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Didáctica general Intensivo-2011

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ompendio de didáctica general Luis Alves de Mattos

DIDÁCTICA Definiciones: a) La didáctica es la disciplina de carácter práctico y normativo que tiene por objeto específico la técnica de la enseñanza, esto es, la técnica de dirigir y orientar eficazmente a los alumnos en su aprendizaje. b) Definida en relación con su contenido, la didáctica es el conjunto sistemático de principios, normas, recursos y procedimientos específicos que todo profesor debe conocer y saber aplicar para orientar con seguridad a sus alumnos en el aprendizaje de las materias de los programas, teniendo en vista sus objetivos educativos.

Para determinar cuál es, relativamente la técnica más recomendable de enseñanza, la didáctica utiliza: a) Los principios, normas y conclusiones de la Filosofía de la educación. b) Los descubrimientos y conclusiones de las ciencias educativas, como la biología, la psicología y la sociología de la educación) La experimentación y las prácticas de más comprobada eficacia de la enseñanza moderna. c) Los criterios y normas de la moderna racionalización científica del trabajo. La enseñanza y el aprendizaje son modalidades típicas de trabajo intelectual que deben obtener productos educativos y culturales bien definidos. No existe una “mejor técnica de enseñanza” en términos absolutos y determinable a priori; pero, dentro de las circunstancias inmediatas de la realidad, es siempre posible determinar cuál es, en cada caso, la técnica de enseñanza más factible y aconsejable; para eso se exige comprender y discernir todos los datos de la situación real e inmediata sobre la que se va a actual.

Profesora Carmen Victoria Cedeño P.

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Ámbito de la didáctica Son cinco los componentes de la situación docente que la didáctica procura analizar, integrar funcionalmente y orientar para los efectos prácticos de la labor docente: el educando, el maestro, los objetivos, las asignaturas y el método. a) El educando, no sólo como alumno que debe aprender con su memoria y con su inteligencia, sino como ser humano en evolución, con todas sus capacidades y limitaciones, peculiaridades, impulsos, intereses y reacciones, pues toda esa compleja dinámica vital condicionará su integración en el sistema cultural de la civilización. b) El maestro, no sólo como explicador de la asignatura, sino como educador apto para desempeñar su compleja misión de estimular, orientar y dirigir con habilidad el proceso educativo y el aprendizaje de sus alumnos, con el fin de obtener un rendimiento real y positivo para los individuos y para la sociedad. c) Los objetivos que deben ser alcanzados, progresivamente, por el trabajo armónico de maestros y educandos en las lides de la educación y del aprendizaje. Estos objetivos son la razón de ser y las metas necesarias de toda la labor escolar y deben ser el norte de toda la vida en la escuela y en el aula. d) Las asignaturas, que incorporan y sistematizan los valores culturales, cuyos datos deberán ser seleccionados, programados y dosificados de forma que faciliten su aprendizaje, fecundando, enriqueciendo y dando valor a la inteligencia y a la personalidad de los alumnos. Las asignaturas son los reactivos culturales empleados en la educación y los medios necesarios para la formación de las generaciones nuevas. e) El método de enseñanza, que fusiona inteligentemente todos los recursos personales y materiales disponibles para alcanzar los objetivos propuestos, con más seguridad, rapidez y eficacia. De la calidad del método empleado dependerá, en gran parte, el éxito de todo el trabajo escolar. EL APRENDIZAJE La enseñanza es la actividad que dirige el aprendizaje. Para enseñar bien, necesitamos, como profesores, tener primero una noción clara y exacta de lo que es realmente “aprender” y “enseñar”, pues existe una relación directa y necesaria, no sólo teórica, sino práctica, entre esos dos conceptos básicos de la didáctica. En los siglos pasados predominaba la noción simplista y errónea de que “aprender era memorizar”, hasta que el alumno pudiera repetir las mismas palabras de los textos del compendio o las palabras del profesor. A partir del siglo XVII predominó la fórmula de Comenio, intelectus, memoria et usus: primero, la comprensión reflexiva;

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después, la memorización de lo comprendido; por fin, la aplicación de lo que ya fue comprendido y memorizado. En la época actual, se ha comprobado que la mera explicación verbal del profesor no es tan esencial e indispensable para que los alumnos aprendan; sirve sólo para iniciar el aprendizaje, pero no para integrarlo y llevarlo a buen término. El proceso de aprendizaje de los alumnos, cuyos planes, dirección y control caben al profesor, es bastante complejo. Podemos “aprehender” súbitamente un hecho, una consecuencia o una información aislados. Pero el aprendizaje definitivo de un conjunto sistemático de contenidos, implícitos en una asignatura, es un proceso de asimilación lento, gradual y complejo. Sintetizando y esquematizando para examinarlo, podemos discernir en este proceso etapas bien definidas. En todo aprendizaje sistemático, quien lo recibe: a) pasa de un estado de sincretismo inicial, en el que abundan vagas nociones confusas y erróneas a… b) una fase de enfoque analítico, en que cada parte del todo es, a su vez, examinada e investigada en sus pormenores y particularidades; algunos psicólogos y pedagogos llaman a esta fase “diferenciación”, “discrimiación” o simplemente “análisis”. c) sigue una fase de síntesis integradora; relagando los pormenores a segundo plano, se afirman las perspectivas de lo esencial, de las relaciones y de la importancia de los principios, datos y hechos ya analizados, integrándolos en un todo coherente y vitalmente significativo. Es la fase que los norteamericanos designan como de “integración” y otros como de “síntesis”; d) lógicamente, concluye en una fase final de consolidación o fijación; en ésta, mediante ejercicio y repasos iterativos, se refuerza o fija ex profeso lo que se ha aprendido analítica y sintéticamente, hasta convertirlo en una adquisición definitiva de la mente del alumno. Hay en esas fases múltiples superposiciones y vaivenes en un complicado encadenamiento dinámico de asimilación. La esencia de “aprender” no consiste, por lo tanto, en repetir mecánicamente textos de libros ni en escuchar con atención explicaciones verbales de un maestro. Consiste, eso sí, en la “actividad mental intensiva” a la que los alumnos se dedican en el “manejo directo de los datos de la materia”, procurando asimilar su contenido. Esa actividad mental intensiva de los alumnos puede asumir las más variadas formas, conforme a la materia estudiada. Los alumnos están realmente aprendiendo cuando: a) hacen observaciones directas sobre los hechos,

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b) hacen planes y realizan experiencias, comprueban hipótesis y anotan sus resultados, c) consultan libros, revistas diccionarios, en busca de hechos y aclaraciones; toman apuntes y organizan ficheros y cuadros comparativos; d) escuchan, leen, anotan, pasan a limpio sus apuntes y los complementan con otros autores y fuentes; e) formulan dudas, piden aclaraciones, suscitan objeciones, discuten entre sí, comparan y verifican; f) realizan ejercicios de aplicación, composiciones y ensayos; g) colaboran con el profesor y se auxilian mutuamente en la ejecución de trabajos, en la aclaración de dudas y en la solución de problemas; h) efectúan cálculos y usan tablas; dibujan e ilustran; copian mapas o o los reducen o amplían a escala; completan e ilustran mapas mudos, etc.; i) buscan, coleccionan y clasifican objetos; j) responden a interrogatorios y tests, procuran resolver problemas, identifican errores, corrigen los suyos propios o los de sus colegas, etc. LA ENSEÑANZA Al ser el aprendizaje auténtico un conjunto de experiencias concretas de carácter reflexivo sobre los datos de la materia escolar, es evidente que la enseñanza auténtica consistirá en proyectar, orientar y dirigir esas experiencias concretas de trabajo reflexivo de los alumnos, sobre los datos de la materia escolar o de la vida cultural de la humanidad. Enseñar es, pues, fundamentalmente, dar a los alumnos oportunidad para manejar inteligente y directamente los datos de la disciplina, organizando, dirigiendo y controlando experiencias fructíferas de actividad reflexiva. En síntesis, “enseñar es dirigir con técnicas apropiadas el proceso de aprendizaje de los alumnos en la asignatura”. Es encaminarlos hacia los hábitos de aprendizaje auténtico, que los acompañarán a través de la vida. Siendo la enseñanza, en su más auténtica y moderna acepción, la dirección técnica del proceso de aprendizaje, es evidente que enseñar significa concretamente: a) prever y proyectar la marcha de ese proceso, imprimiendo una organización funcional al programa de trabajos y reuniendo el material bibliográfico y los medios auxiliares necesarios para estudiar la asignatura e ilustrarla. Profesora Carmen Victoria Cedeño P.

