Literatura para infancia, adolescencia y juventud - CiEL Chile

1 Jul 2015 ... Premio Consejo Nacional del Libro y la Lectura por Sakanusoyin: el último cazador de la Tierra del Fuego (1995) y Mamire, el último niñ...

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ISSN 0719-6016

Literatura para infancia, adolescencia y juventud

COLECCIÓN DE PROPUESTAS CRÍTICAS N° 7 – AÑO 1 – JULIO 2015

umbral COLECCIÓN DE PROPUESTAS CRÍTICAS CIEL CHILE

Centro de Investigación y Estudios Literarios: discursos para infancia, adolescencia y juventud ISSN 0719-6016 Derechos Reservados © 2015, CIEL CHILE CORREO ELECTRÓNICO:

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EDITORES:

Claudia Andrade Ecchio Hugo Hinojosa Lobos Isabel Ibaceta Gallardo Anahí Troncoso Araya Camila Valenzuela León

ÍNDICE

CLAUDIA ANDRADE ECCHIO

Una poética de la intimidad: la construcción de la morada interior en El idioma secreto de María José Ferrada..…………………………………………………………………………………………........ 4

CATALINA MUÑOZ MOLINA

El buen salvaje del siglo XXI: configuración del niño indígena aymara en Mamire, el último niño (1996) de Víctor Carvajal……………………………………………………………………………………... 12

PERFILES COLABORADORES-AS UMBRAL………………………………………………………………………………………………

23

N° 7 – Año 1 – Julio 2015 UNA

POÉTICA

DE

LA

INTIMIDAD:

LA

CONSTRUCCIÓN DE LA MORADA INTERIOR EN EL IDIOMA SECRETO DE MARÍA JOSÉ FERRADA

CLAUDIA ANDRADE ECCHIO

© DOCTORA EN LITERATURA CHILENA E HISPANOAMERICANA [email protected]

Ferrada, María José. El idioma secreto. Ilustr. Zuzanna Celej. Pontevedra, Italia: Kalandraka Editora, 2013. 55 páginas.

4

UNA

POÉTICA

DE

INTIMIDAD:

LA

H

LA

CONSTRUCCIÓN DE LA MORADA INTERIOR EN EL

ablar de la poesía de María José Ferrada es

introducirse en espacios imaginarios habitados por seres

IDIOMA SECRETO DE MARÍA JOSÉ FERRADA

diminutos y objetos olvidados, por animales e insectos realizando tareas fabulosas, por inviernos que invitan al abrigo y por veranos que entusiasman a la aventura. La RESUMEN

poetisa chilena dibuja, en sus versos, la esencia de una

La poesía de la chilena María José Ferrada transita por

infancia que se aproxima, siempre desde el asombro, a su

espacios mínimos en los que el tiempo se detiene para dar

entorno más íntimo: su pieza, su casa, su patio, su calle.

paso a la observación poética de la existencia cotidiana. Sus

Una poética de lo cercano, de lo que pasa desapercibido, de

versos, destinados a niños y niñas, se aproximan a su

lo oculto y de lo sencillo. Todo ello visto y sentido a través

manera de ver y experimentar el mundo, configurando

de hablantes líricos que miran y perciben el mundo desde

hablantes líricos que, en tanto observan desde la óptica de

una posición periférica, como de soslayo: una óptica que

lo pequeño, proponen una visión personal acerca de la vida. Este

comentario

crítico

propone,

a

partir

de

observa lo cotidiano y lo transforma en extraordinario.

la

Dentro de sus textos publicados, su poemario El

fenomenología de la imaginación desarrollada por Gaston

idioma secreto (ilustrado por Zuzanna Celej, 2013)1 se

Bachelard (1884-1962), la construcción de una poética de la

perfila

intimidad en su poemario El idioma secreto (2013), en el

–junto

con

Niños

(Ediciones

Grafito,

con

ilustraciones de Jorge Quien, 2013)– como una obra que no

que confluyen los ecos del pasado y la conciencia del

solo habla de la infancia como experiencia sensorial de

instante en una geografía de lo íntimo: ese espacio de la

conocimiento del mundo, sino también como vivencia de un

infancia que permanece en el corazón de la memoria adulta.

pasado individual a la vez que colectivo, cuyos ecos alcanzan al hablante lírico, quien, a través del recuerdo,

PALABRAS

CLAVES:

POESÍA

INFANTIL

CHILENA,

reconstruye su historia personal y reinterpreta su presente.

FENOMENOLOGÍA DE LA IMAGINACIÓN, POÉTICA DE LA 1

Ha sido galardonado en dos ocasiones: V Premio de poesía para niños “Ciudad de Orihuela” (2012) y Premio Fundación Cuatrogatos: Mejores libros para niños y jóvenes de creadores iberoamericanos (2014).

INTIMIDAD.

5

«El recuerdo es borroso como niebla,/ pero me abrigo con

Ahí dentro estaban las palabras.

