ISSN 0719-6016
Literatura para infancia, adolescencia y juventud
COLECCIÓN DE PROPUESTAS CRÍTICAS N° 7 – AÑO 1 – JULIO 2015
umbral COLECCIÓN DE PROPUESTAS CRÍTICAS CIEL CHILE
Centro de Investigación y Estudios Literarios: discursos para infancia, adolescencia y juventud ISSN 0719-6016 Derechos Reservados © 2015, CIEL CHILE CORREO ELECTRÓNICO:
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ÍNDICE
CLAUDIA ANDRADE ECCHIO
Una poética de la intimidad: la construcción de la morada interior en El idioma secreto de María José Ferrada..…………………………………………………………………………………………........ 4
CATALINA MUÑOZ MOLINA
El buen salvaje del siglo XXI: configuración del niño indígena aymara en Mamire, el último niño (1996) de Víctor Carvajal……………………………………………………………………………………... 12
PERFILES COLABORADORES-AS UMBRAL………………………………………………………………………………………………
23
N° 7 – Año 1 – Julio 2015 UNA
POÉTICA
DE
LA
INTIMIDAD:
LA
CONSTRUCCIÓN DE LA MORADA INTERIOR EN EL IDIOMA SECRETO DE MARÍA JOSÉ FERRADA
CLAUDIA ANDRADE ECCHIO
© DOCTORA EN LITERATURA CHILENA E HISPANOAMERICANA
[email protected]
Ferrada, María José. El idioma secreto. Ilustr. Zuzanna Celej. Pontevedra, Italia: Kalandraka Editora, 2013. 55 páginas.
4
UNA
POÉTICA
DE
INTIMIDAD:
LA
H
LA
CONSTRUCCIÓN DE LA MORADA INTERIOR EN EL
ablar de la poesía de María José Ferrada es
introducirse en espacios imaginarios habitados por seres
IDIOMA SECRETO DE MARÍA JOSÉ FERRADA
diminutos y objetos olvidados, por animales e insectos realizando tareas fabulosas, por inviernos que invitan al abrigo y por veranos que entusiasman a la aventura. La RESUMEN
poetisa chilena dibuja, en sus versos, la esencia de una
La poesía de la chilena María José Ferrada transita por
infancia que se aproxima, siempre desde el asombro, a su
espacios mínimos en los que el tiempo se detiene para dar
entorno más íntimo: su pieza, su casa, su patio, su calle.
paso a la observación poética de la existencia cotidiana. Sus
Una poética de lo cercano, de lo que pasa desapercibido, de
versos, destinados a niños y niñas, se aproximan a su
lo oculto y de lo sencillo. Todo ello visto y sentido a través
manera de ver y experimentar el mundo, configurando
de hablantes líricos que miran y perciben el mundo desde
hablantes líricos que, en tanto observan desde la óptica de
una posición periférica, como de soslayo: una óptica que
lo pequeño, proponen una visión personal acerca de la vida. Este
comentario
crítico
propone,
a
partir
de
observa lo cotidiano y lo transforma en extraordinario.
la
Dentro de sus textos publicados, su poemario El
fenomenología de la imaginación desarrollada por Gaston
idioma secreto (ilustrado por Zuzanna Celej, 2013)1 se
Bachelard (1884-1962), la construcción de una poética de la
perfila
intimidad en su poemario El idioma secreto (2013), en el
–junto
con
Niños
(Ediciones
Grafito,
con
ilustraciones de Jorge Quien, 2013)– como una obra que no
que confluyen los ecos del pasado y la conciencia del
solo habla de la infancia como experiencia sensorial de
instante en una geografía de lo íntimo: ese espacio de la
conocimiento del mundo, sino también como vivencia de un
infancia que permanece en el corazón de la memoria adulta.
pasado individual a la vez que colectivo, cuyos ecos alcanzan al hablante lírico, quien, a través del recuerdo,
PALABRAS
CLAVES:
POESÍA
INFANTIL
CHILENA,
reconstruye su historia personal y reinterpreta su presente.
FENOMENOLOGÍA DE LA IMAGINACIÓN, POÉTICA DE LA 1
Ha sido galardonado en dos ocasiones: V Premio de poesía para niños “Ciudad de Orihuela” (2012) y Premio Fundación Cuatrogatos: Mejores libros para niños y jóvenes de creadores iberoamericanos (2014).
INTIMIDAD.
5
«El recuerdo es borroso como niebla,/ pero me abrigo con
Ahí dentro estaban las palabras.
él/ cuando hace frío» (Ferrada 25) dice la voz lírica cuyo
Y con ellas
recorrido no lineal de un año (1984) le permite rememorar,
Hice mi habitación en el mundo (53).
por un lado, sus primeros acercamientos a aquellas palabras secretas con las cuales construye su ser-habitar en el
Este viaje –que hace en conjunto con sus lectores y
mundo, y por otro, a la abuela paterna, artífice de dicho
lectoras– invita a una reflexión acerca de los lugares que
descubrimiento.
definen al ser humano, a las imágenes que lo conforman, a
A diferencia de otros poemarios de Ferrada, El
la comprensión de la vida como experiencia narrativa, en el
idioma secreto hace referencia a una vivencia personal (la
sentido de autoconstrucción permanente en el tiempo que
muerte de su abuela) y al legado que pervive en ella, la
solo es percibida en el instante, en este caso, de la lectura.
