Algo de historia Quién no recuerda aquella hermosa frase, ¡tierra a la…!, rememorada una y otra vez por nuestros maestros en las escuelas y atribuida a Cristóbal Colón para describir a nuestra Isla como “…la más hermosa que ojos humanos habéis visto”. Es quizás, esta expresión, el primer acercamiento al término de sostenibilidad que recibimos en nuestras vidas. La madre naturaleza mostró sus habilidades al lograr un equilibrio armónico ante condiciones climáticas extremas (voluminosas precipitaciones y altas temperaturas). Según relatos de la época, Cuba era un exuberante bosque con una gran diversidad de especies arbóreas, las que permitían recorrer la isla de un extremo a otro, sin que asomara el sol sobre la piel de aquellos primeros visitantes durante su trayecto, y es que la naturaleza dispone de un modelo más eficiente que los ofrecidos por la ciencia y la tecnología. Ese modelo está basado en la preservación de la diversidad y la integración de los sistemas. A partir del ¨descubrimiento¨ de América, y desde entonces, se han aplicado tecnologías o formas de intervenir en la naturaleza procedentes de experiencias de otras latitudes con condiciones ambientales muy diferentes a las nuestras, que han sido adoptadas hoy culturalmente. Ello ha conducido a que se interpreten los fenómenos que ocurren en el ambiente de forma mecanicista (como en la denominada “Revolución Verde”) y que se pretenda manejar y explotar los recursos naturales sin tener en cuenta las leyes de la naturaleza.
Reflexiones útiles Amigo productor, imagine por unos segundos su visita a un bosque natural. En este viaje, la primera sensación percibida estaría relacionada con la temperatura y la humedad ambiental, ambas agradables para nuestro cuerpo. Seguidamente, se podría notar la presencia de una gran variedad de árboles, arbustos y plantas de todos los tamaños y formas, que garantizan cobertura casi total del suelo. Sobre la superficie de éste, descansaría un gran depósito de hojas y ramas que generan la sensación de estar sobre un colchón con capacidad de almacenar gran cantidad de materiales en diferentes estados en descomposición y con un alto grado de humedad así como, insectos, lombrices y millones de microorganismos, que se asocian a la fertilidad del suelo. Y que decir al valorar el adecuado balance de nutrientes y la presencia abundante de raíces a todo lo ancho y profundo del perfil del suelo, en especial, en los primeros 20 - 40 cm de la superficie. Sencillamente, asombroso. Hoy la agroecología, con un conocimiento holístico sobre la nutrición vegetal, cuestiona a la agricultura convencional (Revolución Verde) y se reconoce cada vez más que para una fertilidad duradera y una buena capacidad productiva, es indispensable un suelo lleno de vida microbiana y rico en sustancias orgánicas.
Develando prácticas. Tecnologías actuales vs. Sostenibilidad La idea de la sostenibilidad agrícola con los menores efectos sobre el ambiente, ha reorientado al mundo científico a
Guillermo de Jesús León Quesada Yanoris Bernal, Consuelo Hernández, Alberto Milian O.B. ACTAF, Estación Experimental de Suelos “Escambray”
promover nuevas tecnologías, ejemplo de ello lo constituyen las prácticas de mejoramiento y conservación del suelo; el compostaje, la lombricultura, los inoculantes microbianos, la rotación y las asociaciones de cultivos, el laboreo mínimo o cero labranza, los controles naturales de plagas, entre otras. Todos estos procedimientos están diseñados para restaurar las funciones naturales, desaparecidas producto del manejo inapropiado establecido por parte del hombre. Estas prácticas siempre han estado presente en la naturaleza, por eso debemos establecer una conclusión esencial: cualquier manejo sobre los recursos naturales que no armonice con la forma en que la madre naturaleza funciona, nos aleja del concepto de sostenibilidad, cualquier sistema agrícola que mantenga expuesto el suelo a las precipitaciones y al sol, es inadecuado para nuestras condiciones tropicales. De las prácticas agronómicas la rotación de cultivos es una de las más importantes. Vale destacar que los cultivos tradicionales en Cuba como boniato, yuca, maíz, frijoles, por lo general no generan residuos para alimentar la vida del suelo, los cuales generalmente terminan fuera del área de cultivo, realidad en la que además intervienen otras razones (son utilizados como semilla o para el consumo humano y animal o son quemados y además, está presente la necesidad de utilizar el suelo rápidamente, entre otras). Por lo tanto una rotación de cultivos efectiva para que sea sostenible debe garantizar un adecuado retorno de nutrientes al suelo, no basta con que reduzca la incidencia de plagas y/o enfermedades. En un ecosistema natural la fertilidad del suelo se mantiene a través del reciclaje de nutrientes y el reabastecimiento de materia orgánica. Atención especial requiere una mirada a las áreas ganaderas cubanas; hoy bajo un extremo estado de deterioro por el sobre pastoreo y casi incapaces de sostener vegetación alguna, con altos niveles de compactación por el pisoteo de animales y la extracción constante de sus residuales hacia otras formas de producción: no es posible hablar de sostenibilidad cuando la materia orgánica sale del sistema ganadero para mantener otros sistemas. Otro de los elementos de la sostenibilidad es la biodiversidad. La siembra de diferentes especies vegetales en una misma área es una práctica muy tradicional en los pequeños productores. Es muy alentador observar que existen formas de producción, como en nuestros huertos caseros o patios familiares, en los que se combinan variadas especies vegetales en forma armónica. Sorprende ver algunas zonas urbanas con alta presencia de árboles. La biodiversidad da fortaleza y crea equilibrio, es un camino obligado para la sostenibilidad. La tala indiscriminada de bosques para usar el suelo en la agricultura es una práctica conocida en el mundo, y particularmente en América Latina. En Cuba, es muy popular las cosechas de granos (sobre todo frijoles) después de desmontar áreas de aroma o marabú, pues los aportes de éstas y otras leguminosas arbustivas son más que suficientes para nutrirlas adecuadamente durante un corto tiempo hasta que la producción obtenida ha declinado abruptamente, por destruir la reserva natural existente. La naturaleza prepara sus mejores tierras para establecer
3/2009
LOS SECRETOS DE LA SOSTENIBILIDAD están en el bosque
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el bosque (sucesión de especies) y el hombre es capaz de destruir el bosque para plantar, en contra del principio de sucesión. Nuestras áreas agrícolas siempre están en un estado inicial o primario de la sucesión de especies, con la presencia de plantas de vida anual o bianual (denominadas por muchas personas malas hierbas o plantas indeseables) y que constantemente estamos incorporando al suelo cultivo tras cultivo, sin considerar muchas veces que ellas son plantas indicadoras de la fertilidad del suelo, hasta que finalmente un manejo inadecuado las hacen desaparecer de nuestras áreas cultivables. Cuando encuentren un suelo con escasa vegetación natural (así prefiero llamarlas) sabemos con toda seguridad que estamos ante un suelo degradado con graves problemas para obtener rendimientos aceptables. Un manejo de suelo eficiente debe incluir un cuidado especial sobre las especies naturales, incluyendo el barbecho como alternativa de regeneración de la fertilidad. La sabiduría campesina así lo manifiesta “Esta tierra está cansada” y es dejada a merced de la naturaleza para que esta se encargue de devolverle su fertilidad. Se han incorporado patrones para identificar una buena atención a los cultivos, se prefieren las áreas totalmente escardadas con cultivos limpios, sin la presencia de plantas naturales. Este ciclo se repite una y otra vez, hasta que el uso abusivo por parte del hombre, puede conducir a que se conviertan en áreas con tendencia a la desertificación. En la naturaleza todo ocurre sobre el suelo (in situ) y se benefician todo lo que sobre él se desarrolle (se depositan y se descomponen los residuales con la participación de diferentes microorganismos como en una gran fabrica). Es muy importante que en lo posible, la obtención de fertilizantes orgánicos (Compost, Humus de lombriz) y residuales agrícolas, se procesen sobre el suelo agrícola directamente, esta realidad tiene grandes implicaciones, pues en todos los procesos de descomposición participan una cadena de microorganismos, transformando determinada proporción de residuales (celulosa, hemicelulosa, lignina) lo que trae consigo que se desarrollen poblaciones de microorganismos estables sobre el suelo, los cuales son de extraordinaria importancia para la fertilidad deseada.
Una mirada al futuro Lograr rendimientos estables, afectando lo menos posible los recursos naturales, es la forma mas divulgada popularmente del concepto de sostenibilidad, nuestro Apóstol, José Martí, dijo en su tiempo: ”La tierra no la heredamos de nuestros padres, la pedimos prestadas a nuestros hijos”, como una forma elocuente del compromiso que entraña un manejo sostenible de la tierra. Desde hace mucho tiempo se ha estado hablando, y mucho se ha escrito hasta el presente, de la necesidad de conservar el medio ambiente; sin embargo, el hombre aparentemente no se ha dado cuenta que el camino que está siguiendo lo lleva a la total destrucción del medio que lo rodea. No tiene sentido, lograr o aspirar altos rendimientos a costa de degradar el suelo, pues la recuperación de la capa fértil de este recurso natural puede tardar siglos o en el peor de los casos no recuperarse jamás. El beneficio que ahora se obtiene puede convertirse, en futuras décadas, en pobreza y problemas que tendrá que soportar la sociedad, la historia lo ha demostrado.
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Sólo puede crecer lo que el suelo puede mantener. La propia Naturaleza se encarga de recordarnos constantemente, que los cultivos y el ganado descansan sobre su ancha espalda. Las sequías de los últimos tiempos, o las inundaciones inesperadas, nos alertan sobre las complejas relaciones entre la producción y los procesos naturales. Esta situación nos motiva a pensar que de las prácticas actuales, los sistemas agroforestales, la agricultura de conservación y el establecimiento de sistemas basados en principios agroecológicos, son algunas alternativas viables para la agricultura cubana. Está muy divulgada las funciones del bosque y su papel en la conservación de la pureza de nuestro ambiente, esto debe ser considerado también para nuestras áreas de cultivos, el bosque es capaz de regular la temperatura, retornar nutrientes lixiviados y depositarlos nuevamente en la superficie a través de su hojas, incrementar los nichos ecológicos para el hábitat de insectos y animales beneficiosos, entre otros beneficios). La vida del ser humano es efímera en relación a la duración de los procesos naturales, es quizás una de las tantas causas que nos imposibilita ver más allá de las consecuencias de nuestras acciones y que ponen en peligro la perpetuidad de la vida en la tierra. En la premura de resolver los problemas alimentarios de hoy nos olvidamos del futuro. Quizás la abundancia de plantas arbustivas como la aroma (considerada hoy el enemigo 1 de nuestra agricultura) sea un escalón ineludible en el camino para acercarnos al bosque. Los recursos que ofrece el ambiente pueden ser utilizados por el ser humano, pero esa utilización debe hacerse manteniendo la integridad de esos recursos naturales, sin excederse en su explotación y respetando los ritmos con los cuales la Naturaleza los renueva, asegurando que las futuras generaciones puedan tener las mismas o mejores posibilidades de utilizarlos en su provecho. Si en el andar del hombre por la tierra subsiste la idea de salvaguardar el hábitat del planeta y conservar la vida, es probable que el mundo se reparta la producción de alimentos como una gran sociedad civilizada. Para ese entonces Cuba habría logrado utilizar de manera armónica sus recursos naturales y tal vez la frase aquella de 1492 hablaría de estar en presencia de la isla más sostenible construida por los humanos. Estaríamos en el mismo comienzo.
Bibliografía Altieri, M.A . (1992). "Allí donde termina la retórica sobre la sostenibilidad comienza la agroecología”. en CERES. No. 134. (Vol. 24 No. 2) Marzo-abril. pp. 33-35. Kolmans, ���������������������������������������������� E. y D.Vasquez. (1996). Manual de agricultura ecológica. MAELA-SIMAS.222 p. Primavesi, Ana.1 (984). Manejo ecológico del suelo.250p.