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b) iniciar a los alumnos en el estudio de la asignatura, estimulándolos, proveyéndolos de los datos necesarios, orientando su razonamiento, aclarando sus dudas y fortaleciendo su progresiva comprensión y dominio de la materia. c) dirigir a los alumnos en actividades concretas, apropiadas y fecundas, que los conduzcan a adquirir experimentalmente un creciente dominio reflexivo sobre la materia, sus problemas y sus relaciones. d) diagnosticar las causas de dificultad, frustración y fracaso que los alumnos puedan encontrar en el aprendizaje de la materia, y ayudándolos a superarlas, rectificándolas oportunamente. e) ayudar a los alumnos a consolidar, integrar y fijar mejor lo que hayan aprendido, de forma que sean modificadas sus actitudes y su conducta en la vida. f) finalmente, comprobar y valorar objetivamente los resultados obtenidos por los alumnos en la experiencia del aprendizaje, y las probabilidades de transferencia de esos resultados a la vida. La dirección técnica del proceso de aprendizaje, o, más sucintamente, la técnica de la enseñanza, consiste en este “conjunto de actividades directoras” realizadas por el profesor con criterio y sentido de la realidad; la asignatura es solamente la sistematización del campo en que se realizan esas actividades. Es sólo una de las variables que componen la situación, muy importante, por cierto, pero no la única ni la principal. LOS PROFESORES Los profesores pueden tener en cuenta estos aspectos: 1) En la escuela, colegio, instituto o universidad, lo principal es dar tarea a los alumnos. La educación sólo es posible cuando actúa el propio educando. La tarea del profesor o maestro no es más que la de estímulo y orientación de la actividad de los escolares. 2) Los alumnos son seres racionales y razonables. Hay que pedirles que razonen y hay que tener en cuenta sus razones. 3) Cada alumno es un genio. Todos y cada uno de los hombres tenemos una particular habilidad nacida de una especial aptitud o de un interés acusado por un determinado quehacer que nos entretiene. En ese punto (aptitud o interés) radica la genialidad de cada hombre. Si no se ha manifestado la genialidad de un muchacho es porque los adultos que con él conviven (especialmente sus padres y profesores) no han sabido descubrirla.

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4) Para cualquier grupo de estudiantes se fijarán unos objetivos comunes. Estos objetivos, que habrán de ser mínimos, deben exigidos sin paliativos a todos y cada uno de los componentes del grupo. Ellos aseguran las bases más firmes de la formación de los estudiantes y al mismo tiempo establecen las bases para hacer posible una comunicación efectiva entre todos y cada uno de los estudiantes. 5) Cada alumno debe fijarse además unos objetivos particulares para él. Estos objetivos habrán de señalarse de acuerdo con la capacidad y disposición de cada estudiante. También el alcance de estos objetivos debe ser estrictamente exigido ya que ellos aseguran el desarrollo de la personalidad propia de cada estudiante quien a través de ellos desarrollará sus propias posibilidades y neutralizará sus limitaciones. 6) Todos y cada uno de los alumnos realizarán dos tipos de tareas: Tareas independientes y tareas en colaboración. Las actividades independientes sirven para alcanzar los objetivos particulares de cada estudiante y también para poner su esfuerzo en el logro personal de los objetivos comunes. Trabajarán solidariamente en proyectos de colaboración y prestando toda la ayuda que puedan al compañero que le necesite. 7) El profesor ayudará a los alumnos y se ayudará de ellos en la realización de las tareas y en la solución de los problemas que plantee la vida escolar. Cuando el profesor no sepa resolver una situación difícil debe pedir opinión y ayuda en primer lugar a los propios alumnos y, si a pesar de ello siguiera el problema sin resolverse, debe acudir a otras personas tales como directivos del centro, profesores, padres… . Los profesores ciertamente tienen mucho que enseñar a los alumnos, pero también tienen mucho que aprender de ellos. 8). Hay muchas posibilidades de que si a uno le tratan como tonto se volverá tonto y si le tratan como mala persona se volverá mala persona. Esto quiere decir que vale la pena correr el riesgo de equivocarse alguna vez por tratar a los chicos como si fueran inteligentes y buenos. Tratándoles como tal se les estimula a llegar a serlo realmente. 9) El profesor es el profesor. Esta perogrullada quiere decir que el hecho de que lo más importante que haya en una escuela es el trabajo de los chicos, el hecho de que de ellos puede aprender mucho el profesor, y el hecho de que los problemas escolares se resolverán principalmente con la ayuda de los estudiantes, nada quita la condición singular del profesor en una escuela. El tiene la autoridad; él tiene la mayor responsabilidad en la marcha total de la clase, del grupo o del colegio aunque en la marcha individual de cada estudiante es éste el principal responsable. Vale la pena intentar y llegar a ser amigo de los estudiantes; pero no un amigo cualquier, sino el amigo que tiene más experiencia y autoridad, y, por lo mismo, el que más puede ayudar.

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FINALIDADES Y OBJETIVOS Aristóteles asevera que “el conocimiento de la finalidad es de la mayor importancia y cuando nos proponemos alcanzarla, a la manera de los arqueros que apuntan hacia un blanco claramente fijado, estaremos en mejor situación para cumplir satisfactoriamente nuestra tarea”. Efectivamente, toda nuestra labor de educación y enseñanza sólo adquiere sentido y valor cuando se desarrolla teniendo en vista los fines y objetivos bien definidos y conscientemente propuestos. Los objetivos especifican, en términos concretos, las metas más particulares e inmediatas, de alcance directo, del trabajo del profesor en el aula. Las finalidades expresan, en síntesis, los resultados finales deseados. Los objetivos especifican las etapas necesarias y los pasos intermedios para conseguir, poco a poco, esos resultados finales. Estos objetivos o productos de aprendizaje se clasifican, a los efectos de la técnica docente, en tres categorías fundamentales: 1ª categoría, los automatismos: hábitos, destrezas y habilidades específicas, ya mentales, ya verbales, que los alumnos deben adquirir. 2ª categoría, los elementos ideativos o cognoscitivos: informaciones y conocimientos sistematizados, que los alumnos deben asimilar. 3ª categoría, los elementos emotivos o afectivos: ideales, actitudes y preferencias de carácter seleccionado (típicos de los individuos educados o preparados para ejercer determinada función en la vida social), que los alumnos deben desarrollar. CICLO DOCENTE Ciclo docente es el conjunto de actividades ejercidas, sucesiva o cíclicamente, por el profesor, para dirigir, orientar y llevar a cabo felizmente el proceso de aprendizaje de sus alumnos. Es el método en acción. Vistas en conjunto, las actividades típicas de un buen profesor se reparten en tres grandes fases: planeamiento, orientación y control. A. EL PLANEAMIENTO se manifiesta es una sucesión de actividades de previsión y de programación de labores escolares que, partiendo de lo más general y sintético, se va particularizando progresivamente y llega a los últimos pormenores concretos sobre los datos informativos que deben enseñarse, los medios auxiliares que han de utilizarse, las actividades y trabajos que los alumnos han de ejecutar, y por fin, sobre las cuestiones que se han de escoger y formular en los exámenes finales. Profesora Carmen Victoria Cedeño P.

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Distinguimos así tres subfases del planeamiento, que son: a) El plan anual, o de curso; b) El plan específico de cada unidad didáctica, ya prevista sintéticamente por el plan anual; c) El plan particular de cada lección o clase como parte integrante de las unidades didácticas ya proyectadas en su conjunto. La técnica docente exige que el profesor prepare conscientemente todas las etapas de su trabajo para conducir bien el aprendizaje de los alumnos. B. La ORIENTACIÓN del aprendizaje, a su vez, se divide en as siguientes subfases, destinadas a acompañar cada paso del proceso de aprendizaje: a) La motivación del aprendizaje. El profesor, por el empleo hábil de técnicas, recursos y procedimientos de estímulo, despierta el interés de los alumnos y desarrolla su gusto por el estudio, consiguiendo de este modo captar su atención e incitarlos al esfuerzo para aprender la materia, efectuando con provecho todos los trabajos programados. b) La presentación de la materia; mediante ella, el profesor, usando las técnicas, recursos y procedimientos propios de esta subfase, hace que los alumnos logren una comprensión inicial del asunto que han de aprender. Esta comprensión inicial tiene una importancia fundamental para el éxito del aprendizaje. c) La dirección de actividades de los alumnos. Por ella, el profesor lleva a sus alumnos, que ya han comprendido el asunto, a trabajar activamente con los datos o elementos de la materia, de modo que la asimilen; es la subfase típica de los trabajos prácticos de aplicación que el profesor debe dirigir con seguridad y técnica adecuadas; es quizás la subfase más importante y decisiva para obtener un aprendizaje auténtico. d) La integración del contenido del aprendizaje, en que el profesor pasa a utilizar procedimientos especiales destinados a integrar en la mente de los alumnos lo que habían aprendido analítica y parcialmente en las fases anteriores. Pretende proporcionarles una visión de conjunto, bien concatenada y ordenada, de todo lo ya aprendido, aclarando sus relaciones y dándoles una perspectiva definida. e) La fijación del contenido del aprendizaje, con el fin de consolidarlo definitivamente y convertirlo en una conquista permanente del alumno. C. La VERIFICACIÓN del aprendizaje se despliega también en cuatro subfases típicas y necesarias para la buena dirección del proceso de aprendizaje. Son:

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a) El sondeo o exploración y el pronóstico de aprendizaje, verificación preliminar, indispensable de toda labor docente, Consiste en la observación de las condiciones reales en que se encuentran los alumnos al empezar el curso, tanto en lo referente a sus capacidades o carencias específicas, como a su preparación, tanto general como específica, en la asignatura que se va a enseñar. Por más precarias y deficientes que sean estas condiciones, es de ellas de donde ha de partir todo el trabajo constructivo del profesor en la clase. Sobre los hechos consignados por ese sondeo preliminar, el profesor hará el pronóstico de lo que se podrá realizar durante el curso y de los resultados que, entre límites razonables, se pueden esperar de esa clase de alumnos. b) La conducción de la clase y el control de la disciplina, para asegurar un ambiente de orden y disciplina en las aulas, pues sin él no podrá haber buen rendimiento en el trabajo, y para inculcar en los alumnos los hábitos sociales indispensables en el estudio y en la vida. c) El diagnóstico y la rectificación del aprendizaje: el profesor auscultará, en forma explícita y periódicamente, las lagunas, dificultades y problemas que los alumnos encuentran en el aprendizaje de la materia. Procurará identificar las causas de esos errores, problemas y dificultades, y orientará a los alumnos para que los rectifiquen y superen, con el fin de que el aprendizaje no resulte imperfecto o incompleto; es la función terapéutica o correctiva del aprendizaje. d) La comprobación y la evaluación del rendimiento obtenido, para averiguar hasta qué punto el alumno individualmente y la clase en conjunto han conseguido los resultados previstos y deseados. Es la subfase típica de pruebas y exámenes. Por ella juzga el profesor no sólo el rendimiento logrado por los alumnos, sino también su propia eficacia como incentivador y orientador de tales alumnos en el aprendizaje de su materia, en una palabra, mide también su propia eficiencia a través de los resultados que ha conseguido en su alumnado. EL PLANEAMIENTO DE LA ENSEÑANZA La enseñanza, para ser eficaz, debe configurarse como actividad inteligente, metódica y orientada por propósitos definidos. Los dos grandes males que debilitan la enseñanza y restringen su rendimiento son: a) La rutina, sin inspiración ni objetivos; b) la improvisación dispersiva, confusa y sin orden. ¿En qué consiste el planeamiento? Es la previsión inteligente y bien calculada de todas las etapas del trabajo escolar y la programación racional de todas las actividades, de modo que la enseñanza resulte segura, económica y eficiente. Profesora Carmen Victoria Cedeño P.

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El plan anual o de curso consiste en la previsión global de todos los trabajos que el profesor y sus alumnos han de realizar durante el período lectivo. Con el plan anual o de curso se pretende conseguir que el total de horas reservadas al curso sea aprovechado hasta el máximo. Normalmente, el plan anual o de curso debe ser elaborado por el profesor antes de la iniciación de las clases, no sin antes haber realizado la exploración o análisis del tipo de alumnos que tendrá bajo su responsabilidad. El plan anual o de curso consta, normalmente, de las siguientes partes: a) Título, o encabezamiento. b) Objetivos especiales que se pretenden alcanzar durante el curso. c) Graduación cronológica de las clases, indicándose, en el plan, los días en que el profesor dará realmente su lección. Para organizar este plan cronológico, se coteja, con el calendario del año escolar a la vista, cuántos días de clase están realmente reservados para eso descontándose las fiestas y días de examen mensual o parcial. Del total resultante, se descuenta un 20 %, como margen mínimo de seguridad para faltas eventuales, enfermedad y otros imprevistos. d) División de la signatura en unidades. Una vez así reorganizado el contenido de la materia en unidades didácticas, el profesor las subdividirá en temas y las distribuirá sobre el calendario de clase, teniendo en cuenta: a) su relativa importancia, b) su mayor extensión y c) el grado de dificultad que cada unidad presentará a los alumnos dentro de su plan de estudios. e) Medios auxiliares: En una columna paralela a la “División de la signatura”, el profesor señalará el libro o libros didácticos que quiera recomendar a los alumnos y los medios auxiliares que desee utilizar, como: mapas, grabados, cuadros murales, instrumentos, modelos, películas, diapositivas, vídeos y programas de ordenador. f) Esbozo del método que se va a aplicar para enseñar las unidades programadas. El profesor consignará en su plan una caracterización sumaria del método que va a emplear y de los procedimientos didácticos o técnicas docentes que pretende utilizar para desarrollar dichas unidades. Este esbozo será necesariamente provisional y sólo sugestivo, pudiendo ser mejorado y enriquecido a medida que se aproxima el momento de ponerlo en práctica. g) Relación de actividades de los alumnos: finalmente, el profesor indicará en el plan anual las principales actividades de clase o extraclase que se propone realizar con los alumnos durante el período escolar, en conexión con las unidades didácticas previstas; por ejemplo: visitas de observación a una granja o a un museo, debates, torneos, representaciones dramáticas, jurados simulados, etc.

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PLAN DE LA UNIDAD DIDÁCTICA No basta reestructurar un programa en unidades didácticas para enseñar por unidades. Cada unidad constituye, por su propia naturaleza, un curso en miniatura sobre el área o sector de la materia que la unidad enfoca. El planeamiento específico de cada una de las unidades didácticas constará, por lo tanto, de las siguientes partes: a) Encabezamiento b) Objetivos particulares, que dicha unidad se propone alcanzar. Estos objetivos son una derivación y una particularización de los objetivos más generales formulados ya en el plan del curso. c) Contenido esquemático de los temas abarcados por la unidad, descendiendo a sus divisiones y subdivisiones más importantes, a sus causas, relaciones, efectos o aplicaciones. d) Relación de los medios auxiliares que el profesor pretende emplear en el desarrollo didáctico de la unidad, como: – El libro de texto adoptado, con la indicación de los capítulos y páginas que los alumnos deben consultar y estudiar en lo que concierne a la unidad. – La bibliografía complementaria que debe ser consultada, leída, resumida y reseñada por los alumnos, individualmente o en grupos. – Los medios intuitivos que el profesor va a emplear para presentar la unidad: mapas, cuadros murales, álbumes, películas, diapositivas, discos, modelos, aparatos, gráficos, vídeos, programas de ordenador, etc. – Las materias primas, instrumentos y herramientas que se pondrán a disposición de los alumnos para que realicen los trabajos proyectados para la unidad o para preparar nuevos medios intuitivos para ser usados en clase. e) Actividades docentes, especificando los procedimientos y técnicas que el profesor va a emplear en cada una de las fases del ciclo docente de una unidad. Así serán consignados los procedimientos y técnicas que el profesor aplicará: -Para motivar el aprendizaje. -Para presentar la materia. -Para dirigir las actividades de los alumnos. -Para integrar y fijar los contenidos del aprendizaje. -Para verificar y evaluar el rendimiento en la unidad. Respecto a este último punto, conviene que el profesor prepare un esquema de las pruebas que aplicará para verificar los resultados del aprendizaje de la unidad. Esto le servirá definir mejor sus miras y para dedicarse a alcanzarlas. Sin embargo, la forma definitiva de estas pruebas sólo podrá ser elaborada en la víspera de su aplicación, con el fin de incorporar todos los datos que han debido realmente aprender los alumnos. Profesora Carmen Victoria Cedeño P.

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f) Actividades de los alumnos, tanto de clase como de extraclase, que, al estudiar la unidad, realizarán con la asistencia y bajo la orientación del profesor. EL PLAN DE LA CLASE El plan o guión de clase, más restringido que los anteriores, se limita a prever el desarrollo que se pretende dar a la materia y a las actividades docentes y de los alumnos que le corresponden, dentro del ámbito peculiar de cada una. Con el incremento actualmente otorgado a los planes de unidad didáctica, se discute la necesidad de preparar planes de clase. Realmente, a medida que los planes de unidad didáctica van entrando en menores detalles, se reduce considerablemente la necesidad de elaborar planes más particularizados sobre cada lección de esa unidad. El plan de clase, tal como ha sido empleado universalmente, consta de las siguientes partes: a) Encabezamiento b) Los objetivos de clase deben ser: -concretos y bien definidos. – de alcance inmediato, esto es, asequibles dentro del tiempo limitado de la clase. – vinculados con las adquisiciones que los alumnos deben hacer (y nunca con la cantidad de materia o de actividades del profesor). c) Medios auxiliares de utilización en clase. d) Procedimientos didácticos que se emplearán en la clase. Por ejemplo: – Prueba preliminar para indagar los conocimientos básicos. – Motivación inicial mediante preguntas. – Exposición oral reforzada por demostraciones gráficas en la pizarra y por otros medios auxiliares. – Breves interrogatorios diagnosticadores al final de los principales puntos del tema. – Solución de problemas de los alumnos. – Corrección del trabajo de los alumnos mediante soluciones demostradas en la pizarra. – Asignación de tareas para la clase siguiente. e) Actividades de los alumnos: lectura silenciosa, discusión dirigida, trabajo en equipos, etc. MOTIVACIÓN DEL APRENDIZAJE La motivación no es un problema exclusivo de la enseñanza y del aprendizaje. Está presente en todas las manifestaciones de la vida humana, condicionando su intensidad y su eficacia. Profesora Carmen Victoria Cedeño P.

