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MATERIAL PARA LOS ALUMNOS

LOS RÍOS Y EL AGUA: RECURSOS NATURALES EN LA ARGENTINA Para entrar en tema El agua es imprescindible para la vida de las personas. En Argentina existen zonas con gran cantidad de agua disponible y también hay zonas áridas, es decir, donde llueve poco y el agua es escasa. Leyendo este material podrás conocer algunas características de los ambientes de la Argentina y verás fotos de sus paisajes para conocerlos mejor. También encontrarás algunas respuestas a preguntas como las siguientes: * ¿De dónde obtiene la gente el agua que necesita, en diferentes zonas del país? * ¿Qué problemas enfrentan las personas cuando viven en lugares con escasez de agua? ¿Cómo intentan resolver estos problemas? * ¿Qué ventajas y problemas se presentan en zonas con mucha agua? * ¿Cómo aprovecha la sociedad las aguas de los ríos y qué problemas surgen cuando no las cuida? Para comenzar este nuevo tema, te proponemos leer la siguiente afirmación: “Es muy probable que algunas gotas del agua que usamos en Buenos Aires provengan de lugares lejanos como el Norte de Argentina, el centro de Brasil, el sur de Bolivia o el Este de Paraguay”. ¿Lo sabías? Comentá con tus compañeros: ¿Cómo es posible que esto suceda? EL RÍO PARANÁ

¿Cómo nace y se alimenta EL RÍO PARANÁ? El río Paraná nace en las sierras del centro y Este de Brasil: se forma a partir de las abundantes lluvias de esa región. Desde allí, el Paraná inicia su recorrido siguiendo siempre la pendiente del terreno, desde las zonas altas hacia las zonas más bajas. El río Paraná tiene un enorme caudal (es decir, gran cantidad de agua) porque atraviesa algunas zonas con precipitaciones abundantes y porque a lo largo de su recorrido recibe el agua de muchos otros ríos, que son sus afluentes. El Paraná es uno de los ríos americanos de mayor caudal. Dos de sus afluentes más importantes, -que, siguiendo la pendiente, se unen al Paraná y le aportan sus aguas- son: * el río Iguazú, que nace en las sierras del Sur de Brasil (en una zona que también tiene abundantes precipitaciones). Este río es muy conocido porque, un poco antes de desembocar en el Paraná, forma las “Cataratas del Iguazú”.

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* el río Paraguay, que nace en Brasil, recorre el Paraguay, y recibe las aguas del Pilcomayo y del Bermejo (dos ríos que nacen en las altas montañas del borde de la Puna, en el noroeste argentino). Toda la zona que le proporciona agua a un río se denomina cuenca. Al río Paraná le llega buena parte del agua de las precipitaciones de una amplia región, ocupada por diferentes países: Brasil, Argentina, Paraguay y hasta por un pequeño sector de Bolivia. La cuenca del Paraná es una de las grandes cuencas hidrográficas del mundo. Todos los ríos mencionados nacen en montañas o en sierras. Allí llevan poca agua y corren muy rápido debido a las grandes pendientes: tienen tanta fuerza que arrastran trozos de roca, llamados sedimentos, de diferentes tamaños: algunos pueden ser más grandes que una pelota de fútbol y muy pesados, otros tan pequeños que ni se ven. También forman saltos y cascadas cuando caen por los desniveles del terreno. En cuanto estos arroyos descienden de la montaña y entran en planicies se unen y forman ríos más caudalosos pero más lentos porque la pendiente es menor. Solo pueden arrastrar sedimentos chicos y livianos, porque ya no tiene tanta fuerza. Luego de recorrer alrededor de 4000 km, el Paraná deposita algunos sedimentos pequeñísimos: granitos de arenas y muchísimas partículas muy pequeñas llamadas limos, que el río viene arrastrando desde distintos lugares de su cuenca. Las arenas y los limos acumulados a lo largo de miles de años formaron cantidad de islas que, en conjunto conforman el Delta del Paraná. Entre las islas, corre el agua del Paraná hasta que desemboca en el Río de la Plata. Cuando un río aporta su agua a otro, o cuando termina en una laguna, en un mar, se dice que ese lugar es su desembocadura. Cuando un río aporta sus aguas a otro río más grande, se dice que el río más chico es un afluente del río más grande.

Cataratas del Iguazú Las cataratas son enormes caídas de agua que se producen porque el río Iguazú, que allí tiene casi 4 kilómetros de ancho, pasa por un desnivel del terreno de 70 metros de altura (tan alto como un edificio de más de 22 pisos). Las cataratas están formadas por varios

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saltos diferentes. El que se llama “Garganta del Diablo” es el más caudaloso, parece una cortina de agua que cae sin detenerse jamás. Cuando el río está crecido, en la Garganta del Diablo casi hay que taparse los oídos, porque el ruido que hace el agua al caer es ensordecedor. En esta zona, como llueve mucho, hay cantidad y variedad de vegetación muy verde: la selva. Las selvas están formadas por plantas bajas, medianas, árboles altos y muy altos, todos juntos y enmarañados porque crecen lianas y enredaderas. Los rayos del sol casi no llegan al suelo en la selva todo es sombra. Tampoco llega al suelo toda la lluvia que cae, porque buena parte queda retenida en las hojas y los tallos de las plantas y cuando para de llover, el sol la evapora. Por eso se dice que la vegetación “intercepta” la lluvia. Las cataratas del Iguazú son tan bonitas que vienen turistas de lugares muy lejanos para conocerlas. Por eso, las autoridades del Parque Nacional Iguazú construyeron caminos, puentes y pasarelas que permiten mirarlas desde diferentes lugares, y lo mismo hicieron las autoridades brasileñas, en la otra orilla. Hay paseos en lancha que pasan por atrás de la cortina de agua y también hay una empresa brasileña que las sobrevuela en helicóptero para que los visitantes las puedan ver desde arriba. Claro que eso trae un grave problema: la cantidad de animales que viven en la selva, especialmente los pájaros, se asustan con el ruido y escapan. Ya varias veces el gobierno argentino reclamó para que se suspendan estos vuelos. Y se suspendieron... pero luego comenzaron otra vez.

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Los investigadores encontraron que, cada año, el delta del Paraná avanza alrededor de 50 a 70 metros sobre el Río de la Plata, formando nuevas islas o extendiendo las que ya están, debido al depósito constante de sedimentos. Entre las islas, el agua del río Paraná se divide en varios “brazos” y escurre muy despacito y silencioso, porque en esta zona casi no hay pendiente. En las islas, el ceibo es uno de los árboles que crece naturalmente. También hay muchos otros que plantaron las personas, como las casuarinas, los ligustros, los sauces, los álamos. A veces, los plantaron sobre las orillas para evitar que el río, cuando crezca, se lleve parte del suelo. Otras veces, los plantaron sobre grandes superficies, para producir madera. Con frecuencia, cuando el agua de los ríos crece, inunda las islas. Parte de los sedimentos del Paraná siguen hacia el mar y rellenan los canales que se construyeron para que los barcos grandes puedan navegar y llegar al puerto de Buenos Aires. Para mantener su profundidad, las dragas, unos barcos especiales que tienen una

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especie de pala, remueven con frecuencia el fondo de los canales y sacan los nuevos sedimentos. En las islas más cercanas a Buenos Aires muchas familias construyeron casas de fin de semana. Pocas personas viven allí en forma permanente, porque es un lugar aislado y no tienen los servicios que necesitan: hay pocas escuelas para los hijos y pocos hospitales para atender su salud. Se mueven de un lugar a otro en botes y lanchas, y también en las lanchas colectivas que recorren los brazos del Paraná y los arroyos. Para protegerse de las crecientes del río, los pobladores construyen sus casas elevadas.

EL PARANÁ EN LA VIDA DE LAS PERSONAS San Nicolás y el río Paraná.

