EL EVANGELIO DE LUCAS Y EL LIBRO DE LOS HECHOS DE LOS APÓSTOLES
José María MELERO MARTINEZ Noviembre 2005.
TEMA 6. EL EVANGELIO DE LUCAS Y LOS HECHOS DE LOS APÓSTOLES.
OBJETIVO GENERAL Conocer el evangelio de Lucas y el libro de los Hechos de los Apóstoles.
OBJETIVOS PARTICULARES Estudiar la teología de Lucas (cristología, eclesiología, ética) Ver la estructura literaria del evangelio de Lucas y del libro de los Hechos de los Apóstoles. Fecha, lugar de composición, destinatarios, autor. El evangelio nos ofrece información histórica sobre Jesús. El libro de los Hechos nos presenta datos históricos sobre Pablo y la primitiva comunidad cristiana. Desarrollo y expansión de la primitiva iglesia.
ASPECTOS CLAVES DEL TEMA Redacción del Evangelio y del libro de los Hechos. Historicidad de los acontecimientos narrados. Teología del evangelista Lucas Mensaje central de cada uno de los libros.
INTRODUCCIÓN El evangelio de Lucas y el libro de los Hechos son una parte importante del Nuevo Testamento. Lucas es un “historiador cristiano” preocupados por los datos, los personajes, la historicidad. Conocer la obra de Lucas es conocer el origen de la Iglesia, la expansión a todo el mundo conocido.
APROXIMACIÓN A NUESTRA VIDA Estos libros son “palabra de Dios” dirigida a nosotros cristianos. Nos preguntan, interpelan sobre nuestra fe y sobre nuestra manera la vivir como comunidad cristiana, como Iglesia.
PARA TU REFLEXIÓN
APUNTE BÍBLICO
I) EL EVANGELIO DE LUCAS El evangelio de Lucas tiene muchas cosas en común con Marcos y Mateo. En primer lugar su carácter griego. Usa la lengua griega mejor que los otros, aunque no elimina todos los semitismos tradicionales, por el influjo del AT. Ofrece un mensaje más directamente accesible a los lectores paganos. En segundo lugar, se presenta como historiador al estilo griego: cuidadoso de consultar sus fuentes y apurar los hechos, curtido en viajes, especialmente marítimos. Menciona el círculo de los testigos presenciales; después, un grupo de narradores. Detrás viene él para recoger y ordenar. Aunque proclama la fe, quiere hacer la obra de un historiador. Componiendo sus escenas no es puramente griego; depende de tradiciones evangélicas escritas y quizá orales, sigue la gran narrativa hebrea. En tercer lugar, su evangelio que es la primera parte que luego continua en los Hechos de los Apóstoles ocupa una posición intermedia, una mitad de los tiempos: entre el anuncio y la preparación del AT, que se alarga hasta el Bautista, y el tiempo de la Iglesia, que comienza en Pentecostés. La preparación de la vieja economía es esencial para comprender la misión de Jesús. Los personajes de la infancia, especialmente Simeón, encarnan la tensión del pasado hacia el momento culminante, que ha llegado. No menos importante es la continuación, la expansión de la Iglesia. Como el AT profetiza y prefigura a Jesús, así Jesús profetiza y prefigura la misión de los Apóstoles. Los forma a su lado, los instruye, los previene, les da su Espíritu. Después, al contar sus “hechos”, el autor se complace en establecer paralelos de situación y aun verbales. El modelo de Jesús sigue actuando. También hay un centro especial que es Jerusalén. Allí comienza el relato y allí concluye el itinerario de Jesús, hasta que vuelva del cielo. De allí arranca la expansión hasta el confín del mundo. Lucas entrelaza su relato con fechas de la historiografía profana. Por sus ojos, una comunidad autónoma y consolidada vuelve la vista a repasar sus orígenes, que son la vida de Jesús desde la infancia. Una comunidad, curada ya de aguardar una parusía inminente, toma conciencia de su ser y vocación histórica, en el seno de la ordenación política de su tiempo. Perfil del evangelio a) Lo que toca a la composición. En buena parte está condicionada por el modelo de Marcos y con los materiales que comparte de Mateo, Lucas compone a su aire. En el bloque de la infancia un díptico de correspondencias rigurosas, entre Isabel y María, Juan y Jesús. Tres himnos, en estilo bíblico jalonan el relato. Lo más sobresaliente del libro, es el relato del gran viaje ascensional: hacia Jerusalén (9, 51) arrastrando a los discípulos; hacia la cruz, hacia el cielo. Sólo Lucas describe la ascensión. Escenas programáticas: podemos seleccionar