nieta: el lenguaje con que da nombre a los seres y cosas que
Dicha
albergan su mundo interno. Esa búsqueda poética de la
imaginaria e imaginada es elaborada por el filósofo francés
morada íntima se construye circularmente: el poemario se
Gaston Bachelard, principalmente, en dos de sus textos: La
inicia y termina con el mismo poema; la única diferencia es
poética del espacio (1957) y La poética de la ensoñación
que, al término, agrega dos versos que sintetizan el hallazgo
(1960). En ellos, formula una fenomenología de la
realizado por el hablante lírico al final del recorrido:
imaginación donde la imagen poética «[…] nos sitúa en el
configuración
del
ser-habitar
como
vivencia
origen del ser hablante» (La poética del espacio 15); se El idioma secreto me lo enseñó mi abuela.
trataría de un «[…] acceso a la realidad propia de lo irreal»
Y es un idioma que nombra las plantas de
(Salazar 5-6) que se construye siempre por medio del
tomate, la harina, los botones.
ocultamiento: «Para captar desde ahora la fenomenología de
Un día me llamó.
lo oculto, bastará una observación preliminar: un cajón
Me dijo que antes de que la muerte se la llevara
vacío es inimaginable. Sólo puede ser pensado. Y para
quería entregarme algo.
nosotros que tenemos que describir lo que se imagina antes
Mi herencia era una caja de galletas con ovillos
de lo que se conoce, lo que se sueña antes de lo que se
de lana y boletas de ferretería. 6
comprueba, todos los armarios están llenos» (La poética del
segunda instancia, en reconstruir el topos existencial, ese
espacio 30).
lugar donde moran los recuerdos y en el que gusta el ser
Tal ocultamiento –propio de la literatura– se halla
humano “agazaparse”: «Se trata, pues, de preguntarnos
en el juego permanente entre quien crea y quien recrea:
cómo habitamos nuestro espacio existencial, cómo nos
escritor/poeta/dramaturgo y receptor/destinatario/oyente en
enraizamos, de día en día, en un rincón del mundo»
diálogo a través de las imágenes que el primero construye
(Sánchez 66).
con el lenguaje y que el segundo reconstruye, por medio de
Este poemario en particular, analizado desde esta
la imaginación, en el proceso de lectura. La fenomenología
perspectiva, se muestra como un abanico de imágenes
de la imaginación, dentro del contexto de esta actividad co-
ensoñadoras que hablan, precisamente, de un espacio-
creativa, «[…] trata de tomar la imagen poética en su propio
origen (aquel que muchas veces se asocia con la infancia),
ser, no como el resultado de una represión o censura, sino
el que es construido desde la perspectiva de quien recuerda:
como la manifestación de la propia plenitud de la imagen,
una voz lírica que rememora los mínimos hallazgos
de su propia inocencia» (Salazar 5).
realizados junto a su abuela durante el último año que
Para el filósofo, las imágenes proporcionadas por la
comparten.
poesía maravillan porque incitan la activa participación de
La fugacidad del tiempo y la inevitable partida del
la imaginación creadora, actividad en la que se desrealiza la
ser amado aparecen de manera sinuosa en algunos versos
naturaleza mediante la “ensoñación de palabras”: «Gracias
que, como migajas de pan, indican al lector-a que el tiempo
a la imaginación […], entramos en el mundo de la
de la despedida está cerca. El hablante lírico experimenta la
confianza, en el mundo del ser confiante, en el mundo
partida de la abuela desde su intimidad de niña-poeta y, al
mismo de la ensoñación» (La poética de la ensoñación 29).
final del poemario, comprende algo más: que en su poesía –
En este sentido, una aproximación desde la fenomenología
la que ambas conquistaron juntas–, su abuela pervivirá,
de la imaginación consiste, en primera instancia, en
meditativo que «[…] no se enfrenta al mundo ni a los objetos, sino que los acoge bajo una lógica sentimental de implicación» (Sánchez 64). El cogito de la ensoñación, explica Bachelard, reintegra al pensamiento analítico la vivencia del tiempo simultáneo, que es a la vez mítico y arquetípico, en la medida que «[…] no separa la razón de la imaginación, sino que las considera como entidades interactuantes de una misma conciencia» (Salazar 7).
2
describir lo que se imagina, antes de lo que se conoce, y en
2
En la ensoñación bachelardiana, se construye un nuevo cogito: “Sueño, luego existo”, el cual se comprende desde un ensueño
7
aunque en un cuerpo de palabras: «Vinieron días y días de
colores y movimientos; instantáneas de versos que
silencio/ luego de que mi abuela se convirtiera en
acompañan la lectura y que aportan a la ensoñación poética
mariposa./ Pero llegó la primavera/ y comenzó otra vez/ la
que se vive a la par con el hablante lírico.
marcha de los caracoles al ritmo de los brotes» (50). Estas
Si bien este comentario no pretende analizar la
imágenes construyen una doble experiencia del tiempo: uno
relación texto-imagen presente en este poemario, no es
detenido, en la mirada de la niña-poeta que contempla el
posible soslayar la complementariedad entre ambos códigos
paso de la vida a través de pequeños instantes de
en la construcción del libro como artefacto poético.
apreciación estética; otro en fuga, en el devenir inexorable
Tonalidades envejecidas, ese amarillo desgastado que
que acelera la partida de la abuela. Sin embargo, ese
representa el paso del tiempo, la mirada puesta en los
transcurrir no es lineal, sino circular, recursivo: «Pasan los
recovecos de las cosas. Esta puesta en color evoca ese
años,/ y yo no sé dónde se van los días cuando finalmente
espacio atesorado de la infancia siempre en contacto con lo
se van» (15), porque los días pasados se condensan en un
íntimo, cuyo recorrido, aparentemente azaroso, es guiado
tiempo personal, intimismo que, de a poco, va encontrando
por la abuela (que aparece ilustrada solo en una ocasión,
su espacio en el corazón del hablante lírico: su propia
junto a la nieta, cuando salen de compras) a veces desde
morada interna construida con su propio idioma secreto.