Río Paraná en San Nicolás En primer plano se ve el río Paraná. El agua escurre despacito, y su color es amarronado porque el río trae gran cantidad de sedimentos. Los sedimentos son tan chiquitos en este caso que solo se pueden ver con un microscopio. El río es ancho, y también profundo. Nos damos cuenta porque hay un barco navegando. En tierra se pueden observar las construcciones de algunas fábricas de la ciudad de San Nicolás, en el norte de la provincia de Buenos Aires. En estas fábricas, seguramente se utiliza el agua del río para la producción y, purificada, para el consumo de las personas. En el cielo hay nubes. No son de tormenta sino de buen tiempo. Sin embargo, llueve bastante en este lugar (más de 1000 mm) y durante todo el año. Esas lluvias permiten que crezcan muy bien los cultivos de los campos de la llanura pampeana que se ven detrás de las construcciones. Los campos que se ven son de diferentes colores porque en ellos se realizaron cultivos distintos. El fotógrafo tomó la imagen desde un lugar alto, posiblemente desde un helicóptero o desde un avión, porque allí no hay desniveles importantes en el terreno.

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“La sociedad transforma la naturaleza” 1 “La sociedad transforma la naturaleza para obtener los bienes que precisa con el fin de satisfacer sus necesidades. Los seres humanos perforan las montañas para extraer de ellas minerales o para construir túneles; cultivan los suelos para producir alimentos, utilizan los pastizales para alimentar el ganado y modifican los cursos de los ríos para regar los campos o para producir energía eléctrica. Los distintos elementos de la naturaleza –como el relieve, el clima, los suelos, la vegetación, la fauna, los ríos, lagos y lagunas – que la sociedad utiliza para satisfacer sus necesidades se llaman recursos naturales. En cada época, la sociedad ha valorado distintos elementos de la naturaleza para satisfacer sus necesidades y ha ido transformando el paisaje mediante el trabajo. A lo largo de la historia, fueron diferentes los elementos naturales valorados como recursos y también los trabajos necesarios para producir los bienes que los integrantes de la sociedad necesitaban. Actualmente, en la casi totalidad de la superficie del planeta, la naturaleza se encuentra completamente modificada por la acción de la sociedad.”

El Paraná: un río de usos múltiples Luego de analizar los textos y las fotos, vas a poder explicar por qué.

Las ciudades y el Paraná: Las principales ciudades del noreste y del litoral argentino se ubican en la ribera del Paraná o muy próximas a él. El Paraná es parte de la vida de sus habitantes: las caminatas o las recorridas en vehículo por la “Avenida Costanera”, las tardes de mate en los paseos arbolados que permiten conversar mirando el río, las tardecitas de pesca, los chapuzones de los chicos en el verano en los balnearios, los comentarios de todos los días sobre si el río “viene alto” o “viene bajo”, si está arrastrando camalotes y parece como si transportara islas verdes, el paso de algún barco, de alguna barcaza, los paseos en lancha, algunos deportes acuáticos, lo que está pasando en la orilla de enfrente... Muchas veces, en los alrededores de las ciudades y a orillas del río, familias humildes que no tienen un terreno propio, construyen sus viviendas con maderas, chapas y los materiales más económicos. Las tierras próximas a los ríos navegables son del Estado Nacional. Así como en Buenos Aires se toma el agua del Río de la Plata, se potabiliza y se distribuye en la ciudad, en otras ciudades se realiza ese proceso a partir de las aguas del Paraná. Por eso, el Paraná es la principal –y a veces la única- fuente de agua para todas las necesidades de los habitantes: el consumo personal y familiar, la producción en las industrias, la limpieza de los vehículos en los lavaderos, las fuentes de las plazas, etc.

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Tomado de Sociales 5º. Ciudad de Buenos Aires. Serie Siempre más. Aique 2002. Buenos Aires.

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La ciudad de Paraná está bastante más elevada que el río, por eso los edificios se ven tan altos. Las oficinas y departamentos ubicados en los edificios en torre son los más caros de la ciudad, porque desde ellos se tiene una amplia vista del río y de sus riberas arboladas en Entre Ríos y en Santa Fe. Muchos paranenses suelen pasear los fines de semana por el Parque Urquiza que está sobre la barranca que llega al río. Es un centro de encuentro para los jóvenes y también para los juegos de los chicos al aire libre, mientras los adultos toman mate. El Puerto Nuevo no es grande, se ven algunos muelles y galpones. La boya que está en primer plano en la foto fue colocada seguramente para indicar profundidad. Allí está prohibido que las personas se bañen, porque es zona de circulación de las embarcaciones. Sobre la izquierda se pueden ver las luces (y también un farol más antiguo) de la calle que costea al río. El día en que se tomó la foto, el río estaba bajo. Esto se nota porque en el paredón de cemento de la costanera hay marcas de color amarronado dejadas por el río cuando sus aguas crecen. Ese paredón se construyó para que el río crecido no penetre en el borde de la ciudad e inunde esa zona.

El Paraná, vía de comunicación A lo largo de la llanura argentina el Paraná tiene varios kilómetros de ancho, un enorme caudal, se mueve lentamente y es suficientemente profundo como para que lo naveguen barcos pequeños. Hasta Rosario, las dragas mantienen profundos los canales de navegación para que puedan llegar los barcos cerealeros de gran calado que cruzan el Océano Atlántico. Desde muy antiguo, a lo largo de sus orillas se han construido puertos que facilitaban la comunicación y también el comercio. Esto permitió que los productores de la provincia de Santa Fe y del sur de Córdoba pudieran participar en el comercio internacional de granos, que desde fines del siglo XIX pasó a ser la principal actividad económica de la Argentina. Desde los puertos santafesinos –sobre todo del de Rosario, pero también desde los de Villa Constitución,

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Santa Fe y San Lorenzo- se exportaba casi la mitad de los cereales del país hacia fines de la década de 1970. En la actualidad, desde estos puertos se exporta principalmente soja. El río Paraná puede ser una vía de comunicación muy importante para mover mercaderías si se concreta el proyecto de la Hidrovía Paraná-Paraguay: está previsto que se profundicen canales de navegación que permitan hacerlo navegable hasta la desembocadura del río Paraguay, y luego profundizar el río Paraguay hasta el territorio brasileño.

En la foto, tomada desde un avión, se puede ver el río Paraná, el litoral de Rosario y parte de su puerto y la zona céntrica de la ciudad. El río Paraná se reconoce por sus aguas amarronadas. Una embarcación navega hacia el puerto, seguramente por el canal profundo que debe estar indicado con boyas. El litoral rosarino, a diferencia del de Paraná, es bajo. Casi no hay desnivel entre el río y la ciudad, por eso, cuando crece el caudal, el río inunda parte de las construcciones y es por este motivo que los edificios no se encuentran sobre la ribera sino más hacia el interior.

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La ciudad es una de las más pobladas del país. Según se ve tiene pocos espacios verdes, y está instalada en una zona muy llana. En la imagen se pueden observar los antiguos silos del puerto, donde se almacenaban los cereales antes de cargarlos a los barcos. Pueden verse, detrás de los silos, las vías y los galpones del ferrocarril, que era el medio de transporte que usaban los productores para enviar sus cereales al puerto. Hoy en día, si bien se siguen utilizando los silos, la mayor parte de la soja, o de sus derivados, llega en camiones y se traslada directamente y sin demora a los barcos.