dos, en la sinagoga de Nazaret y el camino de Emaús. En la primera Jesús se identifica como cumplimiento de la profecía, predica la gracia, se abre a los paganos, provoca la oposición y el intento de darle muerte, atraviesa y se va. En la segunda, el viaje, propone la clave pascual del cumplimiento y la sella con la eucaristía, la escucha de la palabra, la oración en común. b) En lo que toca a su visión particular. Destaca la universalidad: la genealogía se remonta a Adán; su predicación se abre a los paganos. Incluso procura dejar bien parados a los personajes romanos, a la vez que registra la oposición creciente de las autoridades judías. Jesús trae un mensaje de misericordia y perdón, de acoger a los pecadores y buscar a los extraviados, de ayudar a los pobres y necesitados. Las mujeres desempeñan un papel sobresaliente en el ministerio de Jesús. La llamada a los apóstoles es gradual y delicada. El Espíritu comienza a actuar, preparando su acción dominante en los Hechos. Composición Doble introducción: infancia de Juan y Jesús (1-2), bautismo y tentaciones (cap. 3). Ministerio en Galilea: se abre con la autopresentación de Nazaret (4, 1630); se cierra con la confesión anuncio de la pasión: transfiguración (9, 18-50). El gran viaje de subida a Jerusalén como cuadro narrativo (9, 51-19, 28) En Jerusalén: confrontación, pasión, resurrección y ascensión (20, 1-24, 52) Autor y fecha La tradición ha titulado este evangelio “según Lucas”. El nombre aparece en Flm. 24 y 2 Tim. 4, 11, como “médico querido” en Col. 4, 14. La identificación no es improbable. El autor tiene noticia de la destrucción de Jerusalén, pero no de la persecución bajo Domiciano; parece vivir la tensión creciente y el rechazo próximo por parte de la sinagoga. Estos datos sugieren como fecha de composición la década 80-90. Rasgos personales de Lucas a) Su apertura al mundo helenista y la realidad política del Imperio: esto aparece en primer lugar en su calidad literaria, muy superior a la de los otros evangelios. b) Una actitud nueva respecto de la espera escatológica parece ser otro dato distintivo de la comunidad lucana que está descubriendo el factor tiempo. c) Es una comunidad de la segunda generación que vive seguramente fuera de Palestina, en un mundo cultural y religioso muy alejado del judaísmo de la época de Jesús. d) Sin embargo, esta comunidad, aunque distanciada de una concepción judeocristiana de la fe, se siente en continuidad con la herencia del AT. Para ellos el cristianismo es el verdadero judaísmo. Pero un judaísmo abierto a los hombres y mujeres de todos los pueblos y razas (Hch. 2, 38-39)
La historia de la salvación y el Espíritu
Lucas es el teólogo de la historia de la salvación que él divide en tres periodos: la historia de Israel o tiempo de la preparación; Jesús como centro del tiempo (Lc. 16, 16); y el tiempo de la misión de la Iglesia, que se inicia con la ascensión y Pentecostés. Lucas pues con su propuesta de la historia de la salvación, viene a responder a la imposibilidad de continuar entendiendo la existencia cristiana en el marco de la espera inminente de Jesús. Desacredita la predicación centrada en la proximidad del fin. Jesús está puesto bajo el signo del Espíritu, es emblemático en el episodio de Pentecostés (Hch. 2, 1-41) la presencia del Espíritu. De esta manera, el autor acentúa de forma simétrica la acción del Espíritu en la infancia de Jesús y en los comienzos de la Iglesia. Jesús, señor, profeta y salvador El evangelio de Lucas nos transmite la cristología de sus fuentes. Si estamos atentos a los cambios que el autor establece podemos ver más específicamente la cristología lucana. Jesús es el Señor (Kyrios) . Es el título que más frecuentemente utiliza Lucas. Mientras que en la predicación cristiana primitiva, este título estaba vinculado a la resurrección, en Lucas se aplica a Jesús durante el ministerio público. No hay que olvidar la trascendencia del título, la Biblia griega utiliza Kyrios para traducir el hebreo Yahweh. Ayuda también a proclamar su dimensión divina. Jesús el profeta. El profeta elegido por Dios para llevar la buena noticia a los pobres. Lucas ha tenido en cuenta para describir la figura de Jesús la figura de Elías, cuyo regreso se esperaba al final de los tiempos. Así lo utiliza como modelo literario al servicio de sus narraciones. Jesús como salvador. “En ningún otro está la salvación, pues sólo en él nos concede Dios a los hombres sobre la tierra el podernos salvar “ (Hch. 4, 12). Lucas es