FISURAS EN LA ACADEMIA. Los Talleres del Obrar Arquitecto

3 Ticio Escobar en El Mito del arte y el mito del pueblo. ed. Museo del Barro. Asunción, 1981. de visitantes en condiciones de confort e higiene...

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FISURAS EN LA ACADEMIA. Los Talleres del Obrar Arquitecto Daniel Viu “… es como si la dificultad propia de enseñar Arquitectura fuese el estímulo decisivo para intentar clarificar, y al clarificar dar forma, a los contenidos de un saber, de orientación claramente operativa y carácter fuertemente empírico.” F. Pérez Oyarzún

Los Talleres del Obrar resultan de entender la oportunidad histórica para vincular fuertemente la creatividad a la constructividad específica de la Arquitectura. En la Facultad de Arquitectura de Rosario se vienen desarrollando estas experiencias en dos ámbitos, la Materia Optativa Taller del Obrar y en el Taller Barrale de Proyecto Arquitectónico. En ambos espacios nos ocupamos de no reducir la enseñanza a la cultura tecnológica tendiente a la profesionalización del arquitecto, limitando su capacidad propositiva, creemos que se tiene que recuperar el rol anticipador, el espacio para la experimentación, la búsqueda de la innovación como eje del aprendizaje, rescatando las tradiciones sedimentadas en todos los ámbitos del saber con la conciencia de ser un sujeto histórico y a la vez contemporáneo. La confrontación entre lo local y lo internacional ha venido planteando problemas a la teoría y el hacer de la arquitectura latinoamericana. Las disputas entre lo propio y lo ajeno, así como la posibilidad de asumir códigos extranjeros para expresar historias particulares, han constituido retos para la producción de discursos e imágenes dentro del mapa latinoamericano. La noción de globalización acerca otros problemas y exige la revisión de algunos conceptos. Un aporte interesante a ésta discusión se relaciona con el problema de los paisajes culturales que incorporan una nueva mirada sobre la construcción del proyecto arquitectónico y la cuestión latinoamericana, ante el avance de los parámetros de una cultura globalizada. Los proyectos crecen teniendo muy presente lo que Leda Valladares dice sobre el problema de la música: “cuando el canto pierde rugidos y lamentos, magia y sabiduría ancestral, se perfeccionan proezas, la voz se decolora y se convierte en juego estético o simple pasatiempo…. así pasamos al canturreo híbrido que nos inunda y anestesia”1. Creemos que es posible construir desde otras preocupaciones, desde otros registros estéticos, aquellos que están al margen o incluso a contramano del pensamiento ilustrado, hegemónico, masivo, cibernético, pensar en las particularidades y defender las diferencias. Los Talleres del Obrar tienen una característica diversa respecto de las actividades corrientes de las cátedras de proyecto, ya que la importancia está puesta aquí en la relación dialéctica entre pensar y construir. Los estudiantes necesitan del contacto con los materiales, con sus cualidades, ya que la apropiación de esas cualidades enseña a pensar para construir. De esta manera se alienta una forma de producir en la que la habilidad del hacer práctico y la profundidad de la reflexión están estrechamente unidas2. Los Talleres trabajan en la práctica artística, en aquello que alude a la posibilidad de intensificar la práctica de lo real expresando nuevos aspectos de la misma. Lo artístico no implica carencia de funciones sino la posibilidad de que las formas lleguen a provocar nuevos significados. El proyecto de arquitectura en tanto práctica artística supone, como plantea

1 Leda Valladares en “Cantando las Raíces”. Emecé Editores, Bs.As. 2000. 2 Viu, Daniel y Buzaglo, Alejandra:”Ciudad Abierta en Ritoque. Modernidad en América y la Escuela de Arquitectura de Valparaíso”. En A&P Nº15, 2001. Revista de la Facultad de Arquitectura, Planeamiento y Diseño de la Universidad Nacional de Rosario.