él/ cuando hace frío» (Ferrada 25) dice la voz lírica cuyo

Y con ellas

recorrido no lineal de un año (1984) le permite rememorar,

Hice mi habitación en el mundo (53).

por un lado, sus primeros acercamientos a aquellas palabras secretas con las cuales construye su ser-habitar en el

Este viaje –que hace en conjunto con sus lectores y

mundo, y por otro, a la abuela paterna, artífice de dicho

lectoras– invita a una reflexión acerca de los lugares que

descubrimiento.

definen al ser humano, a las imágenes que lo conforman, a

A diferencia de otros poemarios de Ferrada, El

la comprensión de la vida como experiencia narrativa, en el

idioma secreto hace referencia a una vivencia personal (la

sentido de autoconstrucción permanente en el tiempo que

muerte de su abuela) y al legado que pervive en ella, la

solo es percibida en el instante, en este caso, de la lectura.

nieta: el lenguaje con que da nombre a los seres y cosas que

Dicha

albergan su mundo interno. Esa búsqueda poética de la

imaginaria e imaginada es elaborada por el filósofo francés

morada íntima se construye circularmente: el poemario se

Gaston Bachelard, principalmente, en dos de sus textos: La

inicia y termina con el mismo poema; la única diferencia es

poética del espacio (1957) y La poética de la ensoñación

que, al término, agrega dos versos que sintetizan el hallazgo

(1960). En ellos, formula una fenomenología de la

realizado por el hablante lírico al final del recorrido:

imaginación donde la imagen poética «[…] nos sitúa en el

configuración

del

ser-habitar

como

vivencia

origen del ser hablante» (La poética del espacio 15); se El idioma secreto me lo enseñó mi abuela.

trataría de un «[…] acceso a la realidad propia de lo irreal»

Y es un idioma que nombra las plantas de

(Salazar 5-6) que se construye siempre por medio del

tomate, la harina, los botones.

ocultamiento: «Para captar desde ahora la fenomenología de

Un día me llamó.

lo oculto, bastará una observación preliminar: un cajón

Me dijo que antes de que la muerte se la llevara

vacío es inimaginable. Sólo puede ser pensado. Y para

quería entregarme algo.

nosotros que tenemos que describir lo que se imagina antes

Mi herencia era una caja de galletas con ovillos

de lo que se conoce, lo que se sueña antes de lo que se

de lana y boletas de ferretería. 6

comprueba, todos los armarios están llenos» (La poética del

segunda instancia, en reconstruir el topos existencial, ese

espacio 30).

lugar donde moran los recuerdos y en el que gusta el ser

Tal ocultamiento –propio de la literatura– se halla

humano “agazaparse”: «Se trata, pues, de preguntarnos

en el juego permanente entre quien crea y quien recrea:

cómo habitamos nuestro espacio existencial, cómo nos

escritor/poeta/dramaturgo y receptor/destinatario/oyente en

enraizamos, de día en día, en un rincón del mundo»

diálogo a través de las imágenes que el primero construye

(Sánchez 66).

con el lenguaje y que el segundo reconstruye, por medio de

Este poemario en particular, analizado desde esta

la imaginación, en el proceso de lectura. La fenomenología

perspectiva, se muestra como un abanico de imágenes

de la imaginación, dentro del contexto de esta actividad co-

ensoñadoras que hablan, precisamente, de un espacio-

creativa, «[…] trata de tomar la imagen poética en su propio

origen (aquel que muchas veces se asocia con la infancia),

ser, no como el resultado de una represión o censura, sino

el que es construido desde la perspectiva de quien recuerda:

como la manifestación de la propia plenitud de la imagen,

una voz lírica que rememora los mínimos hallazgos

de su propia inocencia» (Salazar 5).

realizados junto a su abuela durante el último año que

Para el filósofo, las imágenes proporcionadas por la

comparten.

poesía maravillan porque incitan la activa participación de

La fugacidad del tiempo y la inevitable partida del

la imaginación creadora, actividad en la que se desrealiza la

ser amado aparecen de manera sinuosa en algunos versos

naturaleza mediante la “ensoñación de palabras”: «Gracias

que, como migajas de pan, indican al lector-a que el tiempo

a la imaginación […], entramos en el mundo de la

de la despedida está cerca. El hablante lírico experimenta la

confianza, en el mundo del ser confiante, en el mundo

partida de la abuela desde su intimidad de niña-poeta y, al

mismo de la ensoñación» (La poética de la ensoñación 29).

final del poemario, comprende algo más: que en su poesía –

En este sentido, una aproximación desde la fenomenología

la que ambas conquistaron juntas–, su abuela pervivirá,

de la imaginación consiste, en primera instancia, en

meditativo que «[…] no se enfrenta al mundo ni a los objetos, sino que los acoge bajo una lógica sentimental de implicación» (Sánchez 64). El cogito de la ensoñación, explica Bachelard, reintegra al pensamiento analítico la vivencia del tiempo simultáneo, que es a la vez mítico y arquetípico, en la medida que «[…] no separa la razón de la imaginación, sino que las considera como entidades interactuantes de una misma conciencia» (Salazar 7).

2

describir lo que se imagina, antes de lo que se conoce, y en

2

En la ensoñación bachelardiana, se construye un nuevo cogito: “Sueño, luego existo”, el cual se comprende desde un ensueño

7

aunque en un cuerpo de palabras: «Vinieron días y días de

colores y movimientos; instantáneas de versos que

silencio/ luego de que mi abuela se convirtiera en

acompañan la lectura y que aportan a la ensoñación poética

mariposa./ Pero llegó la primavera/ y comenzó otra vez/ la

que se vive a la par con el hablante lírico.

marcha de los caracoles al ritmo de los brotes» (50). Estas

Si bien este comentario no pretende analizar la

imágenes construyen una doble experiencia del tiempo: uno

relación texto-imagen presente en este poemario, no es

detenido, en la mirada de la niña-poeta que contempla el

posible soslayar la complementariedad entre ambos códigos

paso de la vida a través de pequeños instantes de

en la construcción del libro como artefacto poético.

apreciación estética; otro en fuga, en el devenir inexorable

Tonalidades envejecidas, ese amarillo desgastado que

que acelera la partida de la abuela. Sin embargo, ese

representa el paso del tiempo, la mirada puesta en los

transcurrir no es lineal, sino circular, recursivo: «Pasan los

recovecos de las cosas. Esta puesta en color evoca ese

años,/ y yo no sé dónde se van los días cuando finalmente

espacio atesorado de la infancia siempre en contacto con lo

se van» (15), porque los días pasados se condensan en un

íntimo, cuyo recorrido, aparentemente azaroso, es guiado

tiempo personal, intimismo que, de a poco, va encontrando

por la abuela (que aparece ilustrada solo en una ocasión,

su espacio en el corazón del hablante lírico: su propia

junto a la nieta, cuando salen de compras) a veces desde

morada interna construida con su propio idioma secreto.