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De diversas investigaciones se pueden sacar estas conclusiones: a) Cualquier motivación es siempre mejor que ninguna. b) La motivación positiva, por los incentivos de la persuasión, por ejemplo y por la alabanza, es más eficaz y provechosa que la negativa, hecha por amenazas, gritos, reprensiones y castigos. La superioridad de la motivación positiva sobre la negativa es evidente, tanto por el esfuerzo ahorrado como por la superior calidad de los resultados. c) La motivación negativa, aunque eficaz hasta cierto punto (pero inferior a la motivación positiva), es antipsicológica y contraeducativa, transformando a los alumnos en inseguros, tímidos, cobardes, hipócritas y violentos; aunque atienda con alguna eficacia a los objetivos inmediatos de la instrucción, es perjudicial a los intereses más fundamentales de la educación, comprometiendo la formación saludable y armoniosa de la personalidad de los alumnos. El aprendizaje como actividad personal, reflexiva y sistemática que busca un dominio mayor sobre la cultura y sobre los problemas vitales, exige de los alumnos: a) Atención y esfuerzo sobre áreas nuevas de observación, de estudio y de actividad. b) Autodisciplina, con el sacrificio de otros placeres y satisfacciones inmediatas, para realizar los estudios y cumplir las tareas exigidas. c) Perseverancia en los estudios y en los trabajos escolares hasta adquirir el dominio de la materia de estudio, de modo que sea de utilidad real para la vida. Para conseguir que los alumnos aprendan, no basta explicar bien la materia y exigirles que aprendan. Es necesario despertar su atención, crear en ellos un genuino interés por el estudio, estimular su deseo de conseguir los resultados previstos y cultivar el gusto por los trabajos escolares. Ese interés, ese deseo y ese gusto actuarán en el espíritu de los alumnos como justificación de todo esfuerzo y trabajo para aprender. Motivar es despertar el interés y la atención de los alumnos por los valores contenidos en la materia, excitando en ellos el interés de aprenderla, el gusto de estudiarla y la satisfacción de cumplir las tareas que exige. El mecanismo de la motivación se desarrolla en tres etapas: a) Aprehensión de un valor para sus vidas y sus aspiraciones. b) Los alumnos se convencen de que pueden conseguir ese valor. c) Liberación del esfuerzo personal para conquistar el valor. Distinguimos estos tipos de motivación: 1.- Negativa, con estos aspectos: a) Física: castigos físicos, azotes, privaciones de salida, merienda o recreo. Profesora Carmen Victoria Cedeño P.

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b) Psicológica: palabras ásperas, persecuciones, guerra de nervios, desprecio, sarcasmo. c) Moral: coacción, amenazas, reprensiones, humillaciones públicas, reprobación. 2.- Positiva de dos clases: a) Intrínseca: interés positivo por la materia en sí como campo de estudio y trabajo. b) Extrínseca: interés resultante, no tanto de la materia en sí, como de las ventajas por ella ofrecidas, o del profesor que la enseña, o del método que el profesor sigue, o del grupo de alumnos a que pertenece. Los principales factores de motivación son: a) La personalidad del profesor, su porte, su presencia física, su voz, su facilidad, naturalidad y elegancia de expresión, su dinamismo, su entusiasmo por la asignatura, su buen humor y cordialidad junto con su firmeza y seguridad. Importante también como factor de motivación es el interés que el profesor revela por las dificultades, problemas y progreso de sus alumnos, tanto en conjunto como individualmente. En fin, una personalidad dinámica, sugestiva y estimulante, con acentuadas características de liderazgo democrático. b) El material didáctico utilizado en las clases: mapas, cuadros murales, proyecciones cinematográficas, vídeos, programas de ordenador, etc. en fin, todo lo que haga al asunto más concreto, intuitivo e interesante. c) El método o las modalidades prácticas de trabajo empleados por el profesor: discusión dirigida, grupos de trabajo, competiciones, juegos, representaciones teatrales, organización y ejecución de proyectos, exposiciones de trabajos, excursiones para observar y recoger datos, experiencias de laboratorio, etc. PRESENTACIÓN DE LA ASIGNATURA El trabajo escolar, una vez bien planeado y motivado, entra en su fase de ejecución. 1. La ejecución o realización práctica del trabajo proyectado se desarrolla a través de diversas fases bien caracterizadas. La primera de ellas es la presentación de la asignatura en clase, introduciendo a los alumnos en la materia, familiarizándolos con sus datos fundamentales, sus conceptos básicos, sus relaciones y sus principales problemas. 2. Asistiendo a las lecciones expositivas del profesor, los alumnos adquieren, en la medida de la atención que hayan prestado, una comprensión inicial del asunto que, como punto de partida, le permitirá avanzar con seguridad en el estudio y en el proceso de aprendizaje, hasta llegar al punto de dominar por completo el asunto mediante un aprendizaje auténticamente integrador.

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3. La presentación de la asignatura a los alumnos puede hacerse de diversas maneras: a) Oralmente, por lecciones expositivas de tipo tradicional. b) Por escrito, mediante material de lectura, distribuido previamente a los alumnos, o por indicaciones bibliográficas, o bien específicas o limitadas, que los alumnos deberán leer para preparar la clase. c) Inductivamente, llevando a los alumnos a un reconocimiento previo del terreno, mediante el acopio e identificación de los hechos que servirán de material fundamental para las subsiguientes actividades de aprendizaje. 4. En cualquiera de estas tres formas que el profesor presente la materia a sus alumnos, dispone de tres recursos, que puede y debe usar: a) El lenguaje didáctico, tanto oral como escrito. b) Los medios intuitivos y auxiliares. c) Los hechos concretos que se van a estudiar. En estos tres recursos fundamentales se apoyan diversos procedimientos didácticos apropiados a esta fase, tales como: exposición didáctica (proceso acroamático), interrogatorio (proceso erotemático), demostración (proceso de observación dirigida), utilización de la pizarra (proceso gráfico) y la manipulación del material didáctico (proceso intuitivo-activo). EXPOSICIÓN DIDÁCTICA 1. La exposición didáctica -que se podría llamar también lección explicativa- es el procedimiento por el cual el profesor, valiéndose de todos los recursos de un lenguaje didáctico adecuado, presenta a los alumnos un tema nuevo, definiéndolo, analizándolo y explicándolo. 2. La exposición sigue, normalmente, los siguientes pasos: a) Introducción (con buena carga motivadora). b) Desarrollo (esencialmente analítico y bien ordenado). c) Síntesis, conclusión o aplicaciones concretas. 3. Normas prácticas – Trazar un plan cuidadoso de la exposición que se va a hacer, determinando su objetivo inmediato, delineando el esquema esencial del asunto, calculando bien el tiempo necesario y las técnicas que se van a aplicar. – Indicar a los alumnos el asunto del que se va a tratar y mostrar las relaciones con la materia que se ha estudiado. Es necesario ser claro y preciso en la exposición y metódico en la discusión del tema. – Emplear recursos hábiles de estímulo inicial y mantener el interés y la atención de los alumnos, dando vivacidad y sabor realista a las explicaciones.

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– Aplicar las normas propias del lenguaje didáctico en cuanto a estilo y elocución; no hablar demasiado deprisa; emplear frases cortas, pero claras y comprensibles; pronunciar correctamente y enunciar las palabras con claridad. – No quedar inmóvil en el estrado, ni aferrarse al texto o al programa. Hablar con desenvoltura, moviéndose con moderación y naturalidad, dirigiéndose directamente a los alumnos. – Intercalar breves pausas en la explanación, recurriendo a sencillos interrogatorios y debates para avivar la atención y el interés de los alumnos, invitándolos a una participación más activa; aclarar inmediatamente las dudas que surgen, no dejándolo para después. – Siempre que sea posible, ilustrar la explicación con material visual: láminas murales, mapas, diagramas, modelos impresos y proyecciones. A falta de ello, representar gráficamente en la pizarra los hechos de los que se trata y sus relaciones. Apoyar siempre el lenguaje en recursos intuitivos, dándoles más objetividad y realismo. – Transcribir en la pizarra, resumido, pero bien ordenado, el desarrollo del tema, acentuando los datos más importantes y sus relaciones. – Evitar digresiones largas y observaciones marginales o irrelevantes, reservando el tiempo para los datos más esenciales, importantes e interesantes, dándoles el énfasis debido. – Cuando se lo considere necesario, intercalar algunas gotas de buen humor, para que la clase resulte más agradable, interesante y animada. – Comprobar de vez en cuando, por medio de preguntas oportunas y apropiadas, el grado de atención y de comprensión de los alumnos. INTERROGATORIO 1. Aunque antiquísimo (usado ya por Zoroastro en el Zend-Avesta, 1000 a.C.), es un procedimiento didáctico universalmente empleado para despertar y dirigir la actividad reflexiva de los alumnos. Dice Ruiz Amado que “el arte de interrogar es para el maestro el arte de las artes y la manera mas didáctica de enseñar”. 2.- Funciones y tipos El interrogatorio sirve para: a) Recordar conocimientos anteriores, necesarios para la comprensión de un tema nuevo; es el interrogatorio de fundamentación. b) Inducir la motivación inicial, despertando la atención y el interés de los alumnos hacia un asunto nuevo; es el interrogatorio motivador. c) Mantener e intensificar la atención de los alumnos, previniendo o interrumpiendo distracciones e indisciplinas; es el interrogatorio disciplinador. d) Estimular la reflexión y guiar el razonamiento de los alumnos; es el interrogatorio reflexivo o socrático. Profesora Carmen Victoria Cedeño P.

