica Estudiantil, bajo la dirección del profesor Eduardo Browne. Cuándo: 31 de mayo del 2017 Dónde: Sala Isidora Zegers. Calle Compañía 1264, Santiago. Horario: 19:30 h / Entrada liberada

Más actividades en: www.uchile.cl/agenda

LA CHILE EN LA HISTORIA DE CHILE Eugenio González Rojas (1903-1976) un estilo de veracidad y rectitud, de ética ejemplar”.

Hubo pocos ámbitos en los que Eugenio González Rojas no incursionara y con excelencia. Cuando recién cumplía los 16 años fue electo presidente de la Federación de Estudiantes Secundarios de Chile y en 1922 asumió como Presidente de la Federación de Estudiantes de la Universidad de Chile, pero ese fue sólo el comienzo. Con los años llegaría a ser Ministro de Educación, Secretario General del Partido Socialista, Senador de la República, director del Instituto Pedagógico, decano de la Facultad de Filosofía y Educación, Rector de la Universidad de Chile e incluso gerente general de Televisión Nacional de Chile.

Eugenio González dedicó una parte importante de su vida a la educación, en especial a su Alma Mater, la Universidad de Chile, donde ostentó los más altos cargos. En todos ellos dejó su impronta de hombre comprometido con la justicia social, la calidad educacional y la libertad de pensamiento, como se traduce en este fragmento del discurso con el que asumió la Rectoría de la Casa de Bello en 1963:

Considerado uno de los fundadores del Partido Socialista de Chile, Eugenio González manifestó a lo largo de su vida un pensamiento político e intelectual que lo distinguió entre sus pares por la profundidad de sus argumentos y la altura de miras para enfrentar los temas de interés nacional. Su vocación de servicio público queda de manifiesto particularmente en la intervención con la que concluyó su vida parlamentaria, en la sesión del 14 de mayo de 1957, cuando pronunciaba palabras que tienen plena vigencia: “No concebimos la política como medio de encumbramientos personales. Tampoco como ocasión de popularidad y vanagloria. Menos aún como empresa de utilización partidista del poder del Estado. La concebimos como actividad de servicio, como severa vocación patriótica. Corresponde a los partidos de avanzada social, a los partidos que tienen la responsabilidad del porvenir, imponer un nuevo estilo en la vida pública, por encima de cualquier subalterno y transitorio cálculo electoral,

“Desde su nacimiento nuestra Universidad ha sido un centro de fecunda actividad intelectual donde se han expuesto y discutido, sin otras limitaciones que las impuestas por el decoro de la inteligencia, las más diversas y contradictorias doctrinas. Ha sido un foro permanentemente abierto a la confrontación crítica de todas las ideas. Más aún: ella estuvo siempre en la avanzada del movimiento social, anticipándose, en el plano de las renovaciones ideológicas, a los cambios institucionales. Tiene que seguir fiel a esta noble tradición democrática, resguardando, con indeclinable firmeza, su autonomía académica, dando los mejores ejemplos de alta tolerancia; defendiendo, por encima de ocasionales banderías, los fueros de la conciencia libre. La Universidad sin libertad no es Universidad”. Fuente: Eugenio González Rojas. Socialista, humanista y demócrata. Biblioteca del Congreso Nacional.

Colección Archivo Fotográfico, Archivo Central Andrés Bello, Universidad de Chile Iluminación Digital: Andrea Durán

Nº5, abril 2017

Elena Poniatowska:“El gran problema de América Latina es que sus países no se han unido” Julio Pinto: “No se va a resolver la crisis si no se hacen transformaciones profundas”

VICERRECTORÍA DE EXTENSIÓN Y COMUNICACIONES / UNIVERSIDAD DE CHILE

CHILE Y DESASTRES SOCIONATURALES:

MIRADAS PARA ENFRENTAR LA VULNERABILIDAD CLAUDIO HETZ:“Lo que nos ha hecho exitosos mundialmente es que hacemos cosas diferentes” EN ESTA EDICIÓN ESCRIBEN: Sonia Pérez, Jaime Campos, Raúl Rodríguez, Juan Carlos de la Llera,

Leonardo Moreno, Verónica Yuretic, Nelly Richard, Patricia Espinosa, Ernesto Águila, Sofía Correa.