cerca, en las labores cotidianas; otras, desde lejos, como un

Los versos se despliegan narrativamente, es decir,

espectador más: «La recuerdo mirando desde la ventana/

no hay poemas –en el sentido tradicional, con nombres que

cómo me internaba en la huerta/ a realizar mi tarea dulce y

los distingan– sino una sucesión de relatos poéticos que,

preferida:/ Recoger el abrazo del viento./ Guardar entre la

como almanaque de imágenes, cuentan una historia propia

lana el idioma de la lluvia» (44).

del “tiempo de las maravillas”, aquel en que «[…] el sol

En lo que respecta a las imágenes poéticas

brillaba al alcance de la mano» (46). En permanente diálogo

propiamente tales, el poemario se halla traspasado por dos

con estas imágenes hechas de palabras –de ese idioma

valores que permiten hablar de una poética de la intimidad:

secreto que se busca y se descubre a lo largo del poemario–,

uno de “protección”, espacios que acogen al hablante lírico

se encuentran las ilustraciones de Zuzanna Celej, a través

en los inicios de su actividad poética, y otro de “secreto”,

de las cuales lo codificado textualmente se transforma en 8

lugares a través de los cuales se descubre ese idioma que le

manos vetustas), pero también de objetos cotidianos

es revelado en la intimidad de la relación abuela/nieta.

(botones, ovillos, pañuelos, mantas), los cuales conforman

La morada que protege y que alberga la imaginación

una “ensoñación de seguridad” que atraviesa los versos de

creadora de la niña se vislumbra en imágenes de formas

todos los poemas. Estos materiales y objetos aluden a la

concéntricas o que implícitamente hablan de un “habitar

guarida, al espacio de lo hogareño, en el cual las

interno”, uterino, construido por las manos de su abuela que

ensoñaciones líricas de la nieta son arropadas al calor de

«[…] eran como nidos tibios» (46). Ovillos de lana,

una lumbre arcana, lo que le proporciona la seguridad

“huevos de cáscara azulada” (15), nidos de pájaros,

necesaria para la exploración poética.

pañuelos, botones, tazas con plantas, frutos como castañas y

Por su parte, el hogar recóndito, que se oculta y que

moras, flores como la magnolia, “una estrella guardada en

se concibe como secreto es creado a través del idioma

el bolsillo” (29); todas ellas imágenes de una morada suave

encerrado en la caja de galletas heredado. «Quería un

y caliente, imágenes del nido que, de acuerdo a Bachelard,

idioma/ para nombrar nuestros recuerdos./ Un idioma

«[…] nos lleva otra vez a nuestra infancia, a una infancia. A

secreto con palabras de pájaros y colmenas./ Un idioma de

las infancias que deberíamos haber tenido» (La poética del

higos» (50), afirma el hablante lírico en referencia constante

espacio 127).

a su abuela, a quien describe como alguien que guardaba

El nido es un refugio, es germen de bienestar, dentro

“todo en pañuelos/ botones,/ llaves” (16), que solo “leyó un

del cual es posible acurrucarse y dejarse adormecer por los

único libro en su vida” (23) y que era tejedora de recuerdos,

arrullos. En el poemario, el hablante lírico recurre a estas

los que guardaba “entre la lana el idioma secreto de la

imágenes cada vez que recuerda las labores realizadas junto

lluvia” (44). Sus manos son moradas que protegen, pero

a la abuela. El ser-habitar de la voz poética se encuentra en

también guardan secretos, los que son entregados en una

esas manos queridas que la protegen de la hostilidad del

caja que solo para ellas, abuela y nieta, tiene un significado

mundo exterior y resguardan ese frágil espacio íntimo que

profundo. Las galletas representan la preocupación por los

comienza a construirse durante ese año. Este primer valor

detalles. Un tesoro oculto en la harina, encerrado en la caja;

del espacio existencial es a la vez frágil y resistente. Está

una intimidad que se esconde y solo se comparte con quien

hecho de materiales tibios (como la lana y la calidez de

ha aprendido el idioma secreto: la llave para abrirlo. En los 9

cofres, afirma Bacherlard, se encuentran las “cosas

los manzanos y de las higueras. También del idioma de las

inolvidables”, «[…] el pasado, el presente y el futuro se

hormigas, de los botones, de los animales que cruzan el

hallan condensados allí […], el cofrecillo es la memoria de

jardín. Insectos, objetos y animales que en otros poemarios

lo inmemorial» (La poética del espacio 118-119). El legado

de Ferrada cobran vida a través de otras imágenes poéticas

de la abuela es doble: manos como nido para que la nieta

que evocan la brevedad, lo diminuto, lo casual, lo eterno.

descubra su mundo interno bajo una protección cariñosa;

Una poética de lo íntimo siempre se esconde. En el

manos como cofre, que guardan el tesoro más preciado: el

poemario, el traspaso se hace de abuela a nieta, saber

lenguaje secreto de las cosas, la poesía.