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e) Diagnosticar deficiencias e incomprensiones de los alumnos en su aprendizaje; es el interrogatorio diagnosticador. f) Recapitular e integrar la materia; es el interrogatorio retrospectivo o integrador. g) Comprobar el rendimiento del aprendizaje; es el interrogatorio verificador. El interrogatorio, frecuente y oportuno, hecho con la debida técnica, atrae la atención de los alumnos y estimula su raciocinio, haciéndoles relacionar, comparar, juzgar, apreciar críticamente las respuestas dadas por los colegas y acompañar atentamente el desarrollo del asunto de la clase. Es, por tanto, un poderoso acicate para el aprendizaje auténtico. 3.- Contenido y forma de las preguntas. Hay dos tipos fundamentales: (a) preguntas informativas o de memoria, y (b) preguntas reflexivas o de raciocinio. 4.- Al formular las preguntas en clase, tenga en cuenta las siguientes normas: – Las preguntas deben ser claras, simples y bien definidas, enfocando un punto cada vez. Deben evitarse preguntas compuestas como “¿cuándo, cómo y con quién?”. Desdoblar esta pregunta en tres, formulando una cada vez. – Deben adaptarse al nivel mental y a la capacidad de los alumnos y expresarse en términos accesibles a su comprensión; ni demasiado fáciles, ni excesivamente difíciles. – Deben ser interesantes, atractivas, estimulantes y formuladas con habilidad. – No deben contener la respuesta ni sugerirla. – Deben ser constructivas, hilvanándolas con lógica y conducentes a una conclusión o punto que quede claro o fijado. – Deben distribuirse de modo que las respondan sucesivamente el mayor número de alumnos. Nunca se deben limitar a dos o tres alumnos y mucho menos a uno solo. – Deben exigir frases como respuesta, y no un simple “sí” o “no”; procúrese evitar la mera adivinanza. 5.- Normas para dirigir bien el interrogatorio en clase: – Cuando sea posible, se deben pedir “voluntarios” para las respuestas, evitando la coacción de la llamada nominal. – Si la clase es indisciplinada o hay alumnos que monopolizan todas las respuestas, volver al sistema de la llamada nominal. – Formular la pregunta, siempre y en primer lugar, para la clase entera; después de una corta pausa indicar el alumno que deberá contestar.

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– No limitar el interrogatorio a uno o dos alumnos; distribuir las preguntas entre el mayor número posible de ellos, de suerte que puedan participar todos. – Las preguntas nominales se deben hacer en un orden que los alumnos no puedan prever y de acuerdo con la capacidad probable del alumno designado para contestar. Es inútil llamar a los menos capaces para responder preguntas difíciles. – No hacer del interrogatorio un castigo ni un instrumento de bochorno, sino un torneo interesante y animado, en el que todos quieran tomar parte. – Apreciar y elogiar las respuestas acertadas de los alumnos y destacar debidamente los aciertos. – Demostrar a los alumnos una actitud acogedora, de aprecio y de satisfacción, por los intentos honestos de responder con acierto, aun cuando no lo consigan; ayudar a los vacilantes, tímidos o confusos con estímulos didácticos oportunos. – Las preguntas formuladas con claridad suficiente no deben ser modificadas ni repetidas muchas veces, Sólo deben modificarse cuando se sienta que no están bien formuladas. – No satisfacerse con respuestas evasivas, confusas e incompletas; exigir respuestas claras, correctas, bien definidas y enunciadas de forma que toda la clase pueda oírlas. USO DE LA PIZARRA En la enseñanza simultánea, el empleo exclusivo del lenguaje hecho por el maestro no basta para que los alumnos adquieran una noción clara y nítida de lo que se les debe enseñar. Es preciso para eso que las explicaciones sean, en lo posible, reforzadas por otros recursos intuitivos, que le traduzcan en términos sensibles los datos conceptuales enfocados. Pues bien, la pizarra es sólo uno de los recursos intuitivos utilizables. En todas y cada una de las clases, la pizarra está siempre al alcance del profesor para reforzar sus explicaciones, eliminar ambigüedades, concretar abstracciones, fijar contrastes, realzar antinomias, trazar paralelos, establecer proporciones, esquematizar sucesiones, configurar situaciones complejas, describir el curso de los acontecimientos o la curva de los procesos en evolución… En realidad, es ilimitado el número de posibilidades de objetivación a las que la pizarra se puede prestar en manos de un profesor que tenga imaginación y completo dominio de la técnica. En tan sentido se debe interpretar el harto conocido adagio didáctico: “un pedazo de tiza bien aprovechado vale más que dos toneladas de teorías verbalizadas”. Cuando el maestro suplementa y vigoriza su lenguaje expositivo con resúmenes, sinopsis, esquemas y gráficos en la pizarra, se duplican los estímulos de actividad mental para Profesora Carmen Victoria Cedeño P.

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los alumnos. Éstos reciben las informaciones por dos vías sensoriales simultáneas: auditiva y visual; ambas se suplementan entre sí, concurriendo para la integración mental de los conocimientos buscados y para su mejor retención. Las siguientes normas prácticas, mencionadas a título de sugestiones, contribuirán a perfeccionar la técnica docente y a hacer la enseñanza más atractiva y productiva. – Antes de comenzar la clase, se debe limpiar bien la pizarra, eliminando los vestigios de su uso anterior. – Escribir siempre con letra legible y de tal tamaño que incluso los que se sienten al final de la clase consigan leerla sin dificultad. – Todo lo escrito en la pizarra para que los alumnos lo lean o copien debe destacarse por su exactitud y corrección gramatical y ortográfica. – En las clases, sólo se deben conservar los datos escritos hasta que los alumnos los transcriban en sus cuadernos; deben luego ser borrados, para ceder lugar a nuevos elementos. – Los términos técnicos, fórmulas, símbolos, fechas y otras indicaciones numéricas, nombres propios de lugares y personas, así como, en las disciplinas lingüísticas, el vocabulario fundamental, deben escribirse siempre en la pizarra con bastante claridad y completos, evitando las abreviaturas. Tales elementos presentan especial dificultad para ser captados por los oyentes, adultos inclusive. LA DIRECCIÓN DE LAS ACTIVIDADES Ya fueron analizadas las siguientes fases del ciclo docente: a) planeamiento; b) motivación e incentivación del aprendizaje. c) presentación de la asignatura en clase. Después de la fase de presentación de la materia a los alumnos, sigue la de la dirección de actividades del alumnado. Es la fase más esencial y provechosa de todo el proceso didáctico; en ella, el profesor lleva a sus alumnos, dueños ya de la comprensión inicial adquirida en la fase anterior, a manejar directamente los datos de la materia en trabajos y actividades concretas, teniendo ante su vista metas definidas de asimilación y de dominio. A esta altura del proceso el profesor necesita adoptar nuevas tácticas de acción didáctica. Organizará entonces un programa de trabajos prácticos o de aplicación; mediante los cuales los alumnos serán llevados a manipular, descomponer, recomponer, comparar, discriminar, analizar, relacionar y reinterpretar los datos que ya conocen por la presentación inicial.

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Modalidades de actividad del alumnado Los trabajos prácticos o de aplicación admiten las más variadas modalidades, según la asignatura o materia estudiada: análisis, traducciones, versiones, dictados, composiciones; resúmenes, informes, debates, conversaciones; confección de cuadros, tablas, mapas, gráficos, modelos, trabajos de ampliación o reducción, transcripciones; organización de series de preguntas o listas de problemas; compilación de material bibliográfico y observaciones locales; colecciones de álbumes ilustrados; realización de proyectos, ya ideados por los alumnos, ya sugeridos por el profesor; experiencias y análisis en laboratorios; registro escrito de esas experiencias y observaciones, etc. Esta lista es sólo ilustrativa, no exhaustiva. La imaginación y la inventiva de cada profesor podrán sugerirle otros innumerables tipos de actividades de alumnos relacionadas con su asignatura, sin huir de los criterios fundamentales de la racionalización: economía, rapidez, eficacia y productividad. Es considerable, por tanto, la variedad de trabajos a que el profesor puede llevar a sus alumnos en esta fase, para conseguir la deseada asimilación de lo que están aprendiendo. Técnica de dirección de las actividades de los alumnos Estas deben ser: 1. Proyectadas y organizadas por el profesor, teniendo en cuenta: a) los objetivos inmediatos prefijados en el plan general del curso; b) el tiempo necesario y disponible para conseguir esos objetivos. c) el material bibliográfico y los medios auxiliares disponibles en la escuela; d) el grado progresivo de complejidad de los automatismos o de los elementos ideativos que los alumnos habrán de dominar; e) el nivel de dificultad que los alumnos encontrarán probablemente en la asimilación de esos elementos ideativos o en la adquisición de esos automatismos. 2. Dirigidas o coordinadas por el profesor 3. Controladas y verificadas personalmente por el maestro, mediante: a) análisis de las tareas realizadas por los alumnos, su corrección y sugestiones para mejorarlas; b) valoración, por lo menos cualitativa, de las tareas empleando criterios uniformes y objetivos y reconociendo el esfuerzo realizado; c) comunicaciones o informes periódicos a los alumnos sobre resultados obtenidos por ellos. LA INTEGRACIÓN DEL CONTENIDO DEL APRENDIZAJE En la escuela moderna, liberada ya de la preocupación de trasmitir conocimientos enciclopédicos a los alumnos y más interesada en la dirección de las apropiadas Profesora Carmen Victoria Cedeño P.