el único evangelio sinóptico que utiliza este título para dirigirse a Jesús. Tengamos en cuenta que la salvación en el contexto helenístico de Lucas, tenía dos vertientes características. Por una parte, el culto imperial que intentaba fundamentar un imperialismo socioeconómico. Por otra parte, las religiones mistéricas que buscaban una huída de la angustia y el miedo mediante una ilusión pseudoreligiosa. Pero la salvación anunciada en el evangelio de Lucas, como la de los profetas del AT, contempla la totalidad de la persona en su múltiple red de relaciones sociales y se mueve dinámicamente hacia un futuro de plenitud. Jesús en Lucas es presentado también como maestro (didáskalos). Le añade un matiz peculiar. Los extraños llaman a Jesús didáskalos: el padre del niño epilético (9, 38), los escribas (10, 25; 11, 45), uno de público (12, 13). En cambio en boca de los discípulos siempre pone el término epistates, traducción del hebreo “rabbí” (5, 5; 8, 24.45; 9, 33, 49) también los diez leprosos emplean este término (17, 13). La filiación divina de Jesús se expresa en diversos términos: Hijo del Altísimo (1, 32), que equivale a Rey de Israel de acuerdo con 2 Sam. 7, 12-16. “Hijo de Dios” lo llama Gabriel (1, 35), el diablo (4, 3.9). Hijo de Dios es sinónimo de “Mesías” pero otras afirmaciones parecen ir más lejos, como cuando Dios lo llama “mi hijo querido” (3, 22; 9, 35) o cuando Jesús mismo se da el título de “el hijo” (10, 22). Una solo vez aparece el título “Santo de Dios”
(4, 34). Una sola vez aparece el título de “Salvador”, pero este tiene más importancia porque es exclusivo de Lucas (2, 11); aunque no vuelva a usarlo, desarrollará ampliamente en su evangelio el tema de la salvación que nos trae Jesús. Personajes típicamente lucanos. El evangelio de Lucas nos pone en contacto con personajes desconocidos hasta ahora: Zacarías, Isabel, Gabriel, los pastores, Simeón, Ana, la viuda de Naín, Simón el fariseo y la pecadora anónima, Juana mujer de Cusa, Susana, Marte y María, la mujer que alaba a Jesús (“bendito el vientre que te llevó…”), la mujer encorvada, Zaqueo, Herodes Antipas, las mujeres de Jerusalén que lloran a Jesús, los dos ladrones crucificados con él, los discípulos de Emaús. También con personajes ficticios, que han llegado a ser tan reales o más que cualquier otro: el buen samaritano, el hijo pródigo, el rico y Lázaro, el fariseo y el publicano. Además, personajes conocidos que adquieren en Lucas un relieve especial: María, Juan Bautista. Al pensar en todos los detalles llaman la atención: Primero, el protagonismo de la mujer. Basta leer la lista anterior. Adquiere especial importancia María, la madre de Jesús. Lucas le concede un puesto privilegiado en el momento de la Anunciación, y la presenta como modelo de los cristianos al decir “He aquí la esclava del Señor, hágase en mí según tu palabra”. Algunos atribuyen este feminismo de Lucas a su origen griego. También pudo influir la lectura del Antiguo Testamento, donde los personajes femeninos desempeñan un puesto capital. La misma atención a las mujeres aparece en el libro de los Hechos. Segundo, el amor a las figuras contrapuestas. En las parábolas se ve muy claro: el hijo pródigo y el hijo bueno; el rico y Lázaro; el fariseo y el publicano; el buen samaritano, el sacerdote y el levita; el leproso samaritano y los otros nueve. Pero también cuando se trata de personajes reales le gusta a Lucas este recurso: Zacarías y María; Juan Bautista y Jesús; María y Marta; el buen y el mal ladrón. Lucas ha subrayado más que ningún otro evangelista la pobreza de Jesús desde su infancia: cuando nace, lo acuestan en un pesebre, “porque no encontraron sito en la posada” (2, 7). La predilección de Jesús por los pobres la pone de manifiesto en el episodio siguiente: los ángeles no anuncian el nacimiento del Salvador a la corte de Jerusalén, ni a los sumos sacerdotes, sino a los pobres pastores de Belén”, “que pasaban la noche a la intemperie, velando el rebaño por turno” (2, 8-20). Esta vida tan dura y pobre los capacita para creer en que un niño recién nacido pueda ser el Mesías, el Señor, y les permite glorificar y alabar a Dios. La formulación de la bienaventuranza “Dichosos vosotros los pobres, porque vuestro es el Reino de Dios” (6, 20) denota este interés lucano. Incluye como malaventurados a los ricos “Ay de vosotros los ricos, porque ya habéis recibido vuestro consuelo” (6, 24). Pero Lucas no es demagogo, a lo largo del relato deja claro que Jesús tiene amigos ricos: Juana (8, 3), Zaqueo (19, 210), José de Arimatea (23, 20-53). La exaltación de la pobreza y crítica de la riqueza es importante para comprender el libro de los Hechos. Vemos cómo la comunidad intenta vivir un ideal de pobreza, compartiendo los bienes y atendiendo a las necesidades de los más pobres. Por el lado contrario, las señoras distinguidas de Antioquia promueven una revuelta contra Pablo (Hech. 13, 50), y los plateros ricos de Éfeso se convierten en grandes perseguidores suyos, porque les echa por tierra el