cerca, en las labores cotidianas; otras, desde lejos, como un
Los versos se despliegan narrativamente, es decir,
espectador más: «La recuerdo mirando desde la ventana/
no hay poemas –en el sentido tradicional, con nombres que
cómo me internaba en la huerta/ a realizar mi tarea dulce y
los distingan– sino una sucesión de relatos poéticos que,
preferida:/ Recoger el abrazo del viento./ Guardar entre la
como almanaque de imágenes, cuentan una historia propia
lana el idioma de la lluvia» (44).
del “tiempo de las maravillas”, aquel en que «[…] el sol
En lo que respecta a las imágenes poéticas
brillaba al alcance de la mano» (46). En permanente diálogo
propiamente tales, el poemario se halla traspasado por dos
con estas imágenes hechas de palabras –de ese idioma
valores que permiten hablar de una poética de la intimidad:
secreto que se busca y se descubre a lo largo del poemario–,
uno de “protección”, espacios que acogen al hablante lírico
se encuentran las ilustraciones de Zuzanna Celej, a través
en los inicios de su actividad poética, y otro de “secreto”,
de las cuales lo codificado textualmente se transforma en 8
lugares a través de los cuales se descubre ese idioma que le
manos vetustas), pero también de objetos cotidianos
es revelado en la intimidad de la relación abuela/nieta.
(botones, ovillos, pañuelos, mantas), los cuales conforman
La morada que protege y que alberga la imaginación
una “ensoñación de seguridad” que atraviesa los versos de
creadora de la niña se vislumbra en imágenes de formas
todos los poemas. Estos materiales y objetos aluden a la
concéntricas o que implícitamente hablan de un “habitar
guarida, al espacio de lo hogareño, en el cual las
interno”, uterino, construido por las manos de su abuela que
ensoñaciones líricas de la nieta son arropadas al calor de
«[…] eran como nidos tibios» (46). Ovillos de lana,
una lumbre arcana, lo que le proporciona la seguridad
“huevos de cáscara azulada” (15), nidos de pájaros,
necesaria para la exploración poética.
pañuelos, botones, tazas con plantas, frutos como castañas y
Por su parte, el hogar recóndito, que se oculta y que
moras, flores como la magnolia, “una estrella guardada en
se concibe como secreto es creado a través del idioma
el bolsillo” (29); todas ellas imágenes de una morada suave
encerrado en la caja de galletas heredado. «Quería un
y caliente, imágenes del nido que, de acuerdo a Bachelard,
idioma/ para nombrar nuestros recuerdos./ Un idioma
«[…] nos lleva otra vez a nuestra infancia, a una infancia. A
secreto con palabras de pájaros y colmenas./ Un idioma de
las infancias que deberíamos haber tenido» (La poética del
higos» (50), afirma el hablante lírico en referencia constante
espacio 127).
a su abuela, a quien describe como alguien que guardaba
El nido es un refugio, es germen de bienestar, dentro
“todo en pañuelos/ botones,/ llaves” (16), que solo “leyó un
del cual es posible acurrucarse y dejarse adormecer por los
único libro en su vida” (23) y que era tejedora de recuerdos,
arrullos. En el poemario, el hablante lírico recurre a estas
los que guardaba “entre la lana el idioma secreto de la
imágenes cada vez que recuerda las labores realizadas junto
lluvia” (44). Sus manos son moradas que protegen, pero
a la abuela. El ser-habitar de la voz poética se encuentra en
también guardan secretos, los que son entregados en una
esas manos queridas que la protegen de la hostilidad del
caja que solo para ellas, abuela y nieta, tiene un significado
mundo exterior y resguardan ese frágil espacio íntimo que
profundo. Las galletas representan la preocupación por los
comienza a construirse durante ese año. Este primer valor
detalles. Un tesoro oculto en la harina, encerrado en la caja;
del espacio existencial es a la vez frágil y resistente. Está
una intimidad que se esconde y solo se comparte con quien
hecho de materiales tibios (como la lana y la calidez de
ha aprendido el idioma secreto: la llave para abrirlo. En los 9
cofres, afirma Bacherlard, se encuentran las “cosas
los manzanos y de las higueras. También del idioma de las
inolvidables”, «[…] el pasado, el presente y el futuro se
hormigas, de los botones, de los animales que cruzan el
hallan condensados allí […], el cofrecillo es la memoria de
jardín. Insectos, objetos y animales que en otros poemarios
lo inmemorial» (La poética del espacio 118-119). El legado
de Ferrada cobran vida a través de otras imágenes poéticas
de la abuela es doble: manos como nido para que la nieta
que evocan la brevedad, lo diminuto, lo casual, lo eterno.
descubra su mundo interno bajo una protección cariñosa;
Una poética de lo íntimo siempre se esconde. En el
manos como cofre, que guardan el tesoro más preciado: el
poemario, el traspaso se hace de abuela a nieta, saber
lenguaje secreto de las cosas, la poesía.