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actividades de los alumnos, la integración y fijación del contenido del aprendizaje se produce automáticamente como resultado de la propia actividad directa de los alumnos al ejercitarse detenidamente con los datos estudiados. Aún así, los diversos sistemas de enseñanza moderna no dejan de insistir, más o menos explícitamente, en la revisión de los materiales aprendidos al final de cada unidad didáctica, de cada semestre y de cada curso, para asegurar una integración y fijación mejores. Es cierto que todo aprendizaje parte de un sincretismo inicial, vago y confuso, hacia un análisis más detenido de los pormenores y datos informativos exactos que constituyen el conocimiento o automatismo que se va a adquirir. Sin este examen analítico y más detenido de los pormenores, los alumnos no conseguirían elevarse por encima del sincretismo inicial, vecino de la ignorancia; no habría, por lo tanto, aprendizaje auténtico. Pero no termina con eso la labor del profesor. Pues no es menos cierto que, una vez superado el sincretismo inicial por la discriminación analítica de las partes -si bien sólo hasta el punto en que es necesario-, es indispensable conducir el aprendizaje de los alumnos hasta una integración superior donde se organicen dinámicamente los hechos aprendidos, para orientarlos en la acción y a través de la problemática de la vida y del trabajo. Dos serán los procedimientos específicos de esta fase dignos de nuestra atención: la recapitulación y el ejercicio. A: RECAPITULACIÓN Es el procedimiento didáctico más indicado para llevar a los alumnos a integrar sus conocimientos en conjuntos sistemáticos y funcionales. Es, por consiguiente, esencial para conducir el aprendizaje ideativo de los alumnos a feliz término. Por la recapitulación, los alumnos adquieren una visión de síntesis retrospectiva, distinta de la estrecha visión analítica obtenida durante el proceso de asimilación inicial de la materia. Los puntos, segmentos y temas estudiados aisladamente y cada uno por vez, intégranse ahora en una amplia visión de conjunto, donde cada uno de aquellos figura con su justo peso y relativa importancia. Es el toque final que da el profesor al aprendizaje ideativo de sus alumnos, dotándolo de nuevas perspectivas y de una organización coherente y definida. En cuanto a la forma de recapitulación, la didáctica moderna recomienda gran variedad de procedimientos, tanto orales como escritos; los más corrientes son: a) Repasar la asignatura bajo un prisma o desde un ángulo diferente. b) Presentar a los alumnos una serie de problemas o cuestiones controvertidas que los induzcan a repasar toda la materia dada. c) Programar trabajos y discusiones dirigidas sobre problemas que impliquen una recapitulación general de los contenidos. Profesora Carmen Victoria Cedeño P.

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d) Indicar con antelación la revisión general, para organizar con los alumnos de la clase los resúmenes y cuadros sinópticos comprensivos. Los mismos serán escritos en la pizarra, analizados, discutidos y, finalmente, copiados en los cuadernos. En cuanto a la duración y extensión, tenemos recapitulaciones: a) Inmediatas, al fin de cada lección y al principio de la siguiente, con 5 ó 6 minutos de duración. b) Intensivas, al acabar una unidad. c) Cíclicas o acumulativas, para revisar grupos de temas o unidades o toda la materia de un trimestre o del curso. B. EJERCICIO Es el procedimiento didáctico más apropiado para integrar los automatismos, esto es, hábitos, destrezas y habilidades específicas, mentales o verbales. El ejercicio consiste en la repetición intensiva y regular del automatismo pretendido, en formas, contextos o situaciones progresivamente variados, hasta alcanzar el deseado grado de seguridad, rapidez y perfección en su ejecución. La técnica del ejercicio obedece a las siguientes normas: 1. Conseguir la incentivación inicial de los alumnos 2. Obtener de los alumnos la comprensión reflexiva del automatismo que están adquiriendo. 3. Hacer demostraciones y presentar modelos para que los alumnos los examinen con atención. 4. Iniciar a los alumnos en la práctica correcta del automatismo, dándoles algunas indicaciones claras y precisas sobre lo que deberán hacer y cómo deberán hacerlo. 5. Inducir a los alumnos a repeticiones atentas e intensivas del automatismo con intervalos regulares. Observar que: a) las repeticiones valen en razón de la intensidad de la atención con que son hechas, y no por su cantidad ni por su duración. Los periodos cortos pero intensivos de práctica repetitiva son preferibles a los largos y fatigantes; b) en todas las repeticiones se debe mantener constante el elemento esencial que se quiere automatizar; pero se debe variar siempre la forma, el contexto o la situación en que se encuentra tal elemento esencial. No obligar a repetir mecánica y artificialmente el elemento esencial aislado de su contexto natural. Éste será siempre variado y real. c) el número de repeticiones debe ser proporcional al grado de complejidad y de dificultad del automatismo; cuanto más difícil y complejo sea éste, más frecuentes deben ser las repeticiones para adquirirlo; d) la práctica espaciada con intervalos regulares es más beneficiosa que la práctica continua ola realizada a intervalos irregulares. Si disponemos de 10 horas para adquirir un automatismo, es preferible distribuirlas en 20 periodos de práctica de 30 minutos, o en 40 periodos de 15 minutos a hacerlo en 10 periodos de 1 hora o en 5 de

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2 horas. La práctica demasiado prolongada y fatigante es siempre contraproducente. FIJACIÓN DEL CONTENIDO DEL APRENDIZAJE Numerosas investigaciones psicológicas han revelado que el índice de retención de la materia estudiada por los alumnos es casi todas las asignaturas de la enseñanza media, es alarmantemente bajo. Pruebas de retención aplicadas entre 15 y 36 meses, conteniendo los mismos datos que aseguraron la aprobación, denotan pérdidas que van del 50 al 80 % de todo lo aprendido. Los índices de pérdida y de olvido más elevados son los referentes a nomenclatura, términos técnicos, fechas, nombres propios, definiciones y datos informativos en general, lo que indica que esos datos no fueron debidamente entrelazados e integrados en la mente de los alumnos mediante experiencias de aprendizaje vitalmente significativas y relevantes. Las mismas investigaciones han revelado que los índices de olvido son mucho más reducidas cuando estos datos se han aprendido y utilizado en situaciones de vivo interés, mediante tareas y experiencias prácticas de significación real para los alumnos. Estos hechos están indicando la necesidad de que el profesor se aplique a la integración progresiva y a la fijación de lo aprendido en la mente de sus alumnos a lo largo de todo el proceso de aprendizaje y no sólo en su fase final. Entre estos procedimientos sobresalen las tareas escolares y el estudio dirigido como los más indicados, por ser de eficacia ampliamente comprobada. A. TAREAS ESCOLARES Las tareas escolares constituyen un complemento indispensable para las clases; al exigir trabajos bien determinados y a plazo fijo, que serán examinados y corregidos por el profesor, constituyen un poderoso estímulo para estudiar y repasar la materia estudiada en la clase, y también un factor eficaz para formar buenos hábitos de estudio; concurren igualmente de forma decisiva para fijar el contenido del aprendizaje. Su importancia es tanta que en una encuesta organizada por Charters y Waples, de 325 especialistas en didáctica, 300 clasificaron la técnica de las tareas entre las más importantes para el rendimiento escolar. 1. Respecto a la preparación de las tareas: a) organizar la tarea, poniéndola en relación directa con el objetivo y el contenido de la clase. b) La tarea debe ser calibrada, esto es, graduada: 1) en cuanto al tiempo que va a exigir de los alumnos (entre 20 y 30 minutos cuando más), y 2) en cuanto al grado de dificultad que representa para ellos. La tarea debe constituir un reto estimulante a la inteligencia de los alumnos, pero dentro de su alcance y de su capacidad. No debe, por tanto, ser demasiado fácil ni excesivamente difícil. c) Evitar la rutina, organizando tareas interesantes. Profesora Carmen Victoria Cedeño P.

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d) Preparar instrucciones breves, pero bien definidas, para orientar a los alumnos en su ejecución. 2. Respecto a la imposición de las tareas: a) Indicar el “deber” a los alumnos en el momento que se crea más oportuno. Para ciertos autores, e momento psicológico más indicado es al acabar la clase; para otros, al empezar, sirviendo, en este caso, como acicate de la atención de los alumnos. b) A señalar la tarea: 1) cerciorarse de que todos los alumnos están atentos y de que anotan en sus cuadernos; 2) darles instrucciones bien claras y precisas sobre lo que tienen que hacer y cómo han de hacerlo; 3) comunicarles el tiempo exacto de que disponen para entregar la tarea. 3. Con respecto a la corrección de las tareas, puede ser hecha personalmente por el profesor o con los alumnos, en el aula, como ejercicio. a) En el primer caso: marcar con lápiz rojo los errores; dar la nota merecida con observaciones breves, pero oportunas; devolver a los alumnos sus tareas para que se enteren de los méritos de su trabajo y de sus deficiencias. b) En el segundo caso: repasar la tarea, punto por punto, en la pizarra; para que los alumnos corrijan sus propios ejercicios; darles los criterios de valoración para que ellos se los apliquen. B. ESTUDIO DIRIGIDO Los alumnos sólo aprenden realmente, en un plan sistemático y constructivo, cuando estudian con buen método y con seriedad, esfuerzo y dedicación. Es imperiosa la necesidad de orientar a los alumnos para que formen buenos hábitos de estudio y adopten un método eficaz de trabajo mental. En la técnica del estudio dirigido habrá que tener en cuenta estas normas: – En los primeros minutos, dará el profesor a sus discípulos las instrucciones necesarias y los motivará para un estudio concentrado e intensivo. – Procurará crear y mantener una atmósfera de concentración mental y de trabajo entre los alumnos. – Atenderá individualmente a los que presentan dudas o necesitan aclaraciones, reorientando su razonamiento; al hacerlo moderará el tono de su voz para no perturbar a los demás. – No hará el trabajo en lugar del alumno, ni le dará respuestas que le ahorren el esfuerzo o le releven de razonar. – Inspeccionará sucesivamente el trabajo o ejercicio que cada alumno esté ejecutando, haciéndole las observaciones que le parezcan oportunas; le advertirá sobre errores que esté cometiendo; con un gesto o simple palabra de aprobación estimulará a los que estén ejecutando bien sus tareas. – No será brusco, impaciente ni irónico con los alumnos más lentos; les ayudará a superar sus deficiencias, estimulándolos de la mejor manera posible e infundiéndoles confianza en su capacidad. Profesora Carmen Victoria Cedeño P.