negocio de estatuillas religiosas (Hech. 19, 24-29). Pero Lucas registra también con alegría que “no pocas mujeres principales” de Tesalónica se juntaron a Pablo y Silas (Hech. 17, 4) y también se unieron “señoras distinguidas” en Berea (Hech. 17, 12). La abnegación y la renuncia es un tema clave en la teología de Lucas “Todo aquel de vosotros que no renuncia a todo lo que tiene, no puede ser discípulo mío” (14, 33). “El que quiera venirse conmigo, que se niegue a sí mismo, que cargue con su cruz y me siga”, Lucas añade “cada día”. La cruz se convierte, de este modo, en una condición habitual del cristiano (9, 23). Esta disposición de renuncia total y de disposición al sacrificio encuentra eco en le libro de los Hechos. Especialmente Pablo, perseguido, azotado, llevado a los tribunales, encarcelado durante años, es el modelo de llevar la cruz “cada día”. En el evangelio además encontramos un tono profundo de alegría, en las más diversas escenas: nacimiento de Juan el Bautista (1, 14.44.58); anuncio a María (1, 28); visita a Isabel (1, 41.44); anuncio a los pastores “os anuncio un gran gozo” (2, 10); la vuelta de los setenta y dos discípulos (10, 17.20.21); la multitud (13, 17); Zaqueo (19, 6); los discípulos al entrar en Jerusalén (19, 37); los discípulos de Emaús (24, 41); después de la Ascensión “volvieron a Jerusalén llenos de alegría” (24, 52). En los Hechos también ocupa un puesto central, el diácono Felipe “se llenó de alegría” (8, 8), “siguió un viaje lleno de alegría” (8, 39). La conversión de los paganos provoca también gran alegría en las comunidades de Fenicia y Samaría (15, 3) Es muy importante para Lucas la oración. El ejemplo principal lo tenemos en Jesús que en los momentos fundamentales de su vida se pone a orar: el bautismo (3, 21), durante su actividad (5, 16), antes de escoger a los Doce (6, 12), antes de la confesión de Pedro (9, 18), sube a la montaña a orar (9, 29), después de la misión de los setenta y dos (10, 17-21), agonía del huerto (22, 3946); crucifixión (23, 34-36). También en los Hechos la oración es una constante de la comunidad cristiana desde el primer momento. “Todos ellos se dedicaban a la oración en común, junto con algunas mujeres, además de María, la madre de Jesús, y sus parientes” (1, 14). Importancia de Jerusalén. Jesús comienza su actividad en Galilea, y no sube a Jerusalén hasta el final de su vida, para sufrir la muerte. Sin embargo, Lucas concede una importancia capital al viaje a Jerusalén. Por eso lo anuncia de manera solemne “Cuando iba llegando el tiempo de que se lo llevaran, Jesús decidió irrevocablemente ir a Jerusalén” (9, 51). La gran sección del “viaje a Jerusalén” (9, 51-19, 28) nos hace caer en la cuenta de otros detalles significativos sobre la importancia de la capital. Por ejemplo el templo. Vemos dos actitudes diversas ante Jerusalén, para Mateo, es el símbolo de la oposición a Dios, Lucas, en cambio, concede un puesto central a la ciudad y al templo. Resumiendo, Lucas quiere presentar el nacimiento y expansión de la Iglesia en perfecta continuidad con el Antiguo Testamento, con la historia y las instituciones del pueblo de Israel. Y el símbolo más perfecto de esta continuidad entre lo antiguo y lo nuevo es Jerusalén. En Jerusalén, en su restauración, su independencia, su gloria, tenían centradas los judíos sus esperanzas. En Jerusalén se manifestaría Dios de la forma más potente. Y eso es lo que dice Lucas. En Jerusalén se forma el nuevo pueblo de Dios, en Jerusalén baja el Espíritu, en Jerusalén realizan los apóstoles sus primeros prodigios y milagros,