femenino que se transmite en la complicidad de ese idioma
La caja de galletas, que mantiene la calidez del
secreto. Al padre solo le borda «[…] una pequeña
contacto con lo íntimo, es un cosmos desde el cual brotan,
explicación de la vida./ Llegas al mundo un día./ Te
como semillas o migajas de pan (imagen recurrente en el
abrigarán las flores y los pájaros» (34); en cambio, a la
poemario y que es reforzado por las ilustraciones a través
nieta le entrega toda su sabiduría oculta, en sus manos como
de los dientes de león esparcidos por el viento), tesoros que
nidos en las que veía «[…] aparecer las cosas/ como si
desean permanecer sin ser nombrados, cobijados en el
fueran pequeños cometas/ que se apresuraban a brillar
interior de la mente infantil, protegidos del adulto que todo
frente a mis ojos» (16). Manos hacendosas, benefactoras,
lo cambia y malinterpreta. En una ocasión, el hablante lírico
dadoras de vida, cuidadoras de tesoros. A la polisemia de
relata sus primeros intentos de inventar su idioma secreto
las manos de la abuela habría que agregar la dialéctica
durante una noche fría y de fuerte viento: «Fue el invierno
bachelardiana entre el adentro y el afuera. Manos como
más frío de la década./ Vinieron días y días de regaños,
puertas que se abren y se cierran, que protegen y ocultan a
aspirinas y paños fríos/. Pero en medio de la fiebre,/ las
la vez que impulsan a descubrir el mundo y develan. Manos
palabras volaron una a una de la mesa/ y se fueron a vivir
entreabiertas: «[…] ¿hacia quién se abren las puertas? ¿Se
junto a los pájaros» (18). La enfermedad producto de la
abren para el mundo de los hombres o para el mundo de la
desobediencia
soledad?» (La poética del espacio 263).
se
transforma
en
otra
instancia
de
aprendizaje: la imaginación, representada en los pájaros,
En el poemario, la respuesta a tales interrogantes es
vuela en búsqueda del idioma de la lluvia, de los vientos, de
ambigua: por un lado, se abren las puertas a una poesía 10
íntima, la cual es compartida con los lectores y lectoras de
BIBLIOGRAFÍA
los versos; por otro, hay una experiencia única que se
Bachelard, Gaston. La poética de la ensoñación. Trad Ida
encierra en el corazón de la voz lírica, que se guarda y
Vitale. 7ta reimpr. México: FCE, 2014. Impreso.
protege como tesoro: el idioma secreto. Como receptores
---.
La
poética
del
espacio.
Trad.
Ernestina
de
visualizamos sus frutos: imágenes poéticas sostenidas en
Champourcín. 9na reimpr. México: FCE, 2006.
versos narrativos que evocan recuerdos que podrían ser los
Impreso.
nuestros. Sin embargo, «No hay un recuerdo igual a otro»
Ferrada, María José. El idioma secreto. Ilustr. Zuzanna
(33). La intimidad compartida hace eco en quienes leen e
Celej. Pontevedra, Italia: Kalandraka Editora, 2013.
imaginan, es la infancia de todos y todas, pero a la vez es
Impreso.
una infancia única: la de la niña-nieta que aprende el
Salazar, Luis Carlos. «La fenomenología de la imaginación
lenguaje de la vida. Ese idioma secreto no se comparte:
y la ensoñación creante en Gastón Bachelard».
queda guardado en la caja de galletas dentro de la cual la
Synthesis 41 (ene-mar 2007): 1-8. Digital.
niña-poeta construyó su habitación en el mundo.
http://www.uach.mx/extension_y_difusion/synthesis/ 2008/05/12/gaston.pdf Sánchez, Miguel Ángel. «Bachelard o la metafísica de la imaginación. El pensamiento bifloro». Pensamiento y Cultura 5 (2002): 59-67. Digital. http://pensamientoycultura.unisabana.edu.co/index.ph p/pyc/article/viewFile/1082/1132
11
N° 7 – Año 1 – Julio 2015 EL
BUEN
SALVAJE
CONFIGURACIÓN
DEL
DEL
SIGLO
NIÑO
XXI:
INDÍGENA
AYMARA EN MAMIRE, EL ÚLTIMO NIÑO
(1996) DE VÍCTOR CARVAJAL
CATALINA MUÑOZ MOLINA LICENCIADA EN LETRAS MENCIÓN LITERATURA
[email protected]
Carvajal, Víctor. Mamire, el último niño. Ilustr. Eduardo Osorio. Santiago, Chile: Alfaguara, 1996. 112 páginas. 12
EL
BUEN
SALVAJE
DEL
SIGLO
V
XXI:
CONFIGURACIÓN DEL NIÑO INDÍGENA AYMARA EN MAMIRE, EL ÚLTIMO NIÑO
(1996)
íctor Carvajal es un reconocido escritor en el área de
literatura infantil chilena, siendo ganador de diversos
DE VÍCTOR
premios tanto a nivel nacional como internacional1. Se
CARVAJAL
distingue por una escritura en torno a la corriente del realismo social, retratando en sus novelas la vida de niños,
RESUMEN
niñas, adolescentes y jóvenes de Latinoamérica. Su obra
En Mamire, el último niño (1996) de Víctor Carvajal, se
está inspirada en realidades que se ambientan en lugares
logra construir discursivamente la imagen del niño aymara
marginales o bien en zonas geográficas particulares del país,
a través del tópico del buen salvaje. En este comentario
relatando en sus tramas temas ecológicos, leyendas y
crítico, se realiza una introducción sobre la presencia de
saberes populares.
esta temática, de manera general, en la literatura infantil
En sus novelas realiza un especial tratamiento de las
chilena con protagonista indígena y, a partir de ello, se
temáticas que se relacionan con las tierras chilenas,
examinan qué acciones del protagonista y de algunos
particularmente acerca de las problemáticas de diversos
personajes permiten edificar un imaginario con respecto a la
grupos étnicos del país, asunto que es desarrollado en
figura del indígena, figura discursiva que se sustenta a partir
Mamire, el último niño (1996), donde el autor construye una
del interés y preocupación por el legado cultural y por
imagen del indígena aymara que se asemeja al carácter con
preceptos
el que ha sido desarrollada esta temática dentro del área de
ecológicos
de
los
pueblos
originarios,
particularmente del aymara.
la literatura infantil chilena, según lo analizado por Isabel Ibaceta (2010). La investigadora examina la construcción de
PALABRAS
CLAVES:
NARRATIVA
INFANTIL
CHILENA,
la imagen literaria en torno al indígena en la narrativa
INDÍGENA AYMARA, BUEN SALVAJE. 1
Galardonado con el Premio Barco de Vapor por Cuentatrapos (1985), Premio Consejo Nacional del Libro y la Lectura por Sakanusoyin: el último cazador de la Tierra del Fuego (1995) y Mamire, el último niño (1997). Incorporado en la Lista de Honor IBBY por Como un salto de campana (1996).