femenino que se transmite en la complicidad de ese idioma

La caja de galletas, que mantiene la calidez del

secreto. Al padre solo le borda «[…] una pequeña

contacto con lo íntimo, es un cosmos desde el cual brotan,

explicación de la vida./ Llegas al mundo un día./ Te

como semillas o migajas de pan (imagen recurrente en el

abrigarán las flores y los pájaros» (34); en cambio, a la

poemario y que es reforzado por las ilustraciones a través

nieta le entrega toda su sabiduría oculta, en sus manos como

de los dientes de león esparcidos por el viento), tesoros que

nidos en las que veía «[…] aparecer las cosas/ como si

desean permanecer sin ser nombrados, cobijados en el

fueran pequeños cometas/ que se apresuraban a brillar

interior de la mente infantil, protegidos del adulto que todo

frente a mis ojos» (16). Manos hacendosas, benefactoras,

lo cambia y malinterpreta. En una ocasión, el hablante lírico

dadoras de vida, cuidadoras de tesoros. A la polisemia de

relata sus primeros intentos de inventar su idioma secreto

las manos de la abuela habría que agregar la dialéctica

durante una noche fría y de fuerte viento: «Fue el invierno

bachelardiana entre el adentro y el afuera. Manos como

más frío de la década./ Vinieron días y días de regaños,

puertas que se abren y se cierran, que protegen y ocultan a

aspirinas y paños fríos/. Pero en medio de la fiebre,/ las

la vez que impulsan a descubrir el mundo y develan. Manos

palabras volaron una a una de la mesa/ y se fueron a vivir

entreabiertas: «[…] ¿hacia quién se abren las puertas? ¿Se

junto a los pájaros» (18). La enfermedad producto de la

abren para el mundo de los hombres o para el mundo de la

desobediencia

soledad?» (La poética del espacio 263).

se

transforma

en

otra

instancia

de

aprendizaje: la imaginación, representada en los pájaros,

En el poemario, la respuesta a tales interrogantes es

vuela en búsqueda del idioma de la lluvia, de los vientos, de

ambigua: por un lado, se abren las puertas a una poesía 10

íntima, la cual es compartida con los lectores y lectoras de

BIBLIOGRAFÍA

los versos; por otro, hay una experiencia única que se

Bachelard, Gaston. La poética de la ensoñación. Trad Ida

encierra en el corazón de la voz lírica, que se guarda y

Vitale. 7ta reimpr. México: FCE, 2014. Impreso.

protege como tesoro: el idioma secreto. Como receptores

---.

La

poética

del

espacio.

Trad.

Ernestina

de

visualizamos sus frutos: imágenes poéticas sostenidas en

Champourcín. 9na reimpr. México: FCE, 2006.

versos narrativos que evocan recuerdos que podrían ser los

Impreso.

nuestros. Sin embargo, «No hay un recuerdo igual a otro»

Ferrada, María José. El idioma secreto. Ilustr. Zuzanna

(33). La intimidad compartida hace eco en quienes leen e

Celej. Pontevedra, Italia: Kalandraka Editora, 2013.

imaginan, es la infancia de todos y todas, pero a la vez es

Impreso.

una infancia única: la de la niña-nieta que aprende el

Salazar, Luis Carlos. «La fenomenología de la imaginación

lenguaje de la vida. Ese idioma secreto no se comparte:

y la ensoñación creante en Gastón Bachelard».

queda guardado en la caja de galletas dentro de la cual la

Synthesis 41 (ene-mar 2007): 1-8. Digital.

niña-poeta construyó su habitación en el mundo.

http://www.uach.mx/extension_y_difusion/synthesis/ 2008/05/12/gaston.pdf Sánchez, Miguel Ángel. «Bachelard o la metafísica de la imaginación. El pensamiento bifloro». Pensamiento y Cultura 5 (2002): 59-67. Digital. http://pensamientoycultura.unisabana.edu.co/index.ph p/pyc/article/viewFile/1082/1132

11

N° 7 – Año 1 – Julio 2015 EL

BUEN

SALVAJE

CONFIGURACIÓN

DEL

DEL

SIGLO

NIÑO

XXI:

INDÍGENA

AYMARA EN MAMIRE, EL ÚLTIMO NIÑO

(1996) DE VÍCTOR CARVAJAL

CATALINA MUÑOZ MOLINA LICENCIADA EN LETRAS MENCIÓN LITERATURA [email protected]

Carvajal, Víctor. Mamire, el último niño. Ilustr. Eduardo Osorio. Santiago, Chile: Alfaguara, 1996. 112 páginas. 12

EL

BUEN

SALVAJE

DEL

SIGLO

V

XXI:

CONFIGURACIÓN DEL NIÑO INDÍGENA AYMARA EN MAMIRE, EL ÚLTIMO NIÑO

(1996)

íctor Carvajal es un reconocido escritor en el área de

literatura infantil chilena, siendo ganador de diversos

DE VÍCTOR

premios tanto a nivel nacional como internacional1. Se

CARVAJAL

distingue por una escritura en torno a la corriente del realismo social, retratando en sus novelas la vida de niños,

RESUMEN

niñas, adolescentes y jóvenes de Latinoamérica. Su obra

En Mamire, el último niño (1996) de Víctor Carvajal, se

está inspirada en realidades que se ambientan en lugares

logra construir discursivamente la imagen del niño aymara

marginales o bien en zonas geográficas particulares del país,

a través del tópico del buen salvaje. En este comentario

relatando en sus tramas temas ecológicos, leyendas y

crítico, se realiza una introducción sobre la presencia de

saberes populares.

esta temática, de manera general, en la literatura infantil

En sus novelas realiza un especial tratamiento de las

chilena con protagonista indígena y, a partir de ello, se

temáticas que se relacionan con las tierras chilenas,

examinan qué acciones del protagonista y de algunos

particularmente acerca de las problemáticas de diversos

personajes permiten edificar un imaginario con respecto a la

grupos étnicos del país, asunto que es desarrollado en

figura del indígena, figura discursiva que se sustenta a partir

Mamire, el último niño (1996), donde el autor construye una

del interés y preocupación por el legado cultural y por

imagen del indígena aymara que se asemeja al carácter con

preceptos

el que ha sido desarrollada esta temática dentro del área de

ecológicos

de

los

pueblos

originarios,

particularmente del aymara.