de Jerusalén sale el evangelio para extenderse por todo el mundo. Por consiguiente, si muchos judíos rechazan el evangelio, no es porque Dios haya actuado en contra de sus esperanzas y convicciones más profundas, sino porque se han empeñado en cerrarse al plan de Dios. El Espíritu Santo en el evangelio de Lucas aparece con 17 referencias. Su acción no comienza con Jesús, el mismo Juan el Bautista estará lleno de él. También en los Hechos (que aparece 51 veces) es el motor de toda la actividad misionera de la Iglesia. Y esto lo interpreta en este sentido: “Yo estaré con vosotros a través del Espíritu Santo”. El interés de Lucas por los marginados de su tiempo tiene una manifestación peculiar con respecto a la mujer. Es típico de este evangelio el interés por la mujer, a pesar de que la posición social de ésta en la antigüedad era muy secundaria. Isabel, Ana, la pecadora arrepentida, las mujeres de Galilea, Marta y María, sin olvidar el papel preponderante de la virgen María en su evangelio de la infancia, frente al de Mateo, que, como buen judeocristiano, centra su narración en José. El seguimiento y sus exigencias. La salvación que nos llega de Jesús de Nazaret tiene que encarnarse en una vida de seguimiento. El interés por la pobreza, por los pobre y el rechazo de los ricos es una clave permanente en Lucas desde el Magnificat (Lc. 1, 52ss) El seguimiento de Jesús tiene también otro elemento esencial en la escucha de la palabra de Jesús. Los auténticos creyentes son definidos como aquellos que “escuchan la palabra de Dios y la ponen en práctica” (Lc. 8, 21). Poner en práctica la palabra de Dios exige al que acepta el camino del seguimiento una tensión (subrayada en el tema de la vigilancia, Lc. 12, 35-40). Por eso la insistencia en la oración que nos puede dar la fuerza en las pruebas o tentaciones. Lucas es el evangelio por excelencia de la oración y su ejemplo supremo es Jesús mismo. El fruto de esta oración es el Espíritu, y esto es lo que tenemos que pedir y no bienes materiales.
Una apología del cristianismo Lucas hace el esfuerzo en su narración por presentar el aspecto más positivo del Imperio romano. El hecho de exculpar al Imperio en el relato de la pasión, hace caer la acusación contra los judíos. Lo que le importa más bien es buscar el diálogo y la benevolencia del Imperio para esta religión que está naciendo. Tiene un interés apologético, el lograr la aceptación social del cristianismo.
LAS PARÁBOLAS EN LUCAS Parábola es esencialmente una comparación desarrollada bajo la forma de historia. No pretende ante todo enseñar, sino hacer pensar a los oyentes en su propio comportamiento, dar un juicio sobre sí mismos llevándolos a un cambio de conducta. Como somos malos jueces de nosotros mismos, la parábola nos hace juzgarnos casi sin que nos demos cuenta. (Cfr. 2 Sam. 12, 1-15) La parábola, es una comparación sencilla. Los detalles históricos sólo figuran para hacerla verosímil. Por tanto, hay que intentar resumir una parábola
en dos frases: lo mismo que... así también... “lo mismo que ese hombre pecó robando la oveja de un pobre, también tu, David...” Hay que distinguir bien la parábola de otro género literario parecido: la alegoría. La alegoría es también historia, pero que busca la enseñanza. Es una historia construida expresamente para hacer comprender algo: los detalles corresponde entonces a realidades concretas. Así Jesús dirá: “Yo soy la vid, vosotros los sarmientos” Relectura de las parábolas Jesús contó las parábolas a los judíos. Ahora, en la comunidad, se dirige a los cristianos. Ese cambio de auditorio obliga a menudo a un cambio de sentido, expresado en una nueva conclusión. A la luz pascual, se tiende a pasar del sentido teológico al sentido cristológico: las parábolas de Jesús hablan de Dios y del reino de los cielos fundamentalmente; los discípulos se interesan por Jesús, que inaugura el reino. Algunas reglas prácticas Reducir la parábola a una composición sencilla (lo mismo que..., así también), procurando que corresponda debidamente al sentido de la historia. Dejar de lado los detalles de la historia que no se recogen en la conclusión. Desconfiar de las conclusiones aparentes que no corresponden al sentido histórico. El auditorio: ¿a quienes dirige Jesús la parábola?, ¿a quienes los discípulos? El cambio de auditorio ¿ha producido un cambio en el significado? El contexto de la parábola ¿cambia su sentido? Destacar los posibles rasgos alegóricos ¿han servido para una nueva interpretación? ¿De quién habla la parábola?, ¿de Dios?, ¿de Jesús?.