13
chilena para niños y niñas escrita por autores no-indígenas2.
temáticas indígenas las que pueden proyectarse en cuatro
Para ello, exhibe una selección de textos chilenos con
categorías: la ecología, el multiculturalismo, el proceso de
temática indígena, considerando elementos ideológicos que
preservación y difusión del legado nativo, asuntos presentes
construyen una idea de chilenidad a través de los
y heredados de la construcción del indígena en la literatura
protagonistas, puesto que la edificación de esta figura está
para adultos tanto en Latinoamérica como en Chile (28).
ligada a un proceso que tiene lugar luego de la dictadura.
Ibaceta, además, señala que la narrativa para niños y niñas
(2). Ibaceta enfatiza que, si bien el tema de las culturas
utiliza estos motivos con el fin de enfatizar el patrimonio
nativas en la literatura infantil ha experimentado un gran
natural indígena, describiendo árboles, cultivos y plantas
aumento durante las últimas dos décadas, el estudio en torno
medicinales,
a ella ha sido examinado a partir de preceptos históricos y
responsabilidad como preocupación por temas ecológicos
alusivos a la formación de los autores de las novelas, por lo
(57).
aspecto
que
pretende
inspirar
tanto
que no existen investigaciones analíticas que contribuyan al
La autora considera que el hecho de que estas
desarrollo de esta área de estudio. Lo anterior explica la
construcciones culturales y literarias tengan como público a
exigua investigación y análisis existente en torno a esta
niños y niñas, y no necesariamente a adultos, está
temática3.
estrechamente relacionado con fines de adoctrinamiento
La investigadora contabiliza, a partir de 1990 hasta
ideológico en relación con la conformación de conceptos de
2010, una lista de al menos 58 títulos que hacen referencia a
identidad. Además, la construcción del “otro” en estas obras literarias intenta producir y mantener el sentido propio de la
2
El estudio realizado por Isabel Ibaceta abarca la literatura de la época postdictatorial (1990-2010); el análisis propuesto dice relación con los discursos que se oponen a la dictadura. 3 Cabe señalar que Isabel Ibaceta ha sido la única chilena en realizar un análisis exhaustivo en torno a esta temática en particular dentro de la literatura infantil escrita en el país. Por su parte, en Bolivia, Isabel Mesa realiza un panorama íntegro sobre la imagen del niño y niña indígena, titulado «La imagen del niño indígena en la Literatura Infantil Sudamericana» (2012), en el que propone un análisis en torno a las novelas escritas sobre este tema. En este contexto, dedica un apartado especial a la imagen del indígena aymara, donde incluye, justamente, la novela de Víctor Carvajal.
identidad por medio de asuntos como la memoria histórica y la memoria cultural, considerando que las imágenes en torno al indígena que se han construido intentan inculcar ideas contemporáneas de la identidad nacional, entendiendo esta como una producción discursiva moldeada por elementos políticos, culturales y económicos (29). 14
En este contexto, Ibaceta agrega que el paisaje
considerando que el autor escribe desde una perspectiva
también forma parte de la construcción discursiva de la
externa a la cultura indígena.
identidad, interconexión que ha sido estudiada por
Bajo el fenómeno de la migración, esta novela
psicólogos sociales bajo investigaciones que se han
chilena relata la historia de Mamire, pequeño de diez años
denominado
del
que junto a sus padres presencia cómo su pueblo, el valle de
emplazamiento dentro de los discursos identitarios permite
Aroma –ubicado en el altiplano chileno– se encuentra en
explicar por qué surge como temática recurrente en las
declive debido al éxodo hacia tierras salitreras. A raíz de
obras de literatura infantil chilena con protagonistas
ello, Mamire se transforma en el último niño de Aroma,
indígena: en estas narraciones, los espacios físicos nativos
pues todos los demás ya se habían marchado junto a sus
se manifiestan como monumentos naturales que forman
padres fuera del pueblo. El mismo futuro le esperaba al
parte de la idiosincrasia, constituyendo símbolos que
niño, puesto que su padre pretendía lo antes posible
representan la base de los grupos originarios, situación que
marcharse en busca de mejores condiciones, sin embargo –y
puede corroborarse en la novela de Víctor Carvajal4.
pese a lo fascinante que parecía la ciudad–, Mamire se
place-identity.
Esta
concentración
A partir de lo anterior –del lugar físico y de la
resistía a abandonar el pueblo que lo vio crecer y, junto a las
idiosincrasia nativa–, Carvajal aproxima la figura del
abuelas del pueblo, decide hacer lo posible para que la
indígena al tópico del buen salvaje por medio del rescate de
última familia joven permanezca en Aroma y siga dando
valores espirituales y riquezas físicas de los aymaras,
vida al valle que cada día desfallecía un poco más. No
características que se contraponen a la civilización, lo que
obstante, en el lugar seguía reinando la sabiduría, la bondad
evidencia una expresión ideológica a través de la novela,
y la pureza de sus habitantes, sumado a la belleza, a la magia y al encanto que brindaba el paisaje natural de Aroma.