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– Aprovechará todas las ocasiones para inculcar en sus alumnos las actitudes y hábitos más apropiados de estudio, como: postura correcta y sana; utilización económica y rápida del instrumental de trabajo; ahorro de material; rapidez en la lectura y escritura; concentración mental, ataque vigoroso al problema y persistencia hasta encontrar la solución; hábitos de hacer un borrador, de ponerlo en limpio y de revisar críticamente su trabajo antes de darlo como terminado; procurar resolver por sí mismo las dificultades sin recurrir a otros; cotejar las fuentes bibliográficas, etc. EL MANEJO DE LA CLASE El manejo de la clase es la supervisión y el control efectivo que el profesor ejerce sobre sus alumnos con el propósito de crear y mantener en sus clases una atmósfera sana y propicia a la atención y al trabajo mental intensivo, desarrollando en los alumnos hábitos fundamentales de orden, disciplina y trabajo, e inculcándoles sentido de responsabilidad. El manejo de la clase se propone simultáneamente objetivos inmediatos o instructivos y objetivos mediatos o educativos. Los objetivos inmediatos o instructivos son: a) Asegurar el orden y la disciplina necesarios para el trabajo en el aula. b) Garantizar el mejor aprovechamiento del tiempo, llevando a los alumnos a rendir más en los estudios. Estos objetivos aseguran, por consiguiente, las condiciones necesarias e indispensables para todo trabajo escolar eficiente. Los objetivos mediatos o educativos son de fundamental importancia para la formación moral y social de los educandos y consisten en desarrollar en los alumnos: a) Sentido de responsabilidad. b) Actitudes de sociabilidad y de respeto a los superiores y a los colegas. c) Espíritu de colaboración y de auxilio mutuo. d) Amor al trabajo y gusto por el estudio. e) Hábitos de aseo, de orden y de buena conducta social e individual. f) Atributos de carácter moral como honestidad, lealtad, veracidad, franqueza, etcétera. Hay tres tipos fundamentales de manejo de la clase: a) Correctivo: consiste en la vigilancia rigurosa, castigándose a posteriori las infracciones cometidas por los alumnos. b) Preventivo: consiste en prever las infracciones, anticipándose a ellas, y evitar sus causas impidiendo así su incidencia. c) educativo: consiste en formar el espíritu de los alumnos para el autogobierno y la autodisciplina consciente en el trabajo y en el estudio.

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El manejo correctivo, del cual se ha usado y abusado en épocas pasadas, es un anacronismo condenado por la psicología y por la moderna pedagogía por ser perjudicial a la formación de personalidades sanas y equilibradas. El manejo preventivo es, hasta cierto punto, eficaz y valioso; pero, usado exclusivamente no desarrolla el sentido de responsabilidad ni los hábitos fundamentales de autogobierno, tan esenciales para la formación de la personalidad de los alumnos, El manejo educativo, ideal de la moderna didáctica, es el control efectivo ejercido no por procesos autoritarios y coercitivos, sino por el mando democrático del profesor, por su poder de persuasión, por la estima y respeto mutuos entre profesor y discípulos, por la cooperación franca y leal en los trabajos. El orden y la disciplina se vuelven entonces conscientes, originando responsabilidades conjuntas para la clase y el profesor; éste asume el papel, no ya de dictador o de fiscal antipático, sino de superior esclarecido y amigo orientador; los alumnos ganan conciencia y responsabilidad, y se convierten en guardianes de sí mismos en lo tocante a sus actividades y a su conducta. Podemos señalar los siguientes principios y normas para el manejo de la clase: 1. Implantar y mantener una pauta de funcionamiento normal, dictando a los alumnos instrucciones específicas. A través del año escolar, debe el profesor vigilar el cumplimiento de estas prácticas por parte de los alumnos, insistiendo en su observancia. 2. Mantener siempre una sucesión ordenada de las actividades de las clases, de modo que los alumnos se habitúen a ella, evitándose sorpresas que provoquen desórdenes en la clase. 3. Ocupación mental intensiva de todos los alumnos: la indisciplina en clase es casi siempre fruto inevitable de la ociosidad mental, es decir, de a ausencia de objetivos inmediatos y concretos que polaricen la atención de los alumnos y los induzcan al trabajo y a la actividad mental intensiva. Muchos profesores contribuyen a esta ociosidad mental de sus alumnos, al ocuparse de algunos alumnos individualmente y dejar a los restantes sin tareas definidas e inmediatas, en libertad, por consiguiente, para bromas, riñas y tumultos. El profesor debe, desde el principio, trabajar con toda la clase, ocupando la atención de todos los alumnos y dándoles tareas definidas e inmediatas para que las hagan; después de eso es cuando deberá atender a los problemas o dificultades individuales de cada alumno. 4. Rotación de los alumnos en las responsabilidades de clase: en vez de monopolizar todas las actividades de clase, el profesor moderno las distribuye por turnos periódicos (mensuales o bimestrales) entre sus alumnos, dándoles oportunidad para colaborar en los trabajos y participar de funciones de responsabilidad, tales como: a) Dirección de equipos de trabajo y de grupos de excursión. b) Pasar la lista y hacer el recuento de faltas de los alumnos. Profesora Carmen Victoria Cedeño P.

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c) Encargarse de la limpieza de la pizarra y de la provisión de tiza, así como del cuidado por la limpieza de la sala. d) Recoger los deberes y repartir los apuntes multicopiados entre los condiscípulos. e) Encargarse de manipular y conservar los equipos, libros y material auxiliar empleado en clase. f) Cuidar de las puertas, ventanas, cortinas, interruptores, etc. LA INDISCIPLINA Se consideran actos de indisciplina todas las acciones, palabras, actitudes, gestos y reacciones que contrarían las normas disciplinarias vigentes en un centro de enseñanza, o que representan atentados contra la moral, la autoridad, el orden, el espíritu y las tradiciones de la institución. No hay duda de que los actos positivos de indisciplina, principalmente cuando son intencionales y frecuentes, son perjudiciales a la moral de un colegio y se oponen frontalmente a los propósitos educativos que son la propia razón de ser de esos establecimientos. Deben, por consiguiente, ser combatidos y eliminados. Pero estos actos de indisciplina son, casi siempre, consecuencias inevitables de condiciones y factores desfavorables que están actuando sobre el psiquismo de los educandos, amenazando desintegrar su personalidad y desajustarlos a la vida escolar. Importa, pues, que se encuentre la atención de los educadores sobre estos factores para eliminarlos o atenuarlos, antes de recurrir a sanciones o medidas punitivas más drásticas. La falta de conformidad con las normas de disciplina vigentes en los colegios se puede atribuir también, en muchos casos, a la inmadurez de los alumnos: su inteligencia no está todavía en condiciones de comprender las razones más profundas que dictan las normas vigentes; su poca experiencia no les permite aún prever y calcular las consecuencias de todas sus palabras, actos y actitudes; su poca edad no les hace posible todavía desarrollar el control mental necesario para una conducta reglada y satisfactoria. Solamente el tiempo, la experiencia, el ambiente educativo y la aclaración progresiva de los hechos por la comprensión y por la reflexión podrán engendrar en su mente inmadura ese control reflexivo e interior que facilita una conducta consciente y disciplinada. Corresponde a la escuela favorecer y estimular esa progresiva maduración interior de los escolares, sin perjudicar la evolución sana y normal de su personalidad. Podemos señalar estas normas prácticas de conducta personal del profesor en clase: a) Cultivar, en relación con los alumnos, una actitud fundamental de interés, comprensión y simpatía. Ser, por encima de todo, humano y razonable para con ellos; no se deben permitir, sin embargo, los excesos de familiaridad ni se debe ser demasiado condescendiente; es necesario ser firme e insistente en las exigencias, pero explicando el porqué de las mismas. Profesora Carmen Victoria Cedeño P.