II) HECHOS DE LOS APÓSTOLES Introducción Aunque es posible leer este libro como obra autónoma, es mejor tener en cuenta que es sólo la segunda parte de una obra y que sólo leída como tal despliega todo su sentido. Es obra única en el Nuevo Testamento, de gran valor histórico, aunque acepta convenciones de la época: principalmente el gusto por lo maravilloso y los discursos en boca de los personajes. Sólo que los discursos tienen en la obra una función particular: son el evangelio proclamado, según el encargo de Jesús. En cuanto a los personajes, en primar plano actúan sucesivamente dos protagonistas. Pedro en la primera parte (1-12), mientras se consolida la iglesia de Jerusalén y su contorno; Pablo, que va empujando la difusión del evangelio por Asia, Europa y hasta Roma. Leyendo con más atención, uno sospecha que es protagonista precisamente esa palabra o mensaje, que se difunde con fuerza extraña de convicción. Releyendo el texto, uno concluye que el verdadero protagonista es el Espíritu prometido y enviado por Cristo a su Iglesia.
El material narrativo se puede catalogar en relatos, discursos y sumarios. Ocupan gran espacio los procesos, que son relatos con discursos incluidos. Asistimos en el relato al consolidamiento, expansión y crecimiento de la Iglesia, en muchas iglesias o comunidades locales que forman la gran unidad. Primero es rectora la de Jerusalén, de donde todo arranca; después toma el relevo la de Antioquia. La expansión no es sólo geográfica; es principalmente un ir penetrando y ganando adeptos en territorio y cultura paganos; al mismo tiempo un desprenderse, no pretendido, del judaísmo. Esta es una constante del libro que culmina en la última página, en Roma. La organización de las Iglesias es fluida, con un cuerpo rector local de “ancianos” (en griego presbyteroi); los apóstoles tienen la responsabilidad y autoridad superior; a su número se añaden Matías, Bernabé y Pablo. Hay constancia de una vida sacramental y litúrgica: bautismo y eucaristía, imposición de manos, celebraciones; y con ello la instrucción catequética. En escenas íntegras y en detalles significativos, los Hechos de los apóstoles son cumplimiento de un encargo o una profecía de Jesús, eco de una enseñanza, repetición o reflejo de una acción. Bastará citar unos cuantos casos. (Compárese con los paralelos) * bautismo de Espíritu y fuego Lc. 3, 16/Hch. 2, 1-4. * bajada de Espíritu Lc. 3, 21s/Hch. 11, 16 *centurión romano Lc. 7, 1-10/Hch. 10 * resucita a una niña Lc. 8, 49-56/Hch. 9, 36-42 * visión gloriosa, transfiguración Lc. 9, 28-36/ Hch. 7, 55s y 9, 4s * tempestad calmada Lc. 8, 22-25/Hch. 27, 13-26 * subida a Jerusalén Lc. 9, 31.51/Hch. 19, 21; 21, 15. * proceso y muerte de Esteban * no pueden rebatirlo Lc. 21, 15/Hch. 6, 10. * ante el Gran Consejo Lc. 22, 66/Hch. 6, 12s. * pide perdón por los enemigos Lc. 23, 34/ Hch. 7, 60. El autor es el mismo del evangelio; la tradición antigua lo llama Lucas. Testigo de algunos hechos (si no es cita de fuentes o recurso narrativo). Parece pertenecer al círculo de Pablo. La fecha: se duda entre el 62/63 antes de la sentencia contra Pablo, o después del 70, como indica el evangelio. Los destinatarios son, principalmente, paganos convertidos. Con relación al autor no es imposible que un personaje menor que había viajado con Pablo, en pequeños trayectos de su ministerio, escribiese Hechos algunos decenios después que el apóstol había muerto, si se consideran que eran detalles de la vida precedente de Pablo que el no conocía, que simplificó y re-ordenó informaciones (lo mismo que hizo en el Evangelio para el que utiliza material de Marcos) y que, como un verdadero teólogo, repensó algunos acentos de Pablo que no cuadraban. No hay modo de estar seguros que fuese Lucas, como afirma una tradición del siglo II, pero no existe ninguna razón seria para proponer un candidato diferente. Lucas es mencionado solo una vez en las cartas no discutidas de Pablo (Flm. 24) y dos veces en las deuteropaulinas (Col. 4, 14; 2 Tim. 4, 11) y, por eso, difícilmente era el personaje paulino sobre el cual afirmarse como autor ficticio. No existe nada que se oponga a la posibilidad de que Lucas haya estado con Pablo en los lugares y en los tiempos indicados en los pasajes con el “nosotros” y que él se adapta bien al perfil del personaje menor. Esta propuesta de autor es más recomendable que otras teorías, y no es imposible. Esto es todo lo que podemos afirmar. División literaria del libro de los Hechos de los Apóstoles.