La represa hidroeléctrica de Yaciretá: En la actualidad, la energía eléctrica es fundamental para nuestra vida cotidiana: para iluminar, para poder usar los artefactos del hogar, para que funcionen las máquinas de las industrias y también algunos transportes. ¿Cómo se obtiene la energía eléctrica? Una forma de hacerlo es aprovechando la fuerza del agua de un río. Para ello se construyen diques, que son enormes paredes que cruzan el río y permiten retener el agua formando un lago o embalse tan profundo como alto sea el dique. En el caso de la represa que se ve en la foto, la altura del dique, desde el fondo del río hasta el camino que corre por arriba, es de más de 20 metros. Abriendo compuertas, se puede regular la caída del agua por canerías desde la parte alta del dique hasta la base, donde se instalan unas máquinas especiales, llamadas turbinas, que reciben el agua con toda la fuerza que cae, y transforman esa fuerza en energía. Si bien la construcción de las centrales hidroeléctricas (es decir, el conjunto de obras necesarias para producir energía a partir del agua de los ríos) es muy costosa y complicada, estas centrales tienen grandes ventajas: una vez construidas se puede obtener energía constantemente porque la fuente –el agua- es inagotable, y la forma de producir energía no es contaminante. En Argentina, una parte importante de la energía que utilizamos proviene de la represa hidroeléctrica Yaciretá-Apipé, construida sobre el río Paraná, a partir de un acuerdo entre los gobiernos de Argentina y Paraguay. Esta central hidroeléctrica comenzó a producir energía en 1994 y se estima que cuando esté terminada llegará a producir el 40% de la energía necesaria en todo el país. En esa zona el Paraná es muy ancho y se abre en varios brazos porque hay islas. La represa tiene partes de dique y partes que están apoyadas sobre el terreno de las islas. Fue una construcción muy difícil y también muy costosa.

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Es imposible, en una sola foto, obtener la imagen completa de la represa, ya que tiene varias partes que suman 65 km de largo. En la imagen, posiblemente tomada desde territorio paraguayo, se puede ver el río Paraná, parte del dique sobre el río y parte de la construcción sobre una isla: el lugar donde está la “casa de máquinas”, es decir, la central hidroeléctrica donde se pusieron algunas de las turbinas. El agua del Paraná, en la fotografía, escurre de izquierda a derecha. Una parte pasa por los vertederos, produce oleaje y espuma y sigue su camino por el río. Tiene tanta fuerza el agua cuando pasa por los vertederos que puede arrastrar la tierra de las islas, por eso se construyeron defensas que impiden que el río golpee contra tierra firme. Otra parte del agua entra desde lo alto del dique, a través de caños, a la casa de máquinas y allí se produce la energía. Luego de pasar por las turbinas el agua retorna también al río, en un sector que no se ve en la foto. Se puede observar que los relieves próximos al río son bajos y planos. El cielo está nublado, pero no parece que vaya a llover, aunque en esta zona llueve abundante todo el año. La foto debe haber sido tomada al atardecer, porque si fuera al mediodía el agua reflejaría muy fuerte y no se podría ver bien la represa.

PESCA deportiva, recreación y turismo En las aguas del río Paraná –y también en la de sus afluentes- hay una gran variedad de peces: armados, sábalos, bogas, dorados, lisas. Muchos pobladores cercanos al río pescan para su propia alimentación o para vender en las ciudades o a los viajeros. También hay turistas que visitan la región para practicar la pesca deportiva, por ejemplo, para la pesca del dorado. Hay épocas en que se puede pescar y otras en que no, porque son los momentos en que los peces se reproducen. Si se pescara en esos momentos se dificultaría que se renueve el recurso. La Prefectura Naval se ocupa de vigilar que estas leyes se cumplan. Sobre las rutas, cerca de los accesos al río, suelen instalarse vendedores de lombrices y otras carnadas para pescar. Esta actividad les permite prestar un servicio a los turistas y reunir algo de dinero para cubrir las necesidades de sus familias, que generalmente son muy humildes. El turismo relacionado con la pesca, con la visita a las ciudades y al río genera trabajo en las provincias que limitan con el Paraná (hoteles, restaurantes, transporte).

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Una zona turística importante es el Delta, especialmente en las cercanías de Buenos Aires. Durante todo el año, los fines de semana, salen del puerto de Tigre cantidad de embarcaciones que llevan a los interesados a lugares para pasar el día en las islas: a recreos, restaurantes, o a hoteles pequeños para pasar un sábado y domingo de descanso. En los ríos y arroyos se pueden realizar muchas actividades para disfrutar del paisaje y también deportes acuáticos. Las ciudades ubicadas sobre las orillas del Paraná suelen tener balnearios que los pobladores disfrutan especialmente en el verano, y también son lugares con paisajes y vistas agradables para acampar o pasar el día. Por ejemplo, varios clubes y campings están ubicados en la orilla del río en San Pedro, en el Norte de la Provincia de Buenos Aires. Los fines de semana de primavera y verano son lugares muy concurridos. En Paraná, la capital de Entre Ríos, hay un hermoso parque arbolado donde se puede descansar mirando la orilla santafesina, los barcos y las lanchas que pasan.

En los clubes y campings que están sobre la ribera del Paraná, los pobladores que conocen muy bien el río y los lugares donde se concentran los peces, ofrecen a los visitantes un servicio de guía y de transporte en sus botes o lanchas, a veces también alquilan cañas de pescar. En la foto se pueden ver las embarcaciones amarradas, y dos personas a la espera de posibles clientes. Debe estar fresco, porque tienen todo el cuerpo cubierto. También se visten así para que el sol no los queme demasiado. Usan botas porque, como el río es allí poco profundo, deben empujar los botes un poco más adentro de las aguas para empezar a remar o poner en marcha el motor. Se trata de un camping: se ven parrillas para que los visitantes puedan hacer un asado a la sombra de los sauces. La foto se debe haber tomado en noviembre o diciembre, porque el ceibo que está a la derecha está en flor. Y por la mañana más o menos temprano, porque están abrigados y porque todavía no llegaron los turistas: son muchos los botes que esperan.

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EL PARANÁ EN LA HISTORIA Los guaraníes, que migraron desde el norte de Brasil, vivieron en las zonas próximas al río Paraná desde antes que llegaran los españoles. Se trasladaban por el río en canoas y balsas, cultivaban y vivían en aldeas que cada tanto iban mudando. Las construían siempre cerca de la orilla de los ríos, en especial del Paraná, de modo que podían usar sus aguas para diferentes necesidades. Los guaraníes eran hábiles pescadores y utilizaban diferentes técnicas para pescar: tenían arpones, lanzas, redes, colocaban troncos o piedras en la corriente para frenar el paso de los peces y pescar más en menos tiempo. En su alimentación, el producto de la pesca era uno de los componentes básicos, junto con la mandioca y otros cultivos, los frutos y raíces que recolectaban en los campos, o la carne de los animales que cazaban en tierra firme. Fueron los guaraníes quienes le dieron el nombre de Paraná, que en su idioma significa “Pariente del agua”. También el nombre del Iguazú es de origen guaraní, significa “Agua grande”.

El dibujo muestra un hombre en la orilla del río realizando una práctica de pesca por envenenamiento, método habitual entre los indios guaraníes (o en la sociedad guaraní). El

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método consistía en construir un pequeño dique con piedras y troncos de árbol para frenar a los peces en su desplazamiento y, después, echar el veneno que sacaban de unas plantas que adormecía a los peces sin hacer tóxica su carne ni el agua. Una vez que una cantidad importante de peces flotaba en la superficie, los guaraníes los recogían en pocos minutos con una cesta que era como un colador: retenía los peces y dejaba salir el agua. En la imagen puede observarse el momento del envenenamiento de las aguas. También se pueden ver diferentes puntas de flecha talladas en madera por los indígenas. La primera y la tercera (de izquierda a derecha) se usaban para pescar. 2 Los conquistadores españoles remontaron en barco el Paraná para explorar la región, en busca de oro y plata. En las primeras expediciones conocieron por los indígenas que había metales preciosos hacia el Norte. Avanzando en el interior del continente por el río, Sebastián Gaboto fundó un fuerte en el actual territorio de Santa Fe. En 1541, Álvar Núñez Cabeza de Vaca llegó a las cataratas del Iguazú y, en nombre de la Corona española, tomó posesión de las tierras. En 1573, Garay viajó desde Asunción del Paraguay (actual capital de Paraguay) hacia el Sur, por el río Paraná, con la orden de fundar una ciudad que facilitara la comunicación entre Asunción y España y así se originó Santa Fe. Su puerto, durante la colonia, controló el tráfico comercial entre Asunción y España. El Paraná era entonces una vía de comunicación muy importante: mucho más segura que ir por tierra -donde los conquistadores corrían mayor riesgo de encontrarse con grupos indígenas que les presentaran pelea- y mucho más rápida. En sus viajes se detenían en determinados lugares para abastecerse de alimentos, y luego seguían con su recorrido. Los barcos de los conquistadores eran mucho más pequeños que los actuales, y por eso podían navegar zonas donde hoy solo pasan barcazas, botes y lanchas.