4
Con respecto a esta situación, Víctor Carvajal, en Mamire, el último niño, agrega una nota en la que reconoce: «El valle de Aroma no aparece en atlas ni en mapas […]. Y es esta la razón por la cual yo, que nací tan lejos del desierto, me interesé en escribir la historia de Aroma; porque es lejana, misteriosa y existe tan solo en las páginas de este libro» (111).
El asunto de la migración no solo conlleva conflictos económicos, sino que evidencia problemáticas sociales y culturales en la relación que se establece entre el indígena 15
aymara y el sujeto citadino en la novela. Lo que realiza
quizás más bien curiosamente, Sobre los caníbales, […]
Víctor Carvajal resulta llamativo, pues no se concentra en
sentó las bases para toda una corriente literaria, filosófica,
mostrar cómo es la nueva vida del aymara en el ambiente
antropológica y sociológica que podemos reunir con la
urbano, sino que logra retratar qué ocurre con el resto del
frase: El Noble Salvaje» (Whelan 15). Pese a la distancia
pueblo que permanece en Aroma, evidenciando, además,
temporal y espacial entre la actualidad y el siglo en que se
cómo la ciudad ingresa a este acompañada de tecnología
desarrolla esta proposición, aun existen premisas en común
que promete aprovechar las riquezas del valle. Las
que posibilitan describir la constitución física e inmaterial
descripciones que se realizan en torno a este territorio llegan
del hombre natural a partir de él. En este sentido, Rousseau
al punto de lo poético, demostrando lo maravilloso que es
(1762) es enfático en expresar que el estado natural del
Aroma y la conexión armoniosa que logra la naturaleza con
hombre se traduce en equilibrio y este, a su vez, significa
sus habitantes, particularmente con el niño protagonista,
desdeñar aquello que necesariamente lleve al estado de
quien se rinde ante las bondades de su lugar nativo y
civilización, ideas que surgen en la escritura de Carvajal,
disfruta de cada rincón, reflejando la benevolencia, la
razón por la que puede esbozarse un análisis en torno al
tranquilidad y la afabilidad con la que se vive en el
tópico del buen salvaje en Mamire, el último niño.
altiplano.
En la novela, Mamire y su abuela paterna Gregoria
A partir de ello, la novela de Carvajal permite
se asocian con el fin de proteger y amparar el valle de
establecer qué acciones y hechos posibilitan la asimilación
Aroma tras el fuerte proceso migratorio. Este aspecto –el
de la figura del indígena aymara con el tópico del buen
deseo de preservar, contemplar y valorar el lugar de origen–
salvaje instaurado desde el siglo XVI. Durante esa época,
permite detectar la idealización con que ambos personajes
Michel de Montaigne expuso, a modo de defensa, lo injusto
son caracterizados: sujetos inocentes que logran apropiarse
que significaba calificar de salvaje a aquel que no imitaba
del espacio físico nativo que habitan, sumado al tipo de
las leyes europeas. En 1580, «[…] sugirió el concepto de
relación que establecen con los jóvenes citadinos que llegan
una raza de gente que experimentaba con total inocencia su
al valle, a quienes reciben con inocencia y nobleza. Estas
primera exhibición importante. En un ensayo titulado,
cualidades son las que permiten aproximar a estos 16
personajes al buen salvaje: por una parte, la anciana encarna
En la actualidad, concebir al indígena bajo la
la necesidad de recuperar el interés por el lugar de origen y
consigna del buen salvaje pareciera ser atemporal,
por la espiritualidad que entrega el valle de Aroma, así
considerando que es una noción antigua que surge en el
como también la representación del rescate de valores como
siglo XVI, sumado a la implementación de políticas
la piedad y la bondad; por otra, Mamire simboliza una
públicas que pretenden igualar las condiciones de vida de
visión un tanto utópica de aquel niño que no necesita
los pueblos originarios con respecto a lugares masivos de
corromperse por lo urbano, sino más bien es apasionado por
emplazamiento como la ciudad, por ejemplo. Sin embargo,
su entorno natural, sintiéndose dichoso y adulando
la construcción literaria que se hace del indígena –en este
constantemente elementos nativos como los cerros, las
caso del aymara– no dista de las premisas estudiadas por
estrellas y las aguas:
autores como Michel de Montaigne y Jean-Jacques Rousseau, las que, principalmente, refieren al estado de
Pero si aquellos niños tuvieran ojos para el
naturaleza del ser humano: disperso entre los animales,
desierto, como alguna vez los tuvieron sus
vagando por los senderos, carente de industria, pocas
padres, verían lo mismo que Mamire: la sal de la
pasiones, sociable en actividades colectivas y virtuoso:
pampa llena de reflejos, las piedras que cambian
justo, íntegro, sano y piadoso.
de forma bajo la noche, la brisa que traslada
Pese a que Mamire y Gregoria contrastan en asuntos
cristales con sus dedos invisibles, los ojos
generacionales, considerando que el primero es un niño y su
brillantes de los roedores nocturnos en sus
abuela –tal como ella misma lo admite– se encuentra en la
correrías de cada luna. Mamire pensó que en
última etapa de su vida, responden íntegramente a la
lugar de pasarse el día con la vista hundida en
inocencia con la que se caracteriza al buen salvaje, puesto
aquellos cuarzos mágicos, era más hermoso
que, tal como lo expresa Ariel Dorfman, «[…] el buen
dirigir la mirada a las estrellas para verlas
natural constituye el sustrato indiferenciado, perpetuo, el
resplandecer en el vasto firmamento, profundo y
principio y fin de los tiempos, el paraíso original y el cielo
sereno (Carvajal 78).
