TEXTO 7 Tú quieres una síntesis que complete la cosmología y la biología; una explicación del Universo físico y moral. ¿No es eso? —Sí. —¿Y en dónde has ido a buscar esa síntesis? —Pues en Kant, y en Schopenhauer sobre todo. —Mal camino —repuso Iturrioz—; lee a los ingleses; la ciencia en ellos va envuelta en sentido práctico. No leas esos metafísicos alemanes; su filosofía es como un alcohol que emborracha y no alimenta. ¿Conoces el “Leviathan” de Hobbes? Yo te lo prestaré si quieres. —No; ¿para qué? Después de leer a Kant y a Schopenhauer, esos filósofos franceses e ingleses dan la impresión de carros pesados, que marchan chirriando y levantando polvo. —Sí, quizá sean menos ágiles de pensamiento que los alemanes; pero en cambio no te alejan de la vida. —¿Y qué? —replicó Andrés—. Uno tiene la angustia, la desesperación de no saber qué hacer con la vida, de no tener un plan, de encontrarse perdido, sin brújula, sin luz a donde dirigirse. ¿Qué se hace con la vida? ¿Qué dirección se le da? Si la vida fuera tan fuerte que le arrastrara a uno, el pensar sería una maravilla, algo como para el caminante detenerse y sentarse a la sombra de un árbol, algo como penetrar en un oasis de paz; pero la vida es estúpida, sin emociones, sin accidentes, al menos aquí, y creo que en todas partes, y el pensamiento se llena de terrores como compensación a la esterilidad emocional de la existencia. PÍO BAROJA. El árbol de la ciencia
1. ORGANIZACIÓN DE LAS IDEAS DEL TEXTO El texto es un fragmento de la conversación entre Andrés Hurtado e Iturrioz que constituye la cuarta parte de la novela El árbol de la ciencia. Recoge la dicotomía entre los filósofos ingleses y franceses, preferidos por Iturrioz, y los alemanes, aparentemente más cercanos a la visión de la existencia de Hurtado. La primera parte del diálogo presenta ya esa contraposición entre ambos estilos de filosofía: el pensamiento de los filósofos ingleses y franceses tiene un sentido práctico, y aunque Iturrioz admite que “quizá sean menos ágiles de pensamiento que los alemanes”, recomienda su lectura a Andrés: “¿Conoces el Leviathan de Hobbes? Yo te lo prestaré si quieres”. Hurtado, sin embargo, prefiere a los filósofos alemanes, más cercanos a su idea de ciencia y conocimiento: “Después de leer a
Kant y Schopenhauer, esos filósofos franceses e ingleses dan la impresión de carros pesados…” La segunda parte del diálogo la ocupa una extensa intervención de Andrés, en la que expone su visión de la existencia: • • •
La falta de sentido de la existencia humana, que conduce a la angustia y la desesperación. La imposibilidad de conjugar vida y pensamiento (que más tarde simbolizarán el árbol de la vida y el árbol de la ciencia). La estupidez y esterilidad son las características de la vida (visión influida por el darwinismo).
El texto presenta una estructura dialogada, definida por la alternancia de puntos de vista y la reducción de la función del narrador a mínimas referencias a las voces de los interlocutores a través de la utilización de verbos “dicendi”: repuso, replicó. 2a. TEMA DEL TEXTO La visión desencantada y pesimista de la existencia del protagonista, Andrés Hurtado. Se corresponde con la temática existencial de la novela. 2b. RESUMEN DEL TEXTO Hurtado e Iturrioz conversan acerca de sus preferencias filosóficas: mientras el segundo defiende el vitalismo de los filósofos ingleses y franceses, Andrés se inclina por la agilidad de pensamiento y la valoración de la ciencia y la verdad de los alemanes. Utiliza este debata para argumentar su negativa visión de la vida y su defensa del conocimiento como única actitud vital posible. 3. COMENTARIO CRÍTICO El texto pertenece a la parte IV, “Inquisiciones”, de El árbol de la ciencia. Esta novela es una de las más representativas de su autor, Pío Baroja. Baroja es el novelista por excelencia del grupo noventaiochista. Sus novelas son una mezcla entre el pesimismo existencia más radical y el vitalismo individualista de algunos de sus personajes. En sus novelas desarrolla generalmente un esquema de aprendizaje vital de los protagonistas. Su producción es muy extensa, repartida en trilogías. Se le ubica dentro de la Generación del 98, grupo literario que surge en España en el cambio de siglo, caracterizado por sus preocupaciones políticas (el tema de España) y existenciales, a tono con la crisis de fin de siglo, así como por la superación, en la novela, de la estética realista. El árbol de la ciencia narra la vida de su protagonista, Andrés Hurtado, desde que comienza a estudiar Medicina hasta su suicidio tras la muerte de su mujer y