la literatura infantil chilena, según lo analizado por Isabel Ibaceta (2010). La investigadora examina la construcción de

PALABRAS

CLAVES:

NARRATIVA

INFANTIL

CHILENA,

la imagen literaria en torno al indígena en la narrativa

INDÍGENA AYMARA, BUEN SALVAJE. 1

Galardonado con el Premio Barco de Vapor por Cuentatrapos (1985), Premio Consejo Nacional del Libro y la Lectura por Sakanusoyin: el último cazador de la Tierra del Fuego (1995) y Mamire, el último niño (1997). Incorporado en la Lista de Honor IBBY por Como un salto de campana (1996).

13

chilena para niños y niñas escrita por autores no-indígenas2.

temáticas indígenas las que pueden proyectarse en cuatro

Para ello, exhibe una selección de textos chilenos con

categorías: la ecología, el multiculturalismo, el proceso de

temática indígena, considerando elementos ideológicos que

preservación y difusión del legado nativo, asuntos presentes

construyen una idea de chilenidad a través de los

y heredados de la construcción del indígena en la literatura

protagonistas, puesto que la edificación de esta figura está

para adultos tanto en Latinoamérica como en Chile (28).

ligada a un proceso que tiene lugar luego de la dictadura.

Ibaceta, además, señala que la narrativa para niños y niñas

(2). Ibaceta enfatiza que, si bien el tema de las culturas

utiliza estos motivos con el fin de enfatizar el patrimonio

nativas en la literatura infantil ha experimentado un gran

natural indígena, describiendo árboles, cultivos y plantas

aumento durante las últimas dos décadas, el estudio en torno

medicinales,

a ella ha sido examinado a partir de preceptos históricos y

responsabilidad como preocupación por temas ecológicos

alusivos a la formación de los autores de las novelas, por lo

(57).

aspecto

que

pretende

inspirar

tanto

que no existen investigaciones analíticas que contribuyan al

La autora considera que el hecho de que estas

desarrollo de esta área de estudio. Lo anterior explica la

construcciones culturales y literarias tengan como público a

exigua investigación y análisis existente en torno a esta

niños y niñas, y no necesariamente a adultos, está

temática3.

estrechamente relacionado con fines de adoctrinamiento

La investigadora contabiliza, a partir de 1990 hasta

ideológico en relación con la conformación de conceptos de

2010, una lista de al menos 58 títulos que hacen referencia a

identidad. Además, la construcción del “otro” en estas obras literarias intenta producir y mantener el sentido propio de la

2

El estudio realizado por Isabel Ibaceta abarca la literatura de la época postdictatorial (1990-2010); el análisis propuesto dice relación con los discursos que se oponen a la dictadura. 3 Cabe señalar que Isabel Ibaceta ha sido la única chilena en realizar un análisis exhaustivo en torno a esta temática en particular dentro de la literatura infantil escrita en el país. Por su parte, en Bolivia, Isabel Mesa realiza un panorama íntegro sobre la imagen del niño y niña indígena, titulado «La imagen del niño indígena en la Literatura Infantil Sudamericana» (2012), en el que propone un análisis en torno a las novelas escritas sobre este tema. En este contexto, dedica un apartado especial a la imagen del indígena aymara, donde incluye, justamente, la novela de Víctor Carvajal.

identidad por medio de asuntos como la memoria histórica y la memoria cultural, considerando que las imágenes en torno al indígena que se han construido intentan inculcar ideas contemporáneas de la identidad nacional, entendiendo esta como una producción discursiva moldeada por elementos políticos, culturales y económicos (29). 14

En este contexto, Ibaceta agrega que el paisaje

considerando que el autor escribe desde una perspectiva

también forma parte de la construcción discursiva de la

externa a la cultura indígena.

identidad, interconexión que ha sido estudiada por

Bajo el fenómeno de la migración, esta novela

psicólogos sociales bajo investigaciones que se han

chilena relata la historia de Mamire, pequeño de diez años

denominado

del

que junto a sus padres presencia cómo su pueblo, el valle de

emplazamiento dentro de los discursos identitarios permite

Aroma –ubicado en el altiplano chileno– se encuentra en

explicar por qué surge como temática recurrente en las

declive debido al éxodo hacia tierras salitreras. A raíz de

obras de literatura infantil chilena con protagonistas

ello, Mamire se transforma en el último niño de Aroma,

indígena: en estas narraciones, los espacios físicos nativos

pues todos los demás ya se habían marchado junto a sus

se manifiestan como monumentos naturales que forman

padres fuera del pueblo. El mismo futuro le esperaba al

parte de la idiosincrasia, constituyendo símbolos que

niño, puesto que su padre pretendía lo antes posible

representan la base de los grupos originarios, situación que

marcharse en busca de mejores condiciones, sin embargo –y

puede corroborarse en la novela de Víctor Carvajal4.

pese a lo fascinante que parecía la ciudad–, Mamire se

place-identity.

Esta

concentración

A partir de lo anterior –del lugar físico y de la

resistía a abandonar el pueblo que lo vio crecer y, junto a las

idiosincrasia nativa–, Carvajal aproxima la figura del

abuelas del pueblo, decide hacer lo posible para que la

indígena al tópico del buen salvaje por medio del rescate de

última familia joven permanezca en Aroma y siga dando

valores espirituales y riquezas físicas de los aymaras,

vida al valle que cada día desfallecía un poco más. No

características que se contraponen a la civilización, lo que

obstante, en el lugar seguía reinando la sabiduría, la bondad

evidencia una expresión ideológica a través de la novela,

y la pureza de sus habitantes, sumado a la belleza, a la magia y al encanto que brindaba el paisaje natural de Aroma.