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b) Ahondar en la psicología de los alumnos, comprender la psicología de la clase como un todo, por un lado, y la psicología individual de cada uno de sus miembros, por otro. Adaptar los procedimientos de manejo a esa psicología de modo que resulten eficaces y no contraproducentes. c) Evitar durante las clases hablar de uno mismo, de la vida, méritos o problemas y negocios particulares; no desperdiciar el tiempo de clase en confidencias personales o en asuntos ajenos a la materia. d) No ser autoritario, arrogante ni arrollador; no manifestar desprecio hacia los alumnos; ser paternalmente firme y emplear la necesaria energía de modo sereno, prudente y digno. Imponer respeto a los alumnos sin humillarlos ni intimidarlos. e) Cuidar la propia autoridad y no exponerla al desgaste, abusando de ella en incidencias triviales; en tales casos, es mejor recurrir al manejo preventivo o indirecto. f) Zanjar, sin embargo, de forma tajante y sin titubeos, cualquier movimiento más serio de indisciplina o de desorden colectivo; no dejar navegar el barco hasta que la tempestad estalle. g) No hacer promesas ni amenazas que después no se podrán o no se querrán cumplir; cuando se haga una advertencia, no deben tolerarse reincidencias. Las sanciones, si son necesarias, deben ser aplicadas sin tardanza y no días o semanas después; pero se debe ser moderado e impersonal en su aplicación. h) Tratar las infracciones más graves de modo objetivo e impersonal, sin mostrarse ofendido o enojado personalmente. La indisciplina debe ser reprobada como conducta inconveniente y antisocial que habla de los individuos que la practican. No interpretarla como afrenta o desacato a la autoridad personal del profesor. Terminado el incidente, no demostrar resentimiento o intenciones de persecución o venganza; tratar a los alumnos con naturalidad, como si nada hubiera sucedido antes. i) No reprender nunca a la clase entera por faltas cometidas por algunos alumnos; mucho menos se debe castigar a toda la clase; además de injusto, sería antipsicológico y contraproducente. Procurar, por el contrario, aislar a los agentes de la indisciplina, contrastando su conducta con la de los demás miembros de la clase. Cuando no se consiga identificarlos, no exigir que los otros los denuncien; invitar a los infractores a presentarse después de la clase para dar explicaciones personales. j) Hacer comprende a los alumnos que la buena conducta es una exigencia social que debe ser acatada en todas las circunstancias de la vida y que la escuela le da gran importancia. k) Nunca se ofenda personalmente a los alumnos con apodos despectivos, indirectas sarcásticas, alusiones a defectos físicos o insultos personales. No provocar

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susceptibilidades ni ofender el sentimiento de dignidad personal o familiar de los alumnos. En suma, procurar crear y mantener en las clases una atmósfera sana de responsabilidad, interés y calor humano, espíritu de trabajo y amor a los estudios. Por encima de todo se debe ser educador, nunca fiscal ni un perseguidor de los alumnos. DIAGNÓSTICO DE LOS ALUMNOS Una de las finalidades de la escuela, no por cierto la principal, pero sí de importancia fundamental, es la de dotar a los alumnos de los recursos mentales indispensables para evitar el fracaso y la frustración y obtener éxito en su vida social y profesional. Mas la alternativa de éxito o de fracaso se presenta a los alumnos ya en la propia escuela, y de manera ineludible. En casi todos los cursos encontramos un tercio o más de alumnos con ciertas dificultades de aprendizaje en dos o más asignaturas. En algunas asignaturas esos índices suben a 50 ó 60 %. El aprendizaje de esos alumnos es insuficiente, engendrando complejos más o menos graves de frustración, desagrado por el estudio y un sentimiento de inseguridad frente a los exámenes que se avecinan. Para obviar el problema, los padres que pueden recurren a la solución empírica de contratar a un profesor particular para que dé clases individuales a sus hijos, intentando así prevenir la amenaza de la reprobación El profesor particular es siempre una aventura arriesgada; las divergencias sobre el contenido y sobre el método entre ambos profesores, el particular y el oficial, pueden agravar más aún la situación crítica en que se encuentra el alumno y hacerle perder el respeto y la confianza en la escuela y en sus maestros. La única solución racional que se impone es la de considerar el trabajo de recuperación de los alumnos dentro del tiempo útil como una obligación taxativa e indeclinable de todo profesor idóneo y consciente de sus deberes profesionales. A estos deberes corresponde la fase del ciclo docente que designamos como diagnóstico y rectificación del aprendizaje. En su función diagnosticadora, el profesor obra en relación con sus alumnos y con el aprendizaje como el médico en relación con sus pacientes y con la enfermedad: hace los exámenes pertinentes y analiza los índices y síntomas que pueden llevarle a identificar la naturaleza específica de las anomalías que están ocurriendo y descubrir las causas, para aplicar, en seguida, el remedio más adecuado. Es una fase del trabajo docente eminentemente individualizadora, dado que la problemática de cada alumno se radica en sus diferencias individuales y en su capacidad específica para aprender.

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Sirvan al profesor como procedimientos típicos de diagnóstico directo e inmediato del aprendizaje: a) La observación directa y sistemática de la actitud y del método del alumno al estudiar sus tareas escolares. b) El análisis de las tareas hechas por el alumno y sus errores más frecuentes y típicos. c) Pruebas analíticas, tipificadas o elaboradas por el propio profesor, para identificar la deficiencia o el mecanismo responsable de los errores constantes del alumno; enfocan principalmente los aspectos mecánicos del aprendizaje deficiente. d) Frecuentes interrogatorios reflexivos, relacionados con sencillas tareas que el alumno hará en presencia del profesor, para determinar su grado de comprensión y verificar sus efectos. e) Entrevistas individuales de carácter informal hechas con el alumno para sondear la naturaleza y la dinámica de su motivación interior y ver si algún bloqueo emocional está perturbando su aprendizaje. Utilizando estos diversos procedimientos, procurará el profesor identificar específicamente, con relación al aprendizaje de cada alumno: a) Los defectos que presenta en su preparación escolar básica. b) Los defectos de atención y sus determinantes habituales. c) Las deficiencias de memoria y de raciocinio que revelan la incomprensión inicial y el dominio precario de los datos estudiados. d) Las faltas de aplicación que denotan inseguridad en los procesos específicos del trabajo y escasez de ejercicios prácticos para consolidar el aprendizaje. e) Las imperfecciones de su método de estudio o las esteriotipias en su manera de estudiar y de realizar las tareas. f) Las actitudes, problemas y reacciones especiales que impiden un proceso normal de aprendizaje. De acuerdo con las indicaciones dadas por el diagnóstico, el profesor organizará su plan de acción terapéutica o correctiva para ayudar al alumno a superar sus deficiencias y poner al día su aprendizaje. RECTIFICACIÓN DEL APRENDIZAJE Tan universal y constante es la aparición de errores en el aprendizaje, que muchos psicólogos han llegado a considerarla como esencial en su propio proceso; para ellos, todo aprendizaje se desarrollaría a través de ensayo, error y acierto. Los errores predominarían en los comienzos del aprendizaje y serían poco a poco eliminados y sustituidos por los aciertos, en virtud del esfuerzo del alumno orientado por el profesor. Enseñar, entonces, sería, predominantemente, ayudar a los alumnos a eliminar sus equivocaciones y sustituirlas por aciertos, asegurándoles un dominio progresivo de la materia.

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En todo caso, el hecho es que la aparición del error es una constante en la evolución del aprendizaje sistemático y que el profesor debe ser capaz de enfrentar su aparición, calificando los errores, identificando sus causas y corrigiéndolos de la manera más indicada y oportuna. En las materias en que predominan las destrezas y habilidades (como idiomas, dibujo y cálculo), la rectificación de los errores se debe hacer durante todo el proceso de aprendizaje, de forma gradual y fragmentaria. En las materias llamadas de “contenido informativo” (como historia, geografía, ciencias, etcétera), la rectificación constituye una fase aparte, en la cual se procura hacer ex professo el diagnóstico y la rectificación del aprendizaje antes de pasar a la fase de su integración final. Una parte esencial de la rectificación consiste en actualizar los fundamentos mal aprendidos o ya olvidados por los alumnos. La conclusión a que llegamos es la de que el diagnóstico y la rectificación son procedimientos esenciales e indispensables para la marcha del aprendizaje auténtico; éste reclama repasos reiterados mediante los cuales se procede a eliminar errores y a corroborar los aciertos hasta que los alumnos llegan a dominar plenamente la materia aprendida. Para lograr la rectificación de los aprendizajes se pueden seguir estas normas prácticas: a) Incentivar de la mejor forma posible a los alumnos para que superen sus deficiencias. El problema fundamental de esta fase es la motivación. Cultivar entre ellos una actitud sana y deportiva en relación con las deficiencias y los errores. El profesor no debe mostrarse áspero, impaciente ni sarcástico por las faltas cometidas por el alumno; debe interesarlo en corregir sus propios errores y elogiar sus progresos. b) No engendrar errores artificiales, Llevar a los alumnos a descubrir los propios errores y a corregirlos con discernimiento. c) No precipitarse en apuntar o corregir los errores; hacerlo solamente cuando los alumnos se revelan incapaces de identificarlos y corregirlos. d) Inducir a los alumnos a razonar primero para rectificar sus errores. La mera rectificación mecánica sin la ponderación reflexiva es inoperante y es nula su contribución para mejorar el aprendizaje. e) Para recuperar los conocimientos básicos se impone un continuo y paciente retorno a los fundamentos y principios de la asignatura, a sus reglas y normas, reavivando la memoria para asegurar el nuevo aprendizaje. f) Reconocer lealmente el empeño y el esfuerzo de los alumnos para corregir y acertar; elogiar sus aciertos y sus progresos. Procurar inculcarles confianza en sí Profesora Carmen Victoria Cedeño P.

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mismos y proporcionarles la satisfacción de ver su tesón coronado por el éxito. Quizá lo que más necesitan los alumnos deficientes es confianza en sí mismos, sentir que son capaces de superar sus errores y progresar en el estudio de la materia.

Luis Alves de Mattos. Compendio de didáctica general (adaptación) Con la autorización de Editorial Kapelusz. TOMADO SÓLO CON FINES DIDÁCTICOS

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