Lucas y Hechos constituyen un único libro en dos volúmenes. Los contenidos de la teología son los mismos que para el evangelio de Lucas. 1, 1-26. Introducción. Preparación de los seguidores de Jesús por el Espíritu 2, 1-8, 1a. Misión en Jerusalén 8, 1b-12, 25 Misión en Samaría y Judea 13, 1-15, 35 Misión de Bernabé y Saulo para convertir a los gentiles; aprobación en Jerusalén. 15, 36-28, 31 Misión de Pablo hasta los confines de la tierra. Hechos de los apóstoles, no es un título preciso porque se habla de dos personajes principales: Pedro (que es uno de los doce apóstoles y aparece al principio con Juan) y es el preeminente en nueve o diez capítulos y Pablo (que solo dos veces es llamado apóstol y aparece al principio con Bernabé) es el más importante en dieciséis capítulos. Algunos prefieren la denominación : Hechos de Pedro y Pablo, en el capítulo 16 se examina la vida de Pablo y en el 17 se da una valoración de la misma. Fuentes El libro de los Hechos tiene fundamentalmente tres fuentes distintas: 1) Fuente de Jerusalén (Cesarea, Palestina): 1, 6-2, 40; 3, 1-4, 31; 4, 36-5, 11; 7, 17-42; 8, 5-40; 9, 32-11, 18; 12, 1-23. 2) Fuente de Antioquia (helenista): 6, 1-6; 6, 8-8, 4; 11, 19-30; 15, 3-33. 3) Fuente paulina: 9, 1-30; 13, 3-14, 28; 15, 35-28, 31. Esta fuente contiene los fragmentos “nosotros” de todo el libro. Otro problema es si Hechos depende de tradiciones o de fuentes, pero siempre queda la cuestión fundamental ¿Cuál es el valor histórico de la redacción final? Discursos Aproximadamente un tercio de los Hechos están constituidos por discursos pronunciados principalmente por Pedro, Esteban, Pablo, Santiago. En lugar de ilustrar en tercera persona el significado de cualquier cosa que sucede, Hechos prefiere ofrecer un discurso en el que un personaje explica el significado. Unos estudiosos dicen que es una manera helenista de narrar, otros una posible combinación de recuerdos y de imaginación, y algunos defienden que los discursos importantes fueron memorizados por los discípulos de los locutores. Existen discursos creación de Lucas, discursos de Pablo para la ocasión ( Hch. 17, 22-31: en el Areópago; 20, 18-35: en Mileto; 22, 3-21: en Jerusalén; 24, 10-21: delante de Félix; 26, 1-23: delante de rey Agripa y 28, 17-20. 25-29: a los judíos de Roma). Los discursos sirven para desarrollar el significado teológico del libro de los Hechos. En ellos encuentra expresión el progreso de la comprensión cristiana del plano histórico de Dios. Sumarios El evangelio de Lucas ha usado y desarrollado algunos sumarios de Marcos y añadido algunos propios. Para contar la actividad de Jerusalén en el libro de los Hechos se usan sumarios (2, 42-47; 4, 32-35; 5, 11-16; 6, 7) que presentan el crecimiento y la santidad de la comunidad en su edad de oro y para señalar los pasos en el desarrollo de la acción. Existen algunos sumarios de una sola frase (9, 31; 12, 24; 16, 5; 19, 20; 28, 30-31). Esta
atención por la transmisión aumenta la lectura de los Hechos como una narración que se va desarrollando de manera ligera. ¿Lucas historiador? Lucas es un escritor con un intento de precisión histórica. Escribe en un estilo histórico clásico. Para valorar al historiador Lucas merece la pena recordar que este autor, que nunca llama evangelio, a su Evangelio, tampoco llama historia al libro de los Hechos. El piensa en ambos como dieghesis, narración. En Hechos la historia que cuenta pretende primeramente dar seguridad a los creyentes (Lc. 1, 1-4) y fortificarlos con una reflexión teológica. Por lo tanto, cualquier historia que los Hechos conserven, está colocada al servicio de la teología y de la predicación pastoral.