4

Con respecto a esta situación, Víctor Carvajal, en Mamire, el último niño, agrega una nota en la que reconoce: «El valle de Aroma no aparece en atlas ni en mapas […]. Y es esta la razón por la cual yo, que nací tan lejos del desierto, me interesé en escribir la historia de Aroma; porque es lejana, misteriosa y existe tan solo en las páginas de este libro» (111).

El asunto de la migración no solo conlleva conflictos económicos, sino que evidencia problemáticas sociales y culturales en la relación que se establece entre el indígena 15

aymara y el sujeto citadino en la novela. Lo que realiza

quizás más bien curiosamente, Sobre los caníbales, […]

Víctor Carvajal resulta llamativo, pues no se concentra en

sentó las bases para toda una corriente literaria, filosófica,

mostrar cómo es la nueva vida del aymara en el ambiente

antropológica y sociológica que podemos reunir con la

urbano, sino que logra retratar qué ocurre con el resto del

frase: El Noble Salvaje» (Whelan 15). Pese a la distancia

pueblo que permanece en Aroma, evidenciando, además,

temporal y espacial entre la actualidad y el siglo en que se

cómo la ciudad ingresa a este acompañada de tecnología

desarrolla esta proposición, aun existen premisas en común

que promete aprovechar las riquezas del valle. Las

que posibilitan describir la constitución física e inmaterial

descripciones que se realizan en torno a este territorio llegan

del hombre natural a partir de él. En este sentido, Rousseau

al punto de lo poético, demostrando lo maravilloso que es

(1762) es enfático en expresar que el estado natural del

Aroma y la conexión armoniosa que logra la naturaleza con

hombre se traduce en equilibrio y este, a su vez, significa

sus habitantes, particularmente con el niño protagonista,

desdeñar aquello que necesariamente lleve al estado de

quien se rinde ante las bondades de su lugar nativo y

civilización, ideas que surgen en la escritura de Carvajal,

disfruta de cada rincón, reflejando la benevolencia, la

razón por la que puede esbozarse un análisis en torno al

tranquilidad y la afabilidad con la que se vive en el

tópico del buen salvaje en Mamire, el último niño.

altiplano.

En la novela, Mamire y su abuela paterna Gregoria

A partir de ello, la novela de Carvajal permite

se asocian con el fin de proteger y amparar el valle de

establecer qué acciones y hechos posibilitan la asimilación

Aroma tras el fuerte proceso migratorio. Este aspecto –el

de la figura del indígena aymara con el tópico del buen

deseo de preservar, contemplar y valorar el lugar de origen–

salvaje instaurado desde el siglo XVI. Durante esa época,

permite detectar la idealización con que ambos personajes

Michel de Montaigne expuso, a modo de defensa, lo injusto

son caracterizados: sujetos inocentes que logran apropiarse

que significaba calificar de salvaje a aquel que no imitaba

del espacio físico nativo que habitan, sumado al tipo de

las leyes europeas. En 1580, «[…] sugirió el concepto de

relación que establecen con los jóvenes citadinos que llegan

una raza de gente que experimentaba con total inocencia su

al valle, a quienes reciben con inocencia y nobleza. Estas

primera exhibición importante. En un ensayo titulado,

cualidades son las que permiten aproximar a estos 16

personajes al buen salvaje: por una parte, la anciana encarna

En la actualidad, concebir al indígena bajo la

la necesidad de recuperar el interés por el lugar de origen y

consigna del buen salvaje pareciera ser atemporal,

por la espiritualidad que entrega el valle de Aroma, así

considerando que es una noción antigua que surge en el

como también la representación del rescate de valores como

siglo XVI, sumado a la implementación de políticas

la piedad y la bondad; por otra, Mamire simboliza una

públicas que pretenden igualar las condiciones de vida de

visión un tanto utópica de aquel niño que no necesita

los pueblos originarios con respecto a lugares masivos de

corromperse por lo urbano, sino más bien es apasionado por

emplazamiento como la ciudad, por ejemplo. Sin embargo,

su entorno natural, sintiéndose dichoso y adulando

la construcción literaria que se hace del indígena –en este

constantemente elementos nativos como los cerros, las

caso del aymara– no dista de las premisas estudiadas por

estrellas y las aguas:

autores como Michel de Montaigne y Jean-Jacques Rousseau, las que, principalmente, refieren al estado de

Pero si aquellos niños tuvieran ojos para el

naturaleza del ser humano: disperso entre los animales,

desierto, como alguna vez los tuvieron sus

vagando por los senderos, carente de industria, pocas

padres, verían lo mismo que Mamire: la sal de la

pasiones, sociable en actividades colectivas y virtuoso:

pampa llena de reflejos, las piedras que cambian

justo, íntegro, sano y piadoso.

de forma bajo la noche, la brisa que traslada

Pese a que Mamire y Gregoria contrastan en asuntos

cristales con sus dedos invisibles, los ojos

generacionales, considerando que el primero es un niño y su

brillantes de los roedores nocturnos en sus

abuela –tal como ella misma lo admite– se encuentra en la

correrías de cada luna. Mamire pensó que en

última etapa de su vida, responden íntegramente a la

lugar de pasarse el día con la vista hundida en

inocencia con la que se caracteriza al buen salvaje, puesto

aquellos cuarzos mágicos, era más hermoso

que, tal como lo expresa Ariel Dorfman, «[…] el buen

dirigir la mirada a las estrellas para verlas

natural constituye el sustrato indiferenciado, perpetuo, el

resplandecer en el vasto firmamento, profundo y

principio y fin de los tiempos, el paraíso original y el cielo

sereno (Carvajal 78).