último, la fuente de bondad, paciencia, alegría e inocencia» 17
(66). Estos dos personajes surgen como el contrario al padre
cuando en su territorio nativo posee todo lo necesario para
de Mamire, personaje que ve en la ciudad la única
ser feliz y pleno: «Los arominos que se marcharon del valle
posibilidad de progreso, considerando que en su tierra
aprendieron rápidamente a conocer el valor del dinero. Con
nativa ya no encuentra lo necesario para ascender y así lo
idéntica celeridad, comenzaron a menospreciar labores que
manifiesta directamente: «Rechazar la moderna ciudad por
no eran debidamente remuneradas. En el pasado quedó la
un cuartucho repleto de objetos viejos, conservados como
vieja y sabia costumbre de ser generosos y bien dispuestos
reliquias y que no serían más que cachureos, le pareció una
para regalar a los demás el tiempo libre de cada cual» (12).
insensatez, una necedad, y se molestó de que sus viejos
Sumado a lo anterior, las ancianas figuran como
desearan para él un destino tan oscuro y limitado» (29).
aliadas de Mamire, puesto que ambos poseen la inocencia
A diferencia del desinterés del padre de Mamire con
que caracteriza al buen salvaje, ya que, tal como señala
respecto a su lugar de origen y al modo imponente en cómo
Michel de Montaigne, «No combaten por conquistar nuevas
describe el espacio citadino, su hijo Mamire y su madre
tierras, pues gozan todavía de esa felicidad natural que les
Gregoria abogan por la maravillosa naturaleza y la
abastece de todo lo necesario sin trabajo ni esfuerzo y en
espiritualidad que entrega el valle, la que no encontrarán en
abundancia tal que no necesitan para nada aumentar sus
ningún otro lugar, aspecto que Gregoria expresa: «[…] ellos
límites. Aún están en ese mundo feliz en que solo necesitan
no sabían que así empobrecían; que al marcharse del valle
lo que sus necesidades naturales exigen, todo lo demás es
más era lo perdido que lo por ganar. Pero las nuevas
para ellos superfluo» (273). Esta última frase es
generaciones solo tienen oídos para los cantos de la
significativa para comprender el valor que la sociedad
modernidad, desoyendo la voz frágil y gastada de los que
atribuye a un “modelo indígena”: aquel sujeto que es
más saben, de aquellos por cuyas vidas el tiempo no ha
respetable por el hecho de no abandonar el territorio nativo,
pasado en vano: los abuelos» (84). Es decir, a través del
rechazando entrar en la naciente civilización.
personaje de las abuelas, encabezadas por Gregoria, se
Sin embargo, esta idealización del indígena contrasta
realiza una constante crítica a quien abandona su lugar de
con lo manifestado en la novela, puesto que el aymara,
procedencia con el fin de prosperar económicamente, aun
inevitablemente, se relaciona con el ambiente urbano y debe 18
enfrentarse a los proyectos científicos que pretenden
excluidos de la sociedad hegemónica, por lo que la reciben
modificar el ambiente nativo para obtener mayor provecho
con gentileza pese a lo amenazante que resulta la situación.
de la materia prima natural, por ejemplo. Es decir, cuando
Con respecto a esto, Rousseau ya había manifestado con
se
piensa,
respecto al buen salvaje que «[…] se hacía indispensable
principalmente, en el rescate de su cultura como un asunto
sacrificar una parte de su libertad para la conservación de la
emblemático para el país, no obstante, es la misma
otra, como un herido se hace amputar el brazo para salvar el
civilización, como espacio cultural hegemónico, la que
resto del cuerpo» (72).
construye
socialmente
al
indígena
se
termina por invadir su propia riqueza autóctona.
Lo desapacible e imponente de la ciudad, que poco a
Con respecto a esta última idea, en la novela existe
poco invadía las tierras aymaras, contrasta con lo reposado
demonización
atribuyéndole
y benévolo que caracteriza a los arominos, aspecto que se
características que refieren al consumismo y al abuso
manifiesta en cómo se configura a Mamire, quien, como ya
tecnológico: «Por el valle se internó un día la interminable
se mencionó, posee conductas que lo acercan al buen
hilera
herramientas,
salvaje: la inocencia inherente de un niño, el valor que
arracimados en máquinas blindadas que con motores
otorga a la sabiduría que le entregan sus mayores, la
amenazantes remecieron hasta las rocas del paraje. Aquellos
realización de actividades que lo relacionan con los
hombres levantaron a su paso una polvareda que ocultó el
animales y con su entorno natural, sumado a la adoración
sol por varios días consecutivos» (11). Pese a que los
que expresa por el valle. Por una parte, se atribuye al niño
habitantes que permanecían en el valle de Aroma –
condiciones propias de la infancia, tiempo en el que, según
exceptuando
pretendían
Rousseau, no asimila directamente las restricciones sociales
involucrarse con la civilización, se ven obligados a hacerlo,
a las que se enfrenta. Tal como lo plantea Sandra del Peral
pues no son ellos los que se dirigen a la ciudad, sino que es
en torno a Emilio o de la Educación, el niño «[…] no sufrirá
esta la que llega hasta el valle. A pesar de que esta
la coerción de las convenciones meramente sociales. Estas
circunstancia resulta una amenaza para la vida natural de los
pesarán sobre él cuando sea un hombre, pero para entonces
habitantes, la perciben como la única posibilidad de no ser
su bondad natural se habrá desarrollado, y aunque tenga que
una
de
de
afuerinos,
al
padre
la
ciudad,
apertrechados
de
de
Mamire–
no
19
vivir en una sociedad corrompida, no dejará que esta le
principalmente ecológicas y del cuidado medioambiental
corrompa a él. Será el salvaje que pueda vivir en la ciudad»
como fuente de conservación cultural.