ILUMINACIÓN DOCTRINAL Concilio de Florencia (1442) “La Iglesia profesa que un solo mismo Dios es el autor del Antiguo y del Nuevo Testamento, es decir, de la ley, de los profetas y del evangelio, porque por inspiración del mismo Espíritu Santo han hablado los santos de uno y otro Testamento” (Denzinger H. Hünemann O., El Magisterio de la Iglesia, Barcelona, 1999, nº 1334) Concilio de Trento (1546) “Y si alguno no recibiere como sagrados y canónicos los libros mismos íntegros con todas sus partes, tal y como han acostumbrado a leer en la Iglesia católica y se contienen en la antigua edición de la Vulgata latina y despreciare a ciencia y conciencia las tradiciones predichas, sea anatema” (DH, nº 1504) Vaticano I (1870) “(Los libros del Antiguo y del Nuevo Testamento) los tiene la Iglesia como sagrados y canónicos no porque, habiendo sido compuestos por solo trabajo humano, hayan sido luego aprobados por ella; ni solamente porque contengan la revelación sin error, sino porque, escritos por inspiración del Espíritu Santo, tienen a Dios como autor, y como tales han sido entregados a la misma Iglesia” (DH, nº 3006) Vaticano II “Estos libros, aunque contienen elementos imperfectos y pasajeros, nos enseñan la pedagogía divina. Por eso los cristianos deben recibirlos con devoción, porque expresan un vivo sentido de Dios, contienen enseñanzas sublimes sobre Dios y una sabiduría salvadora acerca del hombre, encierran tesoros de oración y esconden el misterio de nuestra salvación” (Dei Verbum nº 15) “Dios es el autor que inspira los libros de ambos testamentos, de modo que el Antiguo encubriera el Nuevo y el Nuevo descubriera el Antiguo” (Dei Verbum nº 16)
PARA EL TRABAJO PERSONAL Y EL DIÁLOGO EN GRUPO
1. SABER (leer estos textos) LUCAS Lc. 1-2. Infancia Lc. 3, 1-9, 50: Primera parte del evangelio Lc. 10, 25-37: Buen samaritano Lc. 11, 1-4: Padrenuestro Lc. 11, 5-13: Oración Lc. 12, 35-48: Vigilancia Lc. 16, 19-31: El rico y Lázaro Lc. 24: Los discípulos de Emaús.
HECHOS DE LOS APÓSTOLES Hch. 2, 1-4: Bautismo Hch. 2, 42-47: primitiva Iglesia Hch. 4, 32-35 Hch. 5, 11-16 Hch. 17, 23-31 Hch. 15: Concilio de Jerusalén. Hch. 16: Vida de Pablo Hch. 17: valoración del apostolado de Pablo
2. S E R
TRATANDO DE MEJORAR NUESTRA CATEQUESIS
3. S A B E R
HACER
ORACIÓN
“Engrandece mi alma al Señor Y mi espíritu se alegra en Dios mi salvador Porque ha puesto los ojos en la humildad de su esclava Por eso desde ahora todas las generaciones me llamarán bienaventurada, Porque ha hecho en mi favor maravillas el Poderoso, Santo es su nombre Y su misericordia alcanza de generación en generación a los que le temen Desplegó la fuerza de su brazo, Dispersó a los que son soberbios en su propio corazón Derribó a los potentados de sus tronos y exaltó a los humildes. A los hambrientos colmó de bienes y despidió a los ricos sin nada. Acogió a Israel, su siervo, acordándose de su misericordia -Como lo había prometido a nuestros padresA favor de Abraham y de su linaje por los siglos” (Lc. 2, 46-55)
BIBLIOGRAFÍA
ALONSO SCHÖKEL L., Biblia del Peregrino, Bilbao, 1996 (EgaMensajero-Verbo Divino) AGUIRRE MONASTERIO R. RODRÍGUEZ CARMONA A., Evangelios Sinópticos y Hechos de los Apóstoles, Estella, 1992 (Verbo Divino). BROWN R.E., Introduzione al Nuevo Testamento, Brescia, 2001 (Queriniana) CHARPENTIER E., Para leer el Nuevo Testamento, Estella, 1983 (Verbo Divino) SICRE DÍAZ J.L., El cuadrante. Introducción a los evangelios. I La búsqueda, Estella, 1996 (Verbo Divino) CAHIERS EVANGILE EQUIPO Los Hechos de los Apóstoles, Estella, 1979 (Verbo Divino) GUIJARRO OPORTO S., Dichos primitivos de Jesús. Una introducción al “proto-evangelio” de dichos Q, Salamanca, 2004 (Sígueme)