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Jesús Gallego Montero

DEPARTAMENTO DE LENGUA Y LITERATURA Literatura. 2º Bachillerato

VALORACIÓN CRÍTICA DE Veinte poemas de amor y una canción desesperada

Veinte poemas de amor y una canción desesperada es el tercer libro de Pablo Neruda y, sin duda, la cima de su etapa juvenil. Estamos, en efecto, ante una poesía juvenil en muchos sentidos, y que llamó enseguida la atención por su tono elemental, cálido, apasionado, así como por las novedades de su lenguaje poético. La obra se situaba en la línea de superación del Modernismo, pero se quedaba en una situación de poesía humanizada, al margen de las audacias vanguardistas iniciadas ya por César Vallejo o Vicente Huidobro. El tema principal de los Veinte poemas es el amor, que presenta diversos planos que van desde lo más concreto y físico, a lo que, recordando a poetas de otros tiempos, podemos calificar de “metafísico”. Lo primero que nos llega son los aspectos físicos; el cuerpo, las caricias, la unión carnal. Todo ello es evocado con una fuerza y una sensualidad que chocó por su audacia y que sin duda responde a un inconformismo moral del poeta. Pero, a partir de ese plano corporal, se salta a un plano superior: el amor cobra un alcance telúrico. A través del impulso erótico, el amante entronca con la tierra, con la vida. Uno de los rasgos sobresalientes de estos poemas es la intensa trabazón de experiencias amorosas y elementos de la naturaleza: el mar, el cielo, el viento, la niebla, las montañas, etc. En un tercer plano, aún más alto (un plano metafísico), el amor es un camino para salvarse del desarraigo existencial, de la angustia. Pero el poema así concebido se presenta como una historia; los poemas se ordenan de acuerdo a un plan narrativo, componiendo una vaga historia de amor y desamor. También conviene hacer unas observaciones sobre la figura de la amada, que se nos presenta en su dimensión más carnal (el pelo, los ojos, detalles de indumentaria, etc.). Más allá, es fundamental la fusión de la mujer con la naturaleza (aspecto central de aquel alcanza telúrico del amor). El poeta habla del “atlas blanco de tu cuerpo”, de sus “blancas colinas”.

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En cuanto a su métrica, los Veinte poemas de amor y una canción desesperada son también un libro netamente postmodernista: conserva metros característicos del Modernismo, pero lleva a cabo una decidida reducción de formas y recursos rítmicos, a la vez que introduce ciertas novedades. Entre los versos, el alejandrino es el dominante; pero también introducirá junto a ellos versos amétricos. El endecasílabo es la base de un poema (el nº 12), pero manejado con “licencias”. Otros poemas nos ofrecen el caso contrario: su base es el empleo del verso endecasílabo (poemas 14 y 17). En algunos casos, versos medidos y versos amétricos se mezclan en proporciones semejantes (poemas 7, 10, 11 y 13). Esta libertad, que en Neruda va unida a un excepcional sentido del ritmo, muestra a las claras su alejamiento del Modernismo. La rima da nuevas pruebas de ese mismo alejamiento. Predomina netamente la asonancia entre versos pares. En unos poemas, la asonancia cambia en cada estrofa (poemas 1y 3), en otros, se mantiene invariable a lo largo de todo el poema (poema 20 y la “Canción desesperada”). La rima consonante aparece en algún caso (poema 15). Y hay también bastantes poemas sin rima (como el 2, 9, 11, 13, 14 y 17). En cuanto a la expresión, ante todo se aprecia la variedad de tonos, que se adaptan a la expresión de la sensualidad o la ternura, del júbilo o la melancolía, de la exaltación vital o la desesperación, etc. También es de destacar la densidad de léxico fuertemente connotado de afectividad, en especial los sustantivos o adjetivos que se relacionan con la tristeza, el dolor, la melancolía. En cuanto a las figuras literarias más significativas, destaca el uso de las bimembraciones y figuras de repetición, como las anáforas y los paralelismos, con las que el poeta busca dotar de musicalidad a esta obra y, gracias, en parte, este libro provoca sus efectos en el lector.

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