(70). Por otra parte, es presentado como un niño considerado,
sensato,
amable,
honesto,
piadoso
Recuperar y amparar las diferentes culturas del país
y
es el principal motivo por el cual se ha pretendido incluir al
bondadoso, que siente fortuna por pertenecer al valle y, a
indígena dentro de los proyectos nacionales, aspecto que
diferencia de los demás niños que emigraron a la ciudad, no
está evidenciado en la novela, en la medida que se retratan
siente una atracción desmesurada por conocer los adelantos
ceremonias y costumbres autóctonas como un aspecto
de la urbanidad: «¿Qué magia poseían aquellos juguetes que
memorial de privilegio para la sociedad, mostrando que el
atrapaban tan intensamente la atención? ¿Juguetes que
valor que se les atribuye como pueblos indígenas se
impedían levantar la vista para disfrutar de las bellezas del
construye a partir de esas características. Este aspecto se
valle? Estos hijos de los hijos del Aroma no se divertían con
contradice con otra área desarrollada en la novela: el hecho
los festejos tradicionales; tampoco se deleitaban admirando
de cómo la ciudad se introduce en el pueblo a través de una
el lugar donde nacieron sus padres» (70).
invasión
Hablar del buen salvaje hoy, considerando la
cultural,
relegando
la
autonomía
natural
supuestamente valorada de los pueblos originarios.
antigüedad que posee el desarrollo y el estudio del término,
En definitiva, la realidad del indígena se cimienta
podría resultar anacrónico, no obstante, muchas de las
bajo un modelo que refiere a la vida en armonía con la
proposiciones en torno a esta figura siguen presentes a la
naturaleza, estilo que es propio de los pueblos originarios,
hora de construir al niño –en este caso, aymara– en el texto
provocando un “Edenismo social y ecológico” (Whelan 7) a
de Víctor Carvajal. Gran parte de la trama de la novela está
través de la idealización tanto de los territorios autóctonos
amparada bajos preceptos que buscan proteger y valorar el
como del indígena, situación reflejada en la novela de
territorio indígena, temática vigente cuando se habla desde
Carvajal. La interrogante sobre si la civilización es algo
un espacio hegemónico, asunto que permite proponer una
beneficioso o nocivo para el ser humano ha sido el principal
idea de un buen salvaje del siglo XXI a partir de nociones
centro de debate de la cultura occidental, discusión que está planteada en el texto de Víctor Carvajal a través de la 20
caracterización del territorio indígena en contraposición al
infantil chilena su imagen esté ligada en gran medida a
ambiente urbano, el que es juzgado, evidenciando una
elementos de carácter físicos, geográficos y ecológicos.
inclinación sobre una de las dos partes, considerando que «En el buen salvaje van a ser plasmadas todas aquellas virtudes sociales que son el contrapunto de la sociedad civilizada» (González 7). La novela configura al indígena aymara a través de una
temática
que
posibilita
acceder
a
discursos
hegemónicos que atraviesan al infante y que se vislumbran en cómo se construyen las relaciones que el protagonista establece con su entorno natural y social, ámbitos que, al integrarse entre sí, permiten edificar un imaginario indígena que, singularmente, está fabricado desde espacios y por sujetos no-indígenas, lo que parece un tanto conservador, pues se remite a una visión tradicional acerca de esta problemática: la caracterización del indígena aymara como símbolo de la prosperidad cultural. Lo anterior está vinculado directamente con asuntos identitarios que se fundan en un emplazamiento diferente al autóctono, dentro del cual el pueblo aymara –y el indígena en general– simboliza una especie de monumento cultural y natural que aporta a la construcción de una supuesta idiosincrasia nacional; de ahí que dentro de la literatura
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Montaigne, Michel de. Ensayos de Montaigne seguidos de
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salvaje en el ecologismo. Trad. Helene Kammel.
from 1990 to 2010». MA Diss. University of
Santiago, Chile: Nuevo Extremo, 1999. Impreso.
Roehampton, 2010. Impreso.
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PERFILES COLABORADORES-AS UMBRAL N° 7 – AÑO 1 – JULIO 2015
CLAUDIA ANDRADE ECCHIO © Doctora en Literatura Chilena e Hispanoamericana de la Universidad de Chile. Licenciada en Lengua y Literatura Hispánica, con mención en Literatura, y Magíster en Literatura, con mención en Teoría Literaria, de la misma universidad. En la actualidad, es docente del Diplomado de Literatura Infantil y Juvenil: Teoría, Edición y Creación del Instituto de Estudios Avanzados (IDEA) de la Universidad de Santiago. Junto a Camila Valenzuela León (académica, escritora e integrante de CiEL Chile), ha gestionado e impartido Talleres de narrativa para adolescentes y jóvenes. Es, además, integrante de CiEL Chile, Centro de Investigación y Estudios Literarios: discursos para infancia, adolescencia y juventud.
CATALINA MUÑOZ MOLINA Licenciada en Letras con mención en Literatura de la Universidad Andrés Bello. Sus investigaciones y estudios literarios se relacionan con la literatura chilena para infancia, analizando la figura del indígena en novelas de autores nacionales. Con respecto a ello, realizó su tesis de licenciatura titulada “La construcción del cuerpo aymara en la literatura infantil chilena: El buen salvaje y el paternalismo en Mamire, el último niño de Víctor Carvajal y La historia de Manú de Ana María del Río”. Actualmente es estudiante del programa de la Licenciatura y Pedagogía de Educación Media con mención en Lenguaje y Comunicación de la Universidad de Chile.
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Umbral –de publicación mensual– es una colección de propuestas críticas en torno a textos narrativos, poéticos u otros, tanto chilenos como latinoamericanos, que han sido destinados para niños-as, adolescentes y jóvenes. Nuestra finalidad con esta publicación es crear una instancia de reflexión y diálogo multidisciplinario, abierto tanto a la comunidad académica como al público en general.
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