su hijo. Se estructura en siete partes, a la cuarta de las cuales pertenece el texto. Las tres primeras recogen los años de aprendizaje de Andrés, hasta la muerte de su hermano. Tras la pausa digresiva de la cuarta parte, las tres últimas narran sus experiencias como médico en el campo y la ciudad, su matrimonio con Lulú y las muertes de ésta, su hijo y el propio Hurtado. La novela desarrolla un doble tema, unidos en la trayectoria vital del personaje (que es, además, muy autobiográfica, con múltiples vivencias del propio Baroja). Por una parte, es una novela social; por otra, una novela existencial. Ambas típicamente noventaiochistas. La dimensión social se fundamenta en la descripción de la realidad española de la época, que Baroja hace desde una perspectiva absolutamente crítica: pobreza cultural, atraso científico (especialmente en los capítulos centrados en su etapa universitaria), desigualdad social, inmovilismo y egoísmo del mundo rural, miseria y despreocupación en la ciudad… El sentido existencial es el fundamental en la novela. El protagonista tiene una visión absolutamente pesimista y desencantada de la vida, no sólo de la suya propia, sino de la existencia humana en general. Este pesimismo nace de sus propios conflictos interiores y de su experiencia de la realidad. No encuentra en la vida ningún sentido o explicación. Precisamente el texto se centra en esta dimensión existencial de la novela. Predomina en él la exposición por parte de Andrés de su negativa concepción de la existencia, resultado de su falta de sentido: “la vida es estúpida”, afirma. Como consecuencia, no existe para él un plan director, un propósito que oriente su vida en una determinada dirección: “¿Qué se hace con la vida? ¿Qué dirección se le da?” Todo ello conduce inevitablemente a la angustia, la desesperación de no saber qué hacer con la vida. Esta actitud del protagonista se extiende no sólo a su propia existencia, sino que es aplicable a la existencia humana en general, como él mismo intuye cuando dice que la vida es estúpida “creo que en todas partes”. Cuestionarse por el sentido de la existencia es una de las reflexiones fundamentales que el ser humano se ha planteado a lo largo de la historia. Podría decirse, en cierto modo, que es un atributo específicamente humano, un rasgo diferenciador de otros seres. Los animales existen, en un sentido literal del término, pero para el hombre es necesaria la explicación de su propia existencia, tal vez por nuestra conciencia de la mortalidad, que nos empuja a dotar de trascendencia a lo que sería, sin ella, una mera existencia temporal, un simple tránsito por la vida entre dos eternidades. Paradójicamente, la búsqueda de la verdad, del conocimiento –el “árbol de la ciencia”-, nos aleja, según Baroja, de la vida. Si ésta tuviera un sentido, o fuera tan valiosa en sí misma que no lo necesitara, el pensamiento sería un proceso placentero que nos procuraría la felicidad. Sin embargo, Hurtado considera
imposible conjugar vida y ciencia, existencia y verdad, felicidad y conocimiento. Optar por la vida es, seguramente, el único medio de ser feliz, pero sólo siendo egoísta, irracional o loco, como más adelante afirmará Iturrioz. La lucidez de la verdad y el conocimiento sólo pueden conducir a la infelicidad. El texto muestra a la filosofía como el complemento a la ciencia en esa búsqueda del sentido de la existencia: aparece como el tercer componente, junto a la biología y la cosmología, de la síntesis que proporcione al hombre una explicación “del Universo físico y moral”. No obstante, al hombre ha recurrido a otros caminos de explicación de la realidad o de búsqueda de sentido. Es cierto que la ciencia ha llevado a una comprensión racional y objetiva de la realidad, tanto en sus aspectos más pequeños como en las dimensiones cósmicas. Aunque curiosamente, el avance en los descubrimientos científicos ha ido generando más interrogantes que respuestas, como da buena muestra la propia época de Baroja, en la que se empiezan a formular concepciones científicas que rompen con las tradicionales: Einstein, Planck, Heisenberg… Por otra parte, la filosofía ha sido el camino de la interpretación metafísica y ética de la realidad. Los filósofos han dado respuesta a las preguntas humanas desde perspectivas diferentes a la ciencia, aunque a veces los dos campos han llegado a interseccionar. Hurtado recurre a ambos, desea esa “síntesis” en la que hallar una fórmula que le permita dotar de sentido a su existencia. Deja de lado otras posibilidades, como la religión –la búsqueda de la trascendencia- o el arte. En conclusión, se trata de un texto muy representativo de la obra a la que pertenece, en el que aparece uno de los temas fundamentales de la novela. La evolución del personaje irá acorde, progresivamente, a esta visión pesimista de la existencia, y los acontecimientos de su vida no irán sino dándole la razón hasta conducirlo al suicidio.