último, la fuente de bondad, paciencia, alegría e inocencia» 17

(66). Estos dos personajes surgen como el contrario al padre

cuando en su territorio nativo posee todo lo necesario para

de Mamire, personaje que ve en la ciudad la única

ser feliz y pleno: «Los arominos que se marcharon del valle

posibilidad de progreso, considerando que en su tierra

aprendieron rápidamente a conocer el valor del dinero. Con

nativa ya no encuentra lo necesario para ascender y así lo

idéntica celeridad, comenzaron a menospreciar labores que

manifiesta directamente: «Rechazar la moderna ciudad por

no eran debidamente remuneradas. En el pasado quedó la

un cuartucho repleto de objetos viejos, conservados como

vieja y sabia costumbre de ser generosos y bien dispuestos

reliquias y que no serían más que cachureos, le pareció una

para regalar a los demás el tiempo libre de cada cual» (12).

insensatez, una necedad, y se molestó de que sus viejos

Sumado a lo anterior, las ancianas figuran como

desearan para él un destino tan oscuro y limitado» (29).

aliadas de Mamire, puesto que ambos poseen la inocencia

A diferencia del desinterés del padre de Mamire con

que caracteriza al buen salvaje, ya que, tal como señala

respecto a su lugar de origen y al modo imponente en cómo

Michel de Montaigne, «No combaten por conquistar nuevas

describe el espacio citadino, su hijo Mamire y su madre

tierras, pues gozan todavía de esa felicidad natural que les

Gregoria abogan por la maravillosa naturaleza y la

abastece de todo lo necesario sin trabajo ni esfuerzo y en

espiritualidad que entrega el valle, la que no encontrarán en

abundancia tal que no necesitan para nada aumentar sus

ningún otro lugar, aspecto que Gregoria expresa: «[…] ellos

límites. Aún están en ese mundo feliz en que solo necesitan

no sabían que así empobrecían; que al marcharse del valle

lo que sus necesidades naturales exigen, todo lo demás es

más era lo perdido que lo por ganar. Pero las nuevas

para ellos superfluo» (273). Esta última frase es

generaciones solo tienen oídos para los cantos de la

significativa para comprender el valor que la sociedad

modernidad, desoyendo la voz frágil y gastada de los que

atribuye a un “modelo indígena”: aquel sujeto que es

más saben, de aquellos por cuyas vidas el tiempo no ha

respetable por el hecho de no abandonar el territorio nativo,

pasado en vano: los abuelos» (84). Es decir, a través del

rechazando entrar en la naciente civilización.

personaje de las abuelas, encabezadas por Gregoria, se

Sin embargo, esta idealización del indígena contrasta

realiza una constante crítica a quien abandona su lugar de

con lo manifestado en la novela, puesto que el aymara,

procedencia con el fin de prosperar económicamente, aun

inevitablemente, se relaciona con el ambiente urbano y debe 18

enfrentarse a los proyectos científicos que pretenden

excluidos de la sociedad hegemónica, por lo que la reciben

modificar el ambiente nativo para obtener mayor provecho

con gentileza pese a lo amenazante que resulta la situación.

de la materia prima natural, por ejemplo. Es decir, cuando

Con respecto a esto, Rousseau ya había manifestado con

se

piensa,

respecto al buen salvaje que «[…] se hacía indispensable

principalmente, en el rescate de su cultura como un asunto

sacrificar una parte de su libertad para la conservación de la

emblemático para el país, no obstante, es la misma

otra, como un herido se hace amputar el brazo para salvar el

civilización, como espacio cultural hegemónico, la que

resto del cuerpo» (72).

construye

socialmente

al

indígena

se

termina por invadir su propia riqueza autóctona.

Lo desapacible e imponente de la ciudad, que poco a

Con respecto a esta última idea, en la novela existe

poco invadía las tierras aymaras, contrasta con lo reposado

demonización

atribuyéndole

y benévolo que caracteriza a los arominos, aspecto que se

características que refieren al consumismo y al abuso

manifiesta en cómo se configura a Mamire, quien, como ya

tecnológico: «Por el valle se internó un día la interminable

se mencionó, posee conductas que lo acercan al buen

hilera

herramientas,

salvaje: la inocencia inherente de un niño, el valor que

arracimados en máquinas blindadas que con motores

otorga a la sabiduría que le entregan sus mayores, la

amenazantes remecieron hasta las rocas del paraje. Aquellos

realización de actividades que lo relacionan con los

hombres levantaron a su paso una polvareda que ocultó el

animales y con su entorno natural, sumado a la adoración

sol por varios días consecutivos» (11). Pese a que los

que expresa por el valle. Por una parte, se atribuye al niño

habitantes que permanecían en el valle de Aroma –

condiciones propias de la infancia, tiempo en el que, según

exceptuando

pretendían

Rousseau, no asimila directamente las restricciones sociales

involucrarse con la civilización, se ven obligados a hacerlo,

a las que se enfrenta. Tal como lo plantea Sandra del Peral

pues no son ellos los que se dirigen a la ciudad, sino que es

en torno a Emilio o de la Educación, el niño «[…] no sufrirá

esta la que llega hasta el valle. A pesar de que esta

la coerción de las convenciones meramente sociales. Estas

circunstancia resulta una amenaza para la vida natural de los

pesarán sobre él cuando sea un hombre, pero para entonces

habitantes, la perciben como la única posibilidad de no ser

su bondad natural se habrá desarrollado, y aunque tenga que

una

de

de

afuerinos,

al

padre

la

ciudad,

apertrechados

de

de

Mamire–

no

19

vivir en una sociedad corrompida, no dejará que esta le

principalmente ecológicas y del cuidado medioambiental

corrompa a él. Será el salvaje que pueda vivir en la ciudad»

como fuente de conservación cultural.

(70). Por otra parte, es presentado como un niño considerado,

sensato,

amable,

honesto,

piadoso

Recuperar y amparar las diferentes culturas del país

y

es el principal motivo por el cual se ha pretendido incluir al

bondadoso, que siente fortuna por pertenecer al valle y, a

indígena dentro de los proyectos nacionales, aspecto que

diferencia de los demás niños que emigraron a la ciudad, no

está evidenciado en la novela, en la medida que se retratan

siente una atracción desmesurada por conocer los adelantos

ceremonias y costumbres autóctonas como un aspecto

de la urbanidad: «¿Qué magia poseían aquellos juguetes que

memorial de privilegio para la sociedad, mostrando que el

atrapaban tan intensamente la atención? ¿Juguetes que

valor que se les atribuye como pueblos indígenas se

impedían levantar la vista para disfrutar de las bellezas del

construye a partir de esas características. Este aspecto se

valle? Estos hijos de los hijos del Aroma no se divertían con

contradice con otra área desarrollada en la novela: el hecho

los festejos tradicionales; tampoco se deleitaban admirando

de cómo la ciudad se introduce en el pueblo a través de una

el lugar donde nacieron sus padres» (70).

invasión

Hablar del buen salvaje hoy, considerando la

cultural,

relegando

la

autonomía

natural

supuestamente valorada de los pueblos originarios.

antigüedad que posee el desarrollo y el estudio del término,

En definitiva, la realidad del indígena se cimienta

podría resultar anacrónico, no obstante, muchas de las

bajo un modelo que refiere a la vida en armonía con la

proposiciones en torno a esta figura siguen presentes a la

naturaleza, estilo que es propio de los pueblos originarios,

hora de construir al niño –en este caso, aymara– en el texto

provocando un “Edenismo social y ecológico” (Whelan 7) a

de Víctor Carvajal. Gran parte de la trama de la novela está

través de la idealización tanto de los territorios autóctonos

amparada bajos preceptos que buscan proteger y valorar el

como del indígena, situación reflejada en la novela de

territorio indígena, temática vigente cuando se habla desde

Carvajal. La interrogante sobre si la civilización es algo

un espacio hegemónico, asunto que permite proponer una

beneficioso o nocivo para el ser humano ha sido el principal

idea de un buen salvaje del siglo XXI a partir de nociones

centro de debate de la cultura occidental, discusión que está planteada en el texto de Víctor Carvajal a través de la 20

caracterización del territorio indígena en contraposición al

infantil chilena su imagen esté ligada en gran medida a

ambiente urbano, el que es juzgado, evidenciando una

elementos de carácter físicos, geográficos y ecológicos.

inclinación sobre una de las dos partes, considerando que «En el buen salvaje van a ser plasmadas todas aquellas virtudes sociales que son el contrapunto de la sociedad civilizada» (González 7). La novela configura al indígena aymara a través de una

temática

que

posibilita

acceder

a

discursos

hegemónicos que atraviesan al infante y que se vislumbran en cómo se construyen las relaciones que el protagonista establece con su entorno natural y social, ámbitos que, al integrarse entre sí, permiten edificar un imaginario indígena que, singularmente, está fabricado desde espacios y por sujetos no-indígenas, lo que parece un tanto conservador, pues se remite a una visión tradicional acerca de esta problemática: la caracterización del indígena aymara como símbolo de la prosperidad cultural. Lo anterior está vinculado directamente con asuntos identitarios que se fundan en un emplazamiento diferente al autóctono, dentro del cual el pueblo aymara –y el indígena en general– simboliza una especie de monumento cultural y natural que aporta a la construcción de una supuesta idiosincrasia nacional; de ahí que dentro de la literatura

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PERFILES COLABORADORES-AS UMBRAL N° 7 – AÑO 1 – JULIO 2015

CLAUDIA ANDRADE ECCHIO © Doctora en Literatura Chilena e Hispanoamericana de la Universidad de Chile. Licenciada en Lengua y Literatura Hispánica, con mención en Literatura, y Magíster en Literatura, con mención en Teoría Literaria, de la misma universidad. En la actualidad, es docente del Diplomado de Literatura Infantil y Juvenil: Teoría, Edición y Creación del Instituto de Estudios Avanzados (IDEA) de la Universidad de Santiago. Junto a Camila Valenzuela León (académica, escritora e integrante de CiEL Chile), ha gestionado e impartido Talleres de narrativa para adolescentes y jóvenes. Es, además, integrante de CiEL Chile, Centro de Investigación y Estudios Literarios: discursos para infancia, adolescencia y juventud.

CATALINA MUÑOZ MOLINA Licenciada en Letras con mención en Literatura de la Universidad Andrés Bello. Sus investigaciones y estudios literarios se relacionan con la literatura chilena para infancia, analizando la figura del indígena en novelas de autores nacionales. Con respecto a ello, realizó su tesis de licenciatura titulada “La construcción del cuerpo aymara en la literatura infantil chilena: El buen salvaje y el paternalismo en Mamire, el último niño de Víctor Carvajal y La historia de Manú de Ana María del Río”. Actualmente es estudiante del programa de la Licenciatura y Pedagogía de Educación Media con mención en Lenguaje y Comunicación de la Universidad de Chile.

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Umbral –de publicación mensual– es una colección de propuestas críticas en torno a textos narrativos, poéticos u otros, tanto chilenos como latinoamericanos, que han sido destinados para niños-as, adolescentes y jóvenes. Nuestra finalidad con esta publicación es crear una instancia de reflexión y diálogo multidisciplinario, abierto tanto a la comunidad académica como al público en general.

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