El Café 77 - Recorridos teatralizados por el Centro

A propósito de la exposición denominada “Café 77”, que el 5 de marzo del año en curso, ... puesta en escena del monólogo “Réquiem por la lluvia” del...

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El Café 77

02 de marzo

Simón Corral, leyendo un poema en el Café 77

A propósito de la exposición denominada “Café 77”, que el 5 de marzo del año en curso, será inaugurada en el Museo de Arte Colonial, resulta oportuno compartir con los lectores, lo que este espacio representó para la vida cultural quiteña, en la década del sesenta. Para hablar acerca del tema, es necesario referirnos primero al movimiento tzántzico, (reducidores de cabezas), surgido en el año de 1962, como una propuesta ética y estética que se diversificó en varios frentes, con el objetivo de llevar a cabo “una revolución en poesía”. Fue así como los poetas Ulises Estrella (+), Luis Corral, Raúl Arias, Alfonso Murriagui, Rafael Larrea (+), Simón Corral (+), Marco Muñoz (+) y Antonio Ordóñez, empezaron su accionar en una “pacata ciudad”, que necesitaba despertarse de su habitual parsimonia. Sus primeras intervenciones fueron los “actos recitantes” (mismos que se inspiraron en la filosofía del Agitprop inglés, cuya traducción es agitación y propaganda), a través de los cuales llevaron a escena su poesía, con un renovado lenguaje, que procuró romper la barrera entre los creadores y los espectadores. Su propuesta no fue bien acogida, principalmente por los sectores conservadores, que invalidaron esta renovada manera de crear poesía, y prefirieron acusar a los tzántzicos como “unos jóvenes de raras aficiones”. No en vano, se acuñó en la época del sesenta esta frase, que resumió toda la conmoción que suscitaron los actos recitantes tzántzicos: “ir al próximo recital para echarles agua hirviendo, pero de todas maneras ir”. Inspirados en varios grupos literarios que en su momento, hicieron de los Cafés, espacios de intercambio cultural y de creación poética (como lo fueron las cavas existencialistas de París con Sartre y Simone de Beauvoir), los tzántzicos hicieron lo propio en Quito, con el denominado Café 77, mismo que estuvo ubicado en la esquina de las calles Benalcázar y Cuenca (actual Joyería Vanitex, y que también fue la casa de Marietta de Veintemilla). Los poetas inauguraron este espacio, un 5 de diciembre de 1963 , en contraposición

a las fiestas de “fundación española” de la ciudad, con la puesta en escena del monólogo “Réquiem por la lluvia” del dramaturgo guayaquileño José Martínez Queirolo, e interpretado por Antonio Ordóñez. Desde ese momento, el “Café 77”, se convirtió en la “Casa de la Cultura alterna”, ya que la original se hallaba en manos de la Dictadura Militar, que gobernó al país entre 1963 y 1966. En medio del álgido ambiente político e ideológico, los poetas tzántzicos llevaron a cabo una programación cultural nutrida por coloquios culturales y tertulias, presentación de libros, exposiciones artísticas, actos recitantes, y otros eventos, que no solo atrajeron a propios, sino también a intelectuales extranjeros. La fama de Café 77, traspasó las fronteras del país, al punto que el Fondo de Cultura Económica, escogió precisamente este espacio, para montar en septiembre de 1964, una exposición de carátulas, afiches y pinturas sobre antropología e investigación social. Sin embargo, la bien adquirida fama del Café 77, fomentó la insidia de ciertas autoridades locales, como la del Intendente General de Policía de Pichincha Isaías Cotacache, quien ordenó la clausura del mismo, en febrero de 1965, bajo el pretexto de que en el Café 77 se realizaban “actos subversivos”. La reacción de los poetas tzántzicos y de otros intelectuales no se hizo esperar. Indignados por este atropello, desfilaron por las principales calles del centro de Quito, hasta llegar a la calle Mideros donde estaba ubicada la Intendencia de Policía, en señal de protesta. Además denunciaron que la carta del Intendente “tenía más de 40 faltas ortográficas” tomando en cuenta que era de una sola carilla. Semanas después, el Café 77 fue reabierto, y los tzántzicos continuaron con sus actividades de vanguardia hasta el año de 1970, dejando una impronta en la vida cultural de Quito, que hoy luego de 52 años, vuelve a inquietar y a provocar, nuevas relecturas éticas y estéticas.

Archivo personal de Susana Freire .org

El Otro Quito

Susana Freire García

Artículo 12 2014