El río también plantea problemas El Paraná como obstáculo para la comunicación. El Paraná es un río muy ancho, por lo cual genera un problema: ¿cómo cruzarlo? Hace años, los automóviles y camiones cruzaban el río en balsas y perdían mucho tiempo. Hoy en día, el tránsito por las rutas es mucho mayor. Muchas personas se trasladan por diferentes motivos: para trabajar, para pasear, para hacer compras entre las ciudades de Corrientes y Resistencia, de Paraná y Santa Fe, de Posadas y Encarnación (Paraguay). Al mismo tiempo, creció mucho el comercio entre zonas que no están próximas: enormes camiones recorren las rutas que están a uno y otro lado del Paraná y necesitan cruzarlo; desde y hacia Brasil transitan camiones que transportan vehículos, frutas, prendas de vestir, calzado, conservas y muchos otros productos. Demorarse para cruzar el río complica y encarece los viajes. Para solucionar este inconveniente los gobiernos construyeron varios puentes sobre el río Paraná y un túnel que lo atraviesa por debajo, entre las ciudades de Santa Fe y Paraná, el Túnel Subfluvial “Uranga – Silvestre Begnis”. Igualmente, entre un cruce y otro hay muchos kilómetros de distancia, y muchas veces, según sea la ruta que siguen, los vehículos deben andarlos sobre una orilla y desandarlos por la otra, alargando los viajes.

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Tomado de Palermo, de Hoyos y Chiappe (1999) Guaraníes. En Gente Americana, A-Z, Buenos Aires

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Una persona que viaja desde hace muchos años de Entre Ríos a Buenos Aires, comenta: “Antes de la construcción de los puentes de Zárate- Brazo Largo era una odisea llegar desde Entre Ríos hasta Buenos Aires. El viaje podía durar un día entero: primero había que tomar una balsa, después cruzar la isla Talavera por un camino de tierra y después, de nuevo, la balsa para llegar a la orilla de Zárate. ¡Cuánto polvo en ese camino de la isla! Había que ponerle una protección al parabrisas porque cualquier piedra que saltara del camino con el paso del tránsito, podía romperlo en mil pedacitos. Cuando a fines de los ´70 se construyeron los dos puentes y se asfaltó la ruta, ya no viví más aquella aventura. Hoy el ómnibus o los autos ni siquiera disminuyen su velocidad para cruzar el río, y van mucho más rápido que cualquier barco… Claro que cuando el río crece mucho, se inundan partes de la ruta, se corta el tránsito y otra vez puede haber horas de demora...”

Todos los días, cantidad de personas y de mercaderías cruzan en vehículos el puente General Belgrano que une la ciudad de Corrientes con el puerto chaqueño de Barranqueras, cercano a la ciudad capital de la provincia, Resistencia. El puente tiene veredas, para quienes quieran cruzarlo caminando. A partir de su construcción, Corrientes y Resistencia pasaron a funcionar casi como una sola ciudad: hay correntinos que trabajan en Chaco y chaqueños que lo hacen en Corrientes. Las distancias se acortaron porque es mucho más rápido y sencillo cruzar el río por el puente que cuando estaba la vieja balsa, que ya es solo un recuerdo de los pobladores adultos. En esta zona navegan por el río lanchones, como el que se ve en la foto, y embarcaciones más chicas. Aquí no se construyeron canales profundos para que circulen barcos grandes. Pese a que esta foto se debe haber tomado en invierno (porque el río se ve más azul en esos meses) la vegetación de las orillas sigue siendo muy verde y frondosa. Esto se debe a que es una zona donde llueve mucho todo el año.

Las inundaciones en el Litoral.

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Las provincias de Formosa, Chaco, Corrientes, Entre Ríos, Santa Fe y Buenos Aires, es decir la zona que suele llamarse “el Litoral” argentino sufren con frecuencia inundaciones que generan graves problemas para los pobladores y para quienes circulan por ellas. Por ejemplo, durante los últimos meses de 1997 y los primeros de 1998, se produjeron lluvias tan fuertes en Brasil que el río Paraná tuvo una gran crecida: aumentó su caudal y se ensanchó ocupando tierras pobladas por familias que criaban ganado o hacían algunos cultivos en las zonas rurales. También comenzó a avanzar sobre las zonas bajas de las ciudades, como ocurrió en el caso de Posadas, la capital de Misiones La situación se agravó cuando, a mediados de abril del ’98, se produjeron también intensas tormentas en territorio argentino, especialmente en las provincias de Formosa, Chaco y Corrientes. La cantidad de lluvia fue tan grande que se acumuló una capa de agua sobre el suelo. Muy despacito, siguiendo la pendiente, esta lámina de agua comenzó a escurrir hacia el Paraná, inundando todo a su paso. La situación fue gravísima. La vida de las personas que vivían en el campo (y mucho más la de las que vivían en las ciudades) se alteró totalmente. Dicen los diarios de esos días que: - Más de 80.000 personas tuvieron que ser evacuadas porque sus casas se inundaron; hubo algunas personas que murieron ahogadas o electrocutadas, muchas perdieron todas sus pertenencias. - Los cultivos quedaron bajo agua y las plantas se estropearon. Por ejemplo, en las provincias de Chaco y Corrientes, los productores esperaban una gran cosecha de algodón que se perdió íntegra. También desaparecieron 40.000 huertas que les daban trabajo a 200.000 personas. - Se suspendieron las clases por falta de electricidad y de agua potable. - El agua tapó o destruyó puentes e inundó tramos de la ruta 12, en Corrientes. Muchas zonas quedaron incomunicadas, como pasó con la ciudad de Goya: quedó “encerrada” entre el agua del Paraná y el agua de las lluvias. La editorial del diario Clarín del 26-04-98 criticó a los gobiernos provinciales y al gobierno nacional. Afirmó que este desastre puso en evidencia varias cuestiones: - que los técnicos que trabajan en el INTA (Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria) habían pronosticado que se iban a producir grandes lluvias en la región, y que estas lluvias podrían beneficiar la agricultura pero también causar inundaciones - que mucha gente está asentada en zonas inundables y su vida y sus pertenencias están siempre en riesgo. - que los gobiernos no tuvieron capacidad para prevenir el desastre (por ejemplo, realizar obras de contención del agua) ni para actuar rápidamente una vez que éste comenzó (por ejemplo, que funcionen inmediatamente los servicios de emergencia para atender a posibles afectados).

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EL APROVECHAMIENTO DE LOS RÍOS EN ZONAS ÁRIDAS DEL PAÍS: LOS CASOS DE LOS RÍOS DESAGUADERO-SALADO-CHALIDEUVÚ Y COLORADO. EL CASO DEL RÍO DESAGUADERO-SALADO-CHADILEUVÚ La vida en el oeste pampeano y los cambios producidos por la falta de agua. El oeste de la provincia de La Pampa pertenece a la zona más seca de la Argentina, conocida con el nombre de “Diagonal Árida”, ya que se extiende desde la Puna, al noroeste, hasta Santa Cruz, al sudeste, como una diagonal. En la Diagonal Árida hay variedad de paisajes (de montañas, de mesetas y de planicies) con un elemento en común: la escasez de precipitaciones y la vegetación dispersa y de color amarillento por la falta de agua. En el caso del oeste pampeano casi no existen fuentes de agua disponibles para el consumo humano y las tierras son improductivas. Muy pocas personas viven allí. Se trata de una zona tan desfavorable para la vida humana que algunos la llaman la “travesía” -porque es un gran desafío cruzarla- o, incluso, el “desierto”. En verano, la temperatura puede llegar a los 45 grados. Tanto calor favorece los incendios, que se extienden rápidamente cuando sopla el viento sobre los campos del Oeste de La Pampa. A pesar de las durísimas condiciones de vida, algunas familias subsisten en el oeste pampeano. Estas personas viven en zonas rurales o pequeños poblados que fueron fundados hace más de 100 años y hoy son casi pueblos fantasma, cada vez más chicos porque la gente se va. La mayoría de los pobladores vive en condiciones de pobreza. Distribuidos en el campo, se dedican a la cría de cabras, animales que pueden sobrevivir

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en ambientes áridos porque se alimentan de hojas de arbustos, raíces y pastos secos. La escasez de agua impide a las personas desarrollar otras actividades y mejorar su calidad de vida.

Sin embargo el oeste pampeano no siempre fue una zona tan despoblada y pobre como lo es en la actualidad. Hasta alrededor de 1950, corrían por esta zona las aguas del río Desaguadero, que en La Pampa se llama Salado y luego Chadileuvú. Este río atravesaba la región oeste de la provincia de La Pampa de norte a sur y en años húmedos parte de sus aguas penetraban en el cauce del río Curacó y, a través de él, llegaban al río Colorado, en el límite sur de la provincia. Por tratarse de una zona seca, la existencia del río resultó de vital importancia para el establecimiento de personas en sus inmediaciones a lo largo del tiempo. Sus primeros habitantes fueron indígenas que llegaron del actual territorio chileno y se asentaron en la zona. Entre 1895 y 1910, luego de la Campaña al Desierto del General Roca que persiguió y expulsó a los indígenas, causando muchas muertes, se fundaron numerosos pueblos a orillas del río Desaguadero-Salado-Chadileuvú. Así, el oeste pampeano comenzó a poblarse con inmigrantes que se dedicaron a la crianza de animales y a algunos cultivos. Los pueblos fueron creciendo: se establecieron autoridades locales, comisarías, escuelas, sociedades de fomento y pequeños comercios. Por los almacenes de campo, casas de ramos generales o pulperías circulaban pobladores, viajeros y comerciantes que recorrían la zona con sus mercaderías para el abastecimiento de sus habitantes. En estos almacenes se podía encontrar tanto alimentos como ropa, calzado, herramientas, medicamentos y todo lo necesario para vivir, por eso se los llamó “casas de ramos generales”. La actividad económica de la zona se fue desarrollando. La más importante era la producción de lana de oveja. Datos de 1930, muestran que seis de los departamentos del oeste y sur pampeanos reunían casi un millón de ovinos y que dos veces al año los productores los esquilaban, es decir, les sacaban la lana.

Los habitantes del oeste pampeano utilizaban para vivir el agua que el río Desaguadero-SaladoChadileuvú traía desde la cordillera. Dependían fuertemente de él para su subsistencia porque el río era la única fuente de agua superficial y resultaba indispensable para la crianza de los animales, el desarrollo de los cultivos y la vida diaria. En algunos pueblos se realizaron obras sobre el río para el mejor aprovechamiento de sus aguas. En Limay Mahuida, por ejemplo, se construyó un pequeño dique. Así, la presencia de agua que proveía el río permitió el asentamiento humano y el desarrollo económico en el oeste pampeano. Pero llegó un momento, hacia fines de la década del ´40, en que el caudal del río comenzó a disminuir en la provincia de La Pampa. Esta disminución se fue acentuando con el paso del tiempo hasta que comenzó a faltar el agua. Por esta razón, la población ya no pudo producir como antes y se fue empobreciendo. Muchas familias tomaron la decisión de irse y abandonar sus tierras: algunos se fueron hacia el este de La Pampa, otros partieron hacia la provincia del Chaco y otras zonas de la Argentina y, algunos pocos, decidieron quedarse en el lugar, subsistiendo en condiciones de vida muy adversas. Bonifacia Escobar, de 81 años, 14 hijos y 59 bisnietos, y pobladora de Algarrobo del Águila recuerda este momento: "en el 41, por ahí, el río se cortó y por casi cuarenta años no bajó una

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sola gota de agua por el Atuel 3 (...) Hubo entonces que afrontar necesidades. Hacer un jagüel y trasladar el agua en baldes. Se perdieron capitales, la gente se fue. Antes había mucha gente, una iba a las casas y las familias eran muy numerosas (...). Nadie nos avisó, se cortó el agua, se fue." (Moreno, A., 2001)

En la foto puede verse el paisaje árido propio del oeste pampeano, cerca del límite con San Luis. Los colores marrones, la vegetación dispersa que no llega a cubrir el suelo, indican la falta de lluvias. Cuando sopla el viento, en estos lugares se levanta una nube de polvo. Se puede ver que la única agua disponible es la del río, que transporta una cantidad importante como para satisfacer necesidades de los pobladores, aunque no se llega a observar ninguna casa. Sí hay una persona bajando hacia el río. Seguramente va a cruzarlo o a trasladarse por él con el bote.

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Río Atuel: afluente del río Desaguadero

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Hoy el río casi no lleva agua, solo pequeños hilos que encharcan el antiguo valle. Como las temperaturas son altas en el verano, las aguas se evaporan. Por otra parte, los hilos de agua corren por un colchón de arenas que depositó el río hace muchos años y el viento hace poco. Esos sedimentos permiten que el agua se infiltre y desaparezca de la superficie. Poca agua, evaporación e infiltración conducen a que falte este valioso recurso. La vegetación que se ve a los costados de lo que era el río es propia de zonas áridas y susbsiste allí porque sus raíces absorben el agua subterránea que se origina con la infiltración.

La cuenca del río Desaguadero-Salado-Chadileuvú: origen y recorrido de sus aguas Los ríos que aportan agua al río Desaguadero–Salado-Chadileuvú, es decir, sus afluentes, nacen en las altas montañas de la Cordillera de los Andes entre el norte de La Rioja y el centro de Mendoza: son los ríos Jáchal, San Juan, Mendoza, Tunuyán, Diamante y Atuel. En el río Desaguadero-Salado se apoya el límite entre las provincias de Mendoza y San Luis. El río Desaguadero–Salado-Chadileuvú tiene nacientes conocidas pero su fin es impreciso, porque sus aguas se van perdiendo en el último tramo de su recorrido. Comúnmente se acepta que hoy finaliza en la provincia de La Pampa, en medio de una zona seca. Hasta hace aproximadamente 50 años, el río finalizaba más al sur, y en casos llegaba a desembocar en el río Colorado, luego de atravesar el oeste de la provincia de La Pampa de norte a sur. En esos tiempos, una gota de agua que cayera en la Cordillera de los Andes podía llegar, siguiendo el río Colorado, hasta el Mar Argentino. El río forma su caudal con el agua de las precipitaciones que se producen en las nacientes de sus afluentes en la Cordillera de los Andes. Las nubes cargadas de

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humedad que evaporaron en el océano Pacífico provocan precipitaciones durante el invierno, en forma de nieve, en las altas montañas de la Cordillera. La nieve queda acumulada hasta que comienza la primavera y el calor provoca su deshielo. Entonces, se transforma en agua en estado líquido que se mueve siguiendo las pendientes de las montañas. Por eso la primavera origina las crecientes anuales de todos los afluentes del Desaguadero-Salado-Chadileuvú: entre los meses de octubre y abril estos ríos aumentan mucho su caudal. El resto del año, los ríos transportan muy poca agua. Una vez que los ríos descienden de la montaña, en las planicies, prácticamente no reciben más agua puesto que recorren una zona árida en la que las precipitaciones son muy escasas. Por el contrario, la evaporación, la infiltración y el importante uso del agua para consumo humano y para riego en localidades como Jáchal, San Juan, Mendoza, Tunuyán y San Rafael-General Alvear consumen la mayor parte de su caudal. Las aguas de los ríos cordilleranos son de muy buena calidad y de gran importancia para la población de las provincias que atraviesan por ser este un ambiente en el que el agua superficial es muy escasa o inexistente si no se tiene en cuenta estos ríos. Son la fuente de abastecimiento de agua potable para la instalación de las personas y para sus actividades económicas, especialmente para la agricultura en los grandes oasis de cultivo que están al pie de las montañas. Los gobiernos nacionales y provinciales han construido embalses sobre estos ríos para producir energía, evitar que las grandes crecidas afecten a la población instalada en la proximidad de sus valles y suministrarles agua a través de complejos sistemas de riego y de acueductos.

La fotografía fue tomada cerca de Las Cuevas, que se ve sobre el camino, al pie de las montañas y más alla del puente. Está a más de 2000 metros de altura sobre el nivel del mar. En primer plano muestra un afluente que lleva sus aguas al río Mendoza. En el fondo se ven las montañas nevadas de la Cordillera de los Andes. Es verano, porque en invierno hay mucha más nieve en las montañas. Es una zona húmeda en las montañas y árida en las partes bajas: el color amarronado se debe a la falta de vegetación, que no crece por la falta de precipitaciones; la mayor parte de la foto deja ver las rocas. El río corre rápido y puede arrastrar sedimentos: tiene fuerza porque hay bastante pendiente. No es profundo, se ven las rocas de su fondo y la espuma que hace el agua al tocarlas.

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Las Cuevas es un lugar turístico, concurrido por esquiadores en invierno. El agua que lleva el río se une con la de otros ríos que bajan de las montañas cuando llega la primavera, y forman el río Mendoza. Son muy importantes para abastecer a la población de la ciudad de Mendoza y para regar los cultivos de vid que los productores realizan alrededor de la ciudad.

El río Atuel era el más importante aporte de agua para el Salado en la provincia de La Pampa. En la fotografía, tomada en el pasado, se ve un brazo del Atuel. Es el curso de agua que está a la izquierda. En este lugar el Atuel desembocaba en el Salado, que es el río más ancho. Si se mira bien la foto, se puede notar que las personas están paradas en un lugar alto. Casi hasta esa altura podía llegar el agua del Atuel en las primaveras del pasado. Era un río mucho más caudaloso que aportaba la mayor parte del agua que los productores pampeanos utilizaban para su vida en el oeste pampeano. El paisaje es árido, crece allí muy poca vegetación.

Los oasis agrícolas en Mendoza y San Juan En las zonas áridas llueve muy poco. Aunque pocas personas lo saben, en la Argentina, casi tres cuartas partes del territorio son áridas o semiáridas, porque casi no llegan las nubes cargadas de humedad por la evaporación en el océano Pacífico o en el Océano Atlántico. En esos lugares, los ríos son casi la única fuente de agua que permite la instalación de las personas. Para aprovechar sus aguas, ya los indígenas que poblaban la zona de la actual Mendoza y San Juan antes de la llegada de los españoles, se localizaban junto a los ríos y habían construido pequeños sistemas de riego para sus cultivos. En los últimos 100 años, se instaló cada vez más población en estas provincias, la mayor parte cerca de los ríos, en las ciudades de Jáchal, San Juan, Mendoza, San Rafael y General Alvear. Las actividades económicas principales fueron, en gran parte, el cultivo

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de vid, de olivos y de frutales, que se dan muy bien allí siempre y cuando cuenten con agua durante la época de calor. Después se agregaron cultivos de tomates, de ajo, de cebollas. Para que estas producciones fueran posibles, los gobiernos provinciales y nacionales construyeron represas muy grandes, canales de riego y acueductos. Así, el agua de los ríos se pudo distribuir en una zona muy amplia, que son los oasis de riego. También, las represas permiten captar el agua para distribuirla en las ciudades, generar energía eléctrica, y son lugares donde los pobladores pueden realizar deportes acuáticos, pasear, tomar baños para refrescarse en los días muy calurosos del verano, tan frecuentes por allí. Pero al retener y distribuir el agua en los oasis, se consume gran parte de este recurso y muy poco caudal continúa su recorrido hacia el río Desaguadero-Salado-Chadileuvú. El primer embalse grande que se construyó, en los años ´40, fue el del Nihuil, sobre el río Atuel. Este embalse y sus centrales hidroeléctricas fueron una obra de ingeniería muy importante para la época. Además, al extenderse los canales de riego, se expandió el oasis de General Alvear. Éste y el de San Rafael, ubicado sobre el río Diamante, son hoy casi un único oasis continuo. Tanto se extendió la zona de cultivo y el consumo de agua que el río Atuel, “aguas abajo” de los oasis, se transformó en un arroyo pobre que finalmente llega a los bañados del Atuel y al Salado como unos hilos de agua. Si se suma que los otros ríos también aportaban muy poca agua al Desaguadero-Salado, puede entenderse por qué doña Bonifacia Escobar vio que el río dejó de traer agua hacia 1941. El desarrollo de la vida y la producción en los oasis depende muy directamente de la forma en que se utilice el agua de los ríos. Los gobiernos dictan leyes y crean oficinas de control para facilitar que todos los habitantes de la zona tengan acceso a este recurso. La cantidad de agua que cada productor agropecuario puede utilizar se fija en relación con el tamaño de su campo. El sistema de distribución del agua se mantiene, en gran medida, con los impuestos que pagan los productores. El riego de los campos está organizado por zonas: un día reciben agua unos productores; otro día, otros. Normalmente, un campo se riega cada 10 o 15 días y existen sanciones para los agricultores que intentan dejar abierto el pase de agua más tiempo del que les corresponde. ¡Si es valiosa el agua! Dicen los que saben que, a veces, un productor pone una moneda para que no cierre bien la entrada y pase un hilo de agua por esa abertura de pocos milímetros. (Manual Estrada, Ciencias Sociales, 5º año, 1997)

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Manual de A-Z: Geografía. La Argentina y el Mercosur, María Julia Echeverría y Silvia María Capuz, Serie Polimodal A-Z, 2000, pág, 106

El contraste entre el verde y el color amarillento (amarronado) surge de la presencia o ausencia de vegetación densa y con muchas hojas. Que haya o no esta vegetación depende de si llega o no agua a los campos por los canales de riego y las acequias. La foto muestra un oasis en Río Negro, pero lo que registra es similar a cómo se vería cualquier oasis mendocino o sanjuanino en verano, mirado desde el aire: el verde intenso corresponde a los campos cultivados. Pueden verse árboles más altos que el resto de la vegetación. Son álamos que los productores plantan a los costados de las acequias para que su sombra impida la evaporación del agua, para frenar los vientos, para marcar el límite de su propiedad. Un campo dentro del oasis es muchísimo más caro que un campo en la zona sin agua.

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“Dejar sin agua al vecino” Manual Estrada, 5º año, Ciencias Sociales, 1997

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“Hace alrededor de quince años 4, finalizó un juicio que el gobierno de la provincia de La Pampa le hizo a la provincia de Mendoza. ¿Cuál fue el motivo para que las provincias llegaran a un juicio? La Pampa acusó a Mendoza de retener por años las aguas que los ríos Mendoza, Tunuyán, Diamante y Atuel debían aportar al Desaguadero-Salado y, por lo tanto, de haber dejado a este río sin agua. Como consecuencia, los pobladores del árido oeste pampeano se habían empobrecido y debieron buscar otro lugar donde instalarse, ya que no tenían agua para sus animales ni para regar sus escasos cultivos. La Corte Suprema de Justicia nombró a varios especialistas para que estudiaran el problema y le dieran información para determinar si La Pampa tenía o no razón. ¿Qué dijeron los investigadores? Informaron que: -

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La cuenca del río Desaguadero-Salado ocupa gran parte del oeste árido de nuestro país. Los ríos Jáchal, San Juan, Mendoza, Tunuyán, Diamante y Atuel tienen sus nacientes en las cumbres nevadas de la cordillera de los Andes y reciben agua cuando se producen los deshielos, en primavera y verano. Por lo tanto, los ríos tienen un régimen irregular: hay meses de bajante -el otoño y el invierno- y meses de creciente -la primavera y el verano-. El Gobierno nacional y los gobiernos de San Juan y Mendoza construyeron diques para producir energía, y canales que derivan el agua de los ríos hacia los campos de los oasis de Jáchal, San Juan, Mendoza y San Rafael-General Alvear. Allí, los productores usan el agua para regar los cultivos de tomates, ajos, olivos, vid y frutales (perales, manzanos y ciruelos), que son algunas de las principales producciones de estas provincias áridas. Los diques no dejan pasar mucho agua hacia el río Desaguadero-Salado y gran parte de la que pasa se infiltra o se evapora por la extrema sequedad de la zona. Regiones que antes se cubrían de agua con las crecientes, como los bañados del río Atuel, hoy están prácticamente secas. En la parte sur del río Salado, donde toma el nombre de Chadileuvú, suele haber acumulación de arena, depositada por el viento, donde antes corría el agua.

La Corte Suprema analizó los informes de los especialistas y estableció que el problema en la cuenca del río Desaguadero se produjo por un manejo inadecuado del recurso, que benefició a muchos pero perjudicó a otros. Los pampeanos estaban en lo cierto: la utilización de los ríos, especialmente del Atuel, en la provincia de Mendoza, dejó con muy poco agua al oeste de La Pampa. Por lo tanto los mendocinos debieron compensar el daño con un pago en dinero. Además, en adelante, deberían dejar pasar la mayor cantidad de agua posible hacia la provincia de La Pampa. Esto último continúa siendo un problema, porque dejar pasar mucho agua no es posible: los productores mendocinos la necesitan para regar.” Recuadrito:

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El juicio finalizó con la decisión de la Corte Suprema de Justicia en 1987

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“Cuando las actividades de una sociedad alteran la naturaleza al punto de provocar que zonas secas se transformen en zonas más secas todavía, se dice que se produce desertificación. Este es uno de los problemas ambientales más importantes en la actualidad. En Asia, en los Estados Unidos y, principalmente, en África, cerca del desierto del Sahara, la desertificación le está quitando tierras a la agricultura y la ganadería.”

La Pampa y Mendoza: diferentes puntos de vista Para analizar los puntos de vista que sostienen los pampeanos y los mendocinos en relación con el conflicto por las aguas del Desaguadero-Salado lean los textos siguientes. Muestran lo que podrían decir las autoridades de las dos provincias: Secretario de Agricultura de Mendoza: “La producción de vid y de frutales es una de las principales riquezas de nuestra provincia. Muchas empresas y muchas familias trabajan en ella. Las tierras cultivadas se extienden cada vez más y es necesario prolongar los canales de riego, porque sin agua no hay cultivo posible. Estamos apoyando a los productores que buscan obtener agua subterránea para regar y también a los que intentan usar técnicas de riego que utilizan menor cantidad de agua. Para eso hace falta mucho dinero y la crisis económica no nos permite hacer todo lo que quisiéramos...” Secretario de Agricultura de La Pampa: “Los cultivos son la principal riqueza para nuestra provincia. Pero solo la zona Este es apta para cultivar. Hacia el Oeste, las tierras son cada vez más secas, el agua subterránea no es de buena calidad y no hay aguas superficiales, salvo la poca que nos dejan llegar desde Mendoza. Solo hay algunos productores de cabras en el Oeste árido, y viven en condiciones de pobreza. Con frecuencia analizamos en el gobierno este problema y estamos buscando formas para mejorar la producción y las condiciones de vida allí, pero aún no encontramos cómo hacerlo. Serían necesarios estudios complejos para analizar cómo hacer llegar agua al Oeste. Pero significan inversiones muy altas que de ningún modo estamos en condiciones de encarar”. ¿Qué aporta lo que dicen las autoridades provinciales para explicar la siguiente frase?: “El conflicto que se plantea no tiene una solución fácil”

UN NUEVO CASO: EL RÍO COLORADO (Provincias de Mendoza, Neuquén, La Pampa, Río Negro y Buenos Aires) LOS USOS DEL RÍO COLORADO Y LOS PROBLEMAS EN EL MANEJO DE SUS AGUAS El río Colorado nace en las altas montañas de la Cordillera de los Andes en el Sur de Mendoza y Norte de Neuquén. El límite entre estas dos provincias se apoya en gran parte en su curso, como así también la totalidad del límite entre Río Negro y La Pampa. Desemboca en el Mar Argentino después de un corto recorrido en la provincia de Buenos Aires.

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El río recibe la mayor parte de su caudal de las precipitaciones que se producen en la Cordillera de los Andes. Buena parte de ellas es en forma de nieve, que queda acumulada en las montañas hasta que comienza la primavera. El inicio de la primavera origina una de sus crecientes anuales. Una vez que el río corre por la zona de las mesetas, prácticamente no recibe más agua. Por el contrario, la evaporación, la infiltración y el uso del agua para consumo humano y para riego en Colonia 25 de Mayo (La Pampa) consumen parte de su caudal. Las aguas del río Colorado son de muy buena calidad y de gran importancia para la población del Norte de la Patagonia por ser éste un ambiente seco, con agua superficial muy escasa. Es la fuente de abastecimiento de agua potable para la instalación de las personas y sus actividades económicas, especialmente para la agricultura en el oasis de 25 de Mayo. Para el mejor aprovechamiento de sus aguas se construyó un embalse en Casa de Piedra destinado a producir energía, evitar que las grandes crecidas afecten a la población instalada en el valle y para suministrarle agua. Dada la importancia de las aguas de este río para la vida de las personas de la zona, los gobiernos de las cinco provincias que recorre el Colorado (Mendoza, Neuquén, Río Negro, La Pampa y Buenos Aires) formaron un comité para discutir y ponerse de acuerdo en las formas de aprovechar sus aguas en beneficio de todos. Este comité se llama COIRCO (Comité Interjurisdiccional del Río Colorado) Sin embargo, a pesar de los esfuerzos por hacer un uso sustentable de las aguas del río, han surgido problemas que no se pudieron solucionar hasta el presente. Estos problemas afectan la calidad de las aguas del río Colorado y, en consecuencia, a quienes las consumen (personas y empresas). Veamos de qué se trata. En el Sur de Mendoza y Norte de Neuquén varias empresas explotan yacimientos de petróleo. Desde que las empresas iniciaron sus actividades suelen producirse derrames de petróleo por rotura de tuberías, tanto de los pozos como de las cañerías que transportan el petróleo hacia los tanques de la planta concentradora. En esas oportunidades, parte del petróleo que se derrama, se mueve lentamente siguiendo la pendiente y llega al río. Como el petróleo no se diluye en el agua sino que se mantiene como una capa oscura en su superficie y viaja con el agua del río, se originan algunos serios problemas a partir de la contaminación del agua: muerte de peces por la falta de luz, fallas en el funcionamiento de la central hidroeléctrica de Casa de Piedra, suciedad en los filtros de la planta potabilizadora de 25 de Mayo y, si se introduce en los canales de riego, contaminación de los suelos y muerte de los cultivos en ese oasis. Estos últimos problemas perjudican seriamente a los pobladores y, especialmente, a los agricultores del oasis de Colonia 25 de Mayo. En algunos casos, los agricultores iniciaron juicios contra las empresas ya que su actividad económica resulta directamente afectada por la contaminación de las aguas del río. Muchas veces se agruparon para dar a conocer a los medios de comunicación el problema que tanto les afecta y pedir a los gobiernos que se dicten leyes para proteger el recurso agua. El COIRCO firmó acuerdos con las empresas petroleras para que cuiden sus instalaciones y eviten los derrames. Sin embargo, el problema se ha repetido a lo largo del tiempo y fueron muchos los perjudicados.

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La importancia del Río Colorado como única fuente de agua en una extensa zona de la Patagonia requiere que el gobierno nacional y los gobiernos provinciales se ocupen de hacer que todos cuiden el agua y eviten usos incompatibles como, por ejemplo, la evacuación de derrames de petróleo y el consumo humano. Los gobiernos deberán también ocuparse de controlar que esas leyes se cumplan para lograr un real manejo sustentable de las aguas del río.

Estrada, Ciencias Sociales 4, pág. 9 Las mesetas patagónicas que bordean al río Colorado son también un ambiente árido, como lo muestran los colores predominantes en la fotografía. Allí llueve poco (siempre menos de 300 mm en todo el año) y soplan vientos secos y muy fuertes. La vegetación de la zona es baja, adaptada a la falta de agua, y cubre el suelo de manera discontinua. Por eso, cuando hay viento -lo que ocurre casi todos los días- levanta polvo del suelo y lo transporta a grandes distancias. En esa zona no se puede cultivar si no se riega. Esta es la razón por la cual los cultivos se concentran cerca de los ríos, donde se construyeron canales, como es el caso de Colonia 25 de Mayo, en La Pampa. Allí también es donde se concentra la población. En el resto de los campos hay grandes estancias donde los productores crían ovejas, que son animales que no necesitan pastos tiernos ni verdes para alimentarse, y que tampoco requieren de muchos cuidados. Por eso viven muy pocas personas en las estancias: los peones y sus familias. El fotógrafo captó, seguramente desde un camino, la entrada a una estancia. Al fondo se ven los relieves con la típica forma de mesa que caracterizan a esta región

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PARA SEGUIR LEYENDO SOBRE EL OESTE PAMPEANO

La falta de agua en la letra de una zamba 5 Zamba escrita por Domingo López Alacha, un poblador de Puelches, cerca de Lihuél Calel, donde el Chadileuvú-Salado pierde fuerza y se diluye en las lagunas La Dulce, Urre-Lauquén (lavquen, laguna en mapuche) y La Amarga. "Yo que nací en esta tierra, en esta tierra pampeana cubierta de salitrales, sampales y chañarales a orillas de la laguna, la laguna Urre-Lauquén. Yo que nací en esta tierra, en esta tierra sufrida por los vientos y la sequía, esta tierra tan sufrida por los vientos y la sequía. Yo tengo mi rancho, amigazo, frente de una laguna. En el tiempo de mis abuelos jamás el agua faltó ahí solamente ha quedado, solamente un salitral En esos días de viento sólo polvo blanco se ve. Usted pregunta, amigazo, por qué me sigo quedando es que aquí me criaron mis padres, aquí me quedo, sí señor. Yo quiero este pueblo pampeano que es tan soberano como el mismo sol."

Texto periodístico: “En La Pampa reclaman el agua de un río” Crónicas del país

En La Pampa reclaman el agua de un río La Corte Suprema consagró la interprovincialidad del Atuel con Mendoza,

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Del artículo “El lejano oeste de acá cerca”, Andrés Pérez Moreno, La Nación Line/ Revista, 14-01-01

30 donde un dique impide los escurrimientos

Santa Rosa - A La Pampa le robaron un río, y no es una metáfora. Hacia 1947, con las obras del dique El Nihuil, en Mendoza, cesaron los últimos escurrimientos del Atuel hacia esta provincia y la fértil cuenca Desaguadero-Salado-Chadileuvú desapareció, dejando paso a un ominoso desierto. En apenas medio siglo los 18.000 kilómetros cuadrados de la subcuenca en territorio pampeano dejaron paso a una inhóspita planicie de arena y sal de la que centenares de familias escaparon como fantasmas, dramático éxodo de hombres y animales conocido aquí como "la diáspora saladina". Si bien en 1987, cuatro décadas después, la Corte Suprema de Justicia de la Nación consagró "la interprovincialidad del río Atuel", los ribereños pampeanos todavía esperan el regreso del agua. Mendoza insiste en que esa posibilidad es remota. (...) La Pampa continúa reclamando en vano la devolución de su importante cuenca interior, segmento terminal del gran río colector Vinchina-Bermejo-Desaguadero-SaladoChadileuvú-Curacó. Es que las explotaciones bajo riego y los emprendimientos hidroeléctricos en la vecina Mendoza convirtieron a los hoy magros cauces pampeanos en ríos temporarios. En agosto de 1947, urgido por la catástrofe, un agente radiotelegrafista ignoró jerarquías y envió un radiograma al presidente Juan Domingo Perón desde el lejano Paso de los Algarrobos. En un lenguaje simple, Angel Garay pintó un cuadro patético: el promisorio oeste agonizaba por falta de agua. La respuesta, en enero de 1949, fue la resolución 50/49 de la Empresa de Agua y Energía Eléctrica, que dispuso "la entrega de caudales de las descargas de El Nihuil, (...) con destino a bebida de poblaciones y ganado, riego de las praderas naturales y alimentación de presas y lagunas". La resolución nunca se cumplió, el río continuó seco y los oesteños emigraron hacia General Acha, Luán Toro, Victorica, Santa Rosa. En 1979, con una copia de aquel radiograma histórico, La Pampa inició sus reclamos ante la Corte Suprema de Justicia. Angel Garay nació en Pellegrini (Buenos Aires) y reside en Viedma. Durante una visita a Santa Rosa recordó: "En aquel momento, durante un invierno muy crudo, me llevó a enviar el telegrama la situación desesperante a la que habían llegado los pobladores, porque había dejado de correr el Atuel. Especialmente me conmovió una gran epidemia que provocó la muerte de animales y personas". En 1973 Garay fue hallado por una delegación de La Pampa, que lo invitó a declarar ante la Corte. Defensores de una causa que ha sentado jurisprudencia nacional e internacional, los pampeanos obtuvieron en 1987 un fallo de la Corte Suprema de Justicia que consagró "la interprovincialidad del río". El máximo tribunal dispuso que ambas provincias "deben acordar los usos futuros del río". Los acuerdos Como ejecución de sentencia se rubricaron varios acuerdos (...) En esos documentos Mendoza y La Pampa se comprometieron a ejecutar "las acciones destinadas (...) a

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permitir "el restablecimiento del sistema ecológico fluvial en el curso inferior del Atuel". Aunque Mendoza reconoce los derechos compartidos sobre el río y paga un porcentaje de las regalías, pasaron ya 15 años sin que se cumpla el reparto equitativo de los recursos. Pero el río robado corre caudaloso y permanente en la memoria popular de La Pampa, una provincia cuya intimidad fue marcada a fuego por el despojo. La lucha es desigual: en el último siglo se perdieron las colonias agrícolas asentadas en sus márgenes, que debían ser la herramienta esencial del proyecto de población, y actualmente se encuentran en peligro de extinción los Bañados del Atuel, importante zona de humedales (...) La comunidad crece identificada con la lucha por recuperar su cuenca. En 1950 se formó la Comisión Permanente del Agua. En abril de 1973 nació la Comisión Popular de Defensa de los Ríos Pampeanos (Copdrip), y 111 entidades diferentes participaron de su fundación. Y en 1984 fue creada la Fundación Chadileuvú (Movimiento Popular Pampeano para la Defensa de los Recursos Hídricos y Ecosistemas), entidad que mantiene viva la lucha por el Atuel. (...) Flavio Frangolini Fuente: La Nación, Septiembre 16, 2002