Escobar, una revelación: “debe ser capaz de provocar una sensación de extrañamiento y develar otros significados de la realidad que permitan un replanteamiento de la misma”3. El taller integra, en cada oportunidad, el arte a la vida cotidiana y social, sumando, en los proyectos, los distintos aportes surgidos desde la arquitectura, la poesía, la pintura, la escultura, la fotografía, el cine, y todas aquellas prácticas artísticas que abordan el problema del espacio. Si entendemos que cada acto de la vida puede ser vivido como un acto poético, podremos definir y construir las formas y los espacios que permitan desplegarlo. El Taller se extiende a lo largo de dos meses, tiene un período de preparación y gestión del ejercicio a cargo de la Coordinación y de los docentes, en el que se define el objeto de estudio, el lugar, los actores involucrados, los plazos, los recursos. A partir de allí, el ejercicio con los alumnos se divide en tres etapas: una primera de proyecto, una etapa posterior de taller de obra en el que se ejecutará el proyecto, y una última etapa que da cuenta de la relación entre lo pensado, lo vivido y obrado. Las actividades en los Talleres surgen de una interpretación del mundo que se relaciona con la voluntad de transformación del mundo. Los Talleres del Obrar producen una reflexión crítica, una reacción a la distancia, la pasividad y el aislamiento que dominan nuestras vidas en tanto que espectadores: espectadores de la historia, espectadores culturales, espectadores de nuestras propias vidas, espectadores, en definitiva, del mundo. La producción de los talleres está indisolublemente ligada al trabajo en colaboración. Parte de las tareas se realizan en el SUM de la Facultad –el proyecto, la logística necesaria para las estadías y algunos elementos prefabricados-, mientras que en la isla distintos grupos rotativos llevan adelante la construcción, el transporte, el campamento, la preparación de las comidas, la ambientación. Construir en territorios inestables. Museo del Sitio en la isla Charigue El Museo del Sitio, Centro Cultural-Casa del Aborigen, nace en el taller del pintor Raúl Domínguez, “el pintor de las islas”. En un espacio muy precario él se alojaba periódicamente para realizar su obra, durante estancias breves, desarrollando además actividades culturales y educativas con los aborígenes, los isleños, con sus alumnos. Hoy se está profundizando y ampliando el nivel de actividades del Centro, para lo cual resulta de mucho interés pensar y construir un lugar para expandir y fortalecer la difusión de la producción pictórica y la cultura isleña. Un espacio de encuentro que promueva y estimule en el visitante, la valoración de lo propio, la cultura y la naturaleza de la región del acuífero guaraní. Las obras realizadas tienen la intención de persistir como marcas más o menos permanentes de una presencia fugaz, realizando experimentaciones matéricas en cada ocasión. La materia es la que resulta de la relación con la naturaleza y con los requerimientos que surgen del uso y goce del Museo, habitando los espacios exteriores. El Anfiteatro se resuelve con una serie de plataformas de madera, cuyas dimensiones permiten una gran variedad de usos. Estas plataformas, que por su disposición cóncava, definen un interior, interrumpen levemente la vista desde el riacho lechiguanas. Se disponen en una secuencia ascendente que culmina en un mangrullo, en un alejamiento del suelo. Al emerger por entre la fronda, se construye un nuevo horizonte: hacia un lado la silueta de la ciudad de Rosario que había permanecido oculta estando tan cerca, mientras que en dirección opuesta, el delta, una pampa líquida, se presenta en toda su extensión. El recurso de la madera – de reforestación- nos permitió la construcción de elementos que se prefabricaron en la Facultad de Arquitectura acelerando los tiempos de ejecución. El Reservorio de agua y el horno de barro con la mesa para 30 personas surgieron de una demanda de equipamiento e infraestructura que permitiera extender las estadías de los grupos 3

Ticio Escobar en El Mito del arte y el mito del pueblo. ed. Museo del Barro. Asunción, 1981.

de visitantes en condiciones de confort e higiene. El horno de barro es un elemento aglutinante en torno al cual se desarrolla toda una actividad gastronómica propia de la cultura rural de nuestra región. El reservorio de agua tiene una planta triangular, se construyen tres bases que sirven de columnas-asientos-y tutores de los árboles próximos a la cocina. Estas columnas se curvan suavemente definiendo una cúpula ojival que materializa sólo las nervaduras, para extraer de ellas la forma más esbelta que permita disminuir la presencia de los elementos verticales que soportan los tanques de agua. Cada columna está constituida por ocho barras de acero de construcción de 10 mm unidas en la parte superior con abrazaderas que permiten fijación y movimiento a la vez..

El observatorio del cielo y reloj solar (2009) A partir de las estadías anteriores nos planteamos incorporar otras actividades en el extremo opuesto al del arribo, es decir en el punto más alejado de la costa. Esto implicaría modificar la ocupación que se concentraba en proximidades del albardón, sobre la costa. En esa parte del terreno hay una disminución significativa de la vegetación, un claro en el bosque, una presencia intensa de cielo abierto. El proyecto del observatorio surge de estas condiciones paisajísticas, incorporando un espacio fuertemente anclado en las culturas originarias que tenían en la observación del cielo y de las estrellas un instrumento preciso, de enorme incidencia en el desarrollo de su cotidianeidad. En el plano superior instalamos un reloj de sol analemático que necesita ser habitado para brindar la hora. La forma cuadrada de la planta se refuerza con un cuadrado menor ubicado en el centro en un nivel más bajo, generando una espacialidad que da lugar al estar, a la palabra. Mientras que la definición precisa de la ubicación del observatorio está en relación a la geometría del lote, el reloj solar introduce un nueva geometría que ubica con exactitud el polo sur celeste, y a partir de allí los demás puntos cardinales. La Plaza de las artes (2010) Con este proyecto se modifica el acceso a la planta alta del Museo-Capilla descubriendo el mundo interior, el paisaje de tierra firme que está alejado del río. Se construyen plataformas que son en simultaneidad muchas maneras de subir, es camino y reposo, acceso y atrio de la capilla, espacio abierto para las artes expansión del museo, lugar de ceremonias, una isla-arca de Noe- durante las inundaciones o un sombráculo a la medida de los animales. Contiene una señal que trabaja en tres dimensiones la cruz cuadrada (chakana) icono de las culturas originarias americanas. Mientras que las medidas de la plaza son las máximas que permite el espacio entre los ceibos, la disposición de las plataformas multiplica las visuales y genera dos espacios de pequeñas dimensiones, uno vinculado con la tierra y el otro con el cielo. Daniel Viu, febrero de 2011 Los talleres se desarrollan en el ámbito de la Materia Optativa: Taller del Obrar (Coordinador: Arq. Daniel Viu) y en la Cátedra de Proyecto Arquitectónico IIII 6 to. curso (Titular: Arq. Marcelo Barrale) Equipo de proyecto y construcción: Arqs. Daniel Viu, Alejandra Buzaglo, Gustavo Cataldi, Yesica Aguilera (2007-2008), Ana Valderrama (2007), Ing. Mario Dominguez. Adscriptos: Alejandra Villanova, Victoria Figueroa, Soledad Girardo, Nicolas Cuchiari. Alumnos de la materia Optativa Taller del Obrar (2009-2010) y de Proyecto Arquitectónico III de los años 2007-